Artículos. Sección especial

Los recorridos de la historiografía económica argentina a través de cuatro décadas de Jornadas de Historia Económica

The Journeys of Argentine Economic Historiography through Four Decades of Economic History Meetings

Andrés M. Regalsky
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina
Universidad Nacional de Luján, Argentina
Universidad Nacional de Tres de Febrero, Argentina

Los recorridos de la historiografía económica argentina a través de cuatro décadas de Jornadas de Historia Económica

Prohistoria, núm. 37, 1-34, 2022

Prohistoria Ediciones

Recepción: 16 Diciembre 2021

Aprobación: 15 Febrero 2022

Publicación: 25 Febrero 2022

Resumen: En este trabajo se busca trazar un recorrido por la historiografía económica argentina de los últimos años a través de un mirador particular, las Jornadas de Historia Económica organizadas desde hace cuatro décadas por la Asociación Argentina de Historia Económica (AAHE), y el análisis de su producción más reciente, inscripto en las tendencias de más largo plazo que se pueden bucear en esa trayectoria. Al margen de los vaivenes registrados en la concurrencia, uno de los aspectos más notorios ha sido sin duda la consolidación de un campo de investigaciones abarcativo de muy diversas líneas, y que en la interacción de la historia con otras ciencias sociales ha permitido enriquecer un camino común que se continúa recorriendo.

Palabras clave: Historiografía, Historia Económica, Jornadas, Tendencias, Asociación Argentina de Historia Económica.

Abstract: In this paper we essay to chart a course of economic historiography over the last years through a very special viewpoint, the economic history conferences organized by the Argentina Economic History Association (AAHE), and to analyze the latest production and the long run trends. The consolidation of a very broad field of research, with a very wide range of lines of work and approaches, and the interaction between history and other social sciences, are some of the most relevant results.

Keywords: Historiography, Economic History, Conferences, Trends, Argentine Economic History Association.

Abstract: In this paper we essay to chart a course of economic historiography over the last years through a very special viewpoint, the economic history conferences organized by the Argentina Economic History Association (AAHE), and to analyze the latest production and the long run trends. The consolidation of a very broad field of research, with a very wide range of lines of work and approaches, and the interaction between history and other social sciences, are some of the most relevant results.

Keywords: Historiography, Economic History, Conferences, Trends, Argentine Economic History Association.

En este trabajo se busca trazar un recorrido por la historiografía económica argentina de los últimos años a través de un mirador particular, las Jornadas de Historia Económica organizadas desde hace cuatro décadas por la Asociación Argentina de Historia Económica (hoy redefinida, después de la última reforma estatutaria, como Asociación Civil Argentina de Historia Económica). Nuestro objetivo es analizar la producción presentada en dichas reuniones durante ese prolongado período, a fin de bucear en las tendencias de largo plazo así como en las orientaciones más recientes de la historiografía, en el entendimiento que el corpus de ponencias presentadas de manera espontanea en esas reuniones abiertas constituye un registro representativo de las temáticas que han atraído la atención de la comunidad académica. Se trata por cierto de un acervo de condiciones únicas en la historiografía económica argentina, por su magnitud, continuidad, extensión temporal y la homogeneidad del material involucrado.[1] Una primera versión de este trabajo fue presentada en las jornadas “La historiografía argentina: recorridos, logros y desafíos” organizadas por ASAIH en abril de 2021.[2]

Los primeros antecedentes

La historia económica como campo de especialidad dentro de la historia aparece tempranamente en el siglo XX, notablemente con los trabajos de Juan Álvarez (1914 y 1929), y convergentemente, de Ricardo Levene (1927), ambos en el ámbito de la Junta de Historia y Numismática que luego devendría en la Academia Nacional de la Historia. Desde otra perspectiva, que podría denominarse de sociología histórica, José Ingenieros (1918) también hacía sus incursiones en el área. En varios de estos textos estaba latente la expectativa de encontrar las claves económicas de algunos dilemas que atravesaban la historia social y política de la joven república. Por la misma época algunos jóvenes y eminentes economistas hacían pioneras incursiones en este territorio: John Williams (1920), y muy poco después, Raúl Prebisch (1921-22). En estos casos subyacía una tensión, en cuanto a considerar a la teoría económica como una herramienta para hacer más inteligible el análisis histórico, o a la historia económica como una herramienta para poner a prueba las teorías vigentes y discutir las políticas económicas acordes.

