Artículos libres
Un trimestre intenso: La Federación Obrera Local Rosarina entre la Huelga General de enero y el Congreso de Unificación de marzo de 1907
An intense quarter: The Federación Obrera Local Rosarina between the General Strike of January and the Unification Congress of March 1907
Estudios del ISHIR
Universidad Nacional de Rosario, Argentina
ISSN-e: 2250-4397
Periodicidad: Cuatrimestral
vol. 11, núm. 29, 2021
Recepción: 16 Junio 2020
Aprobación: 26 Enero 2021
Resumen: La Federación Obrera Local Rosarina fue una seccional local de la Federación Obrera Regional Argentina; que se fundó en agosto de 1902, y que creció en organización y capacidad de acción directa llegando a ser un actor clave en el primer trimestre de 1907, el año más álgido en conflictividad obrera tanto contra el capital como contra las autoridades. El artículo pretende explicar sus tensiones internas como sus posicionamientos a través del análisis de dos hitos, la huelga general de enero y el Congreso de Fusión del movimiento obrero de marzo. En tanto no tuvo prensa propia permanente, la mayor parte de la información proviene de dos fuentes, La Protesta, clásico periódico anarquista editado en Buenos Aires y el diario rosarino El Municipio que cubriera con notable minuciosidad los sucesos.
Palabras clave: Movimiento Obrero, Anarquismo, Huelga, Congreso de Unificación, Rosario.
Abstract: The Federación Obrera Local Rosarina was a local branch of the Federación Obrera Regional Argentina; it was founded in August 1902, and it grew in organization and capacity of direct action becoming a key actor in the first quarter of 1907, the most intense year of workers' conflict against both capital and authorities. The article seeks to explain both its functioning and its positions through the analysis of two milestones, the general strike in January and the Merger Congress of the workers' movement in March. As it did not have its own permanent press, most of the information comes from two sources, La Protesta, a classic anarchist newspaper edited in Buenos Aires and the Rosario newspaper El Municipio which covered the events with remarkable detail.
Keywords: Labor movement, Anarchism, Strike, Merge Congress, Rosario.
“Ahora no defendemos el puchero, sino la dignidad”.1
Introducción
El año 1907 comenzó de forma muy intensa, augurando el inicio de un ciclo conflictivo, que en efecto tuvo dos huelgas generales de escala nacional, un Congreso de Unificación obrero, una huelga de inquilinos en Buenos Aires2 (Suriano, 1983) y en Rosario (Prieto, 1995), la tentativa de una tercera huelga general en diciembre,3 y una profunda crisis ministerial en el gobierno.4 La Federación Obrera Local Rosarina (FOLR) fue sin lugar a dudas uno de los más importantes actores en la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) y en el movimiento obrero en su conjunto. El sobrenombre de la “Barcelona Argentina”5 con el que era conocida Rosario da cuenta de su intensa actividad anarquista.
Desde su nacimiento en agosto de 1902, la FOLR tuvo un crecimiento sostenido y crucial, de lo que da cuenta su dirección en numerosas huelgas parciales e inclusive nacionales, logrando satisfacer en muchas oportunidades los pliegos de condiciones y mejoras defendidos. En el V° Congreso de la FORA, que tuvo lugar en Buenos Aires a fines de agosto de 1905, fue la moción de la FOLR la que definió los contornos que serían tan defendidos y tan caros a la FORA y al movimiento obrero en el futuro: la adopción del comunismo anárquico como principio filosófico.6 Un año después, fue Rosario la sede del VI° Congreso de la FORA, dando cuenta del peso que la misma venía adquiriendo en el concierto obrero nacional, lo cual sería ratificado con creces a los pocos meses (Marotta, 1975).
En enero, estalló un conflicto en esta ciudad que tenía como protagonistas a los trabajadores del gremio del rodado, los cuales aceptaron la dirección de la FOLR y su llamado a la huelga general. Éstos lograron concitar entusiasmos y adhesiones desde otras regiones, fundamentalmente de las principales centrales obreras nacionales que estaban jugando sus cartas por la conquista de la hegemonía del movimiento obrero, tema aún caliente por el cuarto y último congreso de la Unión General del Trabajo (UGT) en diciembre anterior.7 En acaloradas asambleas la FOLR fue construyendo el clima para una huelga que en pocos días llegó a escala nacional, teniendo bajo su dirección los destinos de la misma.
Finalmente, después de dos semanas de lucha, con el apoyo de la FOLR, los obreros del gremio del rodado ganaron la huelga, logrando la renuncia del Jefe político,8 Néstor Fernández, y la aceptación del pliego de condiciones por parte del Intendente,9 Nicasio Vila. Como puede verse, la FOLR llega a la huelga de enero con un capital simbólico destacado dentro del anarquismo y el movimiento obrero en su conjunto. Logró capitalizar dicha huelga, consiguiendo que más gremios que permanecían autónomos decidan sumarse a sus filas, mientras se arengaba a sostener la propaganda cuando las cenizas de la lucha de enero estaban aún calientes.
En marzo tuvieron lugar dos hechos importantes, por un lado, el inicio de las sesiones ordinarias del Concejo Deliberante de Rosario donde debían ratificarse las promesas hechas por el Intendente, y por el otro, el primer Congreso de Fusión del movimiento obrero, en el cual se buscaría alcanzar una central única que nucleara lo que por entonces componían la FORA, la UGT y sindicatos autónomos. El intento fracasó, generando un cimbronazo en el movimiento obrero, obturando la posibilidad de capitalizar organizacionalmente los resultados de las luchas y conflictos. La FOLR, que cosechó los frutos de la huelga de enero, no escapó al impacto del fracaso fusionista dos meses después.
Sin embargo, lejos estaba la FOLR y el movimiento obrero rosarino de componer un conjunto homogéneo, más bien éste estaba atravesado fundamentalmente por dos corrientes internas del anarquismo,10 los organizadores o gremialistas, y los individualistas. Los primeros entendían que era necesario conformar central obreras fuertes capaces de arrancar por la lucha a la burguesía aquellas conquistas por las cuales luchaban, en tanto los segundos entendían que la organización era un oxímoron para los anarquistas, puestos que éstos debían sumarse a la lucha por propia afinidad y respetando el libre albedrío. Estas tensiones son tan antiguas como la central misma, pero conforme el movimiento fue creciendo y la FOLR fue ganando terreno, las diferencias se intensificaron, llevando a que durante la huelga general de enero de 1907 ambas tendencias chocaron en cada asamblea, generando un profundo debilitamiento y fractura al interior de la poderosa central.
El período aquí estudiado está aun escasamente trabajado. Los estudios más profundos al respecto desde una mirada porteña los realizó Alejandro Belkin (2015; 2018), quien analizó las estrategias que fueron tomando los anarquistas, socialistas y sindicalistas revolucionarios durante la huelga nacional en Buenos Aires de cara a su participación y adhesión solidaria con Rosario. En el nivel local, son fundamentales los abordajes realizados por Falcón (1984; 1986; 1992; 2005; 2011; 2014), Falcón y Monserrat (2005), Falcón y Stanley (2001), y por dos historiadoras que recogieron su herencia, las investigadoras Prieto (1995; 2000; 2001; 2005; 2007) y Monserrat (1993; 2006; 2008), que han estudiado la cuestión obrera en Rosario a inicios de siglo; los vínculos entre movimiento obrero, radicalismo y el diario El Municipio, la primera; y sobre el anarquismo y la irrupción de la cuestión obrera en la ciudad, la segunda. Sus aportes resultan fundamentales para nuestro trabajo. De esta forma, creemos necesario repensar y profundizar en este período crucial para la historia del movimiento obrero rosarino. Proponemos como hipótesis de trabajo que este trimestre fue decisivo para el futuro de la FOLR y del movimiento obrero rosarino, por cuanto durante dicho período se exacerbaron las tensiones que derivaron en un desgaste al interior de la central del cual no logrará reponerse por años. Abonando dicha hipótesis, creemos que la huelga de enero por sí sola no basta para explicar el período, puesto que su relativo éxito auguraría un desenlace más promisorio de lo que efectivamente fue.
