Enrique A. Timmermann
Estudios del ISHiR, 24, 2019. ISSN 2250-4397
Investigaciones Socio Históricas Regionales,
Unidad Ejecutora en Red – CONICET
http://revista.ishir-conicet.gov.ar/ojs/index.php/revistaISHIR
Artículo/Article
Del surgimiento a la consolidación de un
nuevo comercio: la venta de combustible en Mendoza durante la década de 1920.[1]
Enrique A. Timmermann[2]
Resumen
La provincia de Mendoza
tiene una historia petrolera de más de 120 años en toda su cadena de valor. Sin
embargo, esta larga experiencia no ha sido en su mayoría estudiada y por ende
el objetivo principal de este trabajo es analizar un aspecto de esa historia:
los primeros pasos en la destilación del petróleo y la comercialización de la
nafta durante la década de 1920. Para ello mostraremos las actividades privadas
llevadas a cabo por incipientes empresarios que buscaban insertarse en un mundo
económico dominado por la producción vitivinícola. Específicamente, cómo se
daba la venta de combustibles, la regulación del Estado y la concentración del
mercado por las grandes empresas petroleras.
Palabras clave: Mendoza; destilación; nafta; comercio; década 1920.
From the emergence to the
consolidation of a new trade: the sale of fuel in Mendoza during the 1920's
Abstract
The
province of Mendoza has an oil history of more than 120 years in its entire
value chain. However, this long experience has not been mostly studied and
therefore the main objective of this work is to analyze an aspect of that history:
the first steps in the distillation of oil and the marketing of gasoline during
the 1920s. For this we will show the private activities carried out by
incipient businessmen who sought to insert themselves in an economic world
dominated by wine production. Specifically, how was the sale of fuels, the
regulation of the State and the concentration of the market by the big oil
companies..
Keywords: Mendoza; distillation; gasoline; trade; 1920’s.
Introducción
La
nafta (denominación en Argentina de gasolina) es una mezcla de hidrocarburos
que se obtiene del petróleo por destilación fraccionada y se utiliza como
combustible en motores de combustión interna con encendido por chispa
convencional o por compresión (Dies Otto). Posee una densidad de 680g/l, y en
un primer momento tenía una coloración amarillenta. Luego con métodos más
perfeccionados de purificación fue modificando su coloración a azul y/o verde.
Es
sabido que Argentina, hacia la década del ’20, era una importante consumidora
de derivados del petróleo. Basta citar como ejemplo el caso de Francia, que
durante 1921 consumió 800 mil toneladas con 44 millones de habitantes, mientras
que nuestro país consumió la misma cantidad pero con 9 millones de habitantes
(Brady, 1923). El consumo principal de derivados del petróleo era la gasolina
para los motores a combustión, el kerosene para iluminación y calefacción, los
aceites lubricantes para los motores de los autos y máquinas agrícolas y el
fuel oil para las locomotoras de los trenes.
Mendoza
no era ajena a esta situación, la década de 1920 fue el momento histórico de
entrada de la mayoría de agencias de autos (Studebaker, Fiat, Buick, Chrysler,
Hupmobile,
etc.) que se sumaron a Ford y Chevrolet que se vendían desde la década de 1910.
La entrada del transporte a combustión cambió la fisonomía de la calle
mendocina, que también tuvo que adecuarse con el hormigonado y/o asfaltado de
sus arterias.
En efecto, en
la década de 1920 la población comenzó un proceso de adquisición de nuevos
productos, en este caso automóviles que modificaron la forma de transportarse
de las personas. Estos nuevos formatos de movilización requerían de los
derivados de petróleo para funcionar. Es así que se dio el ingreso de las
comercializadoras de combustible.
El presente trabajo,
tiene por objetivo conocer cómo replicaron esas tendencias en el caso
local-regional, para lo cual, en concreto, se reconstruye el proceso de
comercialización de ese bien. En este sentido, se muestra, principalmente, cómo
fue la lucha por el control de la venta de combustible entre YPF y la West
Indian Oil Company (Wico) en la ciudad de Mendoza.
Reconstrucción que
cobra especial interés puesto que los primeros intentos de producción
local-regional de derivados del petróleo fueron modestos, en el sentido que no
resultaba suficiente –y quizá tampoco de calidad- para abastecer al creciente
mercado local, dinamizado sobre todo por la compra de automóviles. En relación
con esto, entonces, se reconstruye la cadena de comercialización y distribución
de nafta en la Ciudad de Mendoza, y los agentes –foráneos y locales- que la
conformaron. Si bien trabajamos un área geográfica acotada, esta por su
cantidad de población era la más densa de la provincia y la que mayor cantidad
de automóviles tenía.
Para centrarnos en
el análisis de comercialización de la gasolina en la Ciudad de Mendoza lo
abordamos bajo un enfoque microhistórico y territorial, pues se detectan los
puestos de ventas en la Ciudad Capital de la provincia y su distribución, así
como a quién les pertenecía. Si bien la Ciudad de Mendoza era la cuarta
consumidora a nivel nacional de nafta, la enmarcamos como un circuito menor
(Moyano, 2015) con respecto al volumen total de ventas en la Argentina.
En función del
crecimiento constante de este nicho del mercado y la llegada de capitales
extraregionales para abastecerlo, surgen interrogantes acerca de la existencia
de mecanismos reguladores por parte del Estado. A su vez, qué acciones llevó el
Estado para ampliar sus alicaídos recursos.
Tomamos como
análisis la década de 1920 por dos motivos. El primero porque en 1920 solo
había una marca de nafta, mientras que en 1930 eran cinco. Por tanto nos
centramos en el proceso de disputa entre distintas firmas comercializadoras de
combustible y la búsqueda por captar clientes ya sea por su posición geográfica
o por el valor de venta de la nafta.
En segundo lugar, la
década empieza con la venta de refinados en las concesionarias y algunas bombas
para ir transformando los puntos de ventas en las estaciones de servicio a fines
de 1920. Forma de venta que es la actual.
La historiografía
regional-local y aún nacional, prácticamente carece de aportes sobre la
problemática de refinación y comercialización de derivados del petróleo en el
período aquí analizado. Un antecedente lo constituye el trabajo de Guevara
Labal (1932) quien presenta una descripción sobre refinación, venta de nafta y
surtidores. Por su parte Ospital (2002) desarrolla los cambios que produjo la
introducción del automóvil entre 1920-1930, mientras Piglia (2012) documenta la
relación entre el Automóvil Club Argentino e YPF con la instalación de
estaciones de servicio durante 1930. Stratta (2013) hace un raconto sobre la
historia de la refinación en Argentina desde un punto de vista técnico. Más
allá de esto, es posible un diálogo con la literatura especializada sobre
comercialización[3]
de otros bienes que nos brinda un sustento teórico para el trabajo.
Por último, Gadano
(2006: 357-404) analiza la comercialización de combustibles pero sólo para la
década del ’30. Su trabajo muestra cómo el Estado intervino a favor de YPF. Así
el gobierno de Justo no solo reguló la venta de combustible sino también los
insumos necesarios: los surtidores.
Para insertarnos en
la temática, primeramente mostraremos cómo evolucionó la destilación de
petróleo para la producción de nafta a nivel nacional y cómo la provincia se
articula al sector como consumidora, o nicho de interés. Seguidamente
abordaremos la venta de combustible con los conflictos que ella produjo.
Finalmente analizamos las acciones del Estado como fiscalizador y recaudador.
La refinación de
petróleo en Argentina y su distribución (1906-1931)
Desde 1906, Emilio
Schiffner fue el primero en destilar petróleo en Argentina, en Campana
(provincia de Buenos Aires), refinando materias primas importadas[4].
La primera destilación de productos argentinos se dio siete años después, en
Comodoro Rivadavia, en donde se obtenían productos livianos para cubrir las
necesidades de la zona (Strata, 2013:
92-93). A partir de
entonces, fueron naciendo varias plantas destiladoras en todo el país, sin
embargo, ninguna pudo refinar más que pequeñas cantidades para consumo local.
Al destilar petróleo no sólo se obtenía nafta, sino otros productos que estaban
encadenados en los hidrocarburos, como gas oil, asfalto, etc. La nafta obtenida
era el resultado de un calentamiento moderado del petróleo, logrando un
producto primario cuya calidad dependía del tipo de hidrocarburo. La cantidad
obtenida también estaba en relación directa con la calidad del petróleo. Tiempo
después YPF llamó a esta, nafta industrial y la utilizó como disolvente[5].
En 1911 la planta
refinadora de Campana fue comprada por la West Indian Oil Company (Wico), la
mayor distribuidora de combustibles del país y subsidiaria de la Standart Oil
de New Jersey, y cambió su denominación a “Compañía Nacional de Petróleo”. Tres
años después colocó su primer surtidor en la Plaza Lorea, Capital Federal. Wico
destilaba el petróleo que importaba desde México y otros países para luego
vender los derivados en todo el país. Sus ventas cubrían el 90% de las
necesidades argentinas, convirtiéndose prácticamente en una situación
monopólica (Strata, 2013: 93). Desde este lugar, fijaba los precios minoristas
de naftas y kerosene. Esta situación va ser muy importante en momentos de
escasez del producto.
En diciembre de 1925
Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) inauguró la destilería de La Plata y
comenzó a competir con productos nacionales a las ventas de la Wico. Luego de
su asociación con el Automóvil Club Argentino (ACA) en 1936, YPF desplazó del
predominio de venta de combustibles a la empresa norteamericana.
El otro gran
competidor en la venta de derivados fue Anglo Mexican Petroleum Co. Ltda.
(Shell). En 1931 construyó su planta destiladora en Dock Sud (partido de
Avellaneda, Buenos Aires). Antes de esta fecha, Shell importaba la nafta que
vendía en el país y la almacenaba en la misma localidad o en Puerto Galván.
Hay que tener
presente que el contexto internacional incidió en este sector. La Gran Guerra marcó
un nuevo paradigma en la venta de combustibles. Esto se debió al rol
estratégico que significó el petróleo en el conflicto mundial debido a la
movilización de los distintos aparatos bélicos (barcos, tanques, submarinos,
aviones, etc.). El contar con hidrocarburos y con su destilación significaba
una preponderancia vital, por lo que los grandes países comenzaron a buscar
reservas en todo el mundo. Si bien Argentina fue un país marginal (comparado
con Venezuela por ejemplo) varias empresas internacionales buscaron
posicionarse en el mercado explorador/explotador y refinador.
Por otra parte,
hacia 1920 en Estados Unidos la industria de la petroquímica comenzó un proceso
de perfeccionamiento en la refinación del petróleo, lo que se tradujo en la
elaboración de gasolinas más puras. Se comenzó a elaborar una nafta obtenida
por destilación destructiva de las fracciones pesadas del petróleo. Este
producto resultó ser de naturaleza antidetonante cuya estabilidad térmica fue
más elevada. A su vez este proceso de destilación redundó en una mayor cantidad
de nafta obtenida, lo que se tradujo en un rendimiento mayor por metro cúbico
de petróleo.
Este incremento
cualitativo y cuantitativo fue una respuesta a las innovaciones tecnológicas en
los automotores, que demandaban insumos más sofisticados. Lógicamente la mejora
en las naftas fue producto de las innovaciones que se iban llevando a cabo en
los mismos autos. Es decir, hubo una relación paralela entre el avance
tecnológico automotriz y la refinación del petróleo. En la Argentina por
ejemplo, era común para la época publicidades señalando la mejora en las naftas
y por consiguiente el mejor andar en los automóviles, como también el menor
consumo del combustible, como se ilustra en la figura 1 y 2.
Fig. 2 Publicidad
de nafta. Fuente: Diario Los Andes, 06 de noviembre de 1924, Mendoza. |
Fig.
1 Publicidad de nafta. Fuente: , Diario Los Andes, 13 de
marzo de 1921, Mendoza |
En esta coyuntura,
Argentina se convirtió en uno de los principales mercados mundiales en venta de
automóviles y por consiguiente en un gran consumidor de derivados del petróleo.
Como puede observarse en el Cuadro Nº 1, Argentina pasó de consumir 153
millones de litros de nafta a 900 millones, es decir que en ocho años las
necesidades se quintuplicaron. Esto demuestra la importancia de los
hidrocarburos en la década de análisis y como la industria fue creciendo
vertiginosamente. En este sentido, y como señala Lluch (2010: 99-100),
Argentina fue complejizándose y expandiendo su consumo de mercaderías, en este
caso combustibles. Mendoza no fue ajena a todo este proceso tanto en la venta
de combustibles como de automóviles, donde ocupó el cuarto o sexto lugar a
nivel nacional, dependiendo el momento que estamos analizando[6].
Cuadro Nº 1: República Argentina. Consumo
anual de combustible (1922-1930)
Fuente:
Boletín de Informaciones petroleras
AÑOS |
CONSUMO en litros |
1922 |
153.
000.000 |
1923 |
203.
000.000 |
1924 |
269.
000.000 |
1925 |
344.
000.000 |
1926 |
429.
000.000 |
1927 |
564.
000.000 |
1928 |
689.
000.000 |
1929 |
810.
000.000 |
1930 |
900.000.000 |
|
Esto se complementó
con un nuevo sistema de surtidores que filtraban impurezas en los combustibles
y le mostraban al automovilista cuánto cargaba en sus vehículos. Los surtidores
que se utilizaban en la Argentina eran de la marca Wayne Pum Company y a partir de 1923 se puede encontrar
publicidades al respecto. Estas bombas en un primer momento comenzaron a ser
importadas por Torcuato Di Tella. Luego, la misma empresa comenzó a fabricarlas
en nuestro país, producto de un acuerdo comercial con la fábrica norteamericana
(Di Tella, 1993). Finalmente, a partir de 1927 y mediante un
contrato con YPF, los surtidores marca SIAM (que ya estaban presentes en Buenos
Aires con otra marca), comenzaron a utilizarse para la venta de combustibles de
la empresa nacional.
Podemos por tanto
afirmar que en Argentina la venta de combustible era un negocio muy rentable. A
su vez, el mercado se complejizaba por las innovaciones que se iban
produciendo, tanto en la refinación como en la tecnificación de los insumos de
venta. Tres empresas fueron en la década de 1920 las que compitieron por este
nicho comercial: Wico, Shell e YPF.
La refinación de combustibles en Mendoza
La industria de la
refinación contó con dos antecedentes a nivel local. El primero fue Ramón
Brunet quien tuvo una destilería de petróleo en Luján de Cuyo. Por su parte,
Lucio Funes intentó la destilación de esquistos bituminosos en el distrito
minero Papagallos, departamento de Las Heras.
Ramón Brunet (en
algunas fuentes se lee Bennet) le había comprado a José Quillet en 1917 la
destilería. Esta estaba situada enfrente de la estación de trenes de Luján de
Cuyo y funcionaba con el mineral traído desde San Rafael, de la mina “Los
Buitres”[7]. La
destilación se hacía utilizando el método cracking. Tomando una tonelada de
petróleo, podía obtenerse según Hileman (1921a: 348)
Nafta de 12 a 15%
Kerosene para iluminación de 10 a 20%
kerosene para motores de 60 a 70%
aceite para lámparas y aceite para motores de
5 a 10%
Resto convertido en coque para fundición
(nunca mayor a 10%)
El costo de
producción según el mismo autor era de $ 30 por tonelada de petróleo. La venta
de los refinados se realizaba en la propia destilería y solo abarcaba a los
lugareños. La nafta llevaba el nombre de “América” y se vendía a $ 0,35 el litro[8].
La destilería entre
1920-1921 procesaba por mes unas cien toneladas de petróleo. Sin embargo, sus
instalaciones tenían la capacidad de triplicar esta destilación. El motivo de
la diferencia radicaba en la falta de materia prima debido a que no había
prácticamente producción de petróleo en Mendoza para la época. El director de
Minas, Petróleo y Geología de la provincia de Mendoza publicó en la Revista de
Ingeniería Internacional una serie de trabajos promoviendo la inversión en la
extracción de petróleo y en la ampliación de la destilería de Brunet.
Lamentablemente esta
destilería sufrió un incendio que acabó con gran parte de sus instalaciones el
13 de setiembre de 1921. Las llamas destruyeron maquinarias y edificaciones por
un valor de $30.000 m/n, siendo necesarias varias dotaciones de bomberos para
sofocar el siniestro[9]. No
hemos encontrado todavía si la empresa de Brunet continuó luego la refinación o
fue desmantelada, pero marca la precariedad con que todavía se hacía el trabajo
en Mendoza.
Ante el incendio de
la destilería y la falta de inversiones en la extracción de petróleo y luego su
destilación, los gobiernos radicales-lencinistas[10]
(1918-1928) intentaron promover a través de la Dirección de Minas, Petróleo y
Geología la extracción y producción de esquistos bituminosos (Timmermann, 2016). El mismo director, Ingeniero Guillermo Hileman, publicó un libro sobre el
tema, detallando las posibilidades y cómo otros países en el mundo extraían
este mineral[11].
Por caso, en Escocia se verificaban ejemplos exitosos.
La importancia de los esquistos y la riqueza de
petróleo contenida en ellos, no fue solo tema de exposición de profesionales
argentinos, sino también de expertos extranjeros que señalaron la abundancia
del “shale oil” en Mendoza. En 1923
George Brady elaboró un informe para el Departamento de Comercio de Estados
Unidos donde indicaba las ubicaciones de este tipo de mineral, su cantidad y
calidad (Brady, 1923: 15).
En cuanto a la
destilación producto de los esquistos bituminosos, y fruto de la promoción
estatal hubo tres intentos industriales. Uno de ellos producto de los hermanos
Vicente, Miguel y Antonio. Estos inventaron el “Extractor Argentino de
Petróleo”, pero solo produjeron gas para alumbrado y kerosene[12]. El segundo de los intentos de destilación de esquistos fue de la
familia Corvalán, radicada en Santa Rosa, distante a 70 kilómetros de la ciudad
de Mendoza. Su producción principal también era kerosene para iluminación.
Lucio Funes con su mina “La Atala”, fue quien
más avanzó en la extracción y destilación de esquistos bituminosos. Instaló
hornos de la marca Stalli (fabricación argentina, luego comprada por chilenos)[13] y durante más de 9 meses
logró una producción continuada de este mineral. Lamentablemente los altos
costos y la falta de recursos impidieron continuar con la producción de
destilado. Sin embargo, llegó a vender su pequeña producción a amigos y
parientes.
En síntesis, la producción de petróleo a través
de esquistos bituminosos, más allá de su carácter novedoso para la región, fue
una experiencia que congregó a algunos empresarios locales pero que no lograron
una producción sostenida en el tiempo que pudiera abastecer las demandas de un
mercado urbano e industrial en expansión. En definitiva, en Mendoza para la
década de 1920 se contaba con una sola posibilidad: la importación de nafta.
La venta de
combustibles en Mendoza
a) El traslado del combustible
El mercado de
combustible en Mendoza podría dividirse a grandes rasgos en cuatro grupos: para
el consumo familiar, la iluminación pública, las industrias y los automóviles.
El primer y segundo grupo utilizaban querosene, mientras que el tercero y
cuarto necesitaban nafta o diesel oil. Los vehículos para uso urbano y
doméstico, y eventualmente camiones que prestaban servicios para los sectores
agroproductivos eran los que más gasolina consumían.
El combustible, que
provenía en su totalidad de Buenos Aires, era transportado por el ferrocarril
en vagones tanques que contenían 8.000 litros. Estos vagones tanques fueron
adaptados especialmente por la empresa norteamericana Wico en 1917 debido al
considerable aumento de sus ventas en los distintos puntos del país (Gadano, 2005: 88). Otra forma más modesta de transporte a través del ferrocarril era en
tambores galvanizados con una capacidad de 200 litros, en tamborcitos de 50
litros o envasado en cajones de 38 litros.
Ya en la estación de
arribo, camiones tanques trasladaban el combustible hasta los lugares de
almacenaje de las importadoras. Luego las empresas repartían el producto a los
distintos surtidores. Los vehículos trasladistas debían estar autorizados por
el municipio para realizar esta actividad, y sólo los debían hacer en horario
autorizado (de 6 a 8 y de 22 a 24)[14]. En el
caso de la gasolina envasada, era el mismo comerciante el que buscaba el
producto para venderlo en su negocio al menudeo.
Es interesante
resaltar que no hemos encontrado en las fuentes consultadas quejas o reparos a
los costos de traslado del combustible desde Buenos Aires. En efecto, los
productores vitivinícolas, industria madre en Mendoza, constantemente
resaltaban lo oneroso que era trasladar la mercadería a Capital Federal. No
solo ellos, la prensa también alzaba su voz en ese sentido, indicando que el
transporte de pasajeros también tenía tarifas abultadas. Según Alejandro Bunge
(1930) el costo de traslado encarecía al producto en un 5%.
A su vez es
interesante destacar que, el proyecto de Ley de Nacionalización del Petróleo
del gobierno de Alvear (1926-27), no abarcaba al downstream. De hecho, las dos grandes compañías comercializadoras
de combustible, Wico y Anglo Mexican, que veían resentidas sus acciones en el upstream, no formularon ninguna
declaración sobre el punto. Una posible respuesta a ello fue que todavía la
compañía estatal no tenía capacidad de competir en la refinación y venta de
combustible y la problemática mayor estaba en la explotación de los
hidrocarburos.
b) Canales de comercialización
Inicialmente, la
comercialización de combustible en la ciudad de Mendoza podía llevarse a cabo
en las concesionarias de autos, que principalmente les vendían a sus clientes.
Los precursores fueron C. Luján Williams y Jhon A. Walker.
Luego la oferta se
amplió con la instalación de surtidores en la vía pública. Estos centros de
expendios se extendieron en Mendoza hasta fines de la década de 1950 y en el
último lapso de tiempo fue usado principalmente por los colectivos[15]. Además
de los ya citados podemos nombrar a Posca Hnos, Bórmida y Badano, Arturo
Santoni o Dante Civelli.
Hacia 1919 surgen
los garajes, especializados en atender las múltiples demandas del mercado
automotor: arreglo de motores, cambio de aceite y por supuesto provisión de
combustible. Las bombas se encontraban en el interior del establecimiento. Un
ejemplo representativo fue Garaje París que hoy continúa existiendo en el mismo
lugar pero con otro nombre, Garajes Catamarca, y solo es utilizado como guarda
de vehículos.
Otra forma de venta
la realizaron los Almacenes de Ramos Generales o Corralones. La
comercialización se hacía a través de cajones de 38 litros. Hubo por tanto, un
grupo de comerciantes que vieron la forma de anexar a sus establecimientos una
ganancia extra sin una gran inversión (la instalación de un surtidor de nafta).
Solo hemos encontrado tres nombres: Almacén Escorihuela y Cia, Ferretería
Alsina y Corralón Vda. de Alurralde y Serpa.
¿Cómo se concretaba
la operación comercial entre los proveedores extranjeros y los comerciantes
vernáculos de combustible? Hubo tres formas de comercialización. En un primer
caso, el vendedor de combustible firmaba un acuerdo con la petrolera, por un
término promedio de cinco años. La empresa le proveía la nafta a crédito a
través de cuentas corrientes. Cuando comenzaron a aparecer las estaciones de
servicio (fines de la década de 20’s), estas se construían según
especificaciones impuestas por las marcas petroleras y por lo cual le
destinaban un crédito en combustible para la construcción. En un lapso de
tiempo determinado el estacionero debía reintegrarlo[16].
Más allá de esto, el
vendedor minorista no le compraba directamente a la empresa extranjera el
combustible, sino a través de filiales o subsidiarias que se instalaban a lo
largo del territorio argentino. El vendedor de esta manera se convertía en un
agente de la marca. Es decir que la empresa tercerizaba el negocio, esto se
debía a la extensión territorial de Argentina y era una práctica que otras
empresas multi-rubros establecieron como método para tener mayor
porción/proporción de mercado (Lluch, 2010: 111). Este mecanismo iba a ser
utilizado por la Wico y la Anglo Mexican hasta fines de la década estudiada.
Las empresas
extranjeras transportaban el combustible hasta la estación provincial, y era
ahí cuando el intermediario comenzaba con el sistema de comercialización o
distribución de la nafta a los minoristas. Para ello, tenía un lugar de acopio
cerca de la estación.
Hacia 1929 comenzó
un proceso de concentración de estas empresas en la venta de combustibles
desplazando a los minoristas y transformando el surtidor en la vía pública por
una estación de servicios. Este proceso se hizo visible durante toda la década
de 1930. Este cambio en la política comercial es muy probable que haya radicado
en el aumento de la competencia en la venta de nafta, puesto que es el año en
que YPF decide colocar un precio único en todo el país[17].
En cambio, otras
empresas como Texaco y Tide Water Oil utilizaron a un represente local y/o
nacional para la venta de sus productos. Esta también fue la manera de venta
utilizada por YPF en un primer momento. No hemos encontrado aún quién era el
encargado, en este caso, del traslado desde Buenos Aires a Mendoza del
combustible. Suponemos que era la empresa extranjera, si esta no contaba con el
representante nacional/local.
Según Mayo, Andino y
García Molina (1983:19-20) hubo una tercera manera de vender combustibles. Esto
fue a través de pedidos concretos que satisfacían demandas puntuales de algún
vendedor aislado. Esta situación se daba debido a la falta de un intermediario
en Argentina o Mendoza (segunda forma de comercialización). Para nuestro caso
de estudio no hemos encontrado ninguno de este tipo.
Las publicidades
para captar clientes tuvieron diferencias a lo largo de la década y según la
marca. Hasta 1924 tanto Wico como Shell no realizaban publicidades por sí
mismas, sino a través de sus concesionarios. A partir de esa fecha era la
compañía quien realizaba el anuncio, no saliendo en la misma los
concesionarios, sino que se llevaba a cabo a nivel general. En idéntica forma
la realizó Texaco.
García Heras (1982)
señala que el Departamento de Comercio de Estados Unidos asesoró a sus
compañías sobre cómo publicitar sus productos en Argentina. El Gobierno
indicaba que los diarios eran la fuente de consulta mayormente adoptada por los
argentinos y sugerían dónde colocar las propagandas para llegar al mayor número
de clientes posibles. Debemos suponer que en el caso de las comercializadoras
de combustible esta información fue utilizada, puesto que tanto Standard Oil
como Texaco realizaban publicidades similares.
En cambio, Tide
Water Oil (naftas Tydol) e YPF fueron sus representantes locales quienes
publicitaban en los periódicos la nafta e indicaban dónde debían dirigirse en
caso de querer vender este producto en sus negocios. En el caso de YPF, la
misma empresa realizó paralelamente propagandas desde agosto de 1929, pero con
un sentido fuertemente nacionalista no meramente publicitario.
c) La comercialización
Durante toda la
década de 1910 prácticamente el único combustible que se vendía era el de la
destilaría ubicada en Campana (Buenos Aires), bajo la marca Wico. La Standard
Oil importaba el petróleo y luego lo destilaba en su refinería. Sin embargo,
hacia 1916 comenzó a ser cuestionada por prácticas deshonestas en la
importación, pues declaraba que ingresaba petróleo crudo cuando en realidad era
nafta. Esto le permitía aumentar sus ganancias considerablemente[18].
Sólo en Buenos Aires
tenía surtidores propios mientras que, en el resto del país, utilizaba filiales
o subsidiarias que vendían el producto.
Más allá de esto,
Wico tenía oficinas comerciales en la ciudad de Mendoza desde 1913, donde se
realizaban los pedidos de compra del combustible por los concesionarios. Los
surtidores Wico eran reconocidos por los clientes por estar pintados de rojo.
La venta con surtidores propios se comenzó a realizar en diciembre de 1926.
En 1920[19] ingresó
al mercado argentino un competidor para Wico, Shell. En este año comienza a
vender diesel oil en tambores de 800 litros, sin embargo a Mendoza llegó su
primera carga al año siguiente, pero de nafta y kerosene. Estos productos los
traían desde Buenos Aires o desde Chile y fueron una excepcionalidad, ya que
los vendedores de combustible tenían contrato con la West Oil Indian Company[20]. En el
mercado nacional, la Anglo Mexican Petroleum Co. Ltda. en 1922 comenzó a vender
nafta a través de la marca Energina. A nivel local, apareció por primera vez
publicitada en Mendoza a través del diario Los Andes y de la Revista “El
Volante de Cuyo” en noviembre de 1924.El encargado de la distribución fue la
empresa de Torcuato Di Tella (Gadano, 2015: 117). Es interesante destacar que
en la propaganda aparece la mención “esta bomba no pertenece al trust” (ver
figura Nº 2), dando muestra de los problemas que se planteaban entre la defensa
del nacionalismo petrolero y el cuestionamiento de la empresa norteamericana[21]. Los
vendedores de esta nafta se atribuían la exclusividad, sin embargo con el
correr del tiempo hubo varias bombas que expedían Energina. La propia empresa
colocará un surtidor en 1927.
Los surtidores de
Energina (marca Little Junior) se identificaban por ser totalmente azules. En 1930 la Anglo cambia su
nombre por Shell Mex Argentina Limited
e instala una sucursal para ventas a sus concesionarios en la ciudad de
Mendoza. Es este mismo año cuando también construyó su primera estación de
servicio, que perdura hasta el día de hoy (calles España y Colón).
Estas dos empresas
extranjeras fueron las únicas que instalaron el proceso de destilación en
Argentina. Si bien empezaron como filiales de comercialización (principalmente
Shell) luego se transformaron en filiales de producción.
Otro nuevo
competidor para Wico fue Texaco, la antecesora de la hoy conocida Chevron. La
publicidad de la nafta Texaco apareció por primera vez en Los Andes en 1924. En
la propaganda (que fue la única en este formato) se señalaba que los únicos
concesionarios eran Escorihuela y Cía. Luego fue la misma empresa quien
promocionó sus productos en distintos medios periodísticos locales, más allá
que el mismo Almacén de Ramos Generales fuese la vendedora oficial.
Por otra parte,
Ferretería Alsina se convirtió en consignatario local de la empresa Tydol a
partir de 1925, vendiendo este producto a otros revendedores como Casa Freire
en Luján de Cuyo o Casa Olaraiga en Maipú.
En el año 1926 tuvo
su aparición Yacimientos Petrolíferos Fiscales con la venta de nafta producida
en La Plata. La concesión la tuvo Posca Hnos. La publicidad indicaba que era un
producto nacional y aparecía en la Revista “El Volante de Cuyo” con color azul
en fondo blanco imitando la bandera argentina. La empresa nacional comenzó a
vender combustible en Buenos Aires desde el año 1923[22] y hacia
1925 firmó un contrato con J. F. Auger y Cía. que distribuyó los destilados en
todo el país. La tercerización se llevó a cabo porque todavía YPF no tenía la
capacidad económica, comercial y legal para llevarlo a cabo[23].
Según Mosconi el
principal problema que tuvo que atravesar en esta etapa la empresa nacional fue
la resistencia del consumidor por parte de los productos de bandera nacional.
Esta acción, según el director de YPF se daba por el desconocimiento de la
calidad de la nafta y de la campaña negativa de las compañías extranjeras
(Mosconi, 1983: 130-131).
El contrato con J.F.
Auger y Cía duró hasta 1929 cuando la empresa estatal comenzó su propia
distribución. Dentro de Mendoza el agente consignatario fue Arturo Santoni[24].
También a partir de este año comenzó una fuerte campaña por parte de YPF con el
fin de lograr convencer a los automovilistas de consumir sus naftas. El slogan
a utilizar fue: todo es producto nacional, trabajado íntegramente por
argentinos.
Al comenzar 1930,
las naftas de la empresa nacional comenzaron a comercializarse con colorante
rosado. El motivo de esto fue diferenciarse de las empresas extranjeras y a su
vez lograr un mejor poder antidetonante[25]. En
1931 construyó su primera estación de servicios en la ciudad de Mendoza.
De las compañías que comercializaban combustible en Buenos Aires u otras
ciudades argentinas, no tuvieron presencia en Mendoza Vacuum Oil Company (cuyo
representante era Tornquist) y Galena Singnal Oil.
El valor del
combustible en Mendoza
Un
aspecto importante de la comercialización, fue el valor de la nafta. En el
siguiente cuadro pueden observarse los valores encontrados. Se toman de los
mismos, los precios más bajos y la empresa que los vendía:
Cuadro Nº2: Elaboración propia en base a Diario Los
Andes (1919-1930), Volante de Cuyo (1926-1939 y Mosconi, E. (1983)
Mes – Año |
Marca |
Precio en $ |
Diciembre 1919 |
Wico |
0,35 |
Noviembre 1920 |
Wico |
0,58 |
Marzo 1921 |
Wico |
0,44 |
Setiembre 1921 |
Wico |
0,39 |
Setiembre 1922 |
Wico |
0,34 |
Diciembre 1922 |
Wico |
0,27 |
Noviembre 1924 |
Energina |
0,30 |
Julio 1925 |
Energina - Wico |
0,30 |
Agosto 1926 |
Todas las marcas |
0,29 |
Marzo 1928 |
YPF |
0,29 |
Marzo 1929 |
YPF |
0,26 |
Agosto 1929 |
YPF |
0,23 |
Noviembre 1929 |
YPF |
0,22 |
Febrero 1930 |
Todas |
0,20 |
El valor del
combustible a lo largo de toda la década de 1920 va a tener oscilaciones,
principalmente con una tendencia al alza en 1920 y 1921. Otro detalle a tener
en cuenta con respecto al cuadro es que entre 1919 y 1923 la única nafta que se
vendía en Mendoza era Wico. Recordemos que Energina comenzó a vender en 1924,
mientras YPF lo hizo en 1926. Lo llamativo es que tanto en 1923 y como en 1927
no se han encontrado publicidades con precios de referencia para la venta de
combustibles.
A fines de 1920 y comienzos
de 1921 Mendoza sufrió desabastecimiento de nafta. Esto, en un primer momento,
se debió a un incendio que sufrió la refinería de Wico en Campana y luego a una
huelga de los empleados. La no refinación del petróleo derivó en la escasez del
producto, lo que a su vez implicó dos consecuencias, en primer lugar, el fuerte
aumento del precio y en segundo lugar el acaparamiento para especulación por
parte de algunos vendedores. Según nos relató Carlos Luján Williams, lo primero
se dio por la ley de la oferta y la demanda, mientras que en segundo lugar esto
se daba en las bombas independientes, no en las concesionarias. Tanto ellos
como Jhon A. Walker estaban “obligados” (subr. nuestro) a venderle a sus
clientes que habían adquirido vehículos de las marcas que habían vendido[26].
El aumento fue
notorio, pues el precio en 1919 era de $0,35 centavos por litro, mientras que
en el mayor momento de escasez llegó a valer $0,58 centavos por litro. Una
estrategia comercial que acompañó esta coyuntura crítica fueron las
publicidades sobre venta de nafta, que aparecían siempre en el diario Los Andes
–de mayor circulación-[27], que
anunciaban la disponibilidad y precio del combustible. Las publicidades
aparecidas buscaban llamar la atención de los potenciales clientes, disputándose
un mismo espacio.
Si bien puede
resultar llamativa la afirmación de obligados del entrevistado, puesto que en
el mayor momento de escasez todas las bombas que vendían nafta publicaban la
llegada de combustible, no solamente las independientes. Sin embargo, la
agencia Ford publicó un aviso (ver figura Nº 1) el 13 de marzo de 1921 (en el
mayor momento de escasez) en donde indicaban que solo vendían para los
clientes, lo que afirmó nuestro entrevistado. Frondizi (1955: 64) señala que
una forma de presión que utilizaba la Standard Oil Company para mantener el
predominio de venta, era prohibir a los minoristas la compra de nafta a otras
empresas comercializadoras.
En forma
complementaria, y debido a la escasez de combustible y al aumento de precio
mediante, la prensa matutina comenzó a publicar artículos sobre el tema
solicitando a las autoridades del Municipio de la Capital mendocina que tomaran
acciones para evitar la falta de nafta. Todas las letras tenían un solo
destinatario -la empresa Wico- concebida, desde la óptica de la opinión
pública, como la principal responsable de la situación de desabastecimiento[28]. Esta
discursividad era refrendada con artículos que aludían a cierto caos en la
Ciudad, debido a que los automóviles eran abandonados a los costados de la
calle por falta del insumo, o el acaparamiento de los mismos en garajes
improvisados que aprovechando la situación, aumentaban el costo de
estacionamiento[29].
También la prensa se hizo eco del adulteramiento del producto, pero aún no es
posible determinar si esta práctica fraudulenta fue solo privativa de este
período crítico. En los periódicos se lee que varios automóviles sufrían
desperfectos en sus carburadores debido a la presencia de agua en las naftas.
Tampoco ha sido posible determinar si el Concejo Deliberante, en su calidad de
fiscalizador y regulador del sector, intervino de modo alguno para normalizar
esa coyuntura.
El precio del
combustible no era igual en todo el país, como tampoco dentro de todo el
territorio provincial, aún en el caso de la misma marca había bombas que
vendían con diferencias. Esto se debía a los gastos de transporte y a las
diferentes cargas impositivas provinciales y/o municipales. Aún con estos
costos, la empresa estatal con el fin de posicionar su producto decidió un
proceso de reducción del valor del litro de nafta (Mosconi, 1983). Estas
reducciones no fueron acompañadas por las empresas extranjeras.
Sin embargo, en
febrero de 1930, YPF determinó que en todo el territorio nacional la nafta
tuviera un valor único de 20 centavos moneda nacional por litro, tal cual puede
verse en el cuadro Nº 2.
Es oportuno mencionar que Alejandro Bunge no
compartió el intento de Enrique Mosconi por intervenir y dominar el mercado de
combustible imponiendo un valor único para todas las naftas y en toda la
Argentina. En este sentido señalaba:…el
Estado debe ser un buen “referee” y nada más;….el Estado (debe) vigilar que el
desarrollo de la producción, del transporte y del comercio, se realice en
beneficio exclusivo del país, en armonía con los intereses económicos de la
Nación. (Bunge, 1930: 404)
El valor uniforme
significó un beneficio para Mendoza y otras provincias. Esto radicaba en que el
valor base de la nafta se fijaba en Buenos Aires porque era el lugar de
refinado del petróleo. Entonces el traslado se prorrateó con los habitantes de
la provincia de donde provenía el combustible.
Para Phelps (2000:
198-199), estas medidas económicas Mosconi las llevó a cabo, no por un fin de
combatir el monopolio de Wico, sino como un movimiento movimiento político para establecer reacciones favorables en
el interior.
Ahora bien, ¿cuánto
era la ganancia probable del vendedor de nafta? Tomando como ejemplo el año
1928 y en base al valor de la nafta (cuadro 2), de la cantidad de nafta que la
Municipalidad de la Ciudad señalaba que se había vendido (cuadro 3) y de la
cantidad de bombas instaladas (mapa 1 y anexo), estimativamente cada bomba
tenía una ganancia anual bruta promedio de: $12.400. Una cifra realmente
interesante que hacía de este negocio una propuesta lucrativa y que confirmaría
el aumento de bombas de nafta.
El gobierno de
Alejandro Orfila y el impuesto a los combustibles
La tercera etapa
lencinista en Mendoza se inició con la asunción del empresario vitivinícola
Alejandro Orfila el 6 de febrero de 1926[30]. Una de
sus primeras acciones en el gobierno fue continuar el programa económico
iniciado por José N. Lencinas, que había sido interrumpido durante la
gobernación de su hijo Carlos W. Lencinas, en el marco de un decidido énfasis
por encontrar nuevos recursos económicos para un Estado con un fuerte déficit.
En este contexto se
sancionó el Presupuesto general de Gastos y Cálculos de Recursos para 1928,
sancionado como ley Nº 933. Dentro de esta normativa, en su artículo 12º, se
creó un impuesto de 2 centavos por cada litro de nafta vendido en todo el
territorio de la provincia. El mismo entró en vigencia el 1º de enero de 1928.
Fue reglamentado a través de dos decretos: 633 (29-12-27) y 14 bis (12-01-28).
El impuesto era
cobrado a las empresas comercializadoras de combustibles (Texaco, Anglo Mexican
y Wico) o en su defecto a sus respectivos representantes (Santoni para YPF y
Alsina para Tide Water Oil). Estos debían previamente inscribirse en la
Contaduría General de la Provincia y llevar un libro contable entregado por el
ente estatal.
Las empresas y/o
representantes debían volcar en el libro los movimientos entrantes y salientes
de combustibles. Luego mediante declaración jurada y en forma quincenal debían
abonar el impuesto al contado efectivo en la repartición citada o en
receptorías instaladas en los departamentos de la provincia.
El artículo 6 del
decreto reglamentario Nº 633 establecía que en caso de poseer stock, las
empresas y/o representantes debían solicitar un inspector a fin de constatar y
cuantificar el mismo. En este caso el combustible no podía ser librado al
consumo hasta tanto no se abonaba el impuesto, por lo que podía darse el caso
de guardarlo o devolverlo a las casas centrales.
En un intento por no
abonar el impuesto las grandes comercializadoras (Wico y Anglo Mexic)
comenzaron a transportar el combustible de Buenos Aires a Mendoza en unidad de
peso y no de volumen. Esto fue el motivo del decreto 14 bis, que estableció en
su artículo 2º que el cálculo del litraje de nafta se establecía en setecientos
cincuenta gramos (750 g).
Resulta previsible
que una vez sancionada la ley, tanto la Asociación de Choferes de autos como la
compañía de transporte CITA cuestionaran el impuesto, argumentando que
afectaría las fuentes de trabajo y derivaría en un incremento del servicio. En
efecto, en varias publicaciones aparecidas en la Revista “El Volante de Cuyo”
(por ejemplo diciembre de 1927) señalaron que el impuesto impactaría en una
merma de trabajo para los profesionales. La empresa de ómnibus señaló que iba a
encarecer aún más los viajes de los pasajeros y que el Estado debía encontrar
otra solución para gestionar recursos (Los
Andes, 8 de enero de 1928).
No obstante esos
reclamos, el impuesto fue igualmente implementado e incluso se mantuvo hasta
1932 cuando fue aumentado durante la gobernación de Ricardo Videla. Esto
demuestra que el consumo de nafta en la provincia, pero también en el país, era
muy importante y crecía de manera constante; por lo que era una fuente de
recursos para el fisco muy segura. Lógicamente los pronósticos de la Asociación
de Choferes y de la CITA no se cumplieron puesto que el consumo siguió
incrementándose año tras año.
A su vez si uno
analiza el Cuadro Nº 2 puede verse que el impuesto fue absorbido (para el caso
de YPF) por las empresas comercializadoras o que el ajuste lo sufrió el dueño
de la bomba de nafta mermando su rentabilidad.
El impuesto creado
fue directamente al fisco para gastos generales y no para una utilidad
específica. Esto demuestra que Orfila se separó del gobierno de Alvear que en
1925 intentó crear una Ley de Vialidad Nacional, repartición que iba a estar
solventada con un impuesto a los combustibles, tal cual pasó 1932 con el
Gobierno de Justo.
La regulación dela
provisión de combustible en la ciudad de Mendoza
La venta de
combustible a granel (surtidor) en la capital mendocina se realizaba a través
de concesiones que la municipalidad autorizaba mediante resoluciones del
Concejo Deliberante, o a través de decretos en períodos de intervención
federal. Esta concesión tenía una duración de 10 años y podía ser renovada
tantas veces fuera solicitada.Una vez instalada la bomba un inspector municipal
debía verificarla y certificarla, cobrando un canon que varió de $20 a $45
entre 1923 y 1928[31]. Por
tanto quedaba exceptuada la venta de combustible envasada (tamborcito o cajón).
Debido al aumento de
los lugares de venta de nafta y al tratarse de un elemento peligroso por su
carácter explosivo e ígneo, la Municipalidad de la Capital resolvió modificar
su anterior ordenanza (Nº 132, año 1915) sobre este tema. A su vez incluyó el
transporte de la misma que no estaba legislado.
La nueva Ordenanza
Nº 924 de 1926 reglamentó nuevamente el sistema de concesiones que venía
rigiendo de la década anterior, avanzando sobre la construcción de garajes y de
surtidores de nafta. Exigía en el primer caso, todo tipo de construcción no
ígnea y la instalación de bombas alejadas del estacionamiento de los autos,
para que, en caso de incendio de aquella no alcanzara a estos (artículos 2 a
10)[32].
En el caso de los
depósitos de combustibles, tanto para garajes, estaciones o bombas, estos
debían estar en tanques de acero galvanizado, enterrados a más de dos metros de
la superficie y con un caño para llenado de no más de 10 cm de diámetro. Este
caño no podía sobresalir de la línea de piso (artículos 11 a 13). Es
interesante destacar que este tipo de especificaciones son prácticamente las
mismas que existen en la actualidad, por lo que las condiciones de seguridad
que debían cumplir estos establecimientos eran muy notables para la época. Por
ejemplo, para contener posibles incendios los garajes debían poseer tres
sistemas ignífugos[33].
El permiso de
instalación de las bombas en la vía pública debía ser solicitado a la
Municipalidad. Era solamente el Concejo Deliberante quien lo aprobaba mediante
resolución, con una vigencia de 10 años y podía ser renovado sin restricciones.
Una vez finalizada la concesión, todas las instalaciones pasaban a propiedad
del municipio (artículos 27 al 29) por estar en la vía pública.
Las compañías
distribuidoras de combustibles debían hacer un depósito de $5.000 m/n para
poder operar en el municipio. Este depósito también tenía por objeto el fiel
cumplimiento del pago de impuestos por parte de los bombistas, garajes o
concesionarios de automóviles (art. 35).
Los surtidores de
nafta según el artículo 39 debían estar separados como mínimo a 300 metros unos
de otros. Esta restricción no corría para aquellos que vendieran productos de
bandera nacional (artículo 40). Su distancia podía estar a 200 metros. Como se
puede apreciar el nacionalismo petrolero estaba presente en esta ordenanza, lo
cual le daba ventajas comerciales a YPF.
Este artículo
también cobra relieve si uno piensa cuándo comenzó a operar la destilería de La
Plata. En efecto, la ordenanza entró en vigencia en agosto, pero su tratamiento
comenzó en marzo de 1926. Es decir solo dos meses después que los primeros
destilados salieran de La Plata. A esto podríamos agregar que la primera
propaganda que hemos encontrado ofreciendo nafta por parte de Posca Hnos. fue
en agosto de 1926.
Esta Ordenanza no
fue apoyada por la Revista “El volante de Cuyo”. En su edición de octubre de
1926, la publicación protestó por la misma, aduciendo que los cambios
sancionados iban en desmedro de los choferes de autos y micros y que
producirían aumentos en el precio final de la nafta. Según la revista los más
perjudicados iban a ser los taxis, ya que ellos iban a tener que absorber el
aumento y por tanto sus ganancias iban a ser menores[34]. Sus
reclamos no fueron oídos, puesto que la Ordenanza no fue modidificada.
No obstante estos
reclamos, igualmente hacia 1927 hubo un aumento considerable de solicitudes
para la instalación de bombas de combustible. Esto intensificó las demandas
(principalmente de las compañías Anglo y Wico, pero también de particulares)
para modificar el artículo 39 de la ordenanza de concesiones. El Concejo
Deliberante se transformó en una caja de resonancia de lo que sucedía a nivel
nacional entre la lucha de YPF y las empresas extranjeras[35].
Finalmente un año después, el 29 de setiembre de 1928 el Concejo hizo eco de
los reclamos y aprobó a través de la Ordenanza Nº 1102 la modificación del
artículo 39, concediendo permiso de instalación cada 200 metros a cualquier
interesado y por tanto eliminando el artículo 40.
El intendente, en
poder de sus facultades, vetó la modificación citada[36]. Sin
embargo, el Concejo Deliberante en forma unánime resolvió no aceptar el veto e
insistir con la nueva ordenanza y de esta manera, la misma quedó en firme. Esta
misma situación se repetirá en la Ciudad de Buenos Aires cuando el intendente
José Guerrico les permitió a las empresas extranjeras colocar surtidores a
menor distancia que lo que establecía la ley[37].
Otro de los temas que
tuvo que legislar el Concejo, debido al aumento de solicitudes de concesión,
fue la instalación en la calle San Martín de bombas de combustible. Hay que
tener presente que era la arteria principal de la ciudad y por ende de mayor
tránsito. Los diarios de la época manifestaban los inconvenientes que generaban
las paradas de autos para aprovisionarse de combustible[38]. Ante
esto, y mediante ordenanza Nº 1275, se prohibió la instalación de nuevas bombas
de combustible, como así también de cualquier tipo de venta de combustible en
el futuro.
Una vez que la bomba
comenzaba a funcionar, el concesionario debía pagar un cuarto de centavo por
cada litro de nafta que vendiera[39]. Luego
este importe fue modificado a un tercio de centavo y más tarde a medio centavo[40]. El
pago del impuesto debía ser mensual. El pago de este canon no siempre se
efectuaba y constantemente se publicaban en la prensa periódica de Mendoza las
notificaciones que la Municipalidad le realizaba a los concesionarios.
Este incumplimiento
tributario debe haber significado una merma en su recaudación, puesto que en el
presupuesto anual se disponía el ingreso de la misma. La cifra entre 1923 y
1928 aumentó de los $4.500 a los $15.000. Si tenemos presente que el valor de
la nafta tuvo oscilaciones entre 1922 y 1930 (ver cuadro Nº 3), el municipio
pensaba recaudar año tras año más dinero con el impuesto. Lógicamente por el
aumento de las ventas, pero también por un aumento en el mismo impuesto. De
todas maneras, no hemos encontrado información sobre la clausura o cierre
temporario de alguna bomba de nafta por falta de pago del impuesto municipal.
Más allá de lo
señalado era práctica recurrente de los propietarios de las bombas solicitar la
eximición de pago de este canon. De la lectura de las resoluciones relevadas
nunca fue aceptado este pedido. Es decir, era rechazado por el Concejo
argumentando la necesidad de obtener el dinero en beneficio de la población
para una mayor cantidad de obras[41].
Si se toman los
presupuestos de la Municipalidad de la Capital, se puede construir
aproximadamente una estadística de cuánto pretendía recaudar el municipio con
el impuesto. A su vez, en la última columna se muestra una orientación de la
cantidad de nafta que el municipio suponía se vendía en la capital mendocina.
Cuadro Nº 3: Elaboración propia sobre la base
de los Presupuestos Municipales (1923-1927)
Presupuesto Año |
$ a recaudar por
impuesto |
$ pagado por
bombista por litro |
Nafta vendida |
1923 |
4.500 |
0,0033 |
1.360.000 |
1924 |
6.000 |
0,0033 |
1.810.000 |
1925 |
7.000 |
0,0033 |
2.120.000 |
1927 |
12.000 |
0,005 |
2.400.000 |
A partir del
análisis de la Ordenanza podemos observar que el fin de ella estuvo orientada a
dar nuevos parámetros de seguridad y a obtener nuevos recursos económicos. Con
respecto al primero, el Estado Municipal buscaba proteger al consumidor y los
vecinos contiguos al surtidor ante posibles problemas ígneos. Vemos un gobierno
presente que no solo regula el mercado de nafta sino que fija pautas que
protegen al ciudadano. Estas acciones como señalamos anteriormente no estaban
en la anterior reglamentación.
Distribución
territorial en la ciudad de Mendoza
Los puntos de venta
de combustible de todas las marcas en la ciudad, entre los años 1920-1930,
fueron los que pueden observarse en el mapa de la figura 3.
Como puede
apreciarse la cantidad de bombas de naftas era muy grande para el espacio
céntrico que tenía la Capital de Mendoza. No se han consignado en este cuadro
todos los garajes por no poseer datos fiables. Como se señaló anteriormente,
entre los años 1926 y 1928 hubo un aumento considerable de bombas de nafta. A
su vez es el período de mayor y diversa oferta en cuanto marcas comerciales.
Es interesante
remarcar que los principales accesos a la ciudad en el este, norte y sur tenían
surtidores que vendían nafta Wico (al principio de concesionarios y luego
llevado a cabo por la misma empresa). Con esta estrategia espacial, seguramente
lograría un mayor rédito comercial que las demás bombas. También hay que tener
presente que fueron los primeros en instalarse como expendedores de
combustible.
Fig.
3 Puntos de venta de combustible en la Ciudad de Mendoza Fuente: En cuadro
de Anexo |
Tabla I: Ciudad de Mendoza y alrededores: bombas, garajes, estaciones de
servicio y concesionarias de autos instaladas en la década de 1920 en orden
cronológico de aparición. Elaboración propia a partir de diario Los Andes, El
Volante de Cuyo y Resoluciones del Concejo Deliberante de la Capital
(1922-1929).
Concesionario y/o dueño |
Domicilio |
Escorihuela y Cía |
Córdoba esquina Rioja |
C. Luján Williams |
Necochea 464 |
C. Luján Williams |
Mitre 1228 |
J. A. Walker |
San Martín y Catamarca |
Bórmida y Badano |
9 de Julio y Necochea |
Bórmida y Badano |
Lavalle y F. Moreno |
Bórmida y Badano |
Garibaldi y San Martín |
Posca Hnos y &Cia. |
San Juan 1449 |
Salvador Armitrano |
San Martín y Vicente
Zapata |
F. Suarez |
San Martín y Godoy Cruz |
Andrés Pattone |
9 de julio y Montevideo |
Vda. de Alurralde y
Serpa |
San Martín 1552 |
Dante Civelli |
Sarmiento y Chile |
Pedro Petrus |
Perú y Sarmiento |
Justo Ibañez |
Lavalle y Rioja |
Heriberto Mendoza |
Beltrán y Remedios
Escalada |
Agustín Brasigliano |
San Martín 1854 |
West India OilCompany |
Sarmiento 1182 |
Ferretería Alsina |
Tidol |
Pedro Fernandez |
Videla Correa y Moreno |
Compañía Anglo Mexican Petroleum |
Rodriguez y Clark |
West India OilCompany |
Paso de los Andes 137 |
West India OilCompany |
Boulogne Sur-Mer ¿? |
Rafael Santoni |
Godoy Cruz y España |
Heriberto Mendoza |
25 de Mayo y Montevideo |
Pedro Fernández |
Rivadavia y Mitre |
Compañía Anglo Mexican Petroleum |
José V. Zapata 428 |
Tonelli y Solanillo |
Garibaldi y Montecaseros |
West India OilCompany |
Coronel Díaz e Ituzaingo |
Carlos Caggiano |
Lavalle 36 |
Cortelezzi Hermanos |
Colón 1110 |
Juan Arrieta |
San Martín 3118 |
Pedro Luna |
San Juan 1582 |
Angel Gómez Ruiz |
San Martín 2550 |
Evaristo Gómez Ruiz |
Rodriguez y San Lorenzo |
Arturo Santoni |
San Martín 361 |
Arturo Santoni |
Gutierrez y España |
Arturo Santoni |
Beltrán y Montecaseros |
Manuel Alvarez |
Boulogne Sur-Mer y
Sarmineto |
José Amante |
Coronel Plaza y
Granaderos |
Manuel Fernández de la
Fuente |
España y Pasaje Quiroga |
Aurelio Campos |
España 1265 |
Ernesto Geredú |
San Martín 851 |
West India OilCompany |
Necochea 464 |
José Melendes |
Espejo y Patricias
Mendocinas |
West India OilCompany |
Colón 423 |
José Chales y Hermanos |
Coronel Plaza 53 |
Francisco Ruiz Romera |
Las Heras 362 |
José Morel |
Las Heras y Perú |
AvedaíDavila |
Las Heras y Tiburcio
Benegas |
Mario Enrique Boulaine |
Catamarca 51 |
Dante Civelli |
Colón y Belgrano |
Arturo Santoni |
Buenos Aires 28 |
West India OilCompany |
Coronel Plaza y San
Martín |
Shell Mex Argentina Limited |
Colón y España |
El lugar a ocupar
por la bomba o posterior estación de servicio puede haber estado influenciado
por los consignatarios o intermediadores. Como bien señala Moyano (2015) estos
agentes además de dedicarse a la comercialización deben haber actuado de
consejeros para la empresa extranjera o comerciante minorista. Ellos poseían un
saber geográfico que les permitía deducir un punto para procurar mayores
ingresos que otros sitios de la Ciudad.
Otro dato que se
deprende al ver el mapa es que no se cumplía con la Ordenanza Nº 497/26 con
respecto a la distancia. Esto se debía a que muchos comerciantes solicitaban el
permiso como garajes y de esta manera quedaban exceptuados de la normativa, que
solo especificaba la distancia entre bombas. Lógicamente estos establecimientos
vendían combustible. Esta práctica explica en parte, suponemos, que el mismo
Concejo abandonara lo impuesto años antes.
Por último, de los
permisos de instalación surge el cambio de dominio entre el concesionario y la
marca. Citamos como ejemplo lo sucedido con la Concesionaria de autos “Carlos
Luján Williams” que vendía combustible Wico desde el año 1914 y a partir de
1928, es la misma empresa norteamericana quien se hace cargo del surtidor[42].
En un primer momento
la provisión de nafta era monopolizada por los concesionarios de autos. Sin
embargo, ante el incremento sostenido de la venta de automóviles y la
consecuente demanda de combustible, otros agentes incursionaron en el sector.
Se trataba de expendedores exclusivos de gasolina o bien, quienes ofertaban
otros servicios para el automóvil (lubricentro, gomería, etc) y detectaron la
posibilidad de ampliar su negocio, incluso incorporando también garajes.
A partir de lo
apuntado podemos señalar que en un primer momento las compañías extranjeras
como la nacional comenzaron la venta de sus productos a través de terceros
(mediante bombas, garajes o lugares de venta de autos). Posteriormente, fue la
misma empresa quien comenzó a vender sus productos. Esto lo hizo en paralelo
con los concesionarios. Por último y ya comenzada la década de 1930, los
garajes y las bombas de nafta comenzaron a dar paso a las estaciones de
servicio, tal cual la conocemos hoy. Quien comenzó este proceso, por lo menos
en la ciudad de Mendoza, fue la Standard Oil con la instalación del negocio en
Coronel Plaza casi esquina San Martín en diciembre de 1929[43].
Conclusiones
En este trabajo se
presentó un panorama de los primeros intentos de refinación del petróleo y
elaboración de derivados, tanto a nivel nacional como provincial, para el
abastecimiento de una provincia que se modernizaba e incrementaba la demanda de
servicios. Como se había adelantado en el caso local, estos fueron muy modestos
y no quedaron más que en buenas intenciones de sus mentores.
Esta disponibilidad
de una creciente oferta explica el especial interés de empresas extranjeras por
abastecer un mercado en constante crecimiento, y nucleado sobre todo en la
Ciudad de Mendoza. Lo que implicó una fuerte disputa entre las empresas
proveedoras por posicionarse, aunque con dificultades, en el sector. ¿Cuáles
fueron estas estrategias? En primer lugar, los convenios de representación
oficial con concesionarias locales de automóviles, luego con comerciantes
minoristas especializados o multi-rubros. Por último, con la instalación
directa de las mismas empresas refinadoras y de esta manera ofreciendo sus
productos sin intermediarios y de esta manera fijar una nueva política
comercial.
La gran cantidad de
surtidores de combustible, sumando a la presencia de prácticamente todas las
marcas de gasolina, muestran una competencia por lograr la preponderancia en un
nuevo nicho comercial poco analizado hasta ahora. El aumento de las ventas
produjo a su vez un aumento en la instalación de bombas. Si bien se pudo
constatar que había apellidos que se reiteraban, como Bórmida y Badano o
Santoni, no hubo un monopolio de venta como si de marca al principio del
período estudiado. Esto creemos puede haberse dado por dos motivos: o una
decisión de la empresa proveedora del combustible de no monopolizar la venta o
por la falta de recursos de los empresarios para montar más puestos de venta.
Con respecto a esto
último es interesante ver cómo la venta de combustible también mostró la lucha
por la preponderancia entre las empresas extranjeras y la nacional en el downstream. La bibliografía ya ha
señalado abundantemente el tema en la explotación del petróleo. Esto demuestra
que toda la cadena de valor estuvo influenciada por el nacionalismo petrolero
durante la década de 1920 y mostraría que la búsqueda del dominio de YPF en el
sector ventas, comenzó en esta época y que sólo necesitaba a un aliado para
lograr la preponderancia, es decir al Automóvil Club Argentino (ACA)
Con el fin de
convertirse en el primer vendedor de combustible, YPF utilizó la manipulación
del precio de la nafta. Esta fue la razón por la cual fue rebajando la misma
hasta llegar a 0,20 centavos por litro. De esta manera el consumidor prefirió a
la empresa nacional por encima de Wico y Shell.
La comercialización
de la nafta durante el decenio mostró un ritmo de cambio en la forma de venta y
en los actores que se involucraron (tanto mayoristas como minoristas). Este
cambio también se dio en el concepto de producto comerciable. En un primer
momento la nafta fue un artículo más que se vendía y al terminar la década de
1920 pasó a ocupar el lugar preponderante de venta. Paso a ser el producto a
vender con la instalación de la estación de servicio.
Además la venta de
nafta tuvo tal magnitud, como en otros casos, que otras empresas
comercializadoras se instalaron para participar de este lucrativo negocio. Tal
es el caso de Shell, Texaco o Tide Water Oil. Distinto fue la situación de YPF,
su incursión al mercado de nafta provenía, en una parte de este nuevo nicho
comercial, pero también de un concepto nacionalista sostenido por la Dirección
de la Empresa Estatal.
El aumento de ventas
de nafta significó para el fisco (municipal y provincial) una forma de obtener
recursos para su alicaída economía a través de impuestos recaudatorios. De esta
manera el tributo a los combustibles no se inició en la década de 1930 sino que
comenzó mucho antes.
Por otro lado, la
Municipalidad de la ciudad de Mendoza, como en otras ciudades del país, tuvo
una actuación de contralor sobre la venta de nafta. Esto marcaría un avance
estatal en una función que hasta entonces había sido prioritaria del gobierno
provincial, y sobre todo orientada a las industrias alimenticias y de bebidas.
La legislación fue avanzando de la mano del aumento de la venta de combustible.
Sin embargo, ¿no estuvo ajena a la problemática ideológica del momento? Creemos
que sí y que provoco cortocircuitos entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo
del municipio. Sin embargo, es una tarea todavía a profundizar.
Por último vemos que
el incremento del consumo fue especializando la provisión del servicio. En un
primero momento la nafta fue vendida como un servicio más que se le entregaba
al cliente (lo llevaba a cabo la concesionaria de autos). Luego fue necesaria
la instalación de los garajes para los autos, que también tenían como servicio,
la venta de gasolina. El aumento de la demanda, marcó el inicio de la bomba de
nafta especializada en la provisión de ese servicio y esto llevó a la
instalación de la estación de servicio tal cual la conocemos prácticamente hoy.
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Entrevista realizada por el autor a Carlos Luján Williams el 7 de mayo de
2016. Nieto del fundador de la empresa C. Luján Williams.
Entrevista realizada por el autor a Raul Schweiser el 06 de marzo de 2017.
Gerente de Asociación Mendocina de Expenderos de Combustibles y Afines (Amena)
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y Ordenanzas. Años 1923-1928.
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Diario La Palabra, 1918 - 1930.
Mendoza
Revista El Volante de Cuyo, Años
1924-1930. Mendoza
Recopilación de Leyes. 1926-1937. Provincia de
Mendoza, tomo 1
Recibido con pedido de publicación 15/01/2019
Aceptado para publicación 26/03/2019
Versión definitiva 23/04/2019
[1] Una versión preliminar de este
trabajo fue presentado en la VI Jornadas de Historia de la Industria y los
Servicios. Agrademos los valiosos aportes de Ángel Cerra y Susana Yazbeck.
[2]Instituto de
Historia Americana y Argentina/Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad
Nacional de Cuyo. Correo electrónico: enriqueatimmermann@gmail.com
[3]
Señalamos entre otros a Rochi, F. (1998). “Consumir es un placer: la industria
y la expansión de la demanda en Buenos Aires a la vuelta del siglo pasado”. En:
Desarrollo Económico, vol. 37, Nº
148, pp. 533-558. Lluch, A. (2015). Las
manos visibles del mercado. Intermediarios y consumidores en la Argentina.
Rosario, Prohistoria. Luch, A. (2017). “Apuntes para una historia del comercio y
la comercialización en Argentina. Actores, prácticas y regulaciones (1895-1930)”. En Bandieri, S. La historia argentina en perspectiva local y regional. Tomo 3 Nuevas
miradas para viejos problemas. Buenos Aires, Teseo, pp. 381-412.
[4] La destilación es el proceso que se
utiliza para llevar a cabo la separación de diferentes líquidos o sólidos que
se encuentren disueltos en líquidos, o incluso gases de una mezcla, gracias al
aprovechamiento de los diversos puntos de ebullición de cada sustancia
partícipe, mediante la vaporización y la condensación. En cambio la refinación es la acción que se lleva a
cabo para lograr que algo se purifique
o se vuelva más fino, dejando de lado residuos y separando ciertas
partículas. Por tanto en la industria petrolera primero nacieron las plantas
destiladoras y luego las refinadoras con la complejización del motor a
combustión. En este trabajo sin embargo utilizaremos el término indistintamente
debido a lo comentado. Para ampliar la información puede consultarse a René
Dubois (2005).
[5]
Si esta nafta provenía de petróleos con alto nivel de parafina, como los del
norte de Mendoza, sus propiedades antidetonantes eran débiles. Esta puede ser
una hipótesis de por qué no se extraía petróleo para la época de estudio en la
provincia.
[6]
Para ver las estadísticas sobre combustibles y automóviles, leer Guevara Labal
(1932; 1936), Lluch (2010), etc.
[7]
En un primer momento la destilería recibía petróleo de la mina “La Mendocina”,
sin embargo por causas que no se han descubierto esta mina cesó su actividad y
Brunet comenzó a comprar el mineral en San Rafael.
[8]
Diario Los Andes, 18 de agosto de
1920, Mendoza. Como puede observarse el precio de venta era mucho menor que el
que comercializaba Wico para la época en la ciudad de Mendoza (ver cuadro Nº
2). Esto demuestra las enormes ganancias de la empresa norteamericana.
[9]
Diario Los Andes, 13 de setiembre de
1921, Mendoza.
[10] Para ver la historia de los gobiernos lencinistas en Mendoza puede consultarse a Rodriguez, Celso (1979). Lencinas y Cantoni. El populismo cuyano en tiempos de Yrigoyen. Buenos Aires, Ed. Belgrano.
[11]HILEMAN, Guillermo
(1921b). Petróleo de esquistos, su industrialización. Talleres gráficos
de la escuela Alberdi, Mendoza. El ingeniero en su libro pregonaba su
producción. De hecho asistió a varios precursores locales que se iniciaron en
la industria.
[12]Mendoza,
diario La Palabra, 7 de octubre de
1920.
[13]
Mendoza, diario Los Andes, 04 de
junio de 1923.
[14]
Municipalidad de Capital, Concejo Deliberante. Ordenanza general de servicios e impuestos, Nº 987, art. 25 y 26.
[15]
Entrevista realizada por el autor a Raúl Schweizer, 07-03-2016. Gerente de la
Asociación Mendocina de Expendedores de Combustibles y Afines (AMENA). Su padre
fue el primero en poseer una estación de servicio Shell en Luján de Cuyo,
Mendoza. Recomendamos consultar entre otros a Lara (2014) o Mariezkurrena
Iturmendi (2008) para encuadrar los límites del método de la historia oral en
la investigación histórica.
[16]Entrevista
realizada por el autor a Raúl Schweizer, 07-03-2016. También se puede consultar
a Mosconi (1983) que aporta datos al respecto.
[17]
Seguimos en este caso a Lluch (2015: 18) cuando señala que los cambios de
comercialización pueden darse debido a intervenciones estatales mediante
distintas regulaciones. En este caso la fijación de un precio único para la
venta de nafta. Pensemos que es el Estado quien puede durante un tiempo
prudente comercializar con rentabilidad negativa y más si lo que se juega no es
el concepto de bien comercial sino el de bien estratégico.
[18] Gadano,
N (2005). Entre las páginas 90 y 100 describe las acciones que el gobierno a
través del Congreso, llevó a cabo para terminar con el comercio desleal que
realizaba la Standard Oil de New Jersey. Es interesante destacar que el autor
menciona al mendocino Benito Villanueva como uno de los mayores opositores a la
empresa norteamericana.
[19]
En realidad Shell arribó al país en 1914, pero su mercado fueron los grandes
consumidores de combustible como la Compañía Alemana Trasatlántica de
Electricidad o el Ferrocarril del Pacífico. 1920 marcó el inicio del mercado
minorista o al menudeo. Para una mayor información consultar www.shell.com
[20] Entrevista
realizada por el autor a Carlos Luján Williams, 07/05/2016. Nieto del fundador
de la Concesionaria C. Luján Williams, que en un primer momento vendía
automóviles marca Chevrolet. La concesionaria fue la segunda en Mendoza en
poseer un surtidor de combustible.
[21] Ver
para ello Mayo, Andino y García Molina (1983).
[22] Desde
este mismo momento, apareció en Mendoza un editorial del diario Los Andes, indicando que era necesario
que el Ministro de Agricultura de la Nación viera los mecanismos para que todo
el país tuviera combustible nacional para de esta manera poder controlar el
abuso que en Mendoza hiciera Wico en la venta de combustible. Ver Mendoza,
diario Los Andes, 4 de abril de 1923.
[23] Mosconi,
Enrique (1983) p. 144. En esta misma página se encuentra las cláusulas que
Auger debía cumplir con la venta de nafta en el país.
[24]
Revista El volante de Cuyo, 1 de abril de 1929. Según Mosconi (1983: 163) se
dio por terminado el contrato con J.F. Aguer y Cía debido a un nuevo plan de
ventas de YPF tendiente a disminuir el precio del combustible y quebrar el
monopolio de las empresas extranjeras en la venta de combustible.
[25]
Revista El Volante de Cuyo, 1 de mayo
de 1930.
[26] Entrevista
realizada por el autor a Carlos Luján Williams, 07/05/2016.
[27] Para
1920 circulaban los siguientes diarios en Mendoza: Los Andes, La Palabra, El Diario, La Tarde, El Radical. A partir de 1924 también apareció en la Revista El Volante
de Cuyo.
[28]
Ver por ejemplo Los Diarios La Palabra
y Los Andes entre el 10 de noviembre
de 1920 y el 15 de enero de 1921.
[29]
Mendoza, diario La Palabra 26 de
noviembre de 1920.
[30] Para una comprensión de la política lencinista en Mendoza puede consultarse a Cueto (1997). Con respecto a la política petrolera, Timmermann (2017).
[31] Municipalidad
de Capital, Concejo Deliberante. Ordenanza
general de servicios e impuestos, Nº 433, art. 73. 24-02-1923 y Nº 869, art.
73. 31-12-1927, respectivamente
[32] Otras
ciudades llevaron a cabo esta reglamentación en forma posterior. Citamos como
ejemplo a Godoy Cruz (1932) y Guaymallén (1935).
[33] El primero a través de agua a presión abastecida por tanques propios y lanzados por mangueras autorizadas por los bomberos de la capital. A su vez los tanques deberían contener una entrada para la recarga rápida en caso necesario. El segundo debía ser arena fina en tambores de 200 litros con palas a sus costados y debían ser colocados cerca del lugar del estacionamiento de los autos. El tercero eran extintores químicos, uno cada 4 coches estacionados o por estacionar.
[34]Revista
El volante de Cuyo, 1 de octubre de
1926, Mendoza.
[35]
Recordemos que es en este año cuando el presidente Alvear decide presentar a la
Cámara de Diputados un proyecto de nacionalización del petróleo. Aunque tuvo su
aprobación en esta cámara, pero que nunca fue tratado en Senadores.
[36]
Municipalidad de la Capital, Concejo Deliberante. Decreto Nº 115 del Poder
Ejecutivo, 04-10-1928.
[37]
Para más detalles consultar a Bernal (2005).
[38]
Ver por ejemplo Mendoza, diario La palabra, 11 de setiembre de 1928 o Mendoza,
diario Los Andes, 20 de agosto de 1928.
[39]Diario
La Palabra, 13 de noviembre de 1920,
Mendoza.
[40]
Municipalidad de Capital, Concejo Deliberante. Ordenanza general de servicios e impuestos, Nº 433, art. 63.
(24-02-1923) y Nº1024, art. 58 (31-12-1926) respectivamente.
[41] Ver
por ejemplo las resoluciones Nº 615 (14-12-1923) o Municipalidad de la Capital,
Concejo Deliberante.
[42]
Ver Ordenanza Nº 1254 05-10-1928 del H. Concejo Deliberante de la Municipalidad
de Mendoza.
[43]
Revista El Volante de Cuyo, 1 de
enero de 1930, Mendoza.