En los años cincuenta nuevos aportes insuflaron impulso a la historia económica como portadora de explicaciones válidas para entender el sustrato de la evolución social y política, y las tareas que tenía por delante la sociedad. Varias de ellas procedían de ingenieros y agrónomos con versación en diversas ramas afines, como Ortiz (1955) y Giberti (1954). Los textos previos de Dorfman (1942 a y b) sobre la industria iban en la misma cuerda. Todos ellos, profesionales con una sensibilidad social y una formación ideológica que se reivindicaba como parte de la tradición del materialismo histórico (Korol y Sábato 1997; Regalsky 2010-2011).

Sin embargo, iba a ser después de 1955, en la resurgida Universidad reformista, donde germinarían los brotes de lo que se constituirá como la nueva historia económica y social, resultado de la confluencia de una nueva juventud con inquietudes sociales e intelectuales, y algunas personalidades que toman relevancia después de un cono de sombra en los años previos. Figuras como Gino Germani, José Luis Romero y Sergio Bagú en Buenos Aires, Halperín Donghi en Rosario, Garzón Maceda en Córdoba, William Bliss en Tucumán, aglutinan estudiantes y graduados que constituirán una brillante generación de investigadores: Ezequiel Gallo, Roberto Cortes Conde, José Carlos Chiaramonte, Haydée Gorostegui, Ernesto Laclau, Aníbal Arcondo, Nicolás Sánchez Albornoz, entre otros.

Todos ellos se pensaban ante todo como parte de las nuevas ciencias sociales y se volcarían a la historia económica y social como una herramienta de renovación del conocimiento que, en línea con lo que propugnaba Annales desde Francia, buscaba superar la historia de los acontecimientos preponderante en la tradición académica. El surgimiento de nuevas carreras como las de economía y sociología, generaba también una corriente de investigaciones convergentes, preocupadas por rastrear los problemas del desarrollo y la modernización en clave histórica (Neiburg y Plotkin, 2004). Algunas instituciones privadas como el Instituto de Desarrollo Económico y Social, creado en 1960, y los centros de investigaciones económicas y sociales del Instituto Torcuato Di Tella, instalados poco después, con figuras como Murmis y Cornblit, jugaron también un papel central (Cantón 2005; King, 1985).Esta última institución albergó después de la intervención de las Universidades en 1966 a una nueva camada de investigadores, entre ellos Leandro Gutiérrez, Luis A.Romero, José L. Moreno, así como Juan C. Torre y Juan C. Portantiero, que daban por entonces sus primeros pasos.[3]

Ese fue el contexto en el que se efectuaron las primeras reuniones de lo que se dio en llamar “Jornadas de Historia Económica y Social”, que con participantes de universidades y centros de investigación de Córdoba, Mendoza, Rosario y Buenos Aires, completaron cuatro ediciones entre 1963 y 1971 de las que apenas quedan rastros.[4] También hubo en 1964 una reunión de “Historia y economía argentina”, desarrollada por tramos en Buenos Aires y en Rosario, y presidida por Aldo Ferrer y Halperín Donghi, con participación destacada de historiadores, economistas y sociólogos, dentro de esta búsqueda de nuevos rumbos que le daba a la interdisciplinariedad su sentido.[5]

Las Jornadas de Historia Económica como ámbito de desarrollo de la historiografía económica argentina

Las primeras Jornadas y la formación de la Asociación Argentina de Historia Económica

En 1979 se congregó en Tucumán un grupo de estudiosos (uno de los cuales, Cortés Conde, había sido participe de aquellas primeras experiencias),[6] en las “Primeras Jornadas de Historia por Centros de investigación de nivel universitario”, que en 1980 y 1981 fueron continuadas con la denominación de Segundas y Terceras “Jornadas de Historia Económica Argentina”, realizadas sucesivamente en Buenos Aires y en Neuquén. Para la organización de esta última se instituyó un “comité académico permanente”, constituido por Cortés Conde, Cáceres Cano, Carlos Carballo y Eduardo Zalduendo, con Enrique Barba como miembro honorario, y Samuel Amaral, Oscar Binello y Eduardo Míguez a cargo de la secretaría ejecutiva. En noviembre de 1981, luego de ese último evento, tuvo lugar la constitución de la actual Asociación Argentina de Historia Económica, con esos integrantes, a los que se sumaban Susana Bandieri y Carlos Segreti.[7]

