Nacionalistas independientes, de corriente de opinión a nucleamiento político. El grupo intelectual del periódico La Nación (1925-1928)

Herib Caballero Campos

Estudios del ISHiR, 23, 2019.  ISSN 2250-4397

Investigaciones Socio Históricas Regionales, Unidad Ejecutora en Red – CONICET

http://revista.ishir-conicet.gov.ar/ojs/index.php/revistaISHIR

Dossier

 

Nacionalistas independientes, de corriente de opinión a nucleamiento político. El grupo intelectual del periódico La Nación (1925-1928)

 

Herib Caballero Campos [1]

 

 

Resumen

Este artículo analiza el proceso de organización de un grupo de opinión formado por jóvenes intelectuales paraguayos, fundador de un periódico de línea ideológica nacionalista y que sirvió de base para una nueva agrupación política que pretendió romper el bipartidismo tradicional.

Se ha trazado el perfil de sus integrantes y cuál fue el ideario de la agrupación compuesta por profesionales de clase media que pretendían constituirse en alternativa para la ciudadanía.

 

Palabras clave: Nacionalismo; Periodismo; Paraguay; Ideología; Intelectuales.

 

 

Independents nationalists, since opinion stream to politics partie. The intelectuals group of the La Nación newspaper (1925-1928).

Abstract

The organization process of an opinion group integrated by young intellectuals, who founded a newspaper with a nationalist line which served as a cornerstone for establishing a new political group that sought to break the Paraguayan traditional bipartisanship, is analyzed in this article.

It profiled membership and collective ideals of the group composed of middle class professionals who tried to become an alternative for citizenship.

 

Keywords: Nationalism; Journalism; Paraguay; Ideology; Intellectuals.


 

Introducción

El 25 de noviembre de 1925, era el día en que la Constitución paraguaya, de corte liberal, cumplía 55 años de vigencia se publicó el primer número del periódico titulado La Nación.

El periódico estaba dirigido por Adriano Irala y acompañado de cerca por quien era su cuñado Juan Stefanich. Dos jóvenes intelectuales paraguayos que tenían un itinerario de formación común, egresados del Colegio Nacional y de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Asunción, dedicados a la docencia que fueron integrantes de la denominada generación del Centenario.

En lo político el país se recuperaba de una etapa de mucha violencia política, en la que se enfrentaron dos sectores del Partido de gobierno, el Liberal. La guerra civil de 1922 a 1923 dejó al país en ruinas y estableció claramente la división entre vencedores y vencidos. El principal partido de la oposición, la Asociación Nacional Republicana o Partido Colorado se retiró del congreso y de los procesos electorales por falta de garantías, regresando al mismo en 1927 luego de una reforma electoral.

Desde 1924 gobernaba el doctor Eligio Ayala del Partido Liberal, quien además era uno de los hombres más respetados dentro de su nucleación y a quien le cupo gobernar provisoriamente el país al término de la guerra civil, logrando la victoria sobre los rebeldes constitucionalistas.

Es en ese contexto, que un grupo de jóvenes con claras inquietudes políticas se decidió en un primer momento en divulgar sus ideas para luego tras algunos años organizarse en torno a los ideales que defendían, un nacionalismo independiente de los partidos conservadores, que estaban influenciados por las corrientes ideológicas entonces en boga en el mundo occidental. Esos jóvenes fundaron la Liga Nacional Independiente (en adelante LNI).

Al respecto de la Liga han escrito varios autores, desde las memorias de uno de los líderes Stefanich, hasta críticas de rivales políticos como el caso del destacado historiador Efraím Cardozo, quien afirmaba que los miembros de la liga eran uno desestabilizadores (1956), así mismo se hace breves menciones a esta nucleación política en historia culturales debido a su perfil intelectual (Centurión, 1948) o el análisis de dicha organización en su faceta antiliberal (Rivarola, s/a). Este trabajo forma parte de una investigación de más largo aliento que en este caso pretende ser un primer acercamiento al perfil de quienes fueron los fundadores de la LNI, de forma a establecer que elementos tenían en común y porque a pesar de sus innovadoras ideas frente a un orden tradicional no lograron una mayor adhesión popular.

 

El nacionalismo en el Paraguay

En cuanto a los estudios más actuales sobre el tema de Nación y Nacionalismo, los más destacados estudiosos y teóricos del tema son: Benedict Anderson, Ernest Gellner, Anthony Smith y Eric Hobsbawm. Brevemente expondremos las ideas más destacadas de cada uno de ellos.

Ernest Gellner es un politólogo centroeuropeo que vive y trabaja en Inglaterra. Su modelo explicativo del fenómeno nacional es monocausal.

 

El nacionalismo sería un producto directo de la industrialización y la modernización. El intenso intercambio mercantil y la estandarización de la producción industrial requirieron, por una parte, amplios espacios culturalmente homogéneos; por otra, ese mismo proceso industrializador y las relaciones de mercado crearon una nueva estratificación social y una nueva organización política, «no naturales», es decir, carentes de legitimidad tradicional. Ante todo, ello, los Estados y las élites dirigentes encontraron en el nacionalismo el instrumento que facilitaba el crecimiento económico, la integración social y la legitimación de la estructura de poder” (De Blas, 1999, 199).

 

Al referirse al nacionalismo Gellner escribe “(…) es un principio político que sostiene que debe hacer congruencia entre la unidad nacional y la política. Ya sea como sentimiento, ya como movimiento” (1991,13).

Define al sentimiento nacionalista como el estado de enojo o de satisfacción que provoca la violación o la realización del principio. Por su parte el movimiento es la acción impulsada por el sentimiento nacionalista (Gellner, 1991,13).

Por su parte Anthony Smith investiga el tema del Nacionalismo desde 1971. Él explica el nacionalismo como

 

una respuesta de las élites culturales ante la contradicción entre las identidades y la cosmovisión religiosa tradicionales, por una parte, y el Estado «científico» o moderno, por otra (definido como organización política que administra los asuntos públicos de forma nacional y calculada con el fin de elevar el nivel de vida del conjunto social, y para ello centraliza y homogeniza culturalmente). En esta situación de impasse o «legitimación dual» la intelligentsia reformista ofrece, con el nacionalismo, una mezcla de eficacia modernizadora y reafirmación en la identidad tradicional (De Blas, 1999,199).

 

Smith ha definido al nacionalismo como “(…) un movimiento ideológico para alcanzar y mantener la autonomía, la unidad y la identidad de una población que algunos de sus miembros consideran que constituye una “nación” presente o futura” (Smith, 2004,21).

El antropólogo Benedict Anderson en sus escritos sostiene que

 

el nacionalismo se relacionaba con procesos de comunicación e interacción social, pero muy anteriores a la revolución industrial. Serían fenómenos tan antiguos como la invención de la imprenta y la Reforma protestante los que habrían posibilitado la creación de nuevas identidades colectivas —«comunidades imaginadas», según su afortunada expresión—mucho más amplia que las anteriores” (De Blas, 1999, 200).

 

En cuanto al nacionalismo de los años veinte en América Latina, podemos destacar la tesis de la historiadora argentina, Patricia Funes, quien ha escrito sobre los Intelectuales latinoamericanos y su relación con la cultura y la política.

Al respecto de la situación nacional señala

 

En la década de 1920 el problema nacional se instala en el centro de la reflexión intelectual. Más aún, “salvar a la nación” se erige en una tarea que los intelectuales explícitamente toman como parte de sus incumbencias. Consideramos que esta idea de “salvación” es tributaria de la idea de crisis a la que va indisolublemente ligada” (Funes, 2006, 69).

 

Según la socióloga paraguaya Milda Rivarola, fueron tres las corrientes que influenciaron en la mentalidad política de los paraguayos durante el siglo XX, que a saber son: el liberalismo, el comunismo y el nacionalismo. En ese sentido sostiene que “(…) las dos más extendidas –el liberalismo y el nacionalismo—dieron base doctrinaria a dos largos ciclos de historia paraguaya, el de los gobiernos liberal-republicanos (1880-1932) y el de militares y colorados nacionalistas (1936-1989)” (Rivarola, 2006:229).

En Paraguay, la difusión del nacionalismo se inició en el célebre debate entre Cecilio Báez[2] y Juan E. O’leary[3] en 1902, en torno a la figura del mariscal Francisco Solano López, quien había sido presidente de la República y condujo los ejércitos paraguayos durante la Guerra contra la Triple Alianza compuesta por el entonces Imperio del Brasil, la República Argentina y la República Oriental del Uruguay.

En la polémica el entonces joven O’leary logró imponer su punto de vista, que Francisco Solano López era un héroe y no un tirano como sostenía el positivista Cecilio Báez, quien era uno de los principales intelectuales paraguayos que fue parlamentario, y luego ocupó la Presidencia de la República entre 1905 y 1906 (Brezzo, 2009).

Según Guido Rodríguez Alcalá, O’leary:

 

(…) pertenece cronológicamente a la etapa de predominio liberal en el Paraguay pero es uno de los iniciadores de la revuelta contra esa ideología política: su libro Apostolado patriótico (1930), marcado por la influencia del pensamiento de derecha francés, con su peculiar culto irracional de las grandes figuras del pasado militar, pretende ser una revisión de la historia paraguaya; de hecho, es una mitología que tiene como propósito el endiosamiento del mariscal López, identificado por O’leary con la paraguayidad. Mediante un razonamiento falso, O’leary dice que el amor a la madre es como el amor a la patria y que el amor a la patria es el amor al mariscal López” (Rodríguez Alcalá, 2007,131).

 

En el sector del coloradismo, fue Natalicio González el pensador que continuó con la línea iniciada por O’leary. González sostenía en su célebre obra El Paraguay Eterno que “(…) el verdadero fin de la nacionalidad consiste en conservar su genio, en desenvolverlo a través de seculares experiencias, creando una civilización autóctona que enriquezca con un nuevo sentido de la vida el acervo común de la humanidad.” (González, 1986,130)

Según Milda Rivarola, Natalicio González, forma parte de la tríada de nacionalistas que mayor influencia ejercieron en el pensamiento político de los colorados, junto a Juan E. O’leary y Manuel Domínguez (Rivarola, 2006,245).

Por su parte el destacado pensador paraguayo Lorenzo Livieres, sostiene que:

 

(…) podría afirmarse que las fuentes de Natalicio González se hallan en los románticos alemanes del siglo pasado [XIX] y en la ideología de Maurras. (…) Podemos empero ir más lejos y consultar su pequeña obra “El Paraguay Eterno”, donde se sostiene que el Paraguay es antiliberal y anti-individualista por naturaleza, que desde sus orígenes es solidarista y colectivista y tiende a un “peculiar Socialismo de Estado” (…) (Livieres, 2008,63).

 

El nacionalismo había logrado impregnar a diversos sectores de la sociedad, según el historiador francés Luc Capdevila la

 

(…) representación del pasado nacional se volvió hegemónica durante la guerra del Chaco. Formaba entonces el substrato del imaginario nacional sobre el cual se cristalizaron las identidades colectivas, desde la izquierda comunista hasta los nacionalistas fascistas del partido Colorado” (Capdevila, 2010,120).

 

Los líderes

Los líderes del grupo fundador del diario La Nación fueron Adriano Irala y Juan Stefanich.

Adriano Irala nació en “San José de los Arroyos el 21 de julio de 1894 nacía Adriano, hijo de Benjamina Irala y de Francisco Bordenave; la pareja tuvo otros hijos como Antolín, nacido en 1877, Adolfo, María Amalia y Julia” (Caballero, 2014). Antolín llegó a ser un destacado dirigente del Partido Colorado y ocupó el cargo de Canciller de la República. Carlos R. Centurión describe a Adriano tanto en lo físico como en su carácter de una manera más que gráfica:

 

Pequeño de estatura, magro, casi frágil, poseía una mirada interrogadora, vigilante, con destellos de fuego. Nervioso y ágil, era aplomado en sus juicios. Impetuoso en la acción, controlaba su pensamiento antes de adoptar posturas. Admirador de Manuel Gondra, fue su discípulo espiritual. Al lado de aquel mentor especializóse en historia, literatura y derecho internacional (Centurión, 1948).

 

Realizó sus estudios en el Colegio Nacional de Asunción, en donde fue dirigente del Centro Estudiantil, luego prosiguió sus estudios en la Facultad de Derecho de la misma ciudad, en donde en noviembre de 1918 defendió la tesis doctoral, al respecto el periódico El Diario señaló

 

(…) Como estudiante, el doctor Irala constituye un caso único en las aulas de nuestros centros superiores de enseñanza: pues ha obtenido nota de sobresaliente en todas, absolutamente en todas las asignaturas que ha rendido desde el primer año del Colegio Nacional hasta las últimas pruebas generales de la Facultad de Derecho (Caballero, 2014:24)

 

Enseñó Lógica y Sicología en el Colegio Nacional, y en la Facultad de Derecho enseñó Derecho Internacional Público desde 1923. Además fue dirigente deportivo del club Cerro Porteño. En 1927 se casó con Zoraida Burgos, con quien tuvo dos hijos Adriano y Jerónimo. Adriano Irala se movilizó como Auditor de Guerra, durante el conflicto del Chaco, falleciendo en Asunción el 18 de agosto de 1933 (Caballero, 2014).

Por su parte Juan Stefanich, nació en Asunción, el 3 de julio de 1889, hijo del croata Antonio Stefanich y de la paraguaya Juliana Troche. Realizó sus estudios en el Colegio Nacional de Asunción, en donde llegó a ocupar la presidencia del Centro de Estudiantes. Stefanich y sus coetáneos fueron los integrantes de la denominada Generación del Centenario. La misma estaba integrada por los jóvenes estudiantes del Colegio Nacional de la Capital y de la Universidad Nacional de Asunción (Caballero, 2011:17-23).

En cuanto a los estudiantes del Colegio Nacional, vale la pena señalar que estaban influenciados por el nacionalismo pregonado por Juan E O’Leary, quien cumplía las funciones de Vicedirector de dicha Institución y el profesor de Historia.

De su generación escribió Stefanich:

 

Era un núcleo joven de la intelectualidad, de la pluma, del arte y del pensamiento propicio a la evocación histórica que iba a conmemorarse en 1911, con una gran dosis de idealismo, de bien, de paz y de justicia, aunque oprimido por un agudo ambiente dictatoria (Stefanich, 1922).

 

Concluido el Bachillerato ingresó a la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, donde obtuvo el doctorado en 1920. Luego se dedicó a la cátedra de Derecho Internacional, en la propia Facultad en la que estudió.

Juan Stefanich se casó con la joven Amalia, hermana de Adriano Irala, tuvieron un solo hijo, Juan. Stefanich conoció el exilio, fue Canciller durante el gobierno del coronel Rafael Franco (1936-1937), posteriormente por algunos meses fue Embajador del Paraguay en Argentina. Falleció en Buenos Aires el 9 de febrero de 1975 (Caballero, 2011).

 

El periódico La Nación

El 25 de noviembre de 1925, fue publicado el primer número del periódico La Nación, al respecto afirmó Cardozo que

 

(…) ocupaba en la prensa un sitial de fiscalizador severo de las actividades oficiales y nada ni nadie le impulsaría a abandonar su actitud crítica y discordante con cuanto le pareciera en oposición con sus orientaciones doctrinarias, pero éstas, en lo fundamental coincidían con la ideología reconocida por el Partido Liberal (Cardozo, 1956: 109).

 

En su Profesión de Fe, lo más relevante fue lo siguiente:

 

¿Quiénes somos y que fines perseguimos? Un núcleo de ciudadanos independientes desvinculados de todos los partidos políticos militantes que sin creerse superiores a otros ni con mejores méritos que nadie se han congregado en torno a esta hoja que se llamará LA NACIÓN, con un programa patriótico concretamente definido, en el de poder servir los múltiples y los intereses del país en esta hora difícil de expectativas de esperanzas y de incertidumbres[4] ().

 

Los redactores afirmaban que eran “un núcleo de ciudadanos independientes” de los grupos políticos que pretendía cumplir un programa patriótico, y explicaban que escogieron dicho nombre pues:

 

LA NACION no es un nombre elegido al azar. Es un programa. El objetivo único de nuestras aspiraciones ciudadanas y la razón de ser de nuestra existencia la dignificación de la nacionalidad y de nuestros valores nacionales, el celo diligente en la defensa de sus grandes intereses y el previsor y vigilante cuidado de sus destinos futuros. No se nos ocultan las dificultades de nuestra empresa (La Nación, 1925).

 

Sobre La Nación escribió el destacado intelectual paraguayo Anselmo Jover Peralta que fue “el periódico mejor escrito de su tiempo y era, por gravitación natural de su talento rector intelectual y conductor de la juventud”.

El 3 de diciembre de 1925 en la editorial de la fecha se hacía mención de la necesidad de pacificación del país:

 

Todo gobernante tiene el deber de abrir sendas a la constitución y a la tranquilidad pública. Por egoísmo por instinto de conservación debe hacerlo. Dura más quien es menos resistido. No solo un hombre de estado debe ser tolerable su gobierno, sino que debe esforzarse, con superior visión por dar término a todo estado social espiritual violento o peligroso de liquidar sus conflictos con ecuanimidad de limar las asperezas de desviar o destruir todo germen de posibles contingencias con sabia y previsora conducta; de satisfacer una necesidad o un reclamo apremiantes de la opinión pública, sin esperar que estas demandas se conviertan en protestas.[5]

 

El 2 de marzo de 1926 abogaba el doctor Adriano Irala por lograr la emancipación jurídica de la nación paraguaya de la tutela y los códigos de la República Argentina, de esta forma:

 

Insistiremos en la necesidad de emancipar la actividad jurídica de la nación de la tutela extraña. Todo el régimen de la vida civil, comercial e industrial del país se halla establecido por códigos extranjeros. El código civil paraguayo no es sino el código civil argentino adoptado sin haberse siquiera costeado una edición nacional. El código de comercio es igualmente el de la nación argentina adoptado por disposición de una ley paraguaya. Podría objetársenos que la ley no es el derecho y que si bien vivimos bajo el régimen de leyes extranjeras nuestro espíritu y nuestra mente no están sometidos a tal tutela y que la servidumbre jurídica no existe. Tal objeción no sería fundada. Efectivamente la ley no es el derecho, pero tanto la ley como el derecho paraguayo se recienten vivamente de la falta de independencia y de criterio o interpretación original y propia. Sin duda en la Universidad estudiamos derecho histórico, derecho romano, francés y alemán y en ciertos casos derecho comparado. Tales derechos nos autorizan para emancipar nuestros juicios y nuestras interpretaciones jurídicas. Pero el hecho real e indudable es que tal emancipación no existe. Ni en ley ni en derecho somos libre, somos siervos. Veámoslo: ¿existe una obra paraguaya sobre derecho civil? ¿Existe un comentario autorizado sobre derecho comercial? ¿Hay algún texto siquiera de autor nacional que pueda citarse como autoridad por nuestros estudiantes o por nuestros tribunales? (…)[6]

 

Pero la principal campaña periodística emprendida por los redactores de La Nación fue la defensa del territorio chaqueño. La primera editorial de una larga serie de ellas la publicaron el 7 de abril de 1926 luego del mensaje presidencial del doctor Eligio Ayala ante las cámaras del Congreso. Con respecto del mensaje presidencial la editorial titulada “El mensaje presidencial. La cuestión de límites con Bolivia”:

 

(…) la espera no puede ser indefinida, alguna vez el gobierno debe hablar. Alguna vez la palabra oficial debe llevar al pueblo –que espera alzado y sobresaltado- la seguridad de que se está haciendo algo real, concreto, positivo.

Es necesario que la nación conozca el estado verdadero del asunto y sepa cuál es en términos generales, la línea de conducta que se ha trazado el gobierno, y a cuya prosecución debe prepararse nuestro pueblo, no requerimos detalles. Declaraciones serenas, reposadas, sobre todo sinceras profundamente sinceras, que lleven a los espíritus la seguridad, la tranquila decisión que necesitan. El pueblo está íntimamente compenetrado de la justicia de su causa. La sostendrá ¡ni que decirlo! Con la inquebrantable firmeza que ha sabido sucumbir sosteniendo otras causas igualmente justas. Pero no basta es necesario que se halle, asimismo convencido de que la defensa de sus derechos ha sido confiada a manos enérgicas, diligentes y expertas[7].

 

El periódico siguió siendo uno de los principales referentes de la opinión independiente en el Paraguay durante toda la segunda mitad de la década de 1920.

 

Los fundadores de la LNI

Los fundadores además de Adriano Irala y Juan Stefanich se encontraban varios integrantes de sectores profesionales de Asunción principalmente. En ese sentido hemos establecido una clasificación de los mismos por su profesión. Los firmantes del Acta de constitución de la LNI fueron 67[8], de los cuales hemos podido establecer las profesiones y actividades económicas de 42 mediante la contrastación de diversas fuentes. Entre los fundadores de la LNI, podemos señalar a Adriano Irala –quien dirigía el diario La Nación- Juan Stefanich, Néstor Eduardo Rivero, Diógenes Ortúzar, los hermanos Rogelio y Lorenzo Livieres, Luis Romaguera, Cirilo Milleres, Linneo Insfrán, Alfonso B. Campos, Pablo Alborno, Manuel Rivero, Telmo Aquino, Félix Arbo, Francisco Sculies, los hermanos Quirno y Federico Codas Thompson, estos eran abogados, médicos, docentes y artistas.

De los 42 fundadores que hemos podido clasificar, el grupo de los abogados estaba conformado por 14 integrantes, luego le siguen los médicos con un total de 10 firmantes, 3 fundadores fueron escribanos, igual número de ingenieros y de comerciantes, luego se distribuyen los restantes entre químicos, ganaderos, artista, periodista, agrónomo, profesor de comercio y odontólogo, como se puede observar en el cuadro número 1.

 

Cuadro N° 1 Clasificación de los Fundadores de la LNI

Profesión

Cantidad

Abogado

14

Ganadero

2

Químicos

2

Médicos

10

Escribanos

3

Ingenieros

3

Artista

1

Periodista

1

Comerciante y Empresario

3

Odontólogo

1

Profesor de Comercio

1

Agrónomo

1

Sin Precisar [9]

25

Total

67

 

Fuentes: (Verón, 2011; Monte Domecq, 1946; Monte Domecq, 1956; Policía Nacional, 1999, Benítez, 1986, Martínez & Recalde, 1950).

Pero no sólo era predominante el sector universitario en el grupo fundador sino que muchos de ellos posteriormente establecerían emprendimientos empresariales en diversos ramos, donde serían exitosos. Otros eran o luego serían destacados dirigentes de clubes de futbol, o de clubes sociales o gremios profesionales (Monte Domecq, 1946; Monte Domecq, 1956 Martínez & Recalde, 1950)

Por lo que podemos afirmar que el perfil de los fundadores de la Liga Nacional Independiente era de jóvenes entre 25 y 40 años, con formación universitaria, de una posición media o media alta que además tenían un destacado liderazgo en otros ámbitos de la sociedad, pero que pese a su perfil y sus condiciones personales y sociales no pudieron conseguir la adhesión masiva de adherentes para poder disputar el poder a los partidos tradicionales.

 

De grupo al Partido

El 14 de mayo de 1928, se fundó la LNI en torno al Diario La Nación. El contexto político de su fundación fue el de una situación política llena de vicisitudes, pues tras una larga y cruenta Guerra Civil entre facciones del Partido Liberal (1922-1923, la división de los colorados, la actividad de sectores socialistas y anarquistas desde los sindicatos varias veces perseguidos y reprimidos, y las tensiones internacionales con Bolivia por la cuestión del Chaco. Esta última cuestión había sufrido una escalada en los años precedentes, la muerte del teniente Adolfo Rojas Silva -25 de febrero de 1927- y la destrucción del fortín boliviano Vanguardia -5 de diciembre de 1928- serían dos acontecimientos que provocaron la reacción de la ciudadanía paraguaya que exigía mayor vehemencia y patriotismo al gobierno en la defensa de los intereses nacionales.

Uno de los motivos de la fundación de la LNI fue:

 

(…) desarrollar una labor sistemática y progresiva por el desarrollo creciente del bienestar, la cultura y el progreso de la NACIÓN PARAGUAYA; por el triunfo definitivo de los más elevados principios de Libertad, Derecho y de Justicia por la unión y la concordia de todos los paraguayos por la paz, por el orden, por la tranquilidad y la seguridad de todos los hombres que habitan el suelo patrio[10].

 

El acta de fundación enunciaba veintiséis principios entre los que se destacan la formación de élites culturales, la adquisición de una cultura propia, la defensa indeclinable de la soberanía nacional y la integridad territorial, el imperio de la Democracia y del gobierno libre como sistema político del Estado, la paz universal, aceptación del internacionalismo como doctrina de cooperación y de solidaridad entre los pueblos, la justicia social, protección y defensa de la mujer y del niño, así como de las comunidades indígenas, eficiencia económica y protección de la campaña como fuente de la potencia económica proclamando los derechos del campesino, culto al nacionalismo, salud del pueblo, entre otros.

Viendo el desarrollo de las circunstancias políticas tanto a nivel nacional como internacional, hizo que los referentes del periódico aglutinaran a un grupo de profesionales en torno a un proyecto político que pretendía diferenciarse de los tradicionales partidos políticos, el colorado y el liberal.

De esa forma vio la luz el 14 de mayo de 1928 la LNI. En el Acta de Constitución afirmaban que fundaban la agrupación con el “fin de desarrollar una labor sistemática y progresiva por el desarrollo creciente del bienestar, la cultura y el progreso de la nación paraguaya por el triunfo definitivo de los más elevados principios de la libertad, de derecho y de justicia, por la unión y la concordia de todos los paraguayos, por la paz, por el orden y por la tranquilidad y la seguridad de todos los hombres que habitan el suelo patrio”.

Entre los 26 principios que propugnaban se pueden destacar los primeros siete:

 

1-  la formulación de un ideal de cultura y de grandeza nacional que imprima un rumbo cierto al esfuerzo de los ciudadanos de las minorías directoras y de los gobiernos y asegure en el porvenir una posición destacada a la nación paraguaya en el concierto de los pueblos civilizados.

2-  La formación de una conciencia social y popular en torno a los destinos de la nacionalidad, de tal modo que el pueblo tenga la noción exacta de los que es, lo que puede y lo que quiere ser.

3-  La formación de generaciones ilustradas, altruistas y fuertes, capaces de consagrarse con abnegación heroica a la labor de estos fines nacionales.

4-  La conquista de una forma de cultura propia, con el adecuado desarrollo del genio y de las virtudes nativas del pueblo paraguayo, emancipando la inteligencia y el espíritu de la servil imitación de los ejemplos extraños y abrigando horizontes para la formación de las ciencias, la literatura y la artes nacionales.

5-  La defensa indeclinable y enérgica de la soberanía nacional y de la integridad territorial, sin consentir menoscabos de ninguna clase en el patriotismo moral o material de la nación.

6-  El imperio de la democracia y del gobierno libre como sistema político del estado, con la proscripción absoluta de toda clase de imperialismos y despotismos o dictaduras, ya sea de una persona, de un grupo o de una clase social.

7-  La paz universal, interna o internacional como norma de convivencia y la evolución como procedimiento para alcanzar los fines expuestos con la proscripción de los métodos violentos y extralegales, salvo los casos en que el despotismo imponga la reivindicación armada de los derechos cardinales de la democracia.[11]

 

El 15 de septiembre de 1929, se realizó la Asamblea General Ordinaria de la LNI en el local del Cine Splendid de la ciudad de Asunción, a los efectos de elegir un nuevo Consejo Directivo.

En la primera parte del extenso informe señaló, el doctor Stefanich que:

 

El 14 de mayo de 1928, aniversario de la Independencia Nacional, se constituyó en torno a LA NACIÓN y sobre la base del programa desarrollado por la misma la Liga Nacional Independiente, con el concurso de un selecto y numeroso núcleo de ciudadanos, inspirados en los altos ideales de Paz, de Justicia, de Orden, de Trabajo y de Progreso Nacional. Y he aquí dos nombres y dos fechas cuyo simbolismo tiene un alcance moral y una alta significación patriótica, LA NACION y el 25 de noviembre, aniversario de la Jura de la Constitución Nacional, y la Liga Nacional Independiente y el 14 de mayo, aniversario de la Revolución de la Independencia Patria.[12]

 

Al referirse exclusivamente a la Liga, manifestaba que la misma surgió bajo la inspiración de los Próceres de la Independencia paraguaya, pues la Liga “(…) desea consumar la obra de renovación y de transformación espiritual necesarias para libertar de la servidumbre mental y espiritual al pueblo paraguayo”. Así mismo aseguraba que no tenía intenciones de subvertir el orden y mucho menos quebrantar la paz de la República sino que al contrario su surgimiento se debe a “(…) una reacción contra las conspiraciones, contra los agentes de la subversión, contra veinte y cinco años de motines y guerras fratricidas. Sus hombres son hombres de Paz y hombres de Derecho, soldados de la Ley y de la Democracia”[13]

En cuanto al Paraguay, afirmaba el presidente de la LNI que:

 

El Paraguay es hasta las horas que corren, una nación subordinada a otros intereses, que no son los suyos, un país que no piensa, no se orienta ni obra libremente, de acuerdo a sus propios intereses como cuadra a una nación soberana y libre. El pensamiento y el sentimiento, la mente y el espíritu de las minorías dominantes del Paraguay, continúan sujetas a la servidumbre extraña. La personalidad moral y espiritual del Paraguay está en la penumbra. En economía, en legislación, en industria, en comercio, en política, en gobierno, en arte y en letras, el Paraguay es un feudo extranjero. En particular las orientaciones de nuestra política interna e internacional sufren las influencias predominantes de personalidades nacionales extranjeras más fuertes, más poderosas y más capaces que la nuestra.[14]

 

Por lo tanto afirmaba que la LNI reconocía que todas las naciones americanas y las del orbe entero debían relacionarse con unión, cooperación y solidaridad pero que en ningún caso “reconoce la superioridad a ninguna de ellas”. Además sostuvo que

 

La nación reclama y requiere en estas horas y en primer término: UNA RESERVA DE CIUDADANOS para el porvenir (…) Nunca saldrá la República de su estado de postración y de la condición secundaria y subalterna en que vive, sino por la virtualidad de su propio espíritu emancipado de los viejos moldes, libre del escepticismo nocivo, de la displicencia infecunda de la falta de horizontes y de la pusilanimidad irresoluta.[15]

 

De acuerdo al pensamiento de Stefanich la respuesta a la situación política del Paraguay en la década de 1920 pasaba por la “(…) formación de CENTROS DE CONCENTRACION y de IRRADIACION NACIONALISTA, que tengan sus raíces en las entrañas madres de la nacionalidad, y se inspiren en las amplias fuentes del nacionalismo moderno para constituir la personalidad moral de la república.”[16]

Germán Soler escribió desde la población paraguaya de Quiindy, y reafirmó su adhesión a la LNI sosteniendo que la misma se originaba en la “interesante campaña de La Nación”, por otro lado sostenía que “(...) L.N.I. alcanzara un brillante porvenir, por la honradez de su gestación y por sus fines de revisión, y de reforma, de regeneración, hacia el verdadero progreso y el bienestar de la nación.”[17]

Soler aspiraba a la conformación de un Partido Político que:

 

(…) se haga escuela de la honestidad y del desinterés para servir los grandes destinos nacionales, partido de buena fe, de valor, de firmeza para contemplar y resolver los problemas fundamentales, partido de programa concreto de realización, partido radical y revolucionario en cuanto atañe a la despoblación y la increíble miseria del pueblo; partido de principios y de acción, en fin, que en ningún caso, a pesar del tiempo y de los vaivenes de la político, en ningún momento degenere en una grotesca y absurda afección de delincuentes y hombres decentes.[18]

 

Por su parte Rafael Giménez fue uno de los que se adhirió a la Liga en dicha Asamblea en su carta afirmó que solicitaba su incorporación con el fin de

 

la implantación de nuevos derroteros bajo mejores métodos de acción en pro del progreso moral y material de nuestra nacionalidad, y, alimentando en mi corazón de paraguayo un “idealismo noble y elevado por ver a mi Patria formar a la vanguardia de los pueblos más civilizados de América, mediante una política bien ordenada de paz y de trabajo; mediante la armonización y compenetración mutua de los diferentes factores étnicos, políticos, y morales de nuestra raza.[19]

 

Con respecto a la constitución en un Partido Político quedaba claro que estaban en la duda, Stefanich en su informe sostuvo que:

 

La constitución de la LNI ha provocado cierta expectativa y muchos se han preguntado si era o no un nuevo partido y sí este partido tenía la pretensión de desplazar a los demás. Con la lealtad habitual hemos declarado y declaramos con entera franqueza: la Liga nacional Independiente será o no será un partido, según lo dispongan las necesidades de la república.[20]

 

Sostenía que “un partido no puede ser y no es una creación artificial, que se forma a voluntad y capricho.”[21] En el quinto aniversario de La Nación, el doctor Stefanich en un discurso afirmó al referirse al periódico y a la Liga Nacional Independiente

 

ambas llevan vinculadas a su iniciación una fecha patria con el intento deliberado de significar con ello sus tendencias nacionales y patrióticas `(…) Ningún partido político paraguayo se halla en condiciones de hacer frente con sus propios elementos a la situación actual. Los buenos elementos y las tendencias sanas que se han bosquejado en el seno de ellos no han logrado imponerse y actualmente se puede afirmar que es ilusorio aguardar una reacción moral, enérgica, patriótica y salvadora del seno de las agrupaciones políticas militantes[22] (

 

Seguía afirmando, que la situación se solucionaría con un movimiento que surja de

 

(…) hondas raíces de la nacionalidad surgirán las fuerzas salvadoras de este pueblo. De fuera de los partidos, por sobre los partidos y a pesar de ellos (…) Una fuerza nueva, una organización poderosa, avasalladora y determinante, transformadora y renovadora, inspirada en los intereses vitales de la nacionalidad, debe surgir en la república, y concentrar todos los esfuerzos y aunar todas las energías. [23]

 

Torcuato Di Tella considera a los integrantes de la LNI como nacionalistas independientes de raigambre intelectual que buscaban innovaciones ideológicas frente a los partidos tradicionales (Di Tella, 1999: 53).

Al ocuparse de Juan Stefanich menciona Centurión cuanto sigue:

 

Fundó con Adriano Irala, Manuel Bedoya, Diógenes R. Ortúzar, Juan José Manzoni y varios más, una entidad de carácter político denominada “Liga Nacional Independiente”. Esta entidad tuvo una vida callada, sin trascendencia, hasta 1926. Desde entonces adoptó postura de combatiente. Editó un órgano de publicidad. Se lo llamó La Nación. Apareció bajo la dirección de Adriano Irala. Sus campañas fueron, al comienzo, serenas juiciosas pero valientes. Diario bien escrito y mejor dirigido, La Nación consiguió el respeto de la opinión pública y se atrajo la simpatía de los núcleos juveniles. La guerra con Bolivia puso un paréntesis a sus actividades de política interna; más, apenas terminada ésta La Nación lanzóse nuevamente a la lidia pero ya bajo la dirección de Juan Stefanich (Centurión, 1951:350).

 

El destacado historiador paraguayo Efraím Cardozo, y rival político de los integrantes de la LNI sostiene que era indudable el rol que cumplía el periódico La Nación, de “fiscalizador severo de las actividades oficiales”, pero a su criterio la ideología de la LNI no tenía mayores diferencias con los postulados del Partido Liberal (Cardozo, 1956:109). Esta afirmación de Cardozo no es así pues si bien el partido Liberal estaba en el Poder desde 1904, su defensa discursiva de los valores liberales de organización republicana no se llevaban a la realidad, pues los enfrentamientos entre sus diversos sectores arrastraron al país a períodos tumultuosos.

En cuanto a la ideología de la LNI, Cardozo sostiene que “La cuestión del régimen institucional nunca había sido puesta en discusión. La “Profesión de Fe” con que La Nación salió a la palestra en 1925, encerraba un homenaje a “nuestra sabia constitución” y una fervorosa adhesión a sus principios democráticos. En el “Acta Programa” de la LNI se leyeron análogas protestas de fe democrática (Cardozo, 1956: 116).

Cardozo pretende demostrar el giro ideológico en la LNI y en la línea editorial de La Nación. Es por eso que luego de exponer y citar diversos ejemplos de juicios favorables formulados por el diario sobre el gobierno de Eligio Ayala así como sobre el ascenso al poder de José P. Guggiari. Pero dicha línea de opinión varió de una forma rotundamente radical cuando, según Cardozo

 

(…) el 26 de junio de ese mismo año 1929 aparece en las columnas de La Nación por primera vez el vocablo “régimen” en una acepción peyorativa, y nada menos que para divulgar las ideas de Benito Mussolini, el dictador de Italia y creador del fascismo. Bajo los llamativos títulos de “Viejo y Nuevo Régimen. La política caduca y la revolución italiana”, el órgano oficial de la Liga comenzó a transcribir ese día conceptos doctrinarios del dictador fascista (…) (Cardozo 1956:120).

 

Al respecto se ha demostrado que si bien pudo haber una cierta alusión al fenómeno fascista, Stefanich en más de una ocasión aclaro que no era ni la revolución italiana, ni la revolución soviética la que precisaba el Paraguay sino su Revolución paraguaya, que le permitiese redimirse de acuerdo a los postulados que formaban parte de la Declaración de Principios de la LNI.

El 28 de junio de 1929 Juan Stefanich dictó una conferencia en el Colegio Nacional de la Capital. La Conferencia se titulaba “Nacionalismo. Desarrollando la plenitud del ser nacional alcanzará su prosperidad y su grandeza la patria paraguaya”, la exposición fue “(…) una paráfrasis y glosa de los conceptos de Mussolini que esas mismas columnas dieron a conocer, por primera vez al pueblo paraguayo” (Cardozo, 1956: 121).

Según Cardozo el nacionalismo de los integrantes de la LNI era por sobre todo antiliberalismo, por lo tanto dicho nacionalismo no se vinculaba en nada con el que se encontraba “arraigado en la conciencia de todos los paraguayos” que se entronca con la historia del Río de la Plata y cuyo mentor fuera Hernandarias, y que se acrecentó en la Revolución Comunera del siglo XVIII, y luego en el proceso de independencia y que fuera epopeya en la guerra contra la Triple Alianza.

Argaña se remonta a la promoción de Bachilleres que egresó del Colegio Nacional de la Capital en el año 1911 que se habían comprometido a forjar “nuevas ideas y nuevas prácticas a la vida política paraguaya.” (Argaña, 1983: 181), con respecto a la Liga misma afirmaba que la misma agrupaba a una pléyade de jóvenes intelectuales de alta calidad, que conformaron un movimiento político que no aspiraba en ese momento a conformar un Partido Político. La Nación

 

(…) había tomado la bandera de la defensa nacional. Denunciaba constantemente la penetración boliviana y la claudicación y entreguismo del gobierno liberal” y que su línea ideológica en cuanto a exaltar a Carlos y Francisco S López y a Rodríguez de Francia como líder de la independencia derivada del pensamiento de Juan E. O’Leary (Argaña, 1983: 182).

 

Fueron críticos con los colorados y los liberales, fueron los árbitros de la política paraguaya de la época se declararon ideológicamente como “(…) nacionalista y americanista (…) un movimiento de renovación política, de restauración histórica y de cultura”. (Argaña, 1983,183).

Rogelio Urizar menciona, en el capítulo que tituló “(…) La Agitación de la Cuestión Boliviana con Fines Políticos”, que el diario La Nación “(…) fundado por los Drs. Adriano Irala y Juan Estefanich [sic]” cuestionaba al Gral. Manlio Schenone a quienes consideraban más un político que un militar. (1989:694), en ese sentido para el historiador norteamericano Paul H. Lewis, ellos conformaron una “(…) nueva organización nacionalista” (Lewis, 1992:151).

Milda Rivarola, cuando analiza las opciones políticas de los grupos obreros a fines de la década de 1920, al referirse a los de la LNI, afirma que fue “un grupo de intelectuales liderados por Adriano Irala y Juan Stefanich, de origen liberal reformista, funda el periódico La Nación con un programa “constitucionalista”, antipartidario, nacionalista

 

(…) el 14 de mayo de 1928 se constituye formalmente en la LNI, nucleando profesionales liberales, intelectuales y artistas – Julio Correa, Pablo Alborno, Andrés Campos Cervera—de la capital. Este grupo manifiesta en su órgano de prensa cierta preocupación por la “cuestión social”, demandando mejores condiciones de vida y trabajo para las clases asalariadas (…) (Rivarola, 1993,258).

 

Para Rivarola la orientación lopista que se dio a la LNI hizo que varios de sus adherentes se alejarán de la organización.

 

Consideraciones Finales

La LNI aglutinó a un grupo de jóvenes intelectuales de clase media que se encontraban desencantados de los partidos tradicionales y que buscaban organizarse en torno a una alternativa política que tenía como ideología aglutinadora el nacionalismo. Un nacionalismo que era antiliberal y que estaba inspirado en principios eclécticos como el solidarismo y otras corrientes. Las nacionalistas independientes pretendían una profunda transformación de las políticas del estado liberal paraguayo y defensa más vehemente del territorio chaqueño así como el desarrollo de políticas para los sectores más desfavorecidos de la sociedad paraguaya.

Como se ha visto en esta primera aproximación al grupo de los fundadores más allá de los principales líderes, se puede observar que estaba conformado por universitarios de clase media que mayoritariamente residían en Asunción, que habían egresado del Colegio Nacional de la Capital, que tenían un promedio de edad entre los 25 y 40 años, que se rebelaron contra la violencia política imperante que enfrentaba a los paraguayos de comienzos del siglo XX.

El proceso de aglutinación fue lento, pues ya estando en el colegio el núcleo fundacional ya había optado por aglutinarse en torno a valores del nacionalismo independiente de los partidos tradicionales, que luego de afirmarse profesional comenzó a difundir sus ideas mediante el periódico La Nación, un grupo importante de jóvenes de la clase media paraguaya decidieron aunar sus esfuerzos para conformar la LNI, con el propósito de desarrollar un proyecto político nacionalista que sea diferente a los dos partidos políticos tradicionales paraguayos, en consonancia con el auge nacionalista en el mundo occidental durante la segunda mitad de la década del 20 del pasado siglo, pero que pese a sus esfuerzos políticos no pudieron romper el tradicional bipartidismo que dominaba y aún hoy domina la actividad partidaria en el Paraguay. Una de las razones por las que no lograron muchas adhesiones de las masas populares se debió a que dieron prioridad a la comunicación en castellano y a un público urbano y culto que obviamente era minoritario en un país predominantemente rural y tradicional.

Los integrantes de la LNI estaban fuertemente influenciados por el pensamiento antiliberal y en el caso del Paraguay consideraban que el estado paraguayo se encontraba en un estado de prestación debido a su alta dependencia económica, política y cultural de los países vecinos y en especial de la Argentina.

 

Referencias bibliográficas

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Fuentes Consultadas

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Recibido con pedido de publicación 09/02/2019

Aceptado para publicación 26/03/2019

Versión definitiva 28/04/2019



[1] Universidad Nacional de Canindeyú. Correo electrónico: caballerocamposherib@gmail.com

[2] Cecilio Báez (1862-1941) jurista, diplomático, periodista y político paraguayo del Partido Liberal, quien llegó a ejercer la Presidencia de la República de forma provisoria (1905-1906). Fue un crítico de Solano López.

[3][3] Juan E. O’Leary (1879-1969) periodista, diplomático e historiador paraguayo, quien se destacó por la reivindicación de la figura de Solano López como héroe nacional.

[4] La Nación, 25/11/1925

[5] La Nación, 3/12/1925

[6] La Nación, 2/3/1926

[7] La Nación, 7/4/1926

[8] Los fundadores fueron: Ángel Gorostiaga, Manuel Bedoya, Diógenes Ortuzar,Rogelio Livieres, Adriano Irala, Juan Stefanich, Néstor Eduardo Rivero, Pedro Pérez, German Soler, Luis Romaguera, Cirilo Milleres, Carlos Casabianca, Lorenzo Livieres, Julio Teodoro Decoud, Luis E. Bibbolini, Alfonso B. Campos, Atilio Gaudino, Luis Manzoni, Marcial González Durand, Pedro Larán, Casto   Nery Huerta, Antonio Bestard, Telmo Aquino, Carlos Aquino, Eduardo Elizeche Benítez, Leopoldo Elizeche Benítez, José M. Galiano, Miguel Ángel Stefanich, Jacinto Riera, Emilio Gardel, Francisco Esculies, Alfredo Busk Codas, Pedro R. Villalba , Antonio Blanco, Manuel Galiano, Guillermo Tell Bertoni, J. Patricio Vera, Eladio   Ávila Ramírez, Pablo Meilicke, Teodoro Meilicke, Guido Michelagnoli, Pablo Alborno, Julio M. Álvarez, Raúl Humada Ramella , Linneo Insfrán, Emilio Gomez Zelada, Benigno Cassaccia, Félix Arbo, Blas González, Cesar Ocampo, Buenaventura Martinesse, Onésimo González, Francisco E. Arrom, Mariano A. Molas, Odilon Ortiz, Ramón Jiménez Gaona, Juan B. Espínola, Carlos Ros, Quirno Codas Thompson, Federico Codas Thompson, Emilio Cubas, Ángel Luis Battilana, Manuel Rivero, Facundo Ramos, Manuel Giagni, Reinerio Pérez, Federico Melian.

[9][9] Se ha buscado en la bibliografía consultada y no se ha podido precisar la profesión de esos fundadores de la Liga Nacional Independiente.

[10] La Nación, 5/12/1928

[11] La Nación, 14/5/1928

[12] La Nación, 15/9/1928

[13] La Nación, 16/9/1929

[14] La Nación, 16/9/1929

[15] La Nación, 16/9/1929

[16] La Nación, 16/9/1929

[17] La Nación, 18/9/1929

[18] La Nación, 18/9/1929

[19] La Nación, 18/9/1929

[20] La Nación, 16/9/1929

[21] La Nación, 16/9/1929

[22] La Nación, 26/11/1930

[23] La Nación, 26/11/1930