Por otra parte, proponemos que la capitalización que la FOLR hizo de la victoria de la huelga fue parcial y momentánea, puesto que no logró garantizar el pliego de reivindicaciones completo, contó con la intermediación de la Bolsa de Comercio la cual fue un pivot clave para destrabar el conflicto, perdió varios gremios afiliados en el plazo de tiempo posterior, y finalmente que los principales referentes de la FOLR tuvieron dificultades para sostener la actividad en las bases. Finalmente, otra hipótesis propuesta es que las medidas represivas que fueron el motivo primario que desencadenó el conflicto no fueron revertidas, más bien aplazadas, pero finalmente llevadas a cabo.
En primer lugar, presentaremos someramente el desarrollo urbano de una ciudad como Rosario, que en medio siglo pasó de ser una pequeña villa litoraleña a una pujante ciudad clave para el mercado agroexportador.
En segundo lugar, por tratarse de nuestra fuente de información principal para adentrarnos en los aspectos locales de los sucesos, analizaremos al diario El Municipio, un actor clave de la política rosarina.
En tercer lugar, ingresaremos a la huelga general de enero para poder observar el desempeño de la FOLR durante las asambleas generales llevadas a cabo por el Comité de Huelga. Luego, durante el lapso que transcurre entre el fin de la huelga y el inicio del congreso de fusión, daremos cuenta de cómo logró la FOLR capitalizar la victoria de enero y sostener un clima de expectativa de cara a una posible reanudación de la huelga en marzo en caso de que las autoridades no respetaran lo acordado. Finalmente, desarrollaremos el Congreso de Fusión y el cómo fue la participación de la FOLR en él. Finalmente, daremos cuenta de la relevancia que tiene el Departamento Nacional del Trabajo inscripto en aquel contexto de alta conflictividad laboral.
Rosario, la “Barcelona Argentina”
Rosario no tuvo fecha de fundación, por lo que se conmemora como fecha simbólica su reconocimiento como ciudad el 5 de agosto de 1852. Desde entonces, siendo ya el puerto principal de la joven Confederación Argentina, tuvo un crecimiento logarítmico. El Censo Provincial de 1858 establece una población total de 9.785 habitantes, de los cuales el 77,62% son nativos; en 1869, el Primer Censo Nacional indica 23.169 habitantes, con similar proporción entre nativos e inmigrantes. Si tamaño salto es sorprendente en tan sólo 11 años,11 aún es relativamente bajo y absorbible habitacionalmente. En 1900, el Primer Censo Municipal de Rosario, estima la población de la ciudad en 112.461 habitantes, y catorce años después, el Censo Municipal de 1914 arroja para la ciudad una población total de 245.199 habitantes, siendo ahora los nativos el 57,4% del total.
A inicios del siglo XX Rosario era la segunda ciudad más densamente poblada y grande del país.12 El acelerado proceso de crecimiento que vivió durante la segunda mitad del siglo XIX conllevó la creación de un nutrido mercado de capitales y mercancías, así como uno aún más importante: de mano de obra. Ésta, tanto nacional como llegada de ultramar, iba engrosando el mundo obrero abrazó en su gran mayoría al anarquismo como doctrina filosófico-política, llegando a ser un bastión anarquista de referencia a nivel internacional.
Al calor de las luchas entre capital y trabajo que el proceso de modernización conllevaba, se conformó un combativo y amalgamado mundo obrero que supo mantener en vilo a las autoridades locales y nacionales, así como despertar las pasiones del proletariado en general que seguía de cerca y apoyaba buena parte de los conflictos surgidos en Rosario. De esta forma, entre 1896 y 1901 tuvo lugar la progresiva consolidación de un movimiento obrero fuerte (Prieto, 2020), que alcanzaría sus mayores logros y daría sus más significativas batallas entre aquella última fecha y 1907 inclusive.
El proceso de crecimiento y consolidación de dicho movimiento obrero en constante ascenso parecía haber encontrado en 1907 su cénit, con huelgas de escala nacional que preanunciaban entre los huelguistas la cercana confirmación de sus hipótesis revolucionarias. No obstante, aquel año que debía ser un punto de partida revolucionario, resultó ser el punto de llegada y agotamiento de un proceso intenso de conquistas y luchas.
De esta forma, sostenemos que la explicación sobre dicha desmovilización huelguística se debe a dos aspectos fundamentales: a la fractura ideológica al interior de la FOLR acaecida fundamentalmente durante el año 1907, la cual debilitó fuertemente a la central obrera y a los gremios componentes; y por el otro, al progresivo avance de prácticas persecutorias y represivas por parte de la policía de la División de Investigaciones de Rosario, la cual obturó la posibilidad de sostener las conocidas formas de organización previas, desarrollando nuevas estrategias y repertorios de contestación (Tilly, 2010).
El Municipio y el Movimiento Obrero
El Municipio fue fundado en 1887 por Deolindo Muñoz, quien fuera también su director hasta 1911, un año antes de su muerte. Junto con La Capital, fueron los principales diarios rosarinos de fines del siglo XIX e inicios del XX, logrando un peso destacado en la vida política local. Deolindo Muñoz fue una personalidad de la vida política local, ocupando cargos públicos y utilizando su diario como medio de expresión de filiación radical.
Los años de El Municipio, coincidieron con el quiebre que supuso la crisis y revolución de 1890, en la cual crece la crítica al régimen instaurado en 1880 y se abre camino a nuevas formas de periodismo. Como afirma Diego Mauro, “(...) la relación entre prensa y política obturó la posibilidad de considerar al periodismo como un canal de construcción de una opinión pública diferente de la opinión publicada” (Mauro, 2006: 150). De esta forma, la prensa comienza a desarrollar una tendencia más autónoma con respecto al Estado y a los partidos políticos, buscando mecanismos de auto financiación por medio de los espacios publicitarios y anunciantes.
Es así que la prensa comienza a construir su propio espacio de poder y agenda política, instituyéndose como sujeto de enunciación de un discurso que ahora le es propio, lo cual permite “(…) la cristalización de un discurso de nuevo tipo que podría denominarse como prensa moderna” (Eujanián y San Román, 1993: 117). Podemos afirmar, entonces, que la prensa que ingresa al siglo XX distará drásticamente de la que le precedió, transformándose en un actor político pleno.
Esta será también la realidad de El Municipio. Como ha observado Agustina Prieto (2000), la prensa local ha hecho un uso político de la cuestión social, enarbolando la bandera obrera cuando ello se inscribía utilitariamente dentro de su agenda política inmediata, o atacándola cuando éste entraba en contradicción con sus intereses. Este diario, sin dudas el más importante de la ciudad junto con La Capital, tuvo ciclos de proximidad y alejamiento con el movimiento obrero que respondían grosso modo a los vaivenes del accionar rebelde del radicalismo.
Este diario, en los albores de la revolución radical del verano de 1905, desarrolló un discurso pro obrero en un intento de engrosar las filas beligerantes contra el Estado y a favor de sus intereses. Una vez finalizada, el diario retomó su relativa prescindencia y distancia para con un movimiento obrero singularmente anarquista.13 En los años inmediatamente posteriores, al calor de aumentos en los impuestos municipales, El Municipio volvió a canalizar sus denuncias a través de un indisimulado apoyo a los reclamos y luchas obreras, siempre y cuando éstas no decantaran en huelgas generales.
Por mucho tiempo, El Municipio, había alertado que la desidia y corrupción de los gobiernos nacionales, provinciales y municipales conlleva irremediablemente la reacción de la clase trabajadora, la cual debe soportar la carestía de la vida, el oprobio del hambre, viendo cómo sus jornales se reducían cada vez más conforme aumentan los alquileres y la comida.