Es en este período que toma cuerpo una profesionalización y rutinización en las prácticas de lo que pasa a constituirse en una especialidad, con pretensiones de ejemplaridad –pero ya no de regeneración– hacia el conjunto de la disciplina histórica, y en la frontera con las otras disciplinas afines como economía y sociología. Las Jornadas de Historia Económica, así denominadas, a secas, siguieron realizándose con una frecuencia anual a todo lo largo de la década de 1980. En la primera mitad del decenio fue notable el aumento del número de ponencias: 15 en 1980, 22 en 1981, 36 en 1982, 43 en 1984, 69 en 1985, para estabilizarse en torno a esa cifra hasta comienzos de los noventa (ver el gráfico 1). Dicho crecimiento se dio en un contexto marcado primero por el relativo deshielo de un campo intelectual que había quedado asfixiado (y dispersado) por la atmósfera represiva generada en 1976, lo que posibilitó el retorno de algunas figuras alejadas de la Argentina,[8] y luego, a partir de 1984, por la reorganización de la vida universitaria en línea con la restauración democrática.

Una característica notable fue el carácter federal que tuvieron desde su comienzo estas jornadas. En 1980, junto a participantes de instituciones académicas de la urbe porteña lo hacían miembros de las universidades nacionales de La Plata, Tucumán y Comahue, a los que se sumaban al año siguiente otros procedentes de Córdoba, Rosario, La Pampa. El peso de estas últimas aumentó fuertemente tras la restauración democrática, y ya en las VII Jornadas de 1985 devino claramente mayoritaria, con un total de 16 universidades nacionales representativas de la geografía de todo el país. En las décadas del ochenta y noventa esta presencia seguiría incrementándose hasta superar la treintena de universidades nacionales, número que se mantendría estable en los años posteriores.[9]

Los años 90, una década de expansión

Fue en la década de 1990 cuando estas reuniones alcanzaron sus mayores niveles de masividad. Un primer salto se verificó en 1992 en las XIII Jornadas al recibirse 128 ponencias, número que volvió a subir en 1994, cuando se superaron las 150 ponencias. Al mismo tiempo, tomaba forma la organización de simposios en lugar de una estructura simple de 4 o 5 mesas generales que había predominado hasta entonces. Por otra parte, se pasaba a una frecuencia de reuniones bi-anuales, que buscaba alternar su desarrollo con las Jornadas Interescuelas, iniciadas en 1988, donde también se presentaban simposios de historia económica, y que al mismo tiempo facilitaron este crecimiento.[10]

El aumento en la asistencia a las Jornadas, en su formato de simposios, registró su punto culminante en 1998 y 2000, cuando se recibieron 278 y 368 trabajos, de los que 59 y 85, respectivamente (más del 20%), fueron presentados por colegas del exterior. En mayor medida aun aumentó el número de simposios, que pasaron de 11a 35, al tiempo se admitían ponencias en sesiones abiertas, pronto denominadas mesas generales.

Evolución del número de ponencias presentadas en las Jornadas de Historia Económica 1980-2021
Grafico 1
Evolución del número de ponencias presentadas en las Jornadas de Historia Económica 1980-2021
Elaboración propia a partir de las Actas y Programas de las Jornadas

Fuente: Elaboración propia a partir de las Actas y Programas de las Jornadas

Exceptuando las Jornadas de 1985, en que dichas mesas tuvieron un criterio cronológico (Colonial, siglo XIX, siglo XX, a las que se sumaba otra sobre movimientos sociales[11] que luego no se volvió a incluir), el ordenamiento que se empezó a utilizar a fines de los 80´s apelaba a un criterio temático: historia rural, demografía e inmigración, mercado interno (o bien comercio e industria) y finanzas. En 1992 se organizaron 11 simposios y una sección de sesiones generales, con 30 ponencias. Entre los simposios los había de historia agraria, historia industrial y de empresas, circuitos mercantiles, inmigración, economías regionales, relaciones internacionales y mujer y trabajo, además de otra sobre el estado colonial y las relaciones sociales de producción.

