Dossier

Sobre vacunas y vacunación: una revisión del campo historiográfico iberoamericano

Regarding vaccines and vaccination: a review of the Ibero-American historiographical field

María Emilia Brizzio Parodi
CIECS (CONICET/UNC), Argentina

Estudios del ISHIR

Universidad Nacional de Rosario, Argentina

ISSN-e: 2250-4397

Periodicidad: Cuatrimestral

vol. 15, núm. 41, 2025

revistaestudios@ishir-conicet.gov.ar

Recepción: 30 diciembre 2024

Aprobación: 25 febrero 2025

Publicación: 30 abril 2025



DOI: https://doi.org/10.35305/e-ishir.v15i41.2028

Resumen: En el presente trabajo se realiza un recorrido por los aportes bibliográficos y recientes líneas de trabajo en torno al campo de las vacunas y la vacunación, atendiendo a las campañas públicas, los debates médicos y políticos en relación con su fabricación, los intereses económicos y demandas sociales implicadas, así como a las reacciones o resistencias de la población frente a esta práctica y a los incidentes relacionados con vacunas defectuosas. Se recogen trabajos del campo historiográfico iberoamericano con un doble propósito: por un lado, valorizar una novedosa línea de estudios de la Nueva Historia Social de la Salud y la Enfermedad que está en proceso de expansión. Por otro, analizar las direcciones que están tomando las investigaciones históricas sobre las vacunas y la vacunación y, a la luz de la pandemia de COVID-19, identificar espacios aún no explorados y plantear nuevos interrogantes.

Palabras clave: vacunas, vacunación, historia social de la salud, enfermedades infecciosas.

Abstract: This paper reviews the bibliographical contributions and recent lines of research in the field of vaccines and vaccination, focusing on public campaigns, medical and political debates surrounding their production, the economic interests and social demands involved, as well as the reactions or resistance of the population to this practice and the incidents related to defective vaccines. This work compiles studies from the Ibero-American historiographical field with a dual purpose: on the one hand, to highlight an emerging line of research within the New Social History of Health and Disease, which is currently expanding. On the other hand, to analyze the directions being taken by historical research on vaccines and vaccination and, in light of the COVID-19 pandemic, to identify unexplored areas and raise new questions.

Keywords: vaccines, vaccination, social history of health, infectious diseases.

A modo de introducción

Hacia el inicio del año 2020, a escala global, la irrupción de la pandemia de COVID-19 sacudió las estructuras económicas, sociales, políticas y culturales conocidas. Este virus emergente, desconocido y cuyo comportamiento y efectos de su padecimiento eran ignotos hasta el momento, impactó de forma multidimensional en la humanidad. Las medidas de confinamiento y aislamiento que se adoptaron, para proteger la salud pública y evitar el colapso del sistema sanitario, alteraron las actividades económicas y las relaciones sociales, suscitaron modalidades alternativas de trabajo y reorganizaron la educación en todos los niveles, entre otras cuestiones. Ante todo, la pandemia puso en evidencia que las enfermedades infecciosas, aunque algunas controladas y/o erradicadas, continúan siendo fenómenos complejos con potencialidad de riesgo mundial para la salud, permaneciendo muchas de ellas adormecidas hasta salir a escena.

Es notorio que el desarrollo de la pandemia vino a colocar en el centro de observación e indagación las historias de las enfermedades endémicas, epidémicas y crónicas, así como el control y la erradicación de las mismas. Se advierten así, en el campo historiográfico iberoamericano de los estudios históricos de la salud y la enfermedad, importantes producciones y puestas en debate de trabajos recientemente publicados que abordan crisis o coyunturas epidemiológicas críticas pasadas (Álvarez, 2020a, 2020b, 2021b, 2021a; Carbonetti, 2021a; Carbonetti y Rivero, 2020a; Di Liscia, 2020; Vallejo et al., 2022b; Vignoli, 2020).

En lo referente a las vacunas y la vacunación, en particular, tópico novedoso de dicho campo que el escenario pandémico estimuló a revisitar, se percibe una pujante demanda académica y social por entender aspectos asociados a la fabricación de las mismas, las campañas públicas, los intereses económicos, debates médicos y políticos entrecruzados, entre otros aspectos que componen la variopinta historia de las vacunas.

Como se ha observado (Vallejo et al., 2022a), la producción historiográfica iberoamericana, a diferencia de otros espacios como el europeo (exceptuando el ibérico) y/o estadounidense, ha abordado poco la problemática de la inoculación. Aun así, reconoce el crecimiento que esta temática ha tenido en otras latitudes y el desarrollo de reinterpretaciones de estudios fundamentales. En esta línea, destaca un clásico en la materia, Worboys (2007), que ha analizado el papel central de las vacunas como estrategia de salud pública a lo largo del siglo XX para combatir las enfermedades infecciosas. Si bien se ha argumentado que el verdadero avance en vacunación ocurrió en 1796 con la introducción de la vacuna contra la viruela por Edward Jenner, Worboys subraya que los hallazgos de Louis Pasteur y Robert Koch consolidaron la vacunación como una práctica moderna y un método preventivo, sentando así las bases para el desarrollo de todas las vacunas actuales (Worboys, 2000).

Las vacunas no solo representaron un avance en la lucha contra afecciones intratables, sino que también configuraron nuevas relaciones entre los Estados modernos, las poblaciones y la ciencia. Así, se convirtieron en el eje central de las campañas de erradicación de dolencias a nivel global, respaldadas por organismos internacionales y gobiernos nacionales, logrando hitos emblemáticos como la eliminación de la viruela en 1977 (Worboys, 2017).

No obstante, más allá del éxito en el control y la erradicación de ciertas enfermedades, su historia no se limita a una narrativa de avances científicos y logros médicos. En este sentido, los pioneros trabajos de Moulin (1996b) han permitido complejizar el análisis de las campañas sanitarias de vacunación donde, sin cuestionar los resultados obtenidos, incluyen tanto los accidentes ocurridos con la administración de ciertas vacunas como la emergencia de controversias y resistencias sociales y políticas frente a estrategias de inoculación masiva.

Ciertamente, como política pública de salud, las campañas de vacunación han posibilitado salvar millones de vidas y controlar muchas enfermedades infectocontagiosas (Moulin, 1999; Porras Gallo et al., 2016). No obstante, junto con esta ecuménica empresa se entretejen historias marcadas por fracasos, especulación económica, reacciones o resistencias sociales, indiferencia oficial y civil, que también formaron parte de esos escenarios históricos.

Teniendo en cuenta estos postulados y tomando como punto de partida el advenimiento de la última pandemia como impulso, entonces, se procura trazar una cartografía sobre los aportes bibliográficos y recientes líneas de trabajo de este subcampo de estudio tan prometedor de la Nueva Historia Social de la Salud y la Enfermedad. Se atiende exclusivamente a producciones de las últimas décadas del escenario historiográfico iberoamericano, priorizando trabajos de reconocidos especialistas con amplia trayectoria en esta temática, procedentes de países como México, Brasil, Perú, Chile y Colombia.

Los trabajos aquí citados, como se verá, recorren las políticas públicas vinculadas a la vacunación obligatoria contra dolencias como la viruela, la poliomielitis, la fiebre hemorrágica, el sarampión, la difteria, la fiebre amarilla y la influenza. Asimismo, examinan las disputas en torno a la administración de estas políticas sanitarias entre los territorios provinciales y nacionales, sin dejar de lado las apreciaciones de la comunidad receptora. Estas investigaciones, además, indagan en la fabricación de sueros y vacunas, y como parte del complejo entramado vinculado a la producción, en las controversias suscitadas en ciertos casos específicos que condujeron a profundos debates médicos y políticos respecto de la configuración del Estado como agente vacunador. También en estos aportes bibliográficos son objeto de atención algunos incidentes por vacunas defectuosas que colocan bajo la lupa las cuestiones vinculadas a la seguridad, el control de calidad y los mecanismos de aprobación de las mismas.

A partir una mirada interdisciplinaria, esto es, desde la historia sociocultural como desde la antropología, recuperar estas contribuciones tiene un doble propósito: por un lado, valorizar una novedosa línea de estudios de la Nueva Historia Social de la Salud y la Enfermedad que está en proceso de expansión. Por otro, analizar las direcciones que están tomando las investigaciones históricas sobre las vacunas y la vacunación y, a la luz de la pandemia de COVID-19, identificar espacios aún no explorados y plantear nuevos interrogantes.

Aportes analíticos y tendencias recientes

El tema de la enfermedad, como subcampo de los estudios históricos y sociales, desde las últimas décadas del siglo XX ha ganado un espacio considerable en la historiografía latinoamericana. Como objeto de reflexión, y también de preguntas, ha sido el resultado de aportes suscitados en distintas agendas de trabajo. Tal como indica Armus (2002), la nueva historia de la medicina, la historia de la salud pública y la historia sociocultural de la enfermedad se observan como las tendencias dominantes surgidas de dicho dinámico proceso historiográfico.

Detrás de estas grandes líneas estudio se descubre una trama de preocupaciones propias y específicas, pero con un denominador común: se distinguen a las enfermedades no como hechos solamente biológicos, sino también como fenómenos históricos complejos (Armus, 2002). En este sentido, las enfermedades son interpretadas como parte de un entramado de prácticas y construcciones discursivas que reflejan, entre tantas otras cuestiones, la historia intelectual e institucional de la medicina, los cambios políticos, sociales, económicos, y culturales, las identidades individuales y colectivas, la legitimación de políticas públicas, las interacciones entre enfermos y agentes de atención a la salud. Asimismo, estos abordajes se esfuerzan por escapar a las limitaciones y carencias que han definido a la tradicional historia de la medicina[1], entendiéndola como un campo impreciso en donde lo biomédico está atravesado por las percepciones individuales de los sujetos y los hechos objetivos de la realidad.

Siguiendo con los postulados del autor, de las tendencias dominantes se desprenden tres grandes tópicos que han sido los más trabajados, a saber, el estudio de la dimensión social y política de las epidemias, las influencias foráneas en el desarrollo médico-científico y en las políticas de salud pública de la región y, por último, las dimensiones socioculturales de la enfermedad (Armus, 2002). Se exhibe así, desde los avatares de las coyunturas epidémicas, las técnicas y políticas implementadas para combatir las enfermedades infectocontagiosas junto con las reacciones de las poblaciones, los gobiernos y los círculos médicos, pasando por la selección, la reelaboración y modificación de la medicina europea y norteamericana en los territorios latinoamericanos, hasta las nuevas narrativas históricas sobre la enfermedad que destacan las dimensiones culturales y sociales en sentido amplio, un abanico amplio y diverso de producciones historiográficas. De tal forma, la cuestión de la enfermedad - y la salud - revela ser un terreno fértil de estudio, rico, complejo y con múltiples posibilidades, no sólo como problema sino también como pretexto o recurso para abordar otros tópicos.

En este marco, las investigaciones sobre las vacunas y la vacunación, como parte de los mecanismos para el control y erradicación de enfermedades infectocontagiosas, con el arribo del siglo XXI cobraron especial impulso y dinamismo. Mediante una lectura minuciosa del conjunto de producciones que han nutrido esta área de estudio y ampliando la mirada al contexto historiográfico iberoamericano, se advierten diversas líneas de indagación. Entre ellas, destacan aquellas vinculadas a las campañas públicas de vacunación y el desarrollo de programas u operativos estatales de distribución y aplicación del fluido; a la fabricación de sueros y vacunas y, como parte de este complejo entramado, a los debates médicos y políticos suscitados en torno a estos procesos; y, por último, a los notorios incidentes derivados de la aplicación de vacunas defectuosas.

En un primer acercamiento a las tendencias recientes de investigación sobre las políticas públicas de vacunación obligatoria, particularmente en relación con la viruela en Argentina, destacan las pioneras indagaciones de Di Liscia. Sus estudios aportan una mirada detallada sobre la historia de esta enfermedad, las estrategias de inmunización implementadas y las diversas resistencias que emergieron desde distintos sectores de la sociedad.

En el estudio “Viruela, vacunación e indígenas en la pampa argentina del siglo XIX” (Di Liscia, 2002), la autora explica como las campañas de vacunación contra la viruela implicaron más que esfuerzos médicos ya que involucraron dinámicas culturales, políticas y de poder entre las autoridades y las comunidades indígenas. Siendo una enfermedad especialmente devastadora para los nativos por su falta de inmunidad, se enfrentaron importantes retos puesto que significaron la introducción de prácticas médicas occidentales en las comunidades, que se mostraban desconfiadas y renuentes. Se observa, entonces, que las estrategias de vacunación hacia el siglo XIX se utilizaron como un instrumento de control político de los territorios indígenas, promoviendo y fortaleciendo acuerdos a través del acceso a la vacuna y otros favores con pueblos aliados. Como indica Di Liscia (2021b) la historia de esta enfermedad infecciosa en el territorio pampeano se entrelaza con los mecanismos de integración sociales y étnicos del siglo XIX y permite reflexionar sobre las dinámicas de poder, ciencia y colonización.

En trabajos más recientes (Di Liscia, 2011; 2021a), la autora examina en profundidad las prácticas de inmunización desarrolladas con anterioridad a la Ley de vacunación obligatoria antivariólica, aprobada en 1886 para la Capital Federal y en 1904 para el resto del país. Medida resistida desde diversas esferas, incluyendo profesionales, funcionarios, sectores populares, ciudadanos comunes e incluso la Iglesia, su aprobación dependió en gran medida de la influencia de los higienistas en el escenario político nacional. Por medio del estudio de las políticas de inmunización en Argentina en el largo plazo, esto es, del último tercio del siglo XIX hasta el fin del siglo XX, es posible comprender la configuración de la vacunación como política pública pero también como asunto tecnológico que involucra la práctica médica y el derecho al uso individual del cuerpo frente a la idea de inmunización universal.

Por su parte, en relación al flagelo de la viruela en Brasil, Hochman sostiene que el proceso de vacunación impulsado por el Estado desde finales del siglo XIX generó una verdadera “cultura de inmunización” en la sociedad brasileña. En el trabajo “Vacinação, varíola e uma cultura da imunização no Brasil” (Hochman, 2011), el autor discute cómo el surgimiento y establecimiento de dicha cultura de inmunización, vinculado al prolongado desarrollo de vacunas y campañas estatales, se materializó especialmente tras la erradicación de la viruela. Así pues, la Campaña de Erradicación de la Varíola (CEV) lanzada por el gobierno brasileño en 1966, en cooperación con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otras organizaciones internacionales, fue crucial para consolidar la inmunización como una estrategia de salud pública en dicho país que, a diferencia de otros espacios, era la última nación del continente americano con focos activos de la enfermedad.

Hochman subraya que la experiencia de la vacunación masiva la población se contrasta con episodios de resistencia como fue la Revolta da Vacina de 1904, el evento más crítico en la historia de Brasil. Sin embargo, del mismo modo que en Argentina, a pesar de las reacciones frente a estas políticas de salud pública, la vacunación se convirtió en una práctica aceptada y demandada por la población.

Para el territorio peruano, la indagaciones de Cueto (2004) resultan enriquecedoras puesto que, en contraste las perspectivas tradicionales de las campañas de salud, verticales y técnicas, exploran un experimento que combinó creencias médicas nativas y métodos occidentales de salud pública en el entendimiento y control de enfermedades como la viruela y el tifo en el departamento de Puno, ubicado en los Andes del sur de Perú durante la década de 1930. Esta amalgama particular fue favorecida por el florecimiento de una corriente cultural conocida como "indigenismo", que suscitó una revalorización positiva de las creencias indígenas y dio lugar a la introducción de nuevas prácticas de salud.

En este escrito, el autor analiza como Manuel Núñez Butrón, un destacado médico rural, respetando los valores comunitarios proporcionó atención médica a las comunicas indígenas marginadas y llevó a cabo campañas de inoculación contra la viruela - y el tifo epidémico. De esta manera, la vacunación se exhibe como un instrumento de cambio social y de integración de estas comunidades al sistema de salud, superando las resistencias culturales y sociales y la desconfianza hacia las autoridades médicas.

Prosiguiendo con investigaciones del espacio latinoamericano, para el caso de México, Agostoni en el libro “Médicos, campañas y vacunas: la viruela y la cultura de su prevención en México 1870-1952” (2016) ofrece una exhaustiva investigación sobre la historia de esta enfermedad, desde la contención, el control con la inmunización obligatoria y la posterior erradicación. Este trabajo susceptible de ser pensado en términos de larga duración, que abarca desde la década de 1870 cuando una epidemia de viruela afectó gravemente a la Ciudad de México, hasta 1952 cuando se declaró la eliminación de la enfermedad a nivel nacional, destaca que la vacunación no fue un proceso homogéneo ni uniforme en todo el país. En efecto, las estrategias y prácticas variaron considerablemente según la región y el momento histórico, la participaron de múltiples actores individuales y colectivos que recorrieron del control de la dolencia a la meta de erradicación. Asimismo, la autora se aboca a analizar los debates, las posturas encontradas y las numerosas limitaciones técnicas y organizativas que la generalización de la práctica de la vacunación implicó, prestando atención a las distintas respuestas y reacciones que generó entre vacunadores y vacunados.

Tal como Hochman señala para el espacio brasilero, Agostoni sostiene que las campañas de vacunación estuvieron profundamente conectadas con la consolidación de instituciones médicas y de salud pública mexicanas, creando una verdadera cultura de prevención de las enfermedades evitables por parte de amplios sectores sociales.

Para completar el panorama de estudios en materia de las campañas de vacunación contra la viruela, Caffarena Barcenilla presenta una pesquisa sobre la difusión del fluido contra esta enfermedad en la Capitanía General de Chile a fines del siglo XVIII e inicios del siglo XIX. En su libro “Viruela y vacuna. Difusión y circulación de una práctica médica. Chile en el contexto hispanoamericano 1780-1830” (2016c), la autora ilumina en aspectos del desarrollo de la salud pública en la América Hispánica que se han visto opacados por los procesos políticos y económicos de la segunda mitad del siglo XIX, a la vez que examina el papel de las políticas médicas en el procesos de organización del Estado y la nación chilena. Buscando establecer marcos comparativos tanto con otros ámbitos locales como globales -esto es, del mundo europeo- que de forma casi paralela iniciaron la propagación de la vacuna antivariólica, este estudio se enfoca en el breve lapso en el cual se dieron en el suelo chileno los primeros pasos que culminaron con la erradicación de la dolencia hacia la segunda mitad del siglo XX.

En esta vasta obra, retomando enunciados previos (Caffarena Barcenilla, 2016a, 2016b), Caffarena Barcenilla examina que si bien la inoculación practicada desde finales del siglo XVIII no fue un remedio preventivo para evitar las epidemias de viruela, sí fue determinante en la configuración de la noción de inmunización en la sociedad del periodo, llevando a una temprana discusión de la prevención y universalidad. Tanto el envío de la Expedición Filantrópica de la Vacuna a Hispanoamérica (gesta científica y sanitaria más importante de la época colonial) dispuesta por la monarquía en 1808 hasta la creación de las Juntas de Vacuna, demuestran los esfuerzos concretos de las autoridades del gobierno por establecer políticas de salud pública mucho antes de la formación del Estado nacional chileno. A pesar de los cambios políticos, económicos y sociales de inicios de dicho siglo, la implementación de la vacuna fue un elemento de continuidad con las actuaciones del periodo colonial y representó el primer intento por instaurar un programa médico destinado a mejorar la salud de la población.

Por otro lado, la circulación y masificación de la vacunación antivariólica en Chile se encuentra estrechamente vinculada a la profesionalización del rol del vacunador, en tanto que su trabajo fue determinante en el impulso y cobertura de esta política de salud pública (Caffarena Barcenilla, 2020). En efecto, las necesidades crecientes de aumentar el número de vacunados impulsaron la conformación del vacunador como profesión sanitaria, estableciendo funciones y deberes como mecanismo de aprendizaje y fiscalización de su práctica.

Se puede incluir, en esta misma línea de análisis, un estudio de Cabrera (2008) que examina los debates que se dieron sobre la obligatoriedad de la vacunación con posterioridad, entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX, y el modo en que la vacuna se fue imponiendo en la sociedad chilena. Este texto describe tanto los conflictos entre la Iglesia y el Estado frente a la medida como los rechazos sociales que se dieron a la inoculación, apuntando que la obligatoriedad de la vacuna no necesariamente significó que la voluntad por inocularse aumentara, sino más bien que el incremento de la coacción parece ser la causa inmediata del aumento de vacunados (Zárate Campos, 2008). La experiencia de esta enfermedad en la región chilena exhibe, por un lado, la dimensión pública que alcanzó su padecimiento y, por otro, el papel que asumió el Estado en la contención de enfermedades infecciosas y su capacidad de poner en marcha - a través de las instituciones - medidas concretas para frenar los estragos de las epidemias (Caffarena Barcenilla, 2021).

Las investigaciones hasta aquí referidas evidencian la centralidad que ha adquirido el estudio de la vacunación antivariólica en la historiografía iberoamericana, considerada la primera gran estrategia de inmunización implementada a nivel global. Esta preeminencia responde no solo a su temprana institucionalización y a su carácter pionero en la medicina preventiva, sino también a su estrecha vinculación con la construcción del Estado moderno y los ensayos de intervención estatal en el ámbito sanitario. Aun cuando, tal como se ha advertido, la vacuna contra esta enfermedad se expandió por diversas zonas del territorio americano, no se trató de un proceso uniforme ni exento de conflictos, sino que dependió de las particularidades regionales y de la capacidad que las instituciones tuvieron de organizar la vacunación en cada espacio.

Mientras algunos autores, como Hochman (2011) y Agostoni (2016), destacan la construcción de una “cultura de inmunización” en Brasil y México a partir de la consolidación de las instituciones médicas, considerando las campañas de vacunación como una herramienta estatal para la prevención de enfermedades (2016c), otros como Di Liscia (2002) y Cueto (2004) resaltan las tensiones y resistencias que surgieron en comunidades indígenas y sectores populares, donde la inoculación se interpretó como una imposición externa. De este modo, más que un avance médico, la vacunación ha sido también un instrumento biomédico, ofreciendo un prisma para comprender las dinámicas de poder, los conflictos sociopolíticos y las relaciones entre el saber científico y las prácticas culturales locales.

Prosiguiendo con las políticas públicas vinculadas a la vacunación, en cuanto a la enfermedad de la poliomielitis se dispone de investigaciones sobre las campañas de vacunación en Argentina hacia mediados del siglo XX y las tensiones sucedidas entre el Estado y la sociedad civil en la búsqueda de la erradicación de esta dolencia que dejaba miles de niños postrados en camas o apoyados en aparatos ortopédicos. Por un lado, Testa (2012) lleva a cabo un estudio atendiendo a los tres operativos masivos de inoculación antipoliomielítica en la región, a saber: el de 1957 con la vacuna Salk, un año después del gran brote que hubo en 1956; el de 1963, que introdujo la utilización de la vacuna oral Sabin y el de 1971, que fue el primer intento de vacunación con alcance nacional. Mediante un análisis del proceso de inmunización antipoliomielítica, la autora demuestra como la intervención del Estado en la construcción de las políticas sanitarias estuvo directamente condicionada por la naturaleza del comportamiento epidémico de la enfermedad, por los organismos internacionales de salud y por la necesidad de lograr legitimidad en un clima de inestabilidad política de mediados de siglo.

En el caso de la lucha contra la poliomielitis en Argentina, se observa a un Estado que, por temor a la desestabilización o a la pérdida de credibilidad, optó por canalizar las acciones a través de actores privados. Sin embargo, al mismo tiempo, necesitó consolidar su presencia en la sociedad civil para hacer efectivas sus decisiones y capacidades (Testa, 2020).

A su vez, Álvarez en “Muletas, vacunas y fragmentación del sistema de salud. El caso de la poliomielitis en la Argentina de mediados del siglo XX” (2018), en sintonía con Testa, presenta el largo camino (período prevacunal y vacunal) que implicaron las campañas de vacunación sistemática entre fines de los años cincuenta y parte de las década del sesenta, pero focalizando en dos elementos centrales. Por un lado, las acciones médicas, sociales y políticas entre las que se destacan los modelos asociativos y la participación comunitaria, y, por otro, las tareas de prevención interpretadas en función del comportamiento epidemiológico de la poliomielitis, pero afines a la asistencia técnica de organismos internacionales de fuerte vínculo con los Estados Unidos y las formas de planificación de programas.

En este sentido, ambas investigaciones ofrecen perspectivas complementarias sobre la implementación de la vacunación antipoliomielítica, donde se destacan tanto las estrategias estatales como la participación de la sociedad civil. Mientras que Testa (2012) enfatiza el papel del Estado en la formulación de políticas sanitarias condicionadas por factores epidemiológicos y políticos, Álvarez (2018) profundiza en la fragmentación del sistema de salud y en el impacto de la asistencia técnica internacional en la planificación de las campañas.

Es este punto es relevante indicar, siguiendo a Álvarez (2015), el tratamiento de esta enfermedad en el espacio uruguayo que, en contraste con Argentina, se destacó por un sistema sanitario más centralizado que posibilitó la implementación más organizada, rápida y efectiva de las campañas masivas de vacunación oral con la cepa Sabin. Así pues, la decisión de una transición temprana de dicha vacuna oral en 1958 y la realización de vacunaciones masivas en los años 60, complementada por acuerdos internacionales, allanó el camino para que Uruguay se convierta en uno de los primeros países en América Latina en erradicar la poliomielitis.

Aunque estos países vecinos compartieron desafíos similares, enfrentaron el padecimiento con enfoques diferentes en sus campañas de inoculación. Frente al carácter pionero de Uruguay, Argentina continuó utilizando la vacuna inactivada de Salk hasta 1964, lo que implicó un proceso más lento para controlar la enfermedad. Además, mientras Uruguay mostró una creciente capacidad de coordinación en su sistema de salud, en Argentina la implementación estuvo más fragmentada, influenciada por crisis políticas y cambios de gobierno (Álvarez, 2015). Este contrapunto planteado por la autora sugiere que el éxito de las estrategias de vacunación no depende únicamente de la disponibilidad de la vacuna, sino de la capacidad estatal para articular políticas sanitarias integradas y sostenidas en el tiempo.

Cabe destacar, tanto en lo referente a la viruela como a la poliomielitis, el estudio de Fiquepron (2020), que analiza tres investigaciones recientes sobre dichas dolencias en Chile, México y Argentina. Su investigación aporta un enfoque comparativo fundamental para comprender las políticas de vacunación en América Latina, permitiendo trazar similitudes y diferencias entre los procesos de erradicación de estas enfermedades en distintos países. Examina no solo el rol del Estado y su capacidad de intervención, sino también las tensiones entre actores gubernamentales, organismos internacionales y comunidades locales, ofreciendo una perspectiva amplia sobre la vacunación como herramienta de salud pública. Asimismo, introduce variables clave para el análisis de estas políticas, como las resistencias sociales y la apropiación local de las estrategias de inmunización. Finalmente, su trabajo propone una agenda de investigación que trasciende el estudio de casos específicos y permite reflexionar sobre los desafíos históricos y contemporáneos de las prácticas de vacunación, enfatizando la necesidad de abordar estos procesos desde una mirada multidimensional que contemple tanto las dimensiones biomédicas como las sociopolíticas.

En este análisis de los aportes recientes, es imprescindible mencionar los estudios de Agnese sobre el padecimiento de la fiebre hemorrágica argentina (FHA) y el desarrollo, por parte de equipos científicos, de una vacuna para controlar esta enfermedad. Esta virosis aguda endemoepidémica, conocida popularmente como “el mal de los rastrojos”, fue reconocida y descripta en 1955 y afectó predominantemente a la población rural ubicada en la extensa región de la pampa húmeda del país (Agnese, 2011).

Siguiendo a la autora, su exhaustiva investigación abarca tres períodos del proceso salud-enfermedad[2] que da origen a la fiebre hemorrágica, explorando tanto la historia interna de la virosis como su contexto externo. En la primera, se estudia el proceso de aparición de la enfermedad, sus características y la labor y logros de los equipos de investigación que trabajaron sobre ella, en particular lo referido al desarrollo de las vacunas. En la segunda, se profundiza en la actuación del Estado y las circunstancias políticas, socio-económicas y geográficas condicionantes, así como también el impacto de la enfermedad en la población de la zona endémica y los imaginarios y prácticas sociales en las que manifestó (Agnese, 1998). En este sentido, este estudio pondera la interacción entre distintos actores: científicos, médicos rurales, población afectada y el Estado, subrayando el papel de los imaginarios sociales en la construcción de la enfermedad y su tratamiento.

Desde el punto de vista de la salud pública, esta dolencia no constituyó un problema grave en el Argentina; sin embargo, como señala Agnese (2003), al afectar a la población trabajadora de un área próspera del país - en épocas de cosecha - adquirió una relevancia económica, política y social.

Si bien los esfuerzos por hallar una solución fueron sostenidos, los recursos y las medidas políticas, así como los trabajos de los equipos científicos carecieron de coordinación, a causa de disputas partidarias y diferencias de índole personal. En este sentido, la competitividad entre los grupos de investigación del gobierno nacional y de la provincia de Buenos Aires no permitieron unificar esfuerzos y avances más sólidos para evitar la dispersión de recursos e información (Agnese, 2003, 2012, 2013). Como indica la autora, la característica más sobresaliente con relación a las acciones gubernamentales, particularmente las vinculadas al impulso de la producción de una vacuna, fue la falta de coordinación entre ambos ministerios (provincial y nacional).

Luego, en cuanto a la padecimiento del sarampión, Reynoso y Ubici (2021) introducen un análisis a raíz de la reaparición de brotes epidémicos de este virus a fines del año 2019 en ciento ochenta y siete Estados, según informes de la OMS. En este trabajo, los autores subrayan que, pese a la larga existencia de una vacuna segura para su prevención y de la realización de campañas masivas de inoculación durante décadas, la reaparición de esta enfermedad en América Latina - y en particular en Argentina - amerita a revisitar, en perspectiva historia, su comportamiento, control y retorno.

En efecto, el sarampión ha sido un mal que ha acompañado a la humanidad desde la antigüedad, y su control en el siglo XX se vio como un triunfo de la ciencia médica y las campañas. Sin embargo, según los autores, su reemergencia no es solo un fracaso de la medicina moderna, sino también un reflejo de las desigualdades sociales y las fallas en las políticas públicas de salud. Desde este enfoque, Reynoso y Ubici insisten en la necesidad de estudiar el sarampión no como una enfermedad aislada, sino como un fenómeno que ha moldeado y ha sido moldeado por las estructuras sociales, económicas y políticas a lo largo del tiempo. En este sentido, la vacunación no es vista únicamente como una herramienta médica, sino como un instrumento de justicia social, cuya implementación efectiva requiere un compromiso político y una comprensión profunda de las dinámicas históricas que han permitido la persistencia de esta enfermedad.

Puesto que la historiografía a lo largo de las décadas no ha dirigido la atención sobre este padecimiento, preexiste un vacío respecto del proceso epidémico y del impacto que ha tenido en el entramado sanitario. Estos escenarios junto con las recurrentes reapariciones en diferentes partes del globo movilizan las explicaciones que los autores intentan brindar en el trabajo.

Por otro parte, sobre la difteria y las políticas de vacunación en Argentina, Di Liscia (2022) indaga, a través de una historización sobre estas políticas públicas desde finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, en los mecanismos de control y erradicación atendiendo dos aspectos en particular. En primer lugar, examina el proceso de imposición de la vacunación con sentido autoritario y vertical que responde a las modificaciones sociales, técnico-médicas y culturales de la región. En un segundo momento, procura interpretar los sentidos y las razones que guiaban a quienes se resistían a la aplicación -tanto populares como médicos- de un producto desconocido ingresado en sus cuerpos. A diferencia de otros operativos de inmunización, la obligatoriedad de la vacunación antidiftérica en el país se dio primero en las provincias y luego a nivel nacional que, si bien respondió a evidentes factores, impulsa a reflexionar en esta peculiaridad respecto a otras naciones europeas y latinoamericanas.

Se debe resaltar, para el caso de España, una destacada publicación de González García (2016) donde se analizan las campañas de vacunación antidiftéricas y la promoción de medidas sanitarias por parte de la Sección Femenina de Falange en las décadas de 1940 y 1950, durante el régimen franquista de posguerra. Este estudio profundiza en la colaboración de la Sección Femenina con Sanidad Nacional para llevar adelante las campañas gratuitas anuales, tanto a nivel nacional como local, como una herramienta de propaganda y control social, puesto que se alentaba a las madres a vacunar a sus hijos no solo por motivos de salud, sino también como un deber patriótico, reforzando el rol de la mujer en la familia y la nación. Como indica el autor, estas campañas fueron parte de la estrategia del régimen para combatir la mortalidad infantil y estabilizar la población tras la Guerra Civil​.

Ambas investigaciones coinciden en resaltar el papel de las campañas de vacunación antidiftérica como dispositivos del poder estatal, aunque en contextos históricos y geográficos distintos. Así, en ambas circunstancias, la vacunación antidiftérica trascendió su función sanitaria para convertirse en un instrumento de control político y social.

En cuanto a la fiebre amarilla, se encuentran dos trabajos que iluminan sobre las campañas de vacunación contra esta dolencia en el territorio latinoamericano. Por un lado, Carrillo (2008) analiza la primera campaña de inoculación en México, entre 1903 y 1911, como uno de los primeros esfuerzos en salud pública del país en el contexto de una enfermedad endémica y su control a través de medidas científicas y sanitarias. Si bien hubo resistencias iniciales por parte de médicos y comerciantes, el gobierno de Porfirio Díaz llevó adelante la campaña de vacunación contra el “terror amarillo” logrando una notable reducción de casos, aunque el control definitivo de la enfermedad no llegaría hasta más adelante. Por otro lado, el estudio de Benchimol “Febre Amarela e a Instituição da Microbiologia no Brasil” (2004) describe cómo se enfrentó la fiebre amarilla en dicha región y de qué manera el desarrollo de la microbiología fue crucial en este proceso, tanto en el desarrollo de la investigación científica como en la implementación de las políticas públicas[3].

Mientras que en México la campaña se centró en la vacunación como medida principal, en Brasil el desarrollo científico fue un pilar igualmente importante para combatir la enfermedad. Ambos estudios coinciden en resaltar cómo la fiebre amarilla sirvió como catalizador para la modernización de las políticas sanitarias en sus respectivos países.

Por lo que se refiere a la influenza, tanto Di Liscia como Álvarez abordan el impacto de las pandemias de esta enfermedad en la Argentina y las políticas ejecutadas para su control. Di Liscia en “Las pandemias de influenza en Argentina: enseñanzas y oportunidades” (2020) indaga en el impacto histórico de estas pandemias en la región y las respuestas sociales y políticas que se han dado ante estas crisis sanitarias como en el desarrollo de políticas de inmunización de la población. La autora se centra en dos coyunturas, a saber, la pandemia de influenza de 1918-1919 -la mal llamada “gripe española”- y la pandemia de 1956-1957.

En cuanto a la primera, la pandemia de influenza de 1918-1919, es pertinente además reparar en los profusos estudios de Carbonetti (2010; 2021a) y Carbonetti y Rivero (2020a; 2020b) respecto de un suceso olvidado por parte de la historiografía ya que por diversas razones no se ha tomado como objeto de investigación. En particular, se observa un trabajo que analiza el proceso de elaboración y prueba de una vacuna contra la gripe española en Argentina (Carbonetti, 2021b), único país en América Latina en elaborarla que, a pesar de su posición periférica en la ciencia, la acción estatal permitió desarrollar la vacuna mediante la conformación de instituciones y la contratación de científicos europeos.

En el caso de Álvarez (2022), examina la problemática de las vacunas y la vacunación durante la pandemia conocida como la gripe de Hong Kong -o gripe de Mao- que se desplegó en varias oleadas entre 1968 a 1971 y que se cobró una cantidad estimada de víctimas que superaron el millón de personas. Puesto que los organismos internacionales como la OMS y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), así como el mundo científico de la época definieron a dicha pandemia como benigna, la autora parte de la idea de que la inmunización contribuyó a construir una percepción de amena de la enfermedad.

Dejando de lado la cuestión de las políticas públicas de control y erradicación de enfermedades, en otra línea de investigaciones sobre el campo de vacunas y vacunación se pueden advertir trabajos que transitan cuestiones relativas a la fabricación de estas y de sueros. Tal es el caso de los estudios de Zabala y Rojas (2022a; 2022b) que profundizan en las tensiones, apuestas y debates suscitados en torno a la producción de vacunas en el espacio argentino hacia los últimos años del siglo XIX y las primeras décadas del XX.

En particular, los autores se interesan por exhibir de qué manera la introducción de productos biológicos exitosos para el tratamiento de algunas enfermedades infecciosas constituyó el eje central del desarrollo de la bacteriología moderna en el país, traspasando los límites de lo público y lo privado. Esta temprana incorporación y desenvolvimiento local de sueros y vacunas en la práctica médica y veterinario, estuvo marcada por las influencias de centros científicos europeos y estadounidenses que en un corto pazo significó la conformación de las instituciones ligadas a la investigación y desarrollo, así como en las carreras profesionales de los médicos involucrados en esta tarea. Cuestiones como la preparación y administración de los sueros y vacunas, qué tipos de enfermedades podían tratarse con estos métodos y en qué lugares debían fabricarse, eran asuntos en pleno debate durante las primeras décadas del siglo pasado, y los autores se encargan de precisar estos puntos en sus respectivas investigaciones.

Como parte de este complejo entramado vinculado a la fabricación de vacunas en el plano nacional, la ausencia de métodos de cura frente a ciertas enfermedades infectocontagiosas estimuló la emergencia de diversas terapias o tratamientos -aun cuando la eficacia fuera dudosa o discutible- que condujeron a profundos debates médicos y políticos sobre sus aplicaciones.

En el caso del padecimiento de la tuberculosis, durante la primera mitad del siglo XX, la historia del microbiólogo Jesús Pueyo y la invención de una vacuna que llevó su nombre ha sido un notorio episodio recuperado por Armus (2005; 2007). Bautizado por la prensa como el “moderno Pasteur argentino” (Armus, 2022a), la vacuna de su autoría fue una suerte de incidente en la historia de la tuberculosis en Buenos Aires que vinculó la resistencia del establishment médico a una novedad producida desde afuera de los círculos científicos reconocidos, al periodismo moderno que reunió las demandas y expectativas de los enfermos tuberculosos y finalmente, el protagonismo limitado de estos últimos. El recorrido de Pueyo y el intento de producir una vacuna contra la esta dolencia expone la variedad de incertidumbres biomédicas que atravesó la historia de la tuberculosis en la región desde finales del siglo XIX.

Dentro de este orden de ideas, otro ejemplo de este talante lo integran las controversias políticas y debates médicos que generó la potencial aplicación de la vacuna Friedmann -de origen alemán- para evitar la dolencia endémica de la tuberculosis en la Argentina de la década de 1930. Según un reciente trabajo de Carbonetti (2022), las discusiones sobre esta vacuna cobraron estado parlamentario cuando fueron presentadas por el médico y diputado nacional Augusto Bunge como un proyecto de ley que pretendía llevar a cabo la “extinción de la tuberculosis” mediante su aplicación generalizada. Los argumentos esgrimidos por los especialistas interesados en la problemática de la tuberculosis revelaban que las resistencias que se presentaron frente a la vacuna no fueron forjadas por la misma sociedad sino por la elite médica que, finalmente, le dio el triunfo mediante su legalización hacia la década de 1950 a la vacuna BCG de origen francés (Carbonetti y Loyola, 2022; 2023).

Más allá de su efímera existencia, el episodio de la vacuna Friedmann como una iniciativa estatal subraya, siguiendo a Carbonetti (2022), por un lado, la configuración del Estado como actor esencial en la elaboración, distribución y aplicación de vacunas, esto es, como agente vacunador. Por otro, destaca parte de las incertidumbres de la medicina de principios y mediados del siglo XX.

Para finalizar este segmento, importantes aportes brindan Porras Gallo y Caballero Martínez (2022) sobre el caso de Florencio Pérez Gallardo y el proyecto de elaboración de una vacuna propia para la poliomielitis en España. Siendo un tema no estudiado por la historiografía, las autoras hacen foco en los problemas políticos, logísticos, científicos y económicos que surgieron durante la ejecución, así como las colaboraciones de organismos internacionales como la OMS. Si bien este suceso concluyó en el fracaso de la iniciativa del grupo de investigación de Pérez Gallardo, pone en relieve potencialidades y reconocimientos nacionales e internacionales que permitieron la circulación de conocimientos y prácticas científico-sanitarias y sumaron un claro beneficio al desarrollo de la virología en España.

Dicho todo esto, como se ha señalado, las campañas de vacunación como política pública han permitido salvar vidas y controlar o erradicar muchas enfermedades infectocontagiosas; sin embargo, las historias de fracasos, accidentes, reacciones o resistencias sociales, indiferencia oficial y civil también integraron estos escenarios históricos. Conocido fue el incidente Lübeck de 1928, cuando más de setenta niños murieron tras haber sido vacunados con bacilos tuberculosos en lugar de cepas atenuadas. Posiblemente el más renombrado por haber ocurrido en uno de los países centrales que luego influiría en la decisión de aplicar la controvertida vacuna BCG en otras naciones (Moulin, 1999). Otro episodio similar a este fue el caso Cutter, por vacunas defectuosas que terminaron propagando la enfermedad de poliomielitis en una población sana debido a que, por errores de procedimiento y escaso control de calidad, contenían cepas activas. Estos acontecimientos ponen sobre el tapete y en tensión tanto la cuestión de la seguridad de las vacunas como la posición según la cual la ciencia y los médicos no están exentos de cometer errores (Vallejo et al., 2022a).

Por lo tanto, se añaden, a los aportes bibliográficos apuntados, investigaciones que se abocan a la descripción de incidentes por vacunas defectuosas en espacios latinoamericanos, que colocan bajo la lupa las cuestiones vinculadas a la seguridad, el control de calidad y los mecanismos de aprobación de las mismas, así como también los efectos que estos episodios tienen en la percepción de dichas prácticas de salud por parte de la sociedad.

Para el territorio mexicano, sumado a las ya indicadas contribuciones de Agostoni (2016) sobre los avatares de la vacunación antivariólica y las reacciones de desconfianza, resistencia y movilización de la población a principio de siglo XX, la autora asimismo aborda las resistencias ante las campañas de inmunización contra la difteria y la escarlatina en la ciudad de México en la década de 1920 (Agostoni, 2008). La lucha contra estas dolencias dio lugar a un clima de enérgica oposición y puso en tela de juicio la tenaz intervención estatal en los asuntos considerados de naturaleza familiar, provocando enfrentamientos entre los padres de familia y las autoridades. A pesar de que no hubo accidentes graves como en otros países, la población, apoyada por algunos médicos escépticos a ese tratamiento, se movilizó por medio de asociaciones de padres de familia rechazando la inmunización obligatoria y opusieron una verdadera resistencia a su puesta en práctica.

Para el mismo espacio geográfico y en la misma dirección, Carrillo (2022) indaga en un caso de accidente masivo por la vacunación de la BCG contra la tuberculosis en recién nacidos hacia 1950 que devino en denuncias y confrontaciones entre los actores implicados: por un lado, los dirigentes de la Campaña Nacional contra la Tuberculosis, las autoridades de la Secretaría de Salubridad y Asistencia, la Secretaría de Educación Pública y los médicos que actuaron como intermediarios; por otro, la prensa periódica, los médicos alarmados por la muerte de recién nacidos vacunados y padres de familia. Ante este incidente, y como la controversia afectó la decisión parental, la vacunación oral con BCG fue suspendida en el país a pesar de que el estado no reconoció ante la población el error de lo que había sucedido. En consecuencia, la inmunización contra la tuberculosis tardó años en volver a implantarse como un elemento necesario y seguro para prevenir las altas tasas de mortalidad en infantes. Como advierte la autora, este accidente no sólo muestra la importancia que daba entonces el estado mexicano a la vacunación en el país sino además pone en evidencia que las catástrofes con vacunas son otra parte de la historia de la vacunación y explican al menos algunas de las resistencias históricas y actuales de la población a someterse a esta práctica.

Se puede incluir a este apartado las investigaciones de García (2012) en relación con la primera catástrofe iatrogénica en Colombia, en una campaña de vacunación contra la difteria en las Salas-Cuna, conocidas instituciones filantrópicas de Medellín. El autor explora, a través de diferentes fuentes, el contexto y la forma en que fue registrado este accidente durante una jornada de inoculación en 1930 que dio como resultado la contaminación de cuarenta y nueve niños y la muerte de más de una decena de ellos. Así, se revela que, si bien la innovación terapéutica permitió abrir un proceso de consolidación de la medicina nacional, este episodio puso en peligro la consolidación de la legitimidad de la medicina e impulsó a los médicos locales a efectuar nuevas investigaciones sobre la seguridad y eficacia en la utilización de sueros y vacunas.

Sin embargo, contrastando con el caso mexicano, dicha tragedia en el mediano plazo no llevó a una crisis total de la medicina ni originó que la población ofreciera mayor resistencia a la continuidad de la inoculación después del suceso. Más aun, luego del accidente de las Salas-Cunas, la producción de los sueros contra la difteria no se detuvo en Colombia sino que motivó a los médicos colombianos a estudiar su epidemiología, seguridad, a probar sus posibles aplicaciones en otras enfermedades y a comparar cuáles cepas eran más eficaces (García, 2012).

En conjunto, estas investigaciones revelan que la resistencia a la vacunación no es un fenómeno homogéneo ni responde exclusivamente a errores médicos, sino que se enmarca en procesos sociales, políticos y científicos más amplios. Mientras que Agostoni (2008) destaca cómo las campañas de inmunización pueden ser percibidas como una imposición estatal que invade la esfera privada, Carrillo (2022) subraya cómo los accidentes vacunales generan rupturas de confianza que pueden perdurar por años, afectando la continuidad de programas de inmunización. García (2012), por su parte, muestra que, aunque los accidentes pueden producir crisis temporales de legitimidad médica, también pueden impulsar un mayor control y perfeccionamiento de las estrategias de vacunación. En definitiva, estos episodios reflejan la dificultad de establecer una confianza plena en las instituciones sanitarias y manifiestan que las resistencias no solo surgen a partir de hechos concretos, sino que también están moldeadas por percepciones y dinámicas históricas más profundas, en las que el papel del Estado, la comunidad médica y la sociedad se entrecruzan en la construcción de la confianza o la desconfianza en la vacunación.

Para finalizar este recorrido sobre los aportes bibliográficos y recientes líneas de trabajo en torno al campo de las vacunas y la vacunación y teniendo en cuenta una mirada interdisciplinaria, se deben considerar los planteos desde el campo de la antropología. En este sentido Visacovsky (2021), en la realización de un trabajo de campo etnográfico a propósito de la pandemia COVID-19, propone pensar a la vacunación no solo como una cuestión técnica o científica, sino como un fenómeno social que involucra la construcción de confianza o desconfianza hacia las autoridades, los expertos y las instituciones. Desde esta perspectiva, se repara en el proceso mismo de inoculación y en las tensiones y conflictos que surgen en torno a la distribución de las vacunas, el acceso a ellas y las percepciones de justicia o injusticia en ese acceso. En dicho trabajo, el autor investiga la politización de la vacunación, especialmente en contextos de crisis como la pandemia de COVID-19, y el papel de los medios de comunicación y las redes sociales en la difusión de información o desinformación sobre la vacuna, y cómo estas plataformas sirven para expresar valores morales y políticos en torno a la vacunación​.

De esta manera, el análisis que la antropología hace de las campañas de vacunación se orienta a observar cómo estas campañas son percibidas, experimentadas y vividas por las distintas comunidades, más allá de su dimensión biomédica. Cuestionando las interpretaciones simplistas y unificando las perspectivas culturales y biológicas, una lectura antropológica de las vacunas tal como sostiene Moulin (2003) se basa en descubrir las múltiples facetas, históricas y geográficas, de una historia aparentemente única y, por tanto, interrogarse sobre la unidad caleidoscópica de las prácticas humanas. Al mismo tiempo, este enfoque examina cómo las normas sanitarias y las campañas de vacunación impactan las dinámicas sociales, los comportamientos, los valores morales y las relaciones de poder.

Palabras finales

En este trabajo se propuso realizar un recorrido por los aportes bibliográficos y recientes líneas de trabajo que, desde la historia sociocultural y la antropología, han enriquecido el campo de las vacunas y la vacunación. Se atendió a las campañas públicas, los debates médicos y políticos en relación con su fabricación, los intereses económicos y demandas sociales implicadas, así como a las reacciones o resistencias de la población frente a esta práctica y a los incidentes ligados a vacunas defectuosas. Como se percibió, desde hace más de dos décadas, investigadores e investigadoras del campo historiográfico iberoamericano han contribuido notablemente a la construcción del mosaico de esta novedosa línea de estudios dentro de la Nueva Historia Social de la Salud y la Enfermedad. Por añadidura, con el desarrollo de la pandemia de COVID-19, la cuestión de las vacunas asumió un nuevo protagonismo y las agendas de investigación se reconfiguraron.

Retomando dichas líneas de indagación, es posible avanzar en una sistematización de los problemas conceptuales que surgen en torno a la producción, distribución y aplicación de las vacunas.

En este sentido, el análisis de las campañas públicas de vacunación y el desarrollo de programas estatales para su implementación permite identificar cuestiones claves. En primer lugar, en el escenario iberoamericano se evidencia un progresivo afianzamiento del Estado como agente vacunador, a través del desarrollo de programas y operativos de inmunización, enfocados en la producción, distribución y aplicación de las vacunas. En algunos casos, como la vacunación antivariólica en Argentina y Brasil, la inoculación forzosa fue regulada inicialmente en las ciudades capitales y luego extendida al resto del territorio nacional. En otros, como la vacunación antidiftérica en Argentina, el proceso fue inverso: primero se aplicó en territorios provinciales y, posteriormente, se aprobó a nivel nacional.

Desde una perspectiva de largo plazo, que abarca tanto el período prevacunal como el vacunal propiamente, varios autores destacan el carácter positivo de las prácticas de inmunización preventiva, enfatizando su papel en el enfrentamiento de enfermedades y en la erradicación de epidemias a través de campañas masivas de vacunación. Adicionalmente, se repara en el valor o desvalor que tuvo la figura del médico, del vacunador y en el papel que cumplieron la Iglesia Católica y la educación, según la ocasión, facilitando la divulgación y colaborando con la expansión de la inmunización o rechazando la obligatoriedad de las medidas.

No obstante, otros enfoques historiográficos han señalado que los procesos de vacunación también pueden entenderse como una imposición, vinculada a la extensión de políticas sanitarias con un carácter autoritario y vertical del poder estatal. En esta línea, se observa cómo, en ciertos casos, las estrategias de vacunación no solo respondieron a criterios médicos, sino que también funcionaron como herramientas de control social y político. Más aún, como se observó en el caso de la viruela en el espacio argentino hacia fines del siglo XIX, las estrategias de vacunación proporcionaron al Estado otras posibilidades -paralelas a la medicalización- como un instrumento de control político de los territorios y poblaciones indígenas. En efecto, se desplegaron como el brazo civilizador y sanitario del Estado. Por otro lado, el experimento desarrollado en Puno, Perú durante la década de 1930, ofrece un contrapunto interesante en la medida que exhibe a la vacunación como un instrumento de cambio social y de integración de las comunidades nativas al sistema de salud público, combinando sus creencias con los métodos occidentales en el entendimiento y control de enfermedades como la viruela y el tifo.

Como han planteado los y las especialistas, los sistemas sanitarios más centralizados y coordinados posibilitaron la implementación más organizada, ágil y efectiva de las campañas masivas de vacunación, como fue el caso de la lucha contra la poliomielitis en Uruguay o la cruzada contra el “terror amarillo” llevada a cabo durante el gobierno de Porfirio Díaz en México. Asimismo, a través de estrategias de cooperación con organismos internacionales -como la OMS o la OPS- se crearon programas cruciales para consolidar y sostener la llamada “cultura de la inmunización”, siendo un ejemplo de ello la Campaña de Erradicación de la Varíala (CEV) lanzada por el gobierno brasileño en 1966, en cooperación con la OMS y otras organizaciones internacionales.

Por su parte, en las situaciones donde primaron las disputas partidarias o regionales, las diferencias de índole personal o la competitividad de los investigadores, los esfuerzos destinados a hallar una solución temprana a las enfermedades se dilataron por lo que las políticas públicas en torno a la creación de vacunas se dieron de forma fragmentada y parcial, como ocurrió con la problemática de la fiebre hemorrágica argentina a mitad de siglo XX.

De modo similar, el padecimiento de la poliomielitis en el territorio argentino también expone como frente a la descentralización nacional, provincial y municipal de los servicios sanitarios públicos se produjo una fragmentación que alimentó la falta de controles estatales en cuanto cobertura de las vacunas y atención de los desvalidos. Frente a esta ausencia es que cobraron relevancia las organizaciones civiles sin fines de lucro, compuestas por gente común y médicos de especialidades diversas, cuyo financiamiento dependió básicamente tanto de la colaboración monetaria popular como de grandes empresas, más no estatal.

Ahora bien, aunque las vacunas se distinguen como la mayor contribución en el retroceso de las enfermedades infectocontagiosas en el siglo XX (Moulin, 2007; Worboys, 2007), su aplicación en coyunturas epidémicas y pandémicas (Carbonetti, 2020) no estuvo exenta de discusiones y debates ya sea dentro del mundo científico académico como en la arena política. En este sentido, se advierte cuán complejos e intrincados son los asuntos asociados al descubrimiento de una vacuna y su utilización como recurso de salud pública. La disponibilidad de vacunas con eficacia comprobada e inocuidad fue el resultado de un largo proceso de acumulación de conocimientos, avances científicos, conformación de instituciones ligadas a la investigación y el desarrollo, esfuerzos económicos y voluntades políticas. Este proceso, que varió según el tiempo y el lugar, puede observarse en los proyectos de elaboración de vacunas propias, como los desarrollados por Pueyo y Friedmann para combatir la tuberculosis en Argentina, y por Florencio Pérez Gallardo para la poliomielitis en España.

Ligado a la producción, las historias de incidentes por vacunas defectuosas, tal como señala García (2012), dan cuenta de la paradoja según la cual la difusión de los medios de acción sobre una enfermedad implica, también, el aumento de posibles riesgos relacionados a las prácticas de prevención. Así pues, aunque celebrada como el pilar de la revolución médica moderna, la vacunación también es “un gigante con pies de barro, vulnerable a fracasos y desastres reales” (Moulin, 1996a: 18). En particular, se distinguen, por un lado, las reacciones frente a los accidentes puesto que pueden que conllevan amplia reflexión en la sociedad sobre la aceptación a la inmunización y, por consiguiente, una desconfianza que acarree reacciones o resistencias, movilizaciones, hasta incluso la suspensión de la vacunación, como sucedió en el accidente masivo por la vacunación de la BCG contra la tuberculosis en recién nacidos en México. O, por el contrario, los episodios trágicos pueden desencadenar controversias sólo al interior del campo médico-científico, tal como ocurrió en Colombia en la catástrofe iatrogénica contra la difteria.

De este modo, aunque con variaciones temporales y espaciales, las reacciones o resistencias de la población a someterse a la inoculación han estado presentes en cada una de las historias de las campañas de vacunación analizadas, lo que evidencia que la sociedad no ha desempeñado un rol meramente pasivo en estos procesos, sino que ha participado activamente en la forma en que se han implementado y percibido.

En último término, aun cuando los aportes analíticos y tendencias recientes en el campo de las vacunas y la vacunación son fructíferos, persisten algunas áreas de vacancia que merecen una exploración más profunda. Entre ellas, se destaca la necesidad de investigar con mayor detalle las dinámicas sociales y culturales que condicionaron la aceptación o resistencia a las campañas de vacunación en distintas regiones, así como el impacto diferencial de las políticas públicas según variables como género, clase social y acceso geográfico. Estas vacancias no solo abren nuevas líneas de investigación, sino que también invitan a repensar enfoques integradores que consideren la interacción entre ciencia, sociedad y Estado en la configuración de las estrategias de inmunización.

Con todo, aunque el desarrollo de políticas públicas orientadas a la vacunación obligatoria se transformó en un evento mundial, no sería acertado pensarlo como un proceso uniforme, homogéneo e inevitable. Como afirma Moulin (2003), es preciso intentar un acercamiento critico a la vacunación desde una posición que supere el supuesto progreso lineal de la ciencia y la consecuente naturalización y aceptación/rechazo por parte de los diferentes actores involucrados. Asimismo, se debe reconocer que no existe una sola vacuna, sino vacunas que han aparecido en diferentes momentos y en distintos países, con objetivos diferentes, con trayectoria que lejos están de ser univocas. Las historias de las vacunas, entonces, en términos de Armus, “debería ser una ventana para mirar un proceso secular, no un evento” (Armus, 2022b: 7), plagado de avances y retrocesos, discontinuidades, silencios y resistencias que descubren, en definitiva, las luces y sombras de la práctica de la inmunización (Porras y Báguena, 2019).

Mediante el análisis de las direcciones que han tomado las investigaciones históricas sobre las vacunas y la vacunación en las últimas décadas, identificando los espacios aún no explorados y planteando nuevos interrogantes, se procuró gestionar un insumo, un primer escalón, que oriente a entender e interpretar con una perspectiva histórica y situada la última campaña de vacunación desplegada a nivel regional: la de COVID-19.

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Notas

1 La tradicional historia de la medicina, más allá de los aportes específicos, se concentró en reconstruir el denominado progreso ineludible gestionado por la medicina diplomada, unificando el pasado de una profesión especializada, emblemática e invariable, resaltando como rasgos distintivos la ética y la moral (Armus, 2002).
2 Se distingue una primera etapa entre 1943-1963, donde se origina la enfermedad, su descripción y se desarrollan las investigaciones científicas que consiguen el descubrimiento del agente etiológico y la primera vacuna. En una segunda etapa, entre 1964-1976, se extiende la enfermedad a nuevas áreas geográficas, se crea la Comisión Nacional Coordinadora para el Estudio y Lucha contra la fiebre hemorrágica argentina y se desarrolla una segunda vacuna. Por último, en una tercera etapa, entre 1976-1990, se crea el Programa Nacional y se firma el convenio ARG/78/009 para el desarrollo de una tercera vacuna, denominada CANDID I, que se está aplicando en la actualidad en la zona endémica (Agnese, 1998).
3 A modo ilustrativo, el autor señala que la lucha contra esta dolencia fue uno de los catalizadores para la creación de importantes instituciones de salud en Brasil, como fue la inauguración del Instituto Oswaldo Cruz, que se convirtió en un centro clave para la investigación de enfermedades infecciosas (Benchimol, 2004).
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