Esto resulta por demás interesante, porque si hasta entonces el problema era entre capital y trabajo, El Municipio sale por la tangente identificando el problema en el régimen y su tiranía del fisco, “(...) que es un cáncer que todo lo carcome”.14 Esta lectura se explica a través de la concepción que Deolindo Muñoz tenía sobre el rol que debía ocupar el municipio como institución, interpretando al mismo como un ente puramente administrativo, donde la política debía ser relegada a las esferas provinciales y nacional (Ventura, 2003: 247).
Hábil en su lógica de condenar la huelga general como mecanismo de lucha obrero, pero al mismo tiempo apoyando a los trabajadores en sus reclamos, por momentos con enormes contradicciones, ha llegado a afirmar, siempre en su habitual tono paternalista, que “(...) por la organización gremial, primero, y la federación, después, alcanzarán los obreros el mejoramiento económico y social de su estado”.15
Esta visión se inscribe en su lectura del juego político que el radicalismo viene llevando a cabo, por la cual se ha acercado a los anarquistas con el fin de conformar un frente de lucha contra el régimen. No obstante, El Municipio se presentaba a sí mismo como un diario sin programa, como un agente que velaba por los intereses del vecindario. Es por ello que a pesar de ser el señor Muñoz un radical declarado, no podemos afirmar lo mismo de su periódico, el cual tenía fines específicos para con Rosario, como hemos visto, y que no logró sobrevivir a la muerte de su dueño.
Por otra parte, Deolindo Muñoz, independientemente de ser un ferviente opositor al “régimen”, era parte del conjunto de liberales conservadores de la época, lo cual explica su crítica de la huelga general como mecanismo de acción, así como la utilización de su diario como un canal para legitimar su figura en el espacio público, en vistas de una incorporación futura a la política, lo cual no llegará a suceder, muriendo en 1911, poco antes de que el radicalismo formara gobierno en la provincia en el marco de la reciente Ley Sáenz Peña.16
En fechas tan tempranas como abril de 1903, en pleno contexto de reagrupación de fuerzas en el radicalismo, El Municipio hace un llamado a la formación de una liga obrera en el Rosario, y aseguraba que
(...) es urgente que los gremios obreros de esta ciudad se pongan en guardia y se organicen por un impulso de común defensa, en vista de las persecuciones de que son objeto por parte de las autoridades municipales, cuya hostilidad es pública.17
Lo que nunca dice es cuál es la acción que cree conveniente para lograr tales objetivos, puesto que la vía legislativa la encuentra vedada por las prácticas fraudulentas del régimen, llamando inclusive a la población a la abstención electoral. Independientemente de las diferencias doctrinarias en torno a la huelga (duración, propósito, parcial o general), tanto anarquistas, socialistas como sindicalistas coincidían en que era una herramienta válida (Falcón, 2005: 12).
En el caso específico que nos ocupa, la huelga de los carreros, es interesante notar cuál era la opinión de El Municipio cuando los obreros, cansados de la indiferencia municipal, pasan a la acción directa, afirmando que:
(…) hemos demostrado, exhibiendo la continuidad de hechos indiscutibles, que las huelgas no conducen al mejoramiento económico y social de las clases productoras, y que se perjudican los intereses generales del pueblo, sin que se beneficie los del obrero. El trabajador nada gana con paralizar sus tareas, disminuyendo los ingresos normales que no ha de recuperar, ni han de encontrar compensación alguna, y sufren pérdidas lamentables, en cada movimiento, el comerciante y el industrial que ven dificultadas sus operaciones de transacción.18
Estas particularidades de El Municipio, con su plástica adaptación según el contexto y sus intereses, hace que sea un periódico por demás importante para estudiar, sobre todo por su gran vinculación con la clase trabajadora rosarina, tanto anarquista como de otras vertientes políticas. La condena a la huelga general y a las prácticas del anarquismo son evidentes hasta 1903, pero desde entonces pasa de reivindicar el accionar de la Federación Obrera Local Rosarina (FOLR) de reconocida filiación anarquista, a justificar las huelgas obreras como respuesta a las provocaciones empresarias (Falcón y Monserrat, 2005: 13). Una vez desbaratado el intento revolucionario radical de febrero de 1904, las posturas del diario parecieron volver a su senda tradicional.
La Huelga General de Enero
El 3 de julio de 1906, dos semanas antes de que el Intendente Santiago Pinasco19 dejara el cargo para pasar a ser diputado nacional, el Concejo Deliberante aprobó una ordenanza general de tráfico,20 que modificaba al Reglamento21 General de Tráfico Público.22 La modificación fue introducida a partir de la Ordenanza N° 14 que según su artículo N° 76, entraría en vigencia desde el 1 de octubre de ese año.23 Las motivaciones para su modificación fueron el reclamo realizado por Germán López, Director General de la Inspección General Municipal, quien reclamaba al Intendente la necesidad de ampliar la mano de obra disponible para poder llevar a cabo el control urbano del transporte. De esta forma, a través de un acuerdo entre el Intendente y el Jefe Político, se amplió la tarea del personal policial hacia el control del tráfico público, recibiendo el 50% de la recaudación en concepto de multas, y de esta forma aliviando las tareas de la Inspección General Municipal.24
En septiembre, pocos días antes de que dicha ordenanza entrara en vigor, tuvo lugar en Rosario el VI Congreso de la FORA, en el cual el gremio de los zapateros mocionó por la convocatoria de un Congreso de Unificación obrero, el cual finalmente fue aprobado y pautado para marzo próximo. En enero de 1907, el Jefe Político25 de Rosario, Néstor Fernández,26 con la anuencia del Intendente27 Nicasio Vila, decidió sumar a la mencionada ordenanza la obligatoriedad de portar una libreta de buena conducta en la cual debía haber retrato, huellas digitales y fojas libres para anotaciones por parte de las fuerzas de seguridad y municipales, lo que constituía para los obreros del gremio del rodado una persecución y un atropello a sus libertades. Esta política, lejos de ser caprichosa, se inscribía en un proceso de profesionalización y modernización de la policía rosarina llevada a cabo por el Jefe Político, Néstor Fernández (López, 2020; 2021). Dichas prácticas lograron consolidarse durante aquel año, logrando transformarse en un verdadero tormento para buena parte del movimiento obrero.