En 1994 se sumaron dos simposios que salían de la tónica centrada hasta entonces en la historia argentina: uno dedicado a burguesías latinoamericanas, aunque con una amplia participación local, y otro a cuestiones de historia económica y social europea. Al mismo tiempo se abrían dos “sesiones generales” sobre migraciones y sobre historia colonial. Si a esta última se le suma un simposio sobre historia rural colonial, resultaban 25 ponencias sobre ese período histórico, casi un 17% del total de ponencias, un guarismo que no se volvería a registrar. También se replicaban dos simposios sobre trabajadores.

En 1996 el número de simposios se aumentó a 16 y también se multiplicaron las ahora denominadas “mesas generales” que ascendieron a 7. Los problemas del agro, la historia colonial y el mundo del trabajo eran abordados tanto en los simposios como en estas mesas. La historia económica y social europea, que antes había sido abordada en un simposio, ahora era tópico de una mesa general. Había además tres simposios centrados en otros países: la guerra del Pacífico, la minería en México y el mundo andino, y el crecimiento mexicano en el largo plazo, y otros dos que abordaban comparativamente Argentina y Brasil. La participación de colegas de Brasil y México sería creciente a lo largo de toda la década, así como en menor medida, de España y otros países latinoamericanos. En 1998 llegó a haber dos simposios con participantes exclusivamente del primer país. En 2000 se llegó a un máximo de 35 simposios y 11 mesas generales.

La primera década del siglo XXI: descenso y recuperación

Fue en 2002 cuando este formato fue modificado radicalmente, para volver a la estructura de mesas generales que había predominado inicialmente, y que rige hasta la actualidad. En esa ocasión se organizaron 11mesas, la misma cantidad (aunque no los mismos temas) que en las Jornadas de 2000, pero sin los simposios que en alto número las habían integrado. Con este cambio se apuntaba a revertir el proceso de fragmentación excesiva que había llevado a una multiplicidad de sesiones sobre las mismas temáticas, casi sin interacción. También se buscaba una diferenciación con la estructura de las Jornadas Interescuelas, cuyo alto número de simposios era uno de sus rasgos salientes.

El cambio más fuerte, sin embargo, se advirtió en el nivel de concurrencia, que bajó a 117 ponencias, una cifra inferior a la de 10 años atrás, en un impactante paralelismo con la parábola de la economía argentina. Sin duda, la crisis desatada a fines del año anterior, por el deterioro generalizado en el nivel de ingresos y las restricciones presupuestarias a las universidades, fue un factor de primer orden. Pero también debe recordarse que se realizó apenas dos meses después de celebrado en Buenos Aires el XIII Congreso Internacional de Historia Económica, el primero de su género en América Latina. De hecho la participación extranjera en estas jornadas nacionales (9 ponencias, el 7.7% del total) fue también la más baja entonces registrada (ver cuadro1).

A partir de 2004, y a tono con el clima de reactivación económica imperante, hubo una muy fuerte recuperación en términos de masividad de las Jornadas, que ese año sumaron 243 ponencias, y también de la participación extranjera, que con 55 trabajos se volvió a ubicar en los niveles porcentuales de 1998 y 2000.La progresión continuó en 2006, cuando se llegó a las 271 ponencias, y casi un 25% de participación externa (66 trabajos), una proporción superior aun a la de los guarismos máximos del ciclo anterior. Entonces daría comienzo a una cierta reversión, dado que el número total en las dos siguientes jornadas (2008 y 2010) se ubicó en 270 y 228, y la participación externa descendió ese último año a 27 ponencias. Inversamente, el número de trabajos de autores locales se sostuvo, y llegó a su máximo en 2008, con 215.

En verdad, el descenso de la participación externa en 2008 y 2010 podía también relacionarse con otro hecho: la realización de los primeros Congresos Latinoamericanos de Historia Económica, una iniciativa conjunta de la Asociación Argentina con las otras tres organizaciones entonces existentes, las de México, Brasil, Uruguay, a las que pronto se sumarían las de Chile y Colombia. Las dos primeras reuniones tuvieron lugar en Montevideo y México, en 2007 y 2010, y la tercera sería realizada en Bariloche en 2012, junto con las XXIII Jornadas argentinas. Podría decirse entonces, que los elevados valores hasta entrada la primera década del siglo XXI reflejaban el lugar de referencia que ocupaba la Argentina y su Asociación en el ámbito de la historia económica iberoamericana, que convertía a esas reuniones en un punto de encuentro insoslayable para los investigadores de la región.

Es de destacar que en esta etapa, a la par del desarrollo de las Jornadas, la AAHE comenzaría una activa política de publicaciones, hasta entonces ausente. Por un lado, la de los trabajos presentados en eventos especiales de la Asociación, que fueron compilados en otros tantos libros. Fue el caso del coloquio La Historia Económica Hoy: Balances y Perspectivas, celebrado en 2005 (Gelman, 2006), la mesa especial “Aspectos económicos y sociales de los procesos de independencia americana”, realizada en el marco de las XXI Jornadas de Historia Económica de 2008 (Bandieri, 2010) y, ya fuera de este período, la I Reunión Tendencias y Debates en Historia Económica Argentina, en 2015 (Banzato, Blanco y Perren, 2018). Por el otro lado, la de las tesis doctorales en historia económica argentina, ganadoras del concurso bianual que la Asociación convocó a partir de 2006, y del que se han publicado ya 7 libros (Tell, Castellani, D’Agostino, Moyano, Martirén, Wasserman y Martocci).

La segunda década: consolidación y reajustes

La segunda década del siglo XXI presentaría rasgos contradictorios. Por un lado marcó, con la reunión de Bariloche 2012, el nivel máximo de participación nacional y extranjera después de 2000. Dado que las Jornadas se desarrollaron conjuntamente con el III Congreso Latinoamericano de Historia Económica, y debido al compromiso con las organizaciones hermanas, que habían adoptado para sus congresos el formato de simposios, se decidió adoptar una estructura mixta, manteniendo las mesas generales, que ese año fueron 15, y sumando a ellas los 24 simposios que se aprobaron. Mientras el número de ponencias de extranjeros en las mesas generales se disparó a 75, lo que representaba casi un 35% del total, al sumarse los simposios la cifra alcanzaba nada menos que a 285, y era claramente mayoritaria respecto a las locales. Respecto del número de ponencias argentinas, en las mesas generales bajaba fuertemente (un 32%), pero al sumarse los simposios se alcanzaba la cifra máxima del período, 226 (la segunda histórica, detrás de la de 2000).

Las tres siguientes jornadas realizadas luego de ese evento internacional, marcaron un fuerte descenso respecto de las de 2012 y aun las anteriores: 161 ponencias en 2014, 149 en 2016, y 142 en 2018. Por otra parte, la reducción en la participación externa, perceptible en 2010, tomó más fuerza y se pasó a un 8% en 2014-16 y a un 7% en 2018. En cuanto a las ponencias locales, 149, 135 y 132 en las tres sucesivas jornadas, mostraron una estabilización en un número mucho más bajo que el de 2006 y 2010 (cuando estuvieron por encima de las 200), que se acercaba a las cifras mínimas de 2002 (108), cuando se adoptó este formato para las Jornadas. Esta tendencia contractiva puede matizarse un poco si se considera que en esos años se efectuaron otras actividades complementarias, la I y IIReunión Tendencias y Debates en Historia Económica Argentina, en 2015 y 2017. La primera, que desembocó en la publicación de un libro citado más arriba, se convocó sobre el tema “Expansión de la frontera productiva y estructura agraria, siglos XIX-XXI”, y contó con 19 presentaciones referidas a la problemática en diversas regiones. La segunda tuvo como tema convocante “Coyunturas de crisis económica desde la perspectiva regional-provincial en la Argentina de los siglos XIX a XXI”, y contó con 18 presentaciones. Si bien no devino en una publicación oficial de la AAHE sus trabajos fueron incluidos en tres dossiers (Santilli y Parolo 2019, Belini y Herrera 2019, y Regalsky y Moyano 2019), sobre desigualdad, crisis económicas, y moneda, crédito y bancos, en clave regional.[12]

La reducción en la participación externa resulta explicable por aquello ya señalado: la visibilidad de los espacios comunes latinoamericanos a través de los sucesivos CLADHE, que adquirieron mayor regularidad a medida que se consolidaba el espacio (2010, 2012, 2014, 2016, 2019, los tres últimos, en Bogotá, Sao Paulo y Santiago de Chile, respectivamente). También, por la mayor periodicidad de los encuentros nacionales que cada asociación fue desarrollando. Al momento de realizar sus respectivos CLADHE, los Uruguay y México estaban realizado sus cuartas jornadas (en 2007 y 2010 respectivamente), en tanto Brasil, al organizar el suyo en 2016, llevaba 11 reuniones nacionales (y la Argentina, ese año, alcanzaba las 25).[13]

En cualquier caso con las XXVII Jornadas realizadas recientemente en 2021, se parece haber modificado parcialmente esta tendencia, tanto en el número total de ponencias, que aumentó a 185 (un 30% de incremento) como en la proporción de participantes extranjeros, que volvió a representar un 13%, como en 2010. Sin duda, el carácter hibrido de asistencia a estas Jornadas (virtual-presencial) pudo haber favorecido este aumento. En todo caso, el número de ponencias locales también tuvo un crecimiento significativo (un 22%).

Cuadro 1
Distribución por mesas temáticas de las ponencias de las Jornadas de Historia Económica autores locales y del exterior 20022021
Años200220042006200820102012CLADHE2014201620182021
TotArgTotArgTotArgTotArgTotArgTotArgTotArgTotArgTotArgTot Arg
Agraria1414242022132321211920122220222122222520
Empresas2827383324141814161451221212141311111513
Industria262118161713381866161410101412
Servicios1614181431109898881413
mesas 2,3 427333544415026352938
Políticas982823262133282120622520191211991312
Finanzas87241213723131186524121211899119
Comercio54159161314121110441613121086386
Trabajo14132825251924212119108211917178798
Teoría761410131176981879777871211
Rel.Ec.Internac.4213912111311151332125511111616
Frontera11111311161112810102515765543
Población99211712101081111878787
Familia87878442184
Cooperativismo1712151211101192113108667476
Desigualdad77137111134141111141312121210
Innovación31262117141323189944871110
Otras5510711911166
Total ponentes117108243188271205270215228201511226161149147135142132185161
% argentinos92,3777680884492,591,89387,6
n° mesas11121617163912121416
ponentes/mesa9,81612,812,612,65,812,411,39,410,1
Elaboración propia a partir de las Actas y Programas de las Jornadas

La estructura de las Jornadas de Historia Económica. Algunas apreciaciones temáticas

Volviendo ahora a la estructura de las mesas, las mismas estuvieron organizadas en torno a una serie de ejes temáticos que permitían agrupar lo más significativo de la producción en historia económica, sin un recorte temporal, es decir abarcando cada una todos los períodos, desde la etapa colonial hasta los tiempos recientes. Esto contrastaba con lo que se había diseñado en la etapa anterior, cuando a un conjunto de mesas organizadas temáticamente –además de los simposios– se les había agregado otras identificadas con ciertos períodos específicos (colonial, peronismo, época contemporánea).

Ya en 1985, al celebrarse las V Jornadas, en Rosario, se había hecho la primera estructuración de secciones de acuerdo a un sencillo criterio cronológico: época colonial, siglo XIX y siglo XX, además de otra dedicada a los movimientos sociales que abría un novedoso espacio para la época. En 1992, con una organización basada ahora en simposios, se habían habilitado once sobre una base mayormente temática. En 1998, en las XVIII Jornadas celebradas en Quilmes (las primeras que se conservan en una base electrónica), volvieron a haber, además de los simposios (que habían aumentado a 33), ocho mesas generales, dos de ellas dedicadas a historia colonial y las restantes con criterio temático. En 2000 el número de mesas aumentó a once, incluyendo nuevos temas pero también ciertos períodos específicos, aparte del colonial.[14]

Al adoptarse el esquema único de mesas generales, se incluyeron varias de las nombradas en las últimas dos reuniones: “Historia agraria”, “Historia de las empresas e industrias”, “Economías regionales”, “Instituciones y Políticas Económicas”, “Mundo del Trabajo”, “Relaciones Económicas Internacionales”, y “Población, economía y medio ambiente”. A éstas se agregaban temas hasta entonces tratados solo en simposios: “Finanzas y Monedas”, “Comercio, circulación y mercados”, “Familia y negocios”, y “Teoría, historiografía y cuestiones metodológicas”.

El espectro se amplió en las Jornadas de 2004, al incorporarse una duodécima mesa sobre “Cooperativismo y economía social”, y en 2006 al añadirse una sobre “Historia de las innovaciones y las tecnologías”, tema que solo había aparecido periféricamente en las discusiones de historia agraria, otra aun más novedosa sobre “Crecimiento económico, desigualdad y estándares de vida”,[15] y desdoblarse la mesa de “Historia de las empresas e industrias”, en “Empresas y empresarios” e “Industria y servicios”. Asimismo se agregaba una mesa sobre un tema especial,[16] algo que volvería a ocurrir en 2008 y 2010 en relación con el bicentenario de las revoluciones de independencia.[17] De esa manera el número total de mesas pasó a 16 en 2006, y 17 en 2008, cuando “Servicios” se desprendió de “Historia Industrial”. Pronto se volvería a las 16 mesas, al suprimirse en 2010 la de “Familia y negocios”, cuyo número de ponencias venía reduciéndose progresivamente, y a las 15, al desactivarse a partir de 2012 las mesas especiales (ver cuadro 2).[18]

Hubo finalmente también mesas cuyo campo temático fue mutando en el transcurso de las Jornadas. La de economías regionales, una impronta temático-espacial ya configurada en la década anterior, incorporó a partir de 2004 las “sociedades de frontera”, para volver a dar mayor énfasis a partir de 2012 al primer término de la formula. En el transcurso de estos cambios, también cambió el carácter de las ponencias presentadas. La mesa de “Población, migraciones y medio ambiente”, suspendida en 2014 y 2016, fue repuesta en 2018 como “Población, migraciones y estudios urbanos”. En 2021 se agregó otra sobre Sustentabilidad y medio ambiente”.

En cuanto al grado de concurrencia a las distintas mesas temáticas, hubo desde el comienzo un fuerte peso de las dedicadas a analizar la evolución de los sectores productivos, englobadas en 2002 en dos mesas, historia agraria e historia de las empresas e industrias. Esta última duplicaba en número de ponencias a la primera, y eso daría lugar a su posterior subdivisión en tres mesas, como quedó dicho más arriba. Consideradas en conjunto, estas tres últimas mesas siguieron manteniendo la primacía hasta 2021, dando cuenta en casi todos los años de más del 20% del total con un máximo absoluto de 50 ponencias en las Jornadas y CLADHE de 2012. En los años subsiguientes tuvo algunos altibajos, pero en 2021, con casi el 24%, repartido equilibradamente entre las tres mesas, alcanzaba uno de sus mayores registros de participación relativa (detrás del de 2002, cuando alcanzó el 25%). En cuanto a la mesa de historia agraria, tal vez el rasgo más llamativo fue su marcada estabilidad, en torno a las 20 ponencias hasta 2021 inclusive, en 7 de las 10 reuniones relevadas. Si bien descendió de la primera posición después de 2002, se mantuvo entre los dos o tres puestos subsiguientes, hasta que a partir de 2014, el fuerte descenso en el total general de ponencias de las Jornadas la devolvió al primer lugar hasta 2021. En 2016y 2018 llegó a recibir más del 15% de las ponencias presentadas, cosa que no ocurrió con ninguna otra mesa individual.

Por otro lado, una mesa temática que ya había aparecido con perfil propio en 2000, la de “Instituciones y políticas económicas”, tuvo una gravitación creciente desde la jornada de 2004, por encima de las 20 ponencias de origen local, representando del 10 al 13% del total y ocupando varios años el primer puesto.[19] Sin embargo, a partir de 2016 el número de ponencias cayó radicalmente, quizás por el agotamiento de ciertas líneas de estudio abocadas al Estado empresario, y las propias particularidades del contexto político imperante que implicaban un cuestionamiento de la experiencia reciente de intervención estatal. En todo caso, la dimensión de las políticas públicas siguió estando presente y recorrió transversalmente muchas de las ponencias ubicadas en otras mesas.

También tuvo una fuerte participación de ponencias la mesa de “Mundo del Trabajo”, con un número casi similar al de “Instituciones…”, pero en 2018 y 2021 cayó en más de la mitad. La expansión de otros ámbitos donde esta temática era discutida (jornadas de historia social, historia de las izquierdas, del peronismo) podría ayudar a explicar ese resultado. Algunas otras mesas temáticas concitaron una participación masiva solo en ciertas oportunidades. La de Sistemas de Innovación atrajo 26 ponencias locales (casi un 13% del total) en ocasión de su lanzamiento, en 2006, reduciendo luego su caudal progresivamente. La de Sistemas Fiscales, Finanzas y Moneda, que siempre recibió una participación limitada, alcanzo sus mayores guarismos (24 ponencias) en 2012, en el marco de los simposios abiertