https://ojs.rosario-conicet.gov.ar/index.php/revistairice/ - e-ISSN 2618-4052
Los inicios de la Escuela Normal de Paraná y la formación
de una élite profesional de nivel nacional (1871-1910)
Laura Graciela Rodríguez*
https://orcid.org/0000-0001-9757-5609
Recibido: 27 de julio de 2021
Aprobado: 21 de octubre de 2021
Resumen
En este artículo analizaremos cómo fueron los inicios y el desarrollo de la
Escuela Normal de Paraná desde su apertura en 1871 hasta 1910. A lo largo
de cuatro apartados observaremos, en el primero, cuál fue el contenido de la
normativa que organizó el curso normal para varones, en qué momento se
decidió que fuese mixto y el lugar que se le asignó a los/as norteamericanos/
as en el establecimiento; luego hablaremos de las primeras alumnas y los
cargos que ocuparon al interior de la escuela; posteriormente, mencionare-
mos el impacto que causó en la matrícula la eliminación de las becas para
varones en 1891; y por último, indicaremos las ubicaciones que les dieron
los ministros a los egresados y egresadas y en qué sentido conformaron una
importante élite profesional de nivel nacional.
Palabras clave: Escuela Normal de Paraná, egresados, élite profesional,
maestras norteamericanas
* Doctora en Antropología Social por la Universidad Nacional de Misiones (UNaM). Investigadora Inde-
pendiente del Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Tecnológicas con sede en el Instituto
de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de La Plata (CONI-
CET/ IdIHCS-UNLP). Profesora adjunta ordinaria del Departamento de Sociología de la UNLP. e-mail:
lau.g.rodrig@gmail.com
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Los inicios de la Escuela Normal de Paraná y la formación de una élite profesional de nivel nacional
The beginning of the Normal School of Paraná and the formation of
a national professional elite (1871-1910)
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Abstract
In this article we will analyze how were the beginnings and development
of the Normal of Paraná from its opening in 1871 to 1910. Throughout four
sections we will observe, in the rst, what was the content of the regulations
that organized the normal course for men, at what time it was decided that it
was mixed and the place that was assigned to the Americans in the establi-
shment; then we will talk about the rst students and the positions they held
within the school; later, we will mention the impact caused by the elimination
of scholarships for men in 1891; and nally, we will indicate the locations that
the ministers gave to the graduates and in what sense they formed an impor-
tant professional elite at the national level.
Keywords: Normal School of Paraná, graduates, professional elite, american
teachers
Laura Graciela Rodríguez
En este artículo analizaremos cómo fueron los inicios y el desarrollo de la Escue-
la Normal de Paraná desde su apertura en 1871 hasta 1910. Acerca de esta etapa,
contamos con un variado y rico conjunto de investigaciones —algunas escritas por ex
estudiantes— que han visto las actuaciones de los primeros directores (Bosch, 1955;
Fernández Doux, 2021; Figueroa, 1934; Kummer, 2011; Mercante, 1961; Montoya,
1967; Pérez Campos, 2016), así como la gestión del director norteamericano y de
las maestras estadounidenses (Luiggi, 1959). Resta observar cómo fue el proceso a
través del cual se decidió que el curso de magisterio se hiciese mixto y el lugar que le
asignaron a los varones y a las mujeres al interior de la Normal.
Otros trabajos han remarcado que los egresados varones de Paraná inuyeron en
los sistemas educativos de todas las provincias, como ninguna otra Normal en el país
(Chavarría, 1947; Figueroa, 1934; Pérez Campos, 2016; Rodríguez & Petitti, 2021), y
en parte por esta razón, se ha dicho que las primeras décadas constituyeron “la edad
de oro” de la escuela (Montoya, 1967). Sin embargo, disponemos de pocos estudios
que hayan visto sistemáticamente cuál fue el destino de estos egresados, y menos
aún de las egresadas, a excepción de algunas pesquisas parciales (Bosch, 1992;
Yannoulas, 1997). Del mismo modo, se ha señalado que los titulados en los Colegios
Nacionales pasaban a integrar las élites políticas locales o nacionales (Legarralde,
1999; Tedesco, 1993), pero ha sido menos atendido el hecho que los varones nor-
malistas de Paraná también incursionaron exitosamente en el campo político como
gobernadores, ministros y legisladores, y fueron, además, las máximas autoridades
de los colegios, en tanto rectores y vicerrectores (Bosch, 1992).
Por otro lado, distintos/as investigadores/as han señalado cómo el magisterio ha
sido considerado una actividad propia de mujeres (Alliaud, 2007; Cammarota, 2020;
Fiorucci, 2016; Lionetti, 2007; Morgade, 1997; Yannoulas, 1997), pero se ha puesto
menos atención a la gura de las maestras que adquirieron una doble titulación, es
decir, que se recibieron también de profesoras, diploma que habilitó a algunas a ocu-
par importantes cargos en la burocracia nacional.
En base a estas cuestiones, en este artículo a lo largo de cuatro apartados obser-
varemos, en el primero, cuál fue el contenido de la normativa que organizó el curso
normal para varones, en qué momento se decidió que fuese mixto y la ubicación que
se les dio a los/as norteamericanos/as en el establecimiento; luego hablaremos de las
primeras alumnas y los cargos que ocuparon al interior de la escuela; posteriormente,
mencionaremos el impacto que causó en la matrícula la eliminación de las becas para
varones en 1891; y por último, indicaremos los destinos que les dieron los ministros a
los egresados y egresadas y en qué sentido conformaron una importante élite profe-
sional de nivel nacional. Siguiendo con lo expuesto hasta aquí, buscaremos desarro-
llar cuatro hipótesis vinculadas. En primer lugar, veremos que, en los inicios, el curso
normal se diseñó para varones, hasta que en 1877 se decidió que ingresaran mujeres,
resultando la primera Normal del país ubicada en una capital de provincia que tuvo el
nivel medio mixto, dado que en las demás capitales se fueron creando Normales de
un solo sexo.
1
En segundo término, plantearemos cómo, al interior de la escuela, los
funcionarios consideraban necesario respetar una imaginaria división sexual del tra-
bajo, donde ellas se ocuparan de los/as niños/as más pequeños/as; y ellos, de los/as
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1
Cabe aclarar que la Normal de La Plata, fundada en la ciudad capital de la provincia de Buenos Aires
(1888), vivió el proceso inverso: nació mixta y se hizo de mujeres al poco tiempo. Sin embargo, con el
correr de los años, la mayoría de las Normales de un solo sexo se fueron haciendo mixtas.
Los inicios de la Escuela Normal de Paraná y la formación de una élite profesional de nivel nacional
más grandes, del nivel medio, la dirección y la regencia de primaria. En tercer lugar,
observaremos que el ministro de ese momento eliminó las becas para varones en
1891 por razones de ajuste presupuestario y esta medida resultó un parteaguas en
la historia de la Normal. Por último, en relación con los/as egresados/as, indicaremos
que el objetivo principal de los sucesivos ministros fue el de formar una élite masculina
de profesores destinados a ocupar los más altos cargos de la burocracia educativa na-
cional, mientras que esperaban que ellas se formaran principalmente como maestras
y/o profesoras de Jardín de Infantes y trabajaran en las escuelas primarias y jardines.
Si bien este propósito fue cumplido en líneas generales, mostraremos que hubo un
grupo minoritario de mujeres que se recibió de profesora normal, realizó trayectorias
destacadas asumiendo como directoras de otras Escuelas Normales, congurando
así una novedosa élite profesional femenina.
2
Los comienzos: un curso normal para varones
En octubre de 1869, el presidente Domingo F. Sarmiento logró que el Congreso
sancionara una ley de autorización al Poder Ejecutivo para presupuestar la fundación
de dos Escuelas Normales, una en Paraná y otra en Tucumán. Finalmente, el decreto
del 13 de junio de 1870 dispuso la creación en la ciudad de Paraná de una Normal,
integrada por un curso normal de cuatro años (nivel medio) destinado a varones y una
Escuela de Aplicación con seis grados (nivel primario) para ambos sexos.
Sobre el curso normal, en el artículo cuarto del decreto se establecía que los as-
pirantes debían tener más de 16 años de edad, buena salud, intachable moralidad
y una instrucción mínima. Para acreditar estos conocimientos debían rendir ante el
director y los profesores, un examen de lectura, escritura, ortografía, aritmética y geo-
grafía. Pasados los años, los estudiantes que provenían del sexto grado de la Escuela
de Aplicación o de otros establecimientos nacionales, ingresaban sin previo examen,
pero el resto que venía de las escuelas comunes —muchas de ellas sin quinto ni
sexto grado— debían rendirlo. Dicho examen no era eliminatorio y si los aspirantes
reprobaban, hacían un curso preparatorio durante un año o eran ubicados en el grado
que correspondiese de la Escuela de Aplicación. Además, debían presentar la auto-
rización del padre, tutor o encargado, certicado de buena conducta expedido por el
cura o juez de paz y certicado de buena salud expedido por un médico de Paraná
(Ministerio de Justicia e Instrucción Pública, 1871). En el artículo sexto del decreto se
obligaba a los alumnos sostenidos por el tesoro nacional (becados) a dedicarse por
seis años —luego se acortó a tres— a la enseñanza pública al terminar sus estudios
y si no lo hicieren, debían devolver al tesoro nacional el importe. Los egresados obte-
nían un diploma de profesor —algunos se titularon como maestros— que los habilita-
ba para ejercer como directores de las Normales, profesores en el nivel medio, en la
inspección y en la superintendencia de las escuelas.
El 8 de octubre se promulgó una ley que disponía que fuesen nanciados por el te-
soro nacional, 70 jóvenes que quisieran estudiar en esta Normal, recibiendo cada uno
de ellos libros, útiles (papel, cuadernos, cajas de pluma, lápices Faber, gomas de bo-
rrar, escuadra, regla y compás, tinta) y una subvención mensual (Ministerio de Justicia
e Instrucción Pública, 1871). Como se había dispuesto que no habría internado, con
la beca, los estudiantes debían solventar los gastos de alquiler, comida y vestimenta.
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2
Utilizaremos la noción clásica del término de élite, que reere a las personas que ocupan los más altos
cargos institucionalizados, independientemente de su patrimonio (Wright Mills, 1987).
Laura Graciela Rodríguez
Se invitó a los gobernadores de las provincias a que enviaran a Paraná un número de
alumnos proporcional a la representación que cada una de ellas tenía en la Cámara
de Diputados. Para obtener las becas de 20 pesos cada una, el gobierno nacional les
pedía a las autoridades provinciales que seleccionaran a los aspirantes de entre los
alumnos varones de los Colegios Nacionales. El alumno becado era considerado por
las autoridades un funcionario de Estado y como tal, debía exhibir un “buen compor-
tamiento”, esto era, ser estudioso, no involucrarse en política ni organizar protestas y
llevar siempre una vida privada decorosa. Los más necesitados no tenían otra opción
que disciplinarse ante la amenaza de perder la beca.
Se nombró director al norteamericano George Stearns, quien había llegado ex-
presamente contratado por iniciativa de Sarmiento en 1870, junto con su esposa, la
maestra Julia A. Hope de Stearns y sus dos hijos pequeños. El sueldo para él resultó
más bajo de lo esperado (2.400 pesos anuales), mientras que ella fue contratada
(1.000 pesos anuales) para hacerse cargo de la Escuela de Aplicación, aunque no
llegó a dar clases, se enfermó y falleció al poco tiempo (Luiggi, 1959).
Ambos planes de estudio, el del curso normal y de la Escuela de Aplicación, si-
guieron a los de Estados Unidos, y ninguno tenía Religión ni las materias “femeninas”
de Economía Doméstica y Labores (Rodríguez, 2021a). La presencia de un director
extranjero de confesión protestante y al frente de un establecimiento donde no se im-
partía Religión, hizo que la población local, mayoritariamente católica, se mantuviera
inicialmente reacia a la nueva escuela (Bosch, 1955; Luiggi, 1959).
A pocos años de comenzar, guraban 51 varones en el curso normal y 90 niños/as
en la Escuela de Aplicación. De acuerdo a la distribución de las becas, los estudiantes
del curso normal eran oriundos de: Catamarca (13), Entre Ríos (6), Santiago del Este-
ro (4), Buenos Aires (3), Córdoba (3), Salta (3), San Juan (3), Mendoza (3), Tucumán
(3), San Luis (2), Jujuy (2), La Rioja (2), y 4 guraban becados directamente por la
nación (Ministerio de Justicia e Instrucción Pública, 1874). Las becas que sobraban,
del total de 70, se repartían entre los alumnos de la Escuela de Aplicación, lo que se
prohibió a los pocos años. Estos jóvenes provenientes de otras provincias se alojaban
en Paraná en casas de pensión, que había pocas, o alquilaban casas particulares,
cuando las había disponibles, y algunos de ellos eran muy pobres o huérfanos (Figueroa,
1934).
En 1873, el director logró que se contratara a otro norteamericano, George L. Ro-
berts, que oció de vicedirector y profesor de gimnasia. En 1874 llegaron con el her-
mano de Stearns, William (contratado para dirigir la Normal de Tucumán), las maes-
tras Abigail N. Ward, Susan E. Wade y Anna A. Rice. Durante 1875, la Escuela de
Aplicación funcionó con las norteamericanas Rice (primer y segundo grado), Wade
(tercer y cuarto grado) y Ward (quinto y sexto grado), que también era regente. Esta
última permaneció solo ese año y fue reemplazada por Wade en la regencia.
En 1875, siendo presidente Nicolás Avellaneda y ministro Onésimo Leguizamón,
se aprobó una ley para fundar y sostener catorce Escuelas Normales para Maestras
en cada una de las capitales de provincia, con un plan de tres años de duración, diez
becas de 12 pesos para cada escuela y se dispuso la contratación en el exterior de
maestras para estas Normales (Ministerio de Justicia e Instrucción Pública, 1877). En
cumplimiento de esta ley, en Paraná se nacionalizó una escuela provincial y empezó a
funcionar como una Normal de mujeres en marzo de 1876, con 40 alumnas maestras
y 70 niños/as en la Escuela de Aplicación (Ministerio de Justicia e Instrucción Pública,
1877). En octubre de 1876, por otro decreto, se ordenó traer desde Estados Unidos al
personal docente, material de enseñanza y mobiliario para estas Normales y se es
ta-
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Los inicios de la Escuela Normal de Paraná y la formación de una élite profesional de nivel nacional
bleció que las maestras debían ser enviadas a la Normal de Paraná para aprender el
idioma y aclimatarse. Se pidió, especialmente, traer a Franc E. Allyn (recomendada por
Wade) y se aclaraba que cada una sería contratada por tres años con un sueldo anual
de 1.200 pesos. En este marco, la Normal femenina de Paraná fue cerrada y se decidió
hacer mixto el curso normal (Ministerio de Justicia e Instrucción Pública, 1877).
3
A partir de aquella disposición, la Normal de Paraná se transformó en la escuela
que más norteamericanas recibió. De los/as 65 maestros/as estadounidenses que
llegaron a Argentina entre 1869 y 1898, según Alice Houston Luiggi (1959), 26 estu-
vieron en Paraná como mínimo cuatro meses, entre 1874 y 1888. Después de ese
tiempo, alrededor de la mitad se quedó a trabajar en Paraná y el resto fue trasladada
a otras Normales. Como vimos, llegaron tres varones norteamericanos (los hermanos
Stearns y Roberts), Stearns estuvo con su esposa, Hope; su hermano permaneció
un tiempo corto antes de irse a Tucumán y con Roberts viajaron las maestras Ward,
Wade y Rice. Después del último decreto, estuvieron en Paraná: Franc Allyn, (1877),
Mary E. Conway (1877), Clara J. Armstrong (1877), Elizabeth B. Coolidge (1877),
Clara Allyn (1878), Mary O. Graham (1879), Katherine Grant (1879), Sarah C. Eccleston
(1883), Emily Eccleston (1883), Annette Haven (1883), Jennie E. Howard (1883), Edith
Howe (1883), Myra Kimball (1883), Mary J. Youmans (1883), Alcinda Morrow (1883),
Sara Strong (1883), Bernice Avery (1883), Antoinette Choate (1883), Annette Doolittle
(1888) y Lucy Doolittle (1888) (Luiggi, 1959). En suma, la inuencia de Estados Uni-
dos se hizo sentir durante las primeras décadas. En un acto público, un alto funciona-
rio dijo sobre la Normal de Paraná que “fue una Escuela de Boston trasplantada en
las soledades de América del Sud”, ya que “fue norteamericana por sus directores, por
sus regentes, por su mobiliario y útiles, por la traducción de sus libros ingleses, por su
táctica escolar militarizada y uniforme, por sus procedimientos y doctrinas” (Portnoy,
1937, p. 125). De todos modos, esta armación era algo exagerada teniendo en cuen-
ta que, después de Stearns, en Paraná no hubo ningún otro director norteamericano.
4
Existe un consenso en que la obra que realizaron estas docentes en las distintas
Normales donde les tocó actuar, fue de excelencia y un ejemplo a seguir para las ar-
gentinas. Sin dejar de reconocer el positivo aporte que hicieron al normalismo, Sara
Figueroa, egresada de Paraná, recordaba que la disciplina que implementaron las
norteamericanas fue “rígida y fría, y a veces este exceso” generaba “temor en los
niños”. Además, la vestimenta de las maestras resultaba extraña a la época, ya que
usaban “faldas cortas y cabellos lacios recortados a la altura de los hombros” (Figue-
roa, 1934, p. 154). Hay que añadir que algunas de ellas nunca llegaron a dominar el
idioma español.
Las primeras alumnas y su ubicación al interior de la escuela
En octubre de 1876 asumió la dirección el español José María Torres, quien era
egresado de la Normal de Madrid; había sido nombrado por el presidente Mitre ins-
pector de Colegios Nacionales y vicerrector del Colegio Nacional de Buenos Aires
(Figueroa, 1934; Montoya, 1962). En 1877 se incorporaron algunas materias al plan
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3
No disponemos de más registros sobre esta Normal. Existe la posibilidad de que en la Memoria citada
de 1877 se estén confundiendo con la Normal de mujeres de Concepción del Uruguay, que se nacio-
nalizó en 1876.
4
Un análisis sobre el trabajo que desarrollaron en Argentina las maestras norteamericanas está en
Rodríguez (2022a).
Laura Graciela Rodríguez
de estudio del curso de Profesorado de cuatro años y seguía existiendo la posibilidad
de recibirse de maestro.
A partir del año 1877, ingresaron las primeras mujeres al curso normal: Ana Lelong,
Catalina Mérou y Octavia Wodrich y al año siguiente, las hermanas Carmen y Saturnina
Calderón (Tabla 1). Este número tan bajo daba cuenta de cierto prejuicio que existía
entre las familias paranaenses respecto a la coeducación en el nivel medio. Entre
los profesores, la única mujer que no era norteamericana y daba clases en el curso
normal era Josena Farnesi (canto vocal), mientras que Franc R. Allyn asumía como
regente de la Escuela de Aplicación y años después, Katherine Grant (Ministerio de
Justicia e Instrucción Pública, 1877).
El director mostraba que entre 1874 y 1880, habían egresado de la “Facultad Nor-
mal” o “Escuela Superior”, como le decía, alrededor de 71 docentes: 68 profesores
normales y 5 maestros. Entre los/as profesores/as egresados/as se encontraban las
primeras dos mujeres, Ana Lelong y Catalina Mérou. Ese año, las mujeres que esta-
ban estudiando eran Victoria y Virginia Lelong, Delna Monzón, Petrona Díaz, Clodomira
Vera, María Sabatté, Dolores Aranzadi, Ana Robles y Luisa Catañeda (Ministerio de
Justicia e Instrucción Pública, 1881).
En su informe de ese año, el director Torres hizo una enfática defensa de la edu-
cación mixta, contestando, sin decirlo, a ciertas críticas que se formulaban a la coe-
ducación y a la inexistencia de materias “femeninas”. Admitía que en casi todas las
escuelas de niñas, los estudios estaban “arreglados, reducidos, acomodados, para
seguir aplicando la absurda teoría preconcebida sobre la supuesta inferioridad de
la inteligencia y de la esfera social de la mujer”. Mencionaba que estaba muy bien
que las mujeres se educaran por ellas mismas, pero que “los mejores estudios para
desarrollar la cultura más digna de la juventud femenina”, eran “los preparatorios es-
tablecidos para la juventud masculina”. Defendía luego lo positivo que era para los
varones la presencia de las jóvenes en las aulas, que con su “dulzura y delicadeza”
mejoraban indudablemente la disciplina (Ministerio de Justicia e Instrucción Pública,
1881, p. 414).
5
El director también elogiaba a las autoridades de Entre Ríos porque estaban em-
pleando a todos los egresados de Paraná, incluso a los que no eran oriundos de la
provincia. Asimismo, el gobierno entrerriano era el único que había dispuesto un fondo
para becas, unas 30, a las que se le sumaban las que nanciaba el gobierno nacional,
que habían bajado a 60. Como en el presupuesto nacional solo estaban contempladas
las becas para varones, que otorgaban 30 pesos por mes, el director decidió destinar,
a las seis mujeres que estaban cursando, tres becas divididas en mitades, es decir,
recibían 15 pesos mensuales cada una (Ministerio de Justicia e Instrucción Pública,
1881). Esta situación de inequidad en el número y monto de las becas para mujeres,
hizo que la matrícula femenina fuese durante décadas menor a la masculina (Tabla 1).
Con las becas de los entrerrianos sucedía algo similar, si bien se dispusieron becas
para varones y mujeres, a ellas les pagaron la mitad.
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5
En el manual que escribió en 1890, Varios asuntos de Política Doméstica y Educación, Torres decía
exactamente lo contrario: defendía la tesis de la subordinación de la mujer, armaba que era menos
inteligente que el hombre y desestimaba que fuese tan importante que estudiara, entre otras cuestiones
(Rodríguez, 2021b).
Los inicios de la Escuela Normal de Paraná y la formación de una élite profesional de nivel nacional
Tabla 1. Número de alumnos/as matriculados/as y egresados/as en Paraná
(1871-1890)
Fuente: elaboración propia en base a Victoria (1910). De 1871 a 1876, la reconstrucción se hizo en
base a las Memorias.
En 1880 se dio a conocer otro plan de estudio que tenía un curso de magisterio
de tres años de duración y un curso de profesorado, de dos años más. En diciem-
bre de 1883 se inauguró el nuevo edicio que ensanchó la escuela, y en el acto, el
ministro Wilde dijo que la Normal de Paraná era la primera en su género de América
del Sud (Ministerio de Justicia e Instrucción Pública, 1884). A esa altura ya había 117
graduados —siete eran mujeres—, estaban empleados con altos cargos en todas
las provincias del país, aunque se encontraban ausentes en casi todos los Territorios
Nacionales (Chaco, Misiones, Formosa, Río Negro, Santa Cruz y Tierra del Fuego).
Respecto a las egresadas mujeres, las primeras (Ana Lelong, Catalina Mérou y María
Sabatté), no estaban empleadas en ese momento. A medida que el resto se fue reci-
biendo, Torres las fue designando en la Escuela de Aplicación: Asteria Lelong, Virginia
Lelong, Saturnina Calderón y Clodomira Vera. Las hermanas Lelong pertenecían a
una numerosa familia de Paraná y Vera era oriunda de Río Cuarto (Córdoba). Vera,
al poco tiempo, se fue con su hermano Sebastián a trabajar a su ciudad natal.
6
Las
otras mujeres que estaban empleadas en la Normal eran Farnesi (música vocal), las
norteamericanas Sara Strong, al frente de la regencia de la primaria, y Myra Kimball
como regente segunda. La otra norteamericana que guraba en Paraná era Sallie
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6
Las hermanas Lelong eran hijas de León Lelong, relojero de origen francés, casado con Anastacia
Thevenet, uruguaya, con la que tuvieron once hijos entre 1851 y 1868: Eugenia, María y Ana que nacie-
ron en Uruguay, y Clementina, Celestina, Victoria, Dionisia, Virginia, Violeta, Emilia y Julio (González,
2011). Emilia se recibió de maestra en 1886 y dos años después estaba trabajando en la Normal de La
Plata. Por su parte, Catalina Mérou, también hija de un originario de Francia, quien luego se casó con
Francisco Bonilla.
Curso normal
(magisterio y
profesorado)
Escuela de
Aplicación
Jardín de
Infantes
Total
general
Egresados
/as maestros/as
y profesores/as
Años V M Total V M Total V M Total V M
1871
8
-
8
s/d
s/d
22
-
-
-
30
-
-
1872
44
-
44
s/d
s/d
160
-
-
-
204
-
-
1873
51
-
51
s/d
s/d
90
-
-
-
141
-
-
1874
62
-
62
79
11
90
-
-
-
141
2
-
1875
73
-
73
92
54
156
-
-
-
219
6
-
1876
85
-
85
s/d
s/d
220
-
-
-
305
13
-
1877
89
92
165
65
230
-
-
-
322
11
-
1878
61
76
177
61
238
-
-
-
314
11
-
1879
70
85
237
89
326
-
-
-
411
13
-
1880
79
91
227
112
339
-
-
-
430
12
2
1881
89
12
101
229
130
359
-
-
-
460
8
1
1882
88
12
100
244
115
359
-
-
-
459
12
1
1883
90
21
111
250
115
365
-
-
-
476
5
3
1884
117
33
150
420
207
627
14
21
35
812
15
1
1885
118
35
153
438
201
639
13
20
33
825
18
1
1886
111
35
146
426
196
622
20
22
42
810
13
2
1887
107
28
135
416
173
589
32
33
65
789
2
2
1888
106
33
139
444
185
629
36
30
66
834
28
7
1889
114
46
160
425
226
651
35
34
69
880
19
8
1890
115
56
171
469
195
664
33
41
74
909
25
11
Laura Graciela Rodríguez
(Sara) C. de Eccleston, quien organizó el primer Jardín de Infantes normalista del
país, inaugurado en 1884. Ese año había egresado de profesora una sola mujer, Dolores
Aranzadi, que se incorporó al Jardín de Infantes como auxiliar. Dos años después se
organizó el Profesorado de Jardín de Infantes, único en su tipo, que fue cerrado en
1897.
En noviembre de 1885, Torres renunció a su cargo de director después de 21 años
de trabajo en el país y asumió en su reemplazo Gustavo Ferrary, egresado de Pa-
raná. Ferrary era oriundo de Catamarca y había sido inspector de escuelas en esa
provincia. De los 27 maestros y profesores que estaban empleados en la Normal, 21
eran varones, siendo todo el nivel medio masculino. En la Escuela de Aplicación, ellos
daban clases de tercero a sexto grado y las seis mujeres que había, lo hacían en los
primeros y segundos grados de primaria (4) y el Jardín de Infantes (2).
En 1887 este establecimiento pasó a llamarse Escuela Normal Mixta de Profeso-
res. Junto con las otras dos Normales de Profesores de la ciudad de Buenos Aires
(una de mujeres y otra de varones), fueron las tres únicas en todo el país que en esos
años titulaban profesores/as. Además, por primera vez, la Normal de Paraná incorpo-
ró las materias Economía Doméstica y Labores de mano y nombró a una profesora
para que la dictase, Eufrasia Manso, egresada del Colegio del Huerto, una institución
privada y católica.
La eliminación de las becas para varones
En 1889, el director Ferrary renunció por razones de salud y retornó a su provin-
cia. Asumió su vicedirector, Alejandro Carbó, quien egresó de Paraná en 1879 y fue
nombrado por Torres al año siguiente para ser maestro de la Escuela de Aplicación
y profesor del curso normal. En 1881 dejó de trabajar en la primaria y fue designado
secretario. Desde 1886 era vocal del Consejo de Instrucción Pública de la provincia de
Entre Ríos, impulsando la elaboración de varios reglamentos y la publicación del Bo-
letín de Educación (Montoya, 1967). Ese año, las maestras norteamericanas dejaron
de viajar a la ciudad. Por primera vez, el puesto de regente de la primaria fue ocupado
por un varón de nacionalidad argentina, Ernesto Bavio, recibido de la casa. En el nivel
medio, las únicas mujeres que daban clases en el curso normal eran Eufrasia Manso
(Economía Doméstica y Labores) y Arminda Ramírez (auxiliar de Labores), de un total
de 16 profesores varones. En la Escuela de Aplicación, del total de maestros, cinco
eran mujeres, e igual que antes, daban clases en los primeros grados, donde había
mucho más trabajo porque las aulas estaban superpobladas.
Hacia 1890, el país estaba en medio de una profunda crisis económica que reper-
cutió directamente en el ámbito educativo. Distintos funcionarios comenzaron a de-
nunciar que los varones becados de las Normales abandonaban los cursos antes de
recibirse o luego no ejercían la profesión, por lo que estaban claramente defraudando
al sco. Por motivos de recorte presupuestario, en 1891 el ministro decidió suprimir
por decreto las becas para varones, lo que provocó la disminución abrupta de la ma-
trícula masculina en todas las Normales de varones y mixtas del país y también en la
de Paraná (Tabla 2).
Por otro lado, el director Carbó se refería a una sugerencia que había hecho un ins-
pector, respecto a que era necesario nombrar a una mujer como regente de la Escuela
de Aplicación, dado que era una escuela mixta. Carbó le contestó citando las conclu-
siones del Congreso Pedagógico de París realizado en 1889, donde se armaba que
las maestras podían hacerse cargo de los/as niños/as de hasta diez años de edad,
Revista IRICE Nº 43 - 2022 pp. 113 - 132 121
Los inicios de la Escuela Normal de Paraná y la formación de una élite profesional de nivel nacional
pero que los directores de las escuelas mixtas de más de 30 alumnos, debían ser
varones y apuntaba que, en Paraná, ya tenían más de 400 alumnos/as. Nadie ponía
en duda, decía, la capacidad de la mujer para atender por sí sola las escuelas mater-
nales e infantiles, pero las mujeres no podían dirigir una escuela primaria completa,
porque era sabido que el hombre era más apto para juzgar más fríamente, con más
imparcialidad, más autoridad y espíritu de conciliación, los conictos que surgieran.
Carbó admitía que si bien hasta 1888, la regencia de la primaria había estado siempre
desempeñada por profesoras norteamericanas (Ward, Wade, Allyn, Grant y Strong),
añadía que éstas con frecuencia iban a pedirle apoyo al director para “robustecer su
autoridad” o para “hacer cumplir sus disposiciones” (Ministerio de Justicia e Instruc-
ción Pública, 1892, p. 932).
7
Al contrario, desde que había asumido Bavio como re-
gente, aseveraba, todas las dicultades habían desaparecido. De todos modos, creía
que era muy positivo que hubiera cada vez más estudiantes mujeres en la Normal de
Paraná, lo que daba cuenta de la conanza pública de la que gozaba, aunque creía
necesario aumentar el número de becas para seguir estimulando su ingreso.
El gobierno nacional decidió convocar nuevamente a José M. Torres para que se
encargara de la dirección, debido a los conictos que ocasionó la renuncia de Carbó
(Figueroa, 1934). Torres, en su informe de 1893, relataba que seguía habiendo una
deserción marcada de los/as niños/as de primaria que abandonaban en tercero o
cuarto grado, algunos de los varones, para seguir el Colegio Nacional y otros/as para
trabajar. Por ello, buena parte de los/as aspirantes a ingresar a primer año del curso
normal, no provenía de la Normal de Paraná y debía rendir un examen de conocimien-
tos. En general, los varones eran todos “pobres de fortuna” pues era sabido “que nin-
gún hijo de familia acomodada” quería ser maestro de escuela (Ministerio de Justicia
e Instrucción Pública, 1893, p. 423). El problema, remarcaba, era que el ministro había
suprimido las becas para ellos y, aunque el gobierno entrerriano había otorgado algu-
nas, la matrícula había decrecido notablemente. Explicaba que los estudiantes que ya
estaban cursando y eran oriundos de otras provincias se habían tenido que poner a
dar clases en escuelas nocturnas, particulares o emplearse en otras ocupaciones, lo
que llevaba a muchos a abandonar la carrera de magisterio. Esta situación se agrava-
ba en el curso de Profesorado, donde 14 de los 31 alumnos eran maestros egresados
de las Normales de Santa Fe, Santiago del Estero, Catamarca, Salta, Tucumán, San
Juan y Mendoza y se habían trasladado a Paraná especialmente para hacer los dos
años del profesorado.
En el último informe que hizo Torres antes de jubilarse denitivamente, volvió a
pedir que se restituyesen las becas para varones, ya que la consecuencia directa del
decreto de 1891 había sido que, de 109 varones que hacían el curso normal ese año,
quedasen solo 42 en 1893, resultando por primera vez desde 1871, que el número de
mujeres (48) superó al de varones (42), tendencia que no hizo más que consolidarse
avanzados los años (Tabla 2). Asimismo, el año 1892 fue el último de este período
que tuvo 25 varones egresados (20 profesores y 5 maestros, junto a 8 mujeres, cuatro
profesoras y cuatro maestras) (Tabla 2).
122 Revista IRICE Nº 43 - 2022 pp. 113 - 132
7
Es probable que las maestras norteamericanas hayan recurrido con frecuencia a consultar al director
debido a su limitado manejo del idioma español y no por dicultades para imponer la disciplina.
Laura Graciela Rodríguez
Tabla 2. Número de alumnos/as matriculados y egresados/as en Paraná
(1891-1909)
Fuente: elaboración propia en base a Victoria (1910).
Nota: Desde 1888 y hasta 1902 se cuentan las egresadas del Profesorado de Jardín de Infantes (34).
Están resaltados los años 1893, porque es la primera vez que las mujeres superan en número a los
varones en el curso de magisterio, y 1898, el primer año que ellas fueron más egresadas que ellos.
Debido a éste y otros numerosos reclamos en todo el país, el gobierno nacional res-
tituyó las becas, pero pagando un monto menor. El director denunciaba que las becas
que se habían otorgado, de 25 pesos, no alcanzaban para pagar la pensión y la comi-
da y subrayaba que el gobierno de Entre Ríos estaba abonando 30 pesos mensuales
a los estudiantes oriundos de la misma provincia. Creía que debían aumentarse a 40
pesos como mínimo. Además, Torres le pedía al ministro que se volviesen a distribuir
las becas entre las provincias, según la ley de 1870. El ministro le contestó que, como
se habían creado Normales de varones en todas las capitales de provincias, ya no
tenía sentido que éstas los enviaran a Paraná a hacer el magisterio; y que se estaba
estudiando la posibilidad de que los gobiernos mandaran a maestros titulados a hacer
solo los dos últimos años (cuarto y quinto) del curso de Profesorado. Torres no estaba
de acuerdo con esta última opción, porque consideraba que estos egresados tenían
distintas preparaciones y edades, y a ellos en Paraná, les resultaba muy difícil luego
nivelar a todos. La situación actual, concluía, hacía que la histórica Normal de Para-
ná, que había sido fundada para formar al magisterio de toda la República, estaba de
hecho, “suprimida para las trece provincias argentinas”.
A mediados de 1894 asumió como sucesor de Torres, el vicedirector Leopoldo He-
rrera, entrerriano egresado de Paraná. Había trabajado dos años ni bien recibido en
esa Normal, luego estuvo otros dos años en la Normal de varones de La Rioja hasta
que volvió a la capital entrerriana, donde dio clases en el Colegio Nacional. Herrera
tenía una activa vida política, desde 1890 era diputado provincial por la localidad de
Revista IRICE Nº 43 - 2022 pp. 113 - 132 123
Curso normal
(magisterio y
profesorado)
Escuela de
Aplicación
Jardín de
Infantes
Total
general
Egresados
/as maestros/as
y profesores/as
Años V M Total V M Total V M Total V M
1891
109
54
163
482
224
706
35
37
72
941
25
10
1892
78
49
127
351
235
586
24
18
42
755
25
8
1893 42 48 90
338
218
556
18
27
45
699
12
10
1894
45
42
87
320
203
523
25
23
48
658
10
2
1895
52
54
106
321
210
531
30
20
50
687
14
9
1896
53
66
119
336
238
574
31
26
57
750
15
7
1897
40
72
112
300
237
537
36
26
62
711
14
13
1898
38
68
106
309
221
530
33
33
66
702
7 19
1899
48
63
119
303
212
515
29
41
70
696
8
8
1900
41
68
109
322
195
517
29
45
74
700
-
3
1901
42
72
114
371
243
614
39
41
80
808
9
1
1902
50
78
128
389
221
560
40
42
82
770
14
9
1903
50
87
137
357
286
618
41
42
83
863
7
13
1904
64
88
147
345
294
689
88
44
82
868
3
6
1905
78
75
158
289
279
568
44
87
81
802
18
26
1906
65
71
136
272
300
572
39
80
69
777
10
3
1907
55
82
187
323
324
647
35
33
68
852
14
13
1908
58
93
146
297
287
584
41
46
87
817
15
12
1909
48
104
152
315
290
605
45
46
89
846
10
18
Los inicios de la Escuela Normal de Paraná y la formación de una élite profesional de nivel nacional
Diamante y era legislador cuando fue designado (estuvo hasta 1896). En la Normal
de Paraná, además, había sido secretario, contador, tesorero y profesor. En el reporte
correspondiente al año 1894, Herrera mencionaba en tono negativo que en el curso
de magisterio y de profesorado había 45 varones y 42 mujeres, es decir, la proporción
de unos y otras era casi igual (Tabla 2). El director se manifestaba preocupado, igual
que su antecesor, por la disminución sostenida de la matrícula de los varones desde
1891. Dada la poca estima y retribución que recibían los maestros, explicaba, solo los
jóvenes que carecían de los recursos indispensables para prepararse en otra carrera,
seguían el magisterio. El único estímulo capaz de decidir a un joven a ingresar a la
Normal era la esperanza de obtener una beca que le proporcionase medios para vivir
y la perspectiva de obtener un trabajo que lo sacara de la pobreza. Aquella “inoportu-
na medida” dejó a los cursos “poco menos que desiertos” (Ministerio de Justicia e Ins-
trucción Pública, 1895, p. 342). Efectivamente, observando las cifras de estudiantes
año por año en el curso normal puede observarse, como ya dijimos, que desde 1893
se fue dando una creciente feminización de la matrícula que no hizo más que incre-
mentarse con el tiempo, y en el año 1898, por primera vez, las mujeres egresadas (19)
superaron a los varones (7) (Tabla 2).
En enero de 1899, el ministro Osvaldo Magnasco decretó la prohibición al personal
directivo y docente de los Colegios Nacionales y las Escuelas Normales de desem-
peñarse en cargos provinciales o municipales en simultáneo. Era muy común que
los directores y profesores varones de estos establecimientos fuesen legisladores o
tuviesen cargos de gestión en las administraciones estatales. La normativa se tradujo
en una ola de renuncias a unos y otros cargos.
A principios del año 1900, el ministro dio a conocer otros dos decretos que cambia-
ron de raíz el sistema normalista y afectaron directamente a los varones de Paraná.
8
Uno de ellos explicaba que, por razones de economía, se volvía a suspender la provi-
sión de becas y se ordenaba que los cursos de magisterio masculinos se anexaran a
los Colegios Nacionales. En los hechos, luego de unos años, se terminaron cerrando
12 de los 13 cursos para varones que existían, quedando abierta solo la Escuela Nor-
mal de Profesores de Capital. Esto perjudicó a los egresados de Paraná, que estaban
trabajando en todas las Normales de varones, como veremos en el siguiente apartado.
En el segundo decreto se estableció que los alumnos que seguían estudios nor-
males con goce de beca, solo podrían conservarla en el caso de obtener la nota de
sobresaliente o distinguido, condición que luego fue modicada. En denitiva, lo que
resultó de todas estas marchas y contramarchas fue que el acceso a las becas se fue
haciendo cada vez más restrictivo y vinculado a las máximas calicaciones, y a poder
certicar que se provenía de una familia con escasos recursos.
En Paraná, el director Herrera armaba que solo habían ingresado al curso de
magisterio 10 nuevos aspirantes, la cifra más baja de la historia de esa Normal, inte-
rrumpiéndose la llegada de jóvenes de las demás provincias, que le habían imprimido
en el pasado el “carácter nacional” a la escuela. Esto se debía, repetía, al decreto de
enero que por razones de orden económico, mandó suspender la provisión de becas.
Aun así, la Normal siguió recibiendo aspirantes de otras provincias por un tiempo
más, estos eran maestros/as egresados/as que se trasladaban a Paraná para hacer
el curso del Profesorado, es decir, el cuarto y quinto año, con el propósito de recibirse
124 Revista IRICE Nº 43 - 2022 pp. 113 - 132
8
En 1898, el ex director de la Normal de Paraná y diputado Alejandro Carbó, pronunció un discurso que
fue muy elogiado por los normalistas, en defensa de las becas de varones y de los cursos de magisterio
masculinos.
Laura Graciela Rodríguez
de profesores/as. Estos/as estudiantes ya no dependían enteramente de una beca,
porque en caso de no tenerla, se empleaban como docentes en la ciudad y con ello
solventaban sus gastos. Estos problemas que se presentaban en el curso del Profe-
sorado convivían con la diferente realidad de la Escuela de Aplicación y el Jardín, que
cada año tenían más matrícula y era necesario rechazar el ingreso de tantos/as niños/as
por falta de bancos.
Los destinos de los/as primeros/as egresados y egresadas
Entre 1874 y 1909 se habían recibido unos 687 docentes: 403 profesores, 123 pro-
fesoras, 34 profesoras de Jardín de Infantes, 44 maestros y 83 maestras. Respecto a
los/as alumnos/as, fueron 24.586 en total, distribuidos de la siguiente manera: en el
magisterio y los profesorados, 2.729 varones y 1.685 mujeres; en la Escuela de Apli-
cación, 11.535 niños y 6.746 niñas; y en el Jardín de Infantes, 632 niños y 859 niñas
(Tablas 1 y 2). En suma, en las primeras décadas de la Normal, se recibieron casi
cuatro veces más profesores que profesoras, pero fueron casi el doble de maestras
que maestros, mientras que en la primaria los alumnos varones doblaron en cantidad
a las niñas y en el Jardín hubo más niñas que niños. Por otra parte, los/as profesores/as
que habían trabajado durante el año 1909 en la Normal de Paraná eran 44 en total y
su distribución no se había modicado en líneas generales: los 28 varones estaban
empleados en su mayoría en el curso normal y los últimos grados de la primaria, y
casi todas las mujeres (16) estaban dando clases en la Escuela de Aplicación y en el
Jardín.
Como ya mencionamos, entre 1900 y 1903 por razones de ajuste presupuestario
y baja matrícula, se terminaron clausurando 12 de los 13 cursos de magisterio, de-
jando abiertas las Escuelas de Aplicación, que tenían muchos más alumnos y fueron
anexadas a las Normales de mujeres, que con el tiempo, se fueron haciendo mixtas.
9
Luego de los cierres, el ministro Juan R. Fernández creó en 1903, tres Escuelas Nor-
males Regionales de varones en Corrientes, Catamarca y San Luis, con el propósito
de formar maestros rurales, en el entendido que ellos estaban mejor preparados para
la “rudeza” del campo, pero a los pocos años se transformaron en Normales comunes.
En virtud de una norma de género no escrita, que establecía que una mujer no
podía ser designada para dirigir una Normal de varones, los ministros privilegiaron el
nombramiento de ellos para las Normales masculinas. ¿Y cómo se elegían a los/as
directores/as? No existía un mecanismo de concurso público, por lo que eran nom-
brados/as de manera bastante discrecional mediante un decreto del Poder Ejecutivo
Nacional, y sus nombres eran sugeridos por los ministros, inspectores u otros funcio-
narios, debido a su buena reputación como profesionales, o bien a partir de un en-
tramado de relaciones personalizadas de amistad, vecindad, parentesco y/o clientela
política.
Por lo que se puede apreciar en la Tabla 3, todas estas escuelas tuvieron en este
período, en algún momento, directores y profesores egresados de Paraná. Tucumán
fue la única que tuvo un primer director norteamericano (William Stearns). Estos titu-
lados de Paraná que fueron designados para trabajar en las otras provincias, o bien
Revista IRICE Nº 43 - 2022 pp. 113 - 132 125
9
La Normal de la ciudad de Santa Fe fue cerrada unos años antes, en 1896.(Rodriguez 2022b)
Los inicios de la Escuela Normal de Paraná y la formación de una élite profesional de nivel nacional
eran oriundos de esos lugares y habían recibido las becas nacionales con el compro-
miso de volver, o bien se trasladaron porque les ofrecían ocupar los numerosos car-
gos que se generaban con la apertura de cada escuela. Hubo Normales, entre 1875 y
1903, donde la mitad o más de la mitad del personal era recibido de Paraná, como las
de Santa Fe, Catamarca, Santiago del Estero y La Rioja (Tabla 3).
Tabla 3. Egresados de Paraná designados directores y vicedirectores en las
Normales de varones y número aproximado de profesores (1875-1903)
Fuente: elaboración propia en base a las Memorias y Victoria (1910).
Nota: En 1896 la Normal de varones de Asunción (Paraguay) contrató a los egresados de Paraná —
Francisco Tapia, Agripino Figueredo y Ernesto Velázquez—. En 1917 se abrió una Normal masculina
en Rosario (Nº 3) que también tuvo a un egresado de Paraná al frente, Aníbal D. Chizzini. Hubo una
Normal más de varones en San Juan, nacionalizada en 1937, llegando a ser seis en total.
Previsiblemente, el cierre de los 12 cursos de magisterio de varones afectó a los
profesores que trabajaban allí y a los futuros egresados de Paraná. Al quedarse sin
empleo, en general, consiguieron reubicarse en las nuevas Normales Regionales de
varones (Tabla 3) y en las Normales de mujeres y mixtas, como los casos de Pablo
Arroyo, Francisco Alsina y José Basualdo, entre otros (Tabla 4). Es decir, la segunda
norma de género no escrita, era que los varones sí podían dirigir las Normales de
mujeres. Como podemos observar en la Tabla 4, hacia 1910, de las 62 Normales que
había en total, alrededor de la mitad —unas 31 escuelas— tuvo en algún momento
algún director o vicedirector egresado de Paraná.
En suma, más de la mitad de los varones egresados de Paraná fueron empleados
en las Normales de maestros y más de 30 trabajaron en la misma Normal de Paraná.
Unos cinco fueron contratados por el gobierno de Paraguay para dirigir y ser profeso-
res de la primera Normal de varones de Asunción, y otros cinco trabajaron un tiempo
126 Revista IRICE Nº 43 - 2022 pp. 113 - 132
Escuela Normal de varones,
lugar y año de fundación
Directores, vicedirectores y número aproximado de profesores
egresados de Paraná
1875. Tucumán
Delfín Jijena. Enrique Aymerich. Ramón Aranzadi. Jorge Segovia.
3 profesores
1878. Mendoza
Lisandro Salcedo. Avelino Herrera. Pedro Aubone.
Felipe Albelda.
8 profesores
1883. Catamarca
1903. Normal Regional
Francisco Romay (anexa). Alejandro Ruzo. Flavio Castellanos.
José E. Basualdo. Santiago Ortega
Maximio Victoria. 11 profesores
1886. Córdoba
Luis J. Duclós. Enrique Aymerich. Agustín Salcedo. 8 profesores
1886.
Corrientes
1903. Normal Regional
Sinforoso Aguirre.
Juan R. Bonastre. 7 profesores
1886. Santa Fe
Joaquín Argüelles. Adolfo Velázquez. Ramón Aranzadi. 16
profesores
1886. San Juan Manuel Antequeda. 8 profesores
1887. San Luis
1903. Normal Regional
Julio de la Mota (anexa). Adeodato Berrondo. Martín Jiménez.
Faustino Berrondo. Ismael Atencio. 2 profesores
1887. La Rioja
Lidoro J. Avellaneda. Pedro Capdevila.
Antonio del C. Varela. 10
profesores
1887. Jujuy
Sergio Alvarado (anexa). Pablo Arroyo. José E.
Basualdo. 5
profesores
1888. S. del Estero José A. Cortés (anexa). Víctor Dupuy. Ramón Carrillo. 12
profesores
1888. Salta Francisco Alsina. Ricardo Orihuela. 5 profesores
Laura Graciela Rodríguez
en escuelas de ese país. En general, los normalistas de Paraná tuvieron menos presencia
en la ciudad de Buenos Aires, donde existía la Escuela Normal de Profesores de va-
rones. Existía, según testimonios de la época, cierta rivalidad entre los egresados de
Paraná y los de Capital Federal. De todos modos, hubo normalistas de Paraná que
trabajaron como maestros y profesores en las numerosas Normales femeninas que
había en Capital e incluso dos fueron sus primeros directores (Tabla 4). Los maestros
y profesores radicados en Capital, fundaron la Asociación de Ex Alumnos de la Escue-
la Normal de Paraná.
10
Entre los normalistas de Paraná que fueron rectores de los Colegios Nacionales,
de 1874 a 1910, encontramos a: Aurelio Carreño (La Rioja), Julio Aguirre (Mendoza),
Jorge Segovia (San Juan), Martín Giménez (San Nicolás y Chivilcoy), Pedro Capdevila
(La Rioja), Dermidio Carreño y José Argüello (Concepción del Uruguay). De vicerrectores
estuvieron: José Cuñado (Jujuy), Silvano Castañeda (La Rioja), Fidel Bazán (Córdoba)
y Segundo Gómez (Santa Fe). Otro importante grupo se desempeñó en el ámbito polí-
tico. Beatriz Bosch (1992) ha contabilizado once egresados de Paraná que resultaron
gobernadores: Sergio Alvarado (Jujuy); Gustavo Ferrary, Flavio A. Castellanos, Javier
Castro y Agustín Madueño (Catamarca); Dermidio Carreño (La Rioja); Adeodato
Berrondo (San Luis); Pedro Barraza (Santiago del Estero); Manuel J. Menchaca (Santa
Fe); Manuel Bernárdez (Territorio Nacional de Misiones) y Evaristo Pérez Virasoro
(Territorio Nacional de La Pampa). Fueron además ministros, legisladores provinciales
y/o nacionales, y prácticamente todos los directores generales de escuela entrerria-
nos (los equivalentes a ministros de educación) fueron egresados de la Normal de
Paraná. Hemos visto por los informes de los directores, que los varones estuvieron
trabajando también como inspectores provinciales y nacionales, profesores y direc-
tores de Normales provinciales y de Normales populares, regentes de Normales y
directores de escuelas elementales y graduadas. Solo una minoría estuvo empleada
como maestro de primaria, para luego ascender rápidamente en la carrera docente.
Unos pocos normalistas rindieron en forma libre las materias del Colegio Nacional, se
recibieron de bachilleres y luego hicieron la universidad, egresando como médicos,
abogados y en menor medida, ingenieros.
Revista IRICE Nº 43 - 2022 pp. 113 - 132 127
10
En la Universidad Nacional de La Plata existió el llamado “grupo de Paraná”, nucleado alrededor de
la gura de Víctor Mercante, quien llegó a ser decano de la Facultad y fundador y director durante más
de una década de la revista Archivos de Pedagogía. Entre otros, estaban los ex directores Leopoldo
Herrera y Alejandro Carbó, y Celia Ortiz de Montoya, cuando se encontraba estudiando en esa ciudad
(Chavarría, 1947).
Los inicios de la Escuela Normal de Paraná y la formación de una élite profesional de nivel nacional
Tabla 4. Egresados de Paraná designados directores y vicedirectores en
Escuelas Normales mixtas y de mujeres (1874-1910)
Fuente: elaboración propia en base a las Memorias y Victoria (1910).
Respecto a las egresadas de Paraná, entre 1880 y 1909, ya dijimos que hubo alre-
dedor de 240 en total, 157 profesoras (sumando a las egresadas del Profesorado de
Jardín de Infantes) y 83 maestras (Tablas 1 y 2). En 1910, de las 62 Normales, ellas
fueron directoras en seis escuelas (Vera Peñaloza, Flores, Zolezzi, Ozán y Sosa) y en
catorce resultaron vicedirectoras, y solo una —Vera Peñaloza— fue designada direc-
tora en dos Normales (Capital y Córdoba) (Tabla 5).
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Escuela Normal, lugar y año de fundación Directores y vicedirectores
1876, mujeres, C. del Uruguay (Entre Ríos) Justo Balbuena. Ramón Medrano.
1878, mujeres, Catamarca Felipe Castellanos
1880, mujeres, Santiago del Estero Pedro Barraza. Adolfo Díaz. José E. Basualdo.
1881, mujeres, Salta Ricardo Orihuela
1884, mujeres, Jujuy Pablo Arroyo
1884, mujeres, San Luis Ventura Ojeda
1886, mixta, Mercedes (Buenos Aires) Carlos N. Vergara. Víctor Mercante. Julio Torres.
Alejo Amavet
1886, mixta, Azul (Buenos Aires)
Fidel Fernández
1889, mixta,o Cua
rto (Córdoba)
Sebastián Vera. Luis Duclós.
1894, mixta, V. Mercedes (San Luis)
Julio de la Mota
1895, mixta, Esperanza (Santa Fe)
Froilán Soria. José E. Basualdo. Cirilo Pinto.
Manuel Martínez.
1905, mixta, Pergamino
Velindo Palavecino
1905, mixta,
Chivilcoy
Alejandro Mathus
1907, mixta, Monteros (Tucumán)
José M. Monzón
1907, mujeres, Capital
Avelino Herrera.
1909, mixta, Gualeguay
Enrique Bouilly. Santiago Etchemendi
1909, mixta, Posadas (Misiones)
Gastón Dachary
1909, mixta, Santa Rosa (La
Pampa)
Clemente Andrada
1909, mixta, Goya
Osiris L. González. Gregorio Cárdenas
1909, mixta, Mercedes (Corrientes)
Cirilo A. Pinto. Modesto Leites
1909, mixta, Bell Ville (Córdoba)
Juan F. Villalba
1910, mujeres Nº 2, Rosario
Martín Herrera.
1910,
mixta, Tandil
Juan R. Bonastre. Juan O. Gauna
1910, mixta,Victoria (Entre Ríos)
Alejandro G. Sánchez
1910, mixta, Lincoln (Buenos Aires)
Manuel Sárfield Escobar
1910, mixta, San Justo (Santa Fe)
Juan O. Gauna
1910, mixta, Olavarría
Carlos Videla
Rivero. Ernesto L. Gómez
1910, mixta, Esquina (Corrientes)
Reynaldo G. Marín
1910, mixta, Dolores (Córdoba)
Cecilio Duarte
1910, mixta, Gualeguaychú
Alfredo Villalba
1910, mujeres, Capital
Olegario Maldonado
1910, mixta, Pehuajó
Manuelrfield Escob
ar
Laura Graciela Rodríguez
Tabla 5. Egresadas mujeres de Paraná, nombradas directoras y vicedirectoras
de Escuelas Normales de mujeres y mixtas (1874-1910)
Fuente: elaboración propia en base a las Memorias y Victoria (1910).
Nota: Hubo otras egresadas de Paraná destacadas que ocuparon importantes cargos en las décadas
de 1920 y 1930, como Dolores Dabat (directora de la Normal de Rosario) y su hermana Bernardina
Dabat (inspectora provincial).
Estas primeras mujeres ocuparon los más altos cargos a los que podían aspirar en
esa época y, como en la escala salarial de las Escuelas Normales nunca hubo diferen-
cias por sexo, ellas cobraron los mismos sueldos que los varones. El puesto, además,
les dio mucha visibilidad, reconocimiento y prestigio en las comunidades donde se
insertaron, siendo similar a lo que sucedió con algunas de las egresadas de la Escuela
Normal Nº 1 de Profesoras de Capital Federal (Rodríguez, 2021b). En este sentido,
la Normal de Paraná les presentó un horizonte de posibilidades inexistente hasta ese
momento. Si para un varón era habitual trasladarse de una provincia a otra, para estas
primeras normalistas y sus familias, aquello resultaba una experiencia muy novedosa,
sobre todo para las solteras, porque implicaba vivir solas y mantenerse con sus sala-
rios. Además de directoras y vicedirectoras, la mayoría de las profesoras trabajó en
los cursos normales de las escuelas de mujeres, donde se pagaban mejores sueldos
que en la Escuela de Aplicación.
Otras tituladas paranaenses fueron regentes en las Normales de distintas ciuda-
des: Cora San Martín (Rosario y Jujuy); Rosa Vera (Santa Fe); Celia Pelliza (La Rioja);
María Ferrary y Laura Ratto (Concepción del Uruguay); Egenia Andino y América
Ferla (San Juan); Clodomira Vera (Río Cuarto y Dolores); Azucena Vega (Rosario,
San Nicolás y Corrientes); Julia Etcheverry (Esperanza) y Luisa E. Poltti (Alberdi,
Normal Provincial de Córdoba). Además de este conjunto de egresadas, la mayoría
trabajó como maestra en las escuelas provinciales o nacionales. Algunas lo hicieron
de manera interrumpida —las casadas con hijos/as dejaban la docencia unos años y
luego retomaban el trabajo— y las solteras o las casadas que no pudieron o no quisie-
ron salirse del sistema —para muchas, la profesión de maestra con un solo turno era
compatible con los roles de madre y esposa— llegaron a ser directoras y trabajaron
hasta su jubilación.
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Escuela Normal, lugar y año de fundación Directoras y vicedirectoras
1874, mujeres, Capital (nacionaliz.en 1881) Rosario Vera Peñaloza
1876, mujeres, C. del Uruguay (Entre Ríos) María Luisa Ferrari
1878, mujeres, Catamarca Luisa Castañeda de Sosa
1879, mujeres, San Juan América Ferla de Flores
1880, mujeres, Santiago del Estero Luisa Castañeda
1883, mujeres, Corrientes Yole Zolezzi. Azucena Vega
1884, mujeres, La Rioja Clodulfa Ozán. Celia Pelliza Moreno
1884, mujeres, Jujuy Saturnina Calderón de Ibarra
1884, mujeres, Córdoba Rosario Vera Peñaloza.María Luisa Agote
1889, mixta, Río Cuarto (Córdoba) Clodomira Vera
1895, mixta, Esperanza (Santa Fe) Rita Latallada. Rosalía Pibull. Elena Etcheverry
1906, mujeres, Santa Fe María Miño. Macedonia Amavet
1907, mujeres, Capital Victoria García
1910, mujeres Nº 2, Rosario Petronila Arnoldi
1910, mixta, Concordia Manuela I. Casanova
Los inicios de la Escuela Normal de Paraná y la formación de una élite profesional de nivel nacional
Reexiones nales
En este artículo analizamos los inicios y el desarrollo posterior de la Normal de
Paraná, en un período que fue calicado por ciertos analistas como “los años de oro”.
Mostramos que al comienzo, las máximas autoridades del Ministerio pensaron la crea-
ción de una Escuela de Aplicación mixta y un curso normal para varones de cuatro
años, donde se titularan principalmente como profesores. Las becas fueron dirigidas
preferentemente a los estudiantes del Colegio Nacional de las distintas provincias, y el
plan de estudio no contemplaba ninguna de las materias “femeninas”. En cumplimien-
to de la ley de 1875 que ordenaba fundar en las 14 capitales de provincia una Normal
de mujeres, en Paraná llegó a abrirse una. En 1876 se estableció que las maestras
norteamericanas fuesen a la Normal que dirigía Stearns a aprender el idioma y a acli-
matarse. A partir de 1877 se decidió cerrar la Normal femenina y hacer mixto el curso
normal, al tiempo que se introdujeron algunas nuevas materias al plan de estudio. En
1887 pasó a denominarse Escuela Normal mixta de Profesores y a ser parte de las
tres únicas Normales en el país que formaban profesores/as, junto con las dos de
Capital Federal, una de varones y otra de mujeres. Ese año, en Paraná, se incorpora-
ron las asignaturas Economía Doméstica y Labores al plan de estudio. Mientras, las
alumnas de Paraná que iban ingresando y egresando eran muy pocas y recibieron
siempre menos cantidad de becas y a un monto menor. Aun así, este proceso fue muy
relevante, teniendo en cuenta que fue la única capital de provincia que tuvo un curso
normal mixto, ya que en las demás capitales se crearon siempre Escuelas Normales
de varones y de mujeres. Desde 1886, el gobierno nacional decidió, en el resto de las
localidades, crear más Normales mixtas. La Normal de Paraná, pues, ha sido pionera
en la historia de la coeducación en el nivel medio en Argentina.
En segundo término, indicamos que ministros y directores estaban convencidos
que había que respetar una imaginaria división sexual del trabajo al interior de la
escuela. Los directores —todos hombres— propusieron nombrar, de manera predo-
minante, a profesores varones para el curso de magisterio y el curso de Profesorado.
Asimismo, ninguna norteamericana fue llamada para dar clases en el nivel medio. En
la Escuela de Aplicación, si bien entre 1874 y 1888 la regencia fue ocupada por estas
maestras estadounidenses, cuando se fue la última de Paraná, los directores impul-
saron, en ese lugar, la designación de varones y ubicaron maestros en los últimos
grados (de cuarto a sexto), donde había mucho menos alumnos/as. Les dejaron a las
maestras —en virtud de sus “cualidades naturales”— los primeros grados, donde se
concentraba el grueso de la matrícula. El único nivel que nació feminizado y permane-
ció igual fue el Jardín de Infantes (de 1884) y el Profesorado de Jardín (1886-1897),
donde siempre hubo directoras y maestras.
En tercer lugar, hemos visto que en 1891 el ministro de ese momento decidió elimi-
nar las becas para varones en el curso normal y esto provocó una profunda crisis que
cambió la historia de la escuela en dos sentidos: se produjo la disminución sostenida
del ingreso de estudiantes de otras provincias y se inició el proceso de feminización
de la matrícula. Si bien luego se restituyeron las becas, la cantidad y el monto nunca
se recuperó, y la deserción de los varones fue sostenida a partir de esa medida. Final-
mente, señalamos, en relación con los/as egresados/as, que los ministros aplicaron
dos reglas no escritas que tendieron a privilegiar a los varones en el campo laboral:
una de ellas fue que las mujeres no estaban preparadas para dirigir las Normales de
varones y la segunda era que los varones sí se encontraban formados para estar al
frente de las Normales de mujeres y mixtas. El resultado fue que los varones titulados
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Laura Graciela Rodríguez
de Paraná accedieron casi sin transición a la dirección de las Normales y a otro con-
junto de cargos burocráticos mucho mejor remunerados y reconocidos. De todos mo-
dos, hubo un conjunto de maestras que siguió el profesorado, y algunas lograron ser
designadas directoras o vicedirectoras de las Normales de mujeres mayoritariamente,
y en menor medida, mixtas, integrando, de esta manera, una incipiente y novedosa
élite profesional femenina que obtuvo reconocimiento, tanto simbólico —ese cargo
resultaba muy prestigioso— como monetario —cobraban iguales salarios que los va-
rones—. Estas primeras profesoras y directoras, sin lugar a dudas, abrieron el camino
y fueron un modelo alternativo a seguir para sus alumnas.
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