Sin lugar a dudas, esta modificación en la ordenanza del tráfico público significaba para los trabajadores la posibilidad de perder el empleo ante cualquier anotación desfavorable que un agente de seguridad o de un empleado municipal tomara en la libreta del conductor, así como la imposibilidad de conseguir empleo nuevamente para aquellos que ya tuvieran alguna. La novedad en esta ordenanza radicaba en que los obreros estaban obligados a
(...) ejecutar medidas y disposiciones propias de ladrones y criminales, como ser la obligación de fotografiarse y dejarse tomar las impresiones digitales, para hacerlo constar, además de los certificados de los propietarios de carruajes, en una moderna libreta de conchabos para obligar así a esos compañeros a transformarse en esclavos dóciles y sumisos al entero capricho y voluntad de capitalistas y políticos de oficio.28
Finalmente, el 15 de enero, los obreros del gremio del rodado, reunidos en asamblea, declararon la huelga a partir del día siguiente. En dicha asamblea los huelguistas establecieron el siguiente pliego de condiciones:
El día 16 el diario La Capital informaba que
(...) quedó acordado la devolución de libretas a la municipalidad, por parte de los que la han retirado y la declaración de la huelga hasta tanto se les exima de ciertas obligaciones impuestas por la ordenanza del tráfico vigente, como ser las impresiones digitales y otras.30
El día 17 la FOLR redacta un manifiesto que sería publicado el domingo 20 por El Municipio, en el cual arengaba a la organización y lucha para que la huelga sea efectivamente revolucionaria, sosteniendo que
(…) los trabajadores del Rosario, deben también determinarse a reivindicar la parte que les corresponde en el gran banquete social. Los trabajadores deben prepararse, a fin de que la próxima "huelga general" no los halle -como en otras ocasiones- desprovistos de lo más necesario, para hacer frente a todos los obstáculos que se presenten. Los tiempos de hacer huelgas con agua bendita y letanías, ya han pasado. Hoy se requiere emplear otros medios; hoy si queremos ser vencedores y no vencidos se impone la necesidad de la acción; sí, la acción revolucionaria.31
En la noche del viernes 18 tuvo lugar una multitudinaria asamblea en la cual la FOLR32 se ofreció a declarar la huelga en solidaridad, a lo cual los obreros del gremio del rodado respondieron que si en el plazo de dos días no obtenían respuesta de las autoridades municipales accederían a dicho ofrecimiento (Belkin, 2018: 55). El plazo finalmente venció y el gremio del rodado accedió al apoyo propuesto por la FOLR. La huelga fue destacada por su prolijidad y pacifismo, no obstante, el nivel de las discusiones parecía graficar un clima bastante más beligerante, como en la afirmación de la FOLR en su manifiesto donde sostiene que
(…) cuando la burguesía vea que el obrero se dispone a asaltar los almacenes, a destruir todo lo que obstruya el libre paso de las falanges productoras, no se resistirá, como lo hace hoy, para dar la millonésima parte de lo que nos ha robado.33
Sin dudas, para la FOLR esta huelga revestía mucha importancia, no sólo porque comprendían que dicha ordenanza que hoy se intentaba aplicar contra los conductores de vehículos podría extenderse a otros ramos laborales, sino también porque era una posibilidad de aglutinar bajo su dirección a una gran cantidad de gremios, fundamentalmente aquellos que aún permanecían autónomos. El domingo 20 finalmente se sumaron al movimiento huelguista los estibadores y los tipógrafos, motivo por el cual no hubo prensa impresa el lunes 21, primer día de la huelga general. Ese mismo domingo tuvo lugar la asamblea general en la cual se agregó a los tres puntos de la asamblea del rodado, los siguientes dos:
En dicha asamblea se había conformado un Comité de Huelga bajo la dirección de la FOLR, que en su manifiesto informaba que “(...) el comité ya aprobó el movimiento, por lo tanto, queda al criterio de todos nosotros cumplirlo”.35 Se declaró la huelga por tiempo indeterminado, mientras continuaba la propia del gremio del rodado sin aparente solución, puesto que el municipio no intentó ningún arreglo. La única tentativa fue encarada por la Cámara Sindical de la Bolsa de Comercio de Rosario, que claramente tenía interés en destrabar el conflicto que afectaba a sus intereses patronales. Es importante resaltar que en la mayoría de los casos, las huelgas provenían del conflicto entre capital y trabajo, pero en esta oportunidad era diferente, el conflicto tenía lugar entre trabajo y autoridades, lo cual explica la voluntad de intermediación por parte de la patronal, que se veía envuelta en un conflicto que por primera vez le era ajeno.
A instancias del lunes 21, día en que inicia la huelga, la FOLR representaba los apoyos de los gremios de
(...) Artes Gráficas, Albañiles, Mecánicos, Fundidores, Cortadores de Carne, Matanceros, Faroleros, Lecheros, pastores, Conductores de Carruajes, Propietarios de Carruajes, Marmoleros, Repartidores de pan, Licoreros, Peones municipales, Conductores de coches particulares, Conductores de coches de cocherías y repartidores en general. Se sumaban también los gremios que componen la UGT y la FORA en Buenos Aires, la Federación Obrera Local de Santa Fe, Federación de Entre Ríos, Estibadores de Colastiné, incluso los de la Libre Trabajo, Puerto Borgui, San Martín, Gaboto, Canalets, San Nicolás de los Arroyos, Villa Constitución, Campana, Baradero, San Pedro y demás puertos de menor importancia, agregando a estos, según informaciones oficiales, las federaciones de San Fernando, La Plata, Bahía Blanca, Chacabuco, Córdoba y además en caso extremo, de Uruguay, Paraguay y Brasil.36
La huelga dejó a la ciudad en una parálisis total, donde prácticamente no hubo lugar ni para los rompehuelgas que solía facilitar la municipalidad y de la “(...) intitulada Sociedad del Libre Trabajo, que hace lo posible para hacer fracasar el movimiento, pero sus intentos fracasaron ante la dignidad de los obreros”.37 Conforme iba avanzando la huelga la ciudad iba siendo militarizada, tanto a pedido del municipio y la Bolsa de Comercio, como del Gobernador y el mismo Presidente.
El Municipio, periódico local dirigido por su dueño, el radical Deolindo Muñoz, afirmaba que semejante militarización sólo era explicable ante una tentativa de alzamiento militar, posibilidad que estaba siendo manejada por el Ministro de Guerra, Rosendo Fraga. En una interpretación diferente, La Protesta, diario anarquista y vehículo de expresión de la FOLR, afirmaba que las “hienas sangrientas quieren un baño de sangre”,38 lo que ponía al eje del problema en el plano del conflicto obrero desatado en Rosario. En el contexto de la huelga general, el Ministro de Guerra, con aprobación del Presidente, decretó la anulación del licenciamiento de los conscriptos de las clases 84 y 85, argumentando que la situación requiere mantener la mayor cantidad de efectivos militares disponibles, a los que se sumarían la nueva camada de la clase 86. Llegados a este punto, la huelga general en Rosario adquiere una nueva dimensión.
El día martes 22, la FOLR entabla comunicaciones con sus pares de la FORA, los cuales afirman estar a su entera disposición, respondiendo la federación Rosarina: “(…) Decrétese huelga general en toda la república. Camaradas: El triunfo depende de un breve lapso de tiempo, por lo tanto energías y decisión, que nuestra es la victoria. Firma: Comité de Huelga, Enero 22 de 1907”.39 Será la solicitud de la FOLR la que logrará que la FORA y la UGT entablen comunicaciones a los fines de declarar conjuntamente la huelga general nacional, generando un acercamiento entre ambas centrales sin precedente desde su división en 1902.
Al día siguiente, y después de haber recibido las garantías por parte del Jefe Político, los delegados del Comité de Huelga se reunieron con éste, donde le hacen llegar el pliego de condiciones, el cual es recibido sin dar lugar a discusiones. Al día siguiente, jueves 24, El Municipio afirmaba que el Jefe Político había renunciado, siendo reemplazado interinamente y a los efectos de resolver el conflicto, por su par de la ciudad de Santa Fe, Agenor Rodríguez. La renuncia del Jefe Político podría funcionar como “fusible”, según la opinión de Falcón (2005), para poder preservar así, en el juego político local, la figura del Intendente.
Los días 24 y 25 fueron fundamentales, ya que mientras en Buenos Aires las dos principales centrales obreras ultimaban detalles para llamar a la huelga solidaria por Rosario, en ésta tuvieron lugar multitudinarias asambleas que según informó La Capital, rondaban los siete mil huelguistas, un número que entienden indica por sí sola la dimensión de la huelga.40 El delegado de la FOLR y del gremio del Rodado, M. Rodríguez,41 fue quien dirigió las asambleas, conforme a lo votado el día 20. El debate discurrió por los artículos e incisos a eliminar de la ordenanza, pidiendo la palabra diversos delegados y generándose acalorados debates en torno a los pasos a seguir. Rodríguez, quien fuera la figura más destacada de la huelga, sería quien marque el ritmo de los debates y quien reciba también las acusaciones de autoritarismo por parte de varios delegados descontentos con su dirección y postura.
Un gremio ha sido puntualmente conflictivo para la FOLR, el de ebanistas, el cual se había enfrentado, a través de su delegado Romano, con Manuel Rodríguez durante las asambleas, trascendiendo a través el enviado del Partido Socialista,
(...) este Delegado, que aunque se llama [Mario] Bravo, es más manso que un cordero, y tan crápula como cobarde, hizo publicar en La Vanguardia unas notas donde decía que Rodríguez había puesto al pecho del delegado de evanistas (sic) un revólver.42
Independientemente de la anécdota, todo demuestra que la dirección de la FOLR estaba lejos se estar establecida, teniendo que revalidar su rol en cada asamblea, defendiendo sus posturas que no siempre eran las de los delegados presentes. En términos similares era el vínculo de Rodríguez con Narciso Jardón, destacado anarquista de la ciudad, con quien tuvo muchos altercados, profundizando así las tensiones y desencuentro con otros cuadros importantes del movimiento local.
Un ejemplo de esta actitud puede ser vista en el altercado con el delegado Comuzzi de Artes Gráficas, quien postulaba la moción de elegir delegados para entrevistarse con las autoridades, pero que Rodríguez negaba rotundamente. Otro representante del mismo gremio interviene contra Rodríguez, afirmando que veía
(...) con sentimientos que el comité de la huelga se vuelve autoritario. El compañero Comuzzi, al hacer moción que se nombre una delegación de la asamblea, cumple un acuerdo del gremio que representa, y aquí no debe primar la voluntad de un miembro del comité, que se inspira en intransigencias, sino la voluntad soberana de la asamblea.43
Dándole la razón a la acusación de autoritarismo, Rodríguez sentencia que no se votará esa moción, lo cual abre un escándalo. Finalmente se aceptó votar la moción y ésta triunfó, y esa noche una delegación visitó a las autoridades. Mientras tanto, en Buenos Aires, la UGT y la FORA declaraban conjuntamente la huelga general nacional por tiempo indeterminado para el 25 de enero, en solidaridad con los obreros rosarinos.
En Rosario la situación era tensa, ya que la ciudad estaba siendo militarizada al tiempo que las negociaciones no prosperaban. No obstante, la prensa local daba cuanta de la actitud obrera, sosteniendo que "(...) puede decirse, pues, que los huelguistas se han mantenido en una actitud tranquila, como cuadra cuando se tiene fe en la justicia de una causa".44
En la asamblea del día 25, que tuvo también lugar en el Teatro Politeama, los delegados que la noche anterior se entrevistaron con las autoridades comentaron la vergonzosa experiencia, donde fueron invitados a retirarse sin mediar palabra después de dejar el pliego de condiciones en la mesa del Intendente. Luego de disertaciones y debates, le acercaron a Manuel Rodríguez una carta de las autoridades, la cual leyó en voz alta para todos los asistentes. En la misma, el Intendente y el Jefe Político detallaban cada punto peticionado por los huelguistas y su respectiva respuesta, siendo en gran medida favorable a éstos.
Lejos de concitar entusiasmos, esta actitud generó sospechas, por lo que Rodríguez aseveraba que “(...) son todas promesas: el Intendente gestionará, el Intendente tratará, el Intendente procurará, el Intendente propondrá (...) que nos tomen para la farra”.45 Haciendo un resumen somero de la carta de las autoridades sostenía que en lo concreto sólo quitarán la impresión digital pero que todo el resto seguía básicamente igual. Afirmaba entonces que ningún obrero debería volver a la fábrica o el taller hasta que no sean respondidas satisfactoriamente todas sus demandas. La arenga subía tono cuando afirmaba que
(...) hay que ir a la huelga revolucionaria! Hemos sido prudentes, cuerdos y sensatos, y se nos despreció. ¡¿Seguiremos esclavos, deprimidos y humillados? Eso nunca! y es preciso hacer sentir nuestro poder y nuestra fuerza; y pues la huelga general en toda la república nos asegura un completo triunfo, demostraremos a los déspotas argentinos que este pueblo no es menos decidido y menos bravo que el de Rusia.46
Como puede verse, la huelga llega a un punto de no retorno, después del todo ya tenían al país paralizado, a los obreros de Brasil, Paraguay y Uruguay solidarizados, a las autoridades arrinconadas y al ejército sitiando la ciudad. Era el momento de pasar de la huelga general a la huelga revolucionaria, como sostuviera Eduardo Gilimón insistentemente desde La Protesta.47
Cuando la huelga llegaba a su cenit, y cuando parecía que había doblegado a las autoridades, ocurría lo más inesperado. El día 26 a las 4:30 pm seis delegados del gremio del rodado, dos por Carreros, dos por Cocheros de Plaza y dos por Cocheros Particulares, entre quienes estaba el emblemático Manuel Rodríguez, se reunieron con el Intendente en su despacho. En una breve reunión se selló el destino de la huelga, aceptando la propuesta municipal leída el día previo en la Asamblea General, esa misma que tan resistida y vilipendiada había sido. Se negoció la liberación de los presos durante la huelga, quienes efectivamente fueron liberados de inmediato con excepción de quienes estaban bajo la órbita de la justicia ordinaria. Como había quedado estipulado en la asamblea del día 20, ninguna decisión podría ser adoptada si no era refrendada en una asamblea general. A primera hora de la mañana siguiente, en asamblea general, los delegados del gremio del rodado comunicaron su decisión, la cual, si bien no era la mayoritaria, fue respetada, y se dio por finalizada una huelga nacional que tuvo aproximadamente 140.000 trabajadores en lucha. No obstante, para los socialistas la victoria en la huelga no había sido por la lucha y la huelga, con la cual, por cierto, estaban en desacuerdo. De esta forma, la huelga queda en un segundo plano, rescatándose como hito vencedor la negociación y la mesura. La reflexión que hace La Vanguardia es por demás interesante, puesto que afirma el innegable impacto que una huelga violenta tiene como factor sorpresa para la burguesía, pero que lejos de amedrentarla, ésta responde haciendo uso de las fuerzas represivas que el Estado le provee. Es por ello que entendían que la negociación y la política son los únicos ámbitos donde se puede incomodar a la burguesía y evitar un baño de sangre. El diario afirma que:
(...) Es, pues, la resolución gremial de hoy un triunfo innegable, una conquista más del proletariado, obtenida por una táctica netamente socialista, combatida como ineficaz por los mismo que hoy la adoptan, hecho que muy lejos de criticar, saludamos como iniciación acaso de una era de acercamiento en los medios de lucha para la conjunta acción reivindicadora de los oprimidos del taller, del puerto, de la mina y de la fábrica.48
En tanto, para los sindicalistas la huelga había sido casi una epopeya, la cual corroboraba sus tesis en torno a la eficacia de la acción directa. Sostenían, desde La Acción Socialista, que
¡El sagrado principio de legalidad y de autoridad, para cuyo sistema está erigido todo el sistema de coacción de los mecanismos estatales, ha sido quebrado por los mismos encargados de mantenerlo incólume, obligados por el esfuerzo heroico de una nueva potencia que va desarrollándose en el seno de la sociedad burguesa!49
Desde La Protesta, Eduardo Gilimón y Lorenzo Mario fueron quienes hicieron los balances de lo que entendían como un triunfo magnífico contra las autoridades, donde la clave había sido la solidaridad obrera. El día 28 afirmaban que
Los gremios en su mayoría al declarar la huelga general lo han hecho por tiempo indeterminado y abarcando a la vez dos puntos de vista distintos: el de la solidaridad con los obreros rosarinos, y el de protesta contra la policía por la prohibición del mitín en pro de Ferrer, Nakens y sus compañeros de causa.50
Capitalizando la victoria
Si enero fue un mes de luchas, febrero lo fue de alerta permanente. Después de todo, el fin de la huelga representaba una tregua, no el fin de ésta. La huelga se dio por finalizada el día 27 de enero, pero quedaron sin respuesta muchos pliegos de condiciones presentados por diversos gremios, lo que hizo que muchos de ellos en Buenos Aires, Santa Fe y otras localidades siguieran en huelga, sobre todo en oposición a los atropellos policiales que estaban generando una situación de estado de sitio encubierto, según afirmaban los obreros.
En Rosario todas las actividades volvieron a la normalidad, inclusive los estibadores del puerto, quienes presentaron un pliego que tampoco fue atendido. Este gremio decidió dar por finalizada la huelga a los fines de no poner en peligro la de los compañeros del rodado que recientemente había triunfado, afirmando que si para marzo no obtenían respuestas favorables a sus reclamos, volverían a la huelga. La misma había terminado y así lo expresaban desde las páginas de La Protesta:
(...) concertado el arreglo, la Federación rosarina ha dado por concluido el movimiento en aquella ciudad y da por nuestro intermedio su mayor agradecimiento a los trabajadores que en toda la República le han prestado ayuda moral y solidaridad. El movimiento obrero queda terminado en Rosario, pero siempre dispuestos los gremios a reanudarlo en Marzo si el concejo deliberante no sanciona el arreglo hecho entre el Intendente y dicha Federación.51
Mientras tanto, el Presidente Figueroa Alcorta, creía oportuno tomarse vacaciones ahora que había pasado lo peor, dejando el gobierno en manos del presidente del Senado, Benito Villanueva, lo cual generó amplias repercusiones y desconfianzas entre roquistas y coalicionistas en el gobierno, sumado a la confirmación del retorno de Roca al país. Esta situación delicada en el campo político, la crisis ministerial que sufría la gestión de Figueroa Alcorta y la desmedida militarización de la ciudad, fueron en buena medida el caldo de cultivo en el cual se alimentaban las sospechas e indisimuladas simpatías de Deolindo Muñoz, desde El Municipio, al fantasma de un posible golpe de Estado.
Al mismo tiempo, el sitio a la ciudad de Rosario había finalizado y debieron movilizarse las tropas a San Juan por un alzamiento que desplaza al gobernador Godoy y producía la intervención federal de la provincia. La tensión política corría el foco de atención que en enero estuvo sobre el movimiento obrero, abriendo el mes de febrero para reacomodos con miras a materializar la victoria de enero en el Congreso de Unificación de marzo.
Durante febrero salieron a la luz los diferentes diagnósticos que cada tendencia hacía con respecto a la huelga general recientemente finalizada. Independientemente de los obvios y esperables contrapuntos, todos están de acuerdo en que el movimiento obrero debe cosechar lo sembrado. En esa línea se expresa La Acción Socialista, diario de los sindicalistas, afirmando que
(...) la voluntad del pueblo fue reconocida. Él hizo valer sus derechos recurriendo a los medios que estaban a su alcance, logrando casi inmediatamente imponer sus reivindicaciones. Así gobierna el pueblo. Así gobernaron los 30.000 huelguistas del Rosario. Durante la huelga se constituyeron varios sindicatos y muchos de los existentes se robustecieron, hasta quintuplicar el número de adherentes.52
Lo cierto es que la FOLR logró que más gremios se sumaran a su federación, a la vez que muchos obreros se afiliaron a sus respectivos gremios, engrosando el movimiento obrero organizado. Desde el 11 de enero de 190753La Protesta incorporó en su columna de sociedades gremiales, una con los gremios pertenecientes a la FOLR, lo cual nos permite tomar dimensión de la misma. A inicios de año, y durante el mes enero, figuran adheridos a la federación rosarina los siguientes gremios: Obreros Sastres, Obreros Zapateros, Obreros Ladrilleros, Obreros Peones de Comercio, Obreros Estibadores Unidos y Afines, Obreros Pintores, Obreros Carpinteros, Obreros Empajadores, Obreros Panaderos, Marineros y Foguistas, Obreros Ebanistas, Conductores de Carros, Constructores de Carruajes, Obreros Tabaqueros y Obreros Loneros y Alfombrereros, sumando un total de quince gremios.
Durante el mes de febrero fueron muchos los gremios que estaban en crecimiento y otros agrupándose con el propósito de constituirse en federación del rubro. Durante este mes se sumaron progresivamente a la FOLR los siguientes gremios: Pavimentadores de calles, Obreros Yeseros, Obreros Vidrieros, Obreros Barraqueros, Obreros Peluqueros y Obreros Balanceros y Anexos, sumando junto con éstos veintiún gremios adheridos a la FOLR. Como puede notarse, el crecimiento logrado por la federación local, producto de su actividad en la huelga general de enero, fue de un 40%, un dato por demás destacable puesto que en la composición general de la FORA no se observan variaciones siquiera parecidas. Los balances de la FOLR del mes de enero arrojaron un enorme saldo negativo de $338.52 m/n, el cual da cuenta de los recursos volcados a la lucha durante la huelga, recurriendo al pedido solidario de otras localidades para poder afrontar los gastos que supuso, fundamentalmente, desde el Comité Pro Presos.54
Los ingresos del mes de enero, que solía ser un mes de mucho trabajo y alta conflictividad, fueron de $92.22 m/n, y los egresos de $430.52 m/n. Básicamente podemos ver que la huelga costó a la FOLR aproximadamente cinco veces sus ingresos mensuales, quedando en deuda principalmente con el Comité Pro Presos.55
A mitad de febrero se anunciaba en todos los diarios que deben apurarse los gremios que falten definir sus delegados para el Congreso de Fusión, por lo cual se insistía en la conformación de las respectivas asambleas gremiales para tratar el asunto. Por otra parte, la FOLR pedía a todos los gremios que estuvieran alertas ante la posibilidad de un llamado a la huelga general para inicio de marzo en apoyo a los obreros estibadores, que habían quedado pendientes de resolución por parte de las autoridades, así como otra posible huelga contra la municipalidad si no respetaba lo acordado en enero.
Iniciado marzo, la atención en la ciudad giró en torno al Concejo Deliberante. Finalmente se abrieron las sesiones ordinarias el primero del mes, no logrando conformar quórum para atender las órdenes del día. En una solicitada en El Municipio, Rodríguez sostenía:
A fin de que los trabajadores estén al corriente de todas las deliberaciones discutidas por el concejo deliberante, creemos necesario que los obreros en general, concurran a sus respectivas reuniones, para evitar que se tergiversen las informaciones al respecto; pues, muchas de las hojas diarias de esta ciudad, a fin de no perder las viejas costumbres, seguramente desvirtuaran todas aquellas informaciones que sean sancionadas en contra de los trabajadores. Es por esto, que conviene saber a ciencia cierta, todos los acuerdos tomados por ese concejo, para proceder en consecuencia.56
La sesión del día 6 tampoco lograron el quórum requerido, lo cual comenzó a generar tensiones y sospechas. Finalmente, hubo que esperar hasta la sesión del 12 de marzo, la cual pudo desarrollarse correctamente, informando El Municipio sobre la sesión que
(...) a las 5.30 pm se reunió ayer el concejo deliberante, bajo la presidencia interina del señor Copello, por ausencia del presidente efectivo señor Castagnino, y con asistencia de los concejales señores Lynch, Paz, Echeveste, Manin, Medina, Coussirat, Tiscornia y el intendente Vila.57
Finalmente, las reformas presentadas por el Intendente ante el Consejo Deliberante para que fueran debatidas58 fueron aprobadas a carpeta cerrada, siendo levantada la sesión apenas treinta minutos después de iniciada. Concretada en la vía legislativa la victoria de enero, se ponen las energías en la próximo Congreso de Fusión obrero. No obstante, las propuestas de incorporación de métodos de control policial siguieron su curso, siendo perfeccionados y llevados a cabo sobre la sociedad en general. La División de Investigaciones de Rosario comenzó un proceso de persecución e intervención de los gremios y de las asambleas obreras, deteniendo y obligando a los obreros a prontuariarse, fotografiarse y dejar registro de sus huellas dactilares. De esta forma, aquello que comenzó como una prueba y fracasó ante la lucha obrera, finalmente logró triunfar, haciendo que buena parte del movimiento obrero sufriera el embate de la represión policial y de aquellas técnicas tan resistidas.59
Congreso de Fusión
La expectativa era altísima desde que la UGT confirmó su asistencia al final de su Congreso en diciembre, siendo tema frecuente en todos los editoriales de la prensa obrera, que sólo se vio interrumpida por los sucesos huelguísticos de enero. Tal fue la expectativa que había por la unificación que el diario uruguayo La Linterna sostuvo en marzo que
(...) la Importancia del acto y la obra sublime que forzosamente ha de resultar del mismo, no es posible describirlas en este momento. En el número próximo daremos detalles de su resultado, haciendo por hoy fervientes votos para que la obra sea coronada por el éxito de acuerdo con los deseos de sus organizadores.60
Los intentos de fusión obrera no eran nuevos, de hecho fue la UGT61 la que en agosto de 1905 le propuso a través del Pacto de Solidaridad, la unificación obrera a la FORA, cuando ésta estaba por dar inicio a su V° Congreso. La FORA rechazó la propuesta ugetista en estos términos:
(...) El 5° Congreso reconoce inútil, ineficaz y contraproducente todo pacto solidario con la Unión General de Trabajadores y recomienda al Consejo Federal la edición de un folleto en el que se expliquen las causas de esta actitud del congreso y las razones que han primado en estas resoluciones (Bilsky, 1985: 214).
Un año después, en Rosario tuvo lugar el VI° Congreso de la FORA, en el cual destacaban hombres de la FOLR como Antonio Truyol y Manuel Rodríguez. En dicho Congreso se produjo un giro en la lógica de la FORA, que a moción de los obreros del zapato llamó a la formación de un Congreso de Unificación. El mismo fue aprobado por el Congreso forista y ratificado en diciembre en el cuarto y último congreso de la UGT. Todo parecía indicar que las aguas fluían en el mismo sentido, y más aún después de la huelga nacional conjuntamente dirigida en enero.
No obstante, las tensiones al interior del anarquismo entre fusionistas y antifusionistas, sumado a la fuerte propaganda intransigente de la nueva dirección de La Protesta representada por el emblemático Eduardo Gilimón, obturaron las chances de que dicho Congreso llegase a buen puerto.62 La UGT, entonces en manos de los sindicalistas revolucionarios, apostó fuerte por la unificación, no sólo en clave conviccional, que era uno de sus rasgos sino en clave estratégica, puesto que entendían que los anarquistas no eran buenos en el plano gremial, por lo cual rápidamente ellos podrían acceder al manejo de la entidad unificada que surgiera del Congreso de Fusión.
La FOLR, como vimos anteriormente, contaba con veintiún gremios afiliados al momento de dicho Congreso, no obstante viajaron a Buenos Aires tan sólo once,63 de los cuales diez tuvieron participación efectiva, no habiendo tomado parte de ninguna sesión el gremio de los tabaqueros. De sus diez gremios sólo seis subscribieron a las mociones y asuntos generales a debatir. Los carpinteros apoyaron las siguientes:64 5) ¿Es útil la política para la clase trabajadora?; 16). Necesidad de combatir al clero por ser contrario al despertar y libertad de los pueblos; 26). Jornada de 6 horas: ¿Debe recurrirse a una huelga general en toda la república para implantarla?
Por su parte, los pintores apoyaron: 1). Que la fusión se haga tomando por base el programa y método de la FORA; 13). Necesidad de crear ligas de inquilinos en toda la república como medio de combatir la propiedad privada. Los estibadores propusieron: 14). Propender por todos los medios a la formación de federaciones de oficio; 15). Necesidad de crear un comité de propaganda en Buenos Aires, Rosario y otras localidades del interior, a fin de dar continuas jiras (sic) de propaganda y para evitar que en caso de huelga puedan traer obreros que traicionen los movimientos proletarios. Finalmente, los ladrilleros y anexos se limitaron a apoyar la moción número uno.
El Congreso fue un caos desde el inicio, el cual se consumió las dos primeras jornadas en acalorados debates en torno a la aceptación o rechazo de las credenciales de los delegados. Dicha tarea estuvo a cargo de Piot (sindicalista), Tortorelli (sindicalista), Recabarren (socialista), Biondi (anarquista) y Coch (anarquista) (Belkin, 2018). Rodríguez, figura destacada y fuerte en las jornadas de enero en Rosario, fue víctima de la misma, afirmándose que siendo dicho delegado dueño de uno y dos carros no puede ser delegado obrero legítimo, puesto que es en parte patrón. A su vez, Rodríguez asistía como delegado de una Federación en trámites de formación, que a la fecha del Congreso no estaba constituida, lo cual complicaba aún más su situación.
Se le pide explicación a Rodríguez para saber si su gremio pertenecía a la FOLR y éste afirma, pero el delegado de los Ebanistas de Rosario, Romano, sostenía que no era verdad, que no estaban organizados en ese gremio. Varios delegados rosarinos sostuvieron que dicha Federación del Rodado no existía, inclusive el delegado de los conductores de carros lo confirmaba. El escándalo fue tal que Rodríguez invitó a otros delegados a pelear, generando un escándalo y la ira del secretario de la FOLR, quien afirmó “(...) que la Federación ha cometido un error al aceptarla [la credencial], y si lo aceptara a su vez, el Congreso, lo cometería mayor", acto seguido
(...) Rodríguez declara que en realidad no existe la Federación de Rodados. Está en gestión de formación. Gastiñeyra, delegado de los conductores de vehículos, agrega que después de todo no queda más que aprobar la credencial porque no todos los trabajadores hacen tanto por la emancipación como los propietarios de 1 y 2 coches (silbidos en la sala).65
Finalmente se sometió a votación su credencial y resultó rechazada. Terminados los debates en torno a las credenciales, en el tercer día del Congreso se dio paso a la orden del día. Las sesiones abrieron con 87 delegados sobre una base de 198.66 Los sindicalistas propusieron una “declaración preliminar” por la cual debía votarse antes que nada si se estaba a favor o en contra de la unificación de las centrales obreras, pero los anarquistas sostenían que primero debía discutirse las bases sobre las cuales se crearía dicha central. Finalmente, la propuesta sindicalista fracasó por 71 votos en contra, 32 a favor y 3 abstenciones.
Entre los rosarinos que se opusieron a la moción sindicalista estaban los carpinteros, junto con la Liga Obrera Naval Argentina (LONA) que no estaba adherida a la FOLR. Fueron sólo los ebanistas67 quienes apoyaron la propuesta de unificar primero y discutir después. La Vanguardia, órgano del Partido Socialista Argentino, cubrió aquella decisión de los ebanistas, informando que
(…) El delegado de los ebanistas del Rosario, dice que todas las declaraciones de los anarquistas y socialistas están por debajo de las conveniencias del proletariado argentino. Entiende que debe estarse por encima de todos los convencionalismos. Queremos, continúa, que se vote primero la fusión, porque es necesaria. La fusión no es de anarquistas y socialistas, sino de obreros y obreros. Está de acuerdo con lo manifestado por Tortorelli.68
Acto seguido se mocionó, a pedido de los anarquistas, que se aceptase el Pacto de Solidaridad de la FORA como declaración de la nueva central, la cual fue aprobada por unanimidad inclusive por los sindicalistas, quienes sólo pidieron enmiendas de detalle, pero como afirma Belkin (2012: 16), en medio de semejante puja política, difícilmente las enmiendas puedan considerarse accesorias o “de detalle”.
Jacinto Oddone, que era miembro del Partido Socialista y un consabido opositor a la corriente sindicalista, propuso una enmienda que fue apoyada por éstos y naturalmente rechazada por los anarquistas. La misma proponía declarar que la lucha obrera se inscribía en una lucha de clases y que por ende la nueva central debería tener mayor libertad ideológica. En contraposición, Francisco Jaquet, anarquista, mocionó porque se aprobase el comunismo anárquico como filosofía de la nueva central, básicamente confirmando lo aprobado por la FORA en su quinto congreso.
Ambas mociones se sometieron a votación, con un día de diferencia, triunfando ampliamente la propuesta anarquista el segundo día, a la cual se abstuvieron el grueso de los sindicalistas, así como los ebanistas de Rosario, siendo los únicos que no votan afirmativamente por parte de la FOLR. Fue esta votación la que clausuró las posibilidades de fusión obrera, fracturándose el Congreso y retirándose del mismo todos los delegados opositores al comunismo anárquico.
Pasaron pocos días desde el fin del frustrado Congreso hasta que cada corriente hizo sus diagnósticos y apelaciones. Lo concreto es que no fueron pocos los gremios que se manifestaron en abierta oposición a la actitud de sus delegados, los cuales votaron por el comunismo anárquico inclusive cuando sus propios gremios no profesaran dicha filosofía. El mencionado diario uruguayo, La Linterna, que con tanta expectativa cerraba su edición de marzo, en abril hacía un furibundo descargo acusando a los intransigentes anarquistas que "(...) sacrifican los genuinos intereses de una gran mayoría de trabajadores, que alejados por la ignorancia, de uno y otro campo, piensan cándidamente ir mejorando paulatinamente su aflitiva (sic) situación de asalariados".69
El Municipio, por su parte, reproducía una noticia de La Vanguardia que decía que,
(...) la sociedad Unión obreros vidrieros, reunida en asamblea general, tomó en consideración el informe del delegado al congreso de unificación, quien votó por el comunismo anárquico. Después de ventilado el punto, la asamblea censuró la conducta de su representante y resolvió continuar adherida a la Unión General de Trabajadores.70
En la misma línea afirmaban que:
(...) los obreros Carpinteros de la Ribera votaron por salir de la FORA en oposición a su postura en el congreso y sobre el punto del comunismo anárquico, y que los sombrereros se manifestaron en oposición al comunismo anárquico, pero mantienen la adhesión.71
Siguiendo con el relevo gremial, informaban que la sociedad de resistencia Obreros colchoneros se oponía al comunismo anárquico por impracticable y perjudicial para la armonía proletaria. Se oponían también a los delegados por su conducta sectaria. Los empleados de tranvías, por su parte, ratificaban su oposición al comunismo anárquico sostenido por su delegado, aprobando su conducta. Los cortadores de calzado se oponían a la resolución del congreso y criticaban a sus delegados por aceptar las credenciales de delegados que eran patrones. La Sociedad de Pintores desaprobaba la actitud de sus delegados. Como puede verse, nadie logró salir inconmovible por los resultados del Congreso, el cual generó críticas a la altura de las expectativas que había concitado.
Sin lugar a duda, la FORA sintió el impacto de la fractura al interior de sus filas. Si bien los factores que determinaron la posibilidad de asistencia de los delegados a los congresos son varios, el número de asistentes es sintomático para pensar el estado de la central obrera. En su VI° Congreso de septiembre de 1906 en Rosario reunió un total de 61 gremios72 de todo el país,73 poco más de un año después, el VII° Congreso en La Plata reunió 31 gremios en total, prácticamente la mitad (Marotta, 1975: 360). Por su parte, la UGT también sufrió un progresivo retroceso en su capacidad de convocatoria,74 llegando a autodisolverse en 1909 para conformar una nueva organización, la Confederación Obrera Regional Argentina (CORA).75
La FOLR que si bien tuvo una representación escasa en aquellas jornadas, fue víctima del impacto también. Como ya informamos, en enero tenía quince gremios adheridos y en marzo ascendería a veintiuno, gracias a la exitosa dirección que hizo de la huelga general. En abril, cuando el Congreso fue quedando atrás, la columna de La Protesta donde daba cuenta de los gremios que componen la FOLR muestra una merma, habiéndose desafiliado los gremios de Obreros Sastres, Marineros y Foguistas y Obreros Loneros y Alfombrereros.76 No se dispone de mayores precisiones al respecto, pero independientemente de la cantidad de gremios que logró retener, es evidente que no pudo expandirse como lo hiciera luego de la huelga de enero.
Este ciclo se cierra con el meeting por el primero de mayo, en el mismo Teatro Politeama, con una convocatoria nada despreciable pero incomparable con las abarrotadas asambleas de enero con miles de trabajadores. El Municipio afirma que "(...) cerró los discursos el popular propagandista Rodríguez, recomendando la unión, atacando al socialismo y haciendo hirientes alusiones al congreso de unificación, en el que, según el orador, se dibujaron tendencias opresoras y de funesta absorción".77 En aquel meeting disertaron Rodríguez, Truyol y la gran propagandista Virginia Bolten, entre otros.
Conclusiones
Como pudo observarse durante el presente trabajo, la realidad obrera y gremial de aquel agitado trimestre fue por demás intensa y decisiva. No es parte de este texto ahondar por fuera de los marcos temporales indicados, pero cabe destacar que hacia fines de aquel año es cuando los efectos de ese verano se hicieron más evidentes, especialmente en el marco de las huelgas de inquilinos, tanto en Buenos Aires como en Rosario, así como en el frustrado llamado a una nueva huelga general para diciembre, pero también en las bajas cifras de concurrentes al VII Congreso de la FORA. Si el primer trimestre fue de inmensa actividad y varias conquistas, el último del año fue su anatema, puesto que las huelgas de inquilinos perdieron fuerza al punto de terminar, en la práctica, volviendo al estado previo al reclamo. En el caso de la FOLR, que a diferencia de Buenos Aires, dirigió la huelga de inquilinos local, no logró sostener la actividad de las bases obreras como era esperado.
Pero si en Rosario había nacido una huelga de dimensiones nacionales que logró vencer a las autoridades, ¿cómo se explica que su principal central obrera no lograra capitalizar efectivamente aquellos logros? Como pudimos ver, es necesario pensar aquella huelga en el marco de una temporalidad mayor, que la vinculada directamente con el Congreso de Unificación de marzo. De esta forma, sin caer en una lectura teleológica, la huelga de enero en sí misma importaba un peso singular de cara a dicho Congreso, en la medida en que, durante los hechos de enero, las tres principales tendencias al interior del movimiento obrero, se disputaron los sentidos de la misma, así como también la utilizaron como medio de comprobación de sus hipótesis.
Rosario, o mejor dicho la FOLR, no estuvieron ajenas a dicho contexto, sufriendo el embate de las luchas internas, las cuales alcanzaron su máximo durante las asambleas obreras. Aquellas tensiones derivaron en rupturas las cuales resultó virtualmente imposible curar. De esta forma, la FOLR y el movimiento obrero rosarino, cerraron un ciclo de intensa actividad huelguística que comenzó con el inicio del siglo y encontró en la huelga de enero su punto de llegada y cierra de una etapa. Es por ello que creemos comprobada nuestra hipótesis de que fue el trimestre en su conjunto el que permite comprender el ciclo de debilitamiento sufrido por la FOLR y no sólo la huelga de enero, ya que de lo contrario ésta no se haría inteligible atendiendo a sus singulares condiciones de éxito. De esta forma, quedó demostrada cómo y por qué la FOLR consigue una capitalización relativa de aquella victoria de enero, puesto que la ampliación de gremios adheridos no consiguió, empero, solidificar las bases de la central, las cuales se erosionaron al tiempo que crecía en miembros.
Como una espada de Damocles que pendía sobre el movimiento obrero, el Congreso de Fusión, llamado a unificar y canalizar un trimestre exitoso en luchas y conquistas, terminó por fracturar al movimiento y poner en evidencia sus debilidades. El año 1907, estuvo caracterizado por una amplia conflictividad obrera inversamente proporcional a la capacidad organizativa de ésta, siendo para la FOLR el punto de llegada de un largo ciclo de luchas que comienzan en 1901 y termina en este Congreso.
Finalmente, al calor del debilitamiento interno de la FOLR, crece en cantidad y calidad la capacidad de intervención de la policía de Investigaciones de Rosario, la cual comienza a perseguir a delegados gremiales, oradores y propagandistas, a intervenir reuniones y gremios, a encarcelar y deportar cuadros políticos del anarquismo. De esta forma, la capacidad de la FOLR por sostener y reagrupar las bases resultó cada vez más exigua, teniendo cada vez menor margen de maniobra y lucha. Es por ello que entendemos que la fractura interna del anarquismo, sumado al aumento de la represión policial, son hechos claves para comprender el derrotero del movimiento obrero rosarino de aquel significativo año. Los años que siguieron fueron de muy escasa capacidad de lucha y organización, sumergiendo al movimiento obrero rosarino en un proceso de atomización que tardó alrededor de un lustro en superar.
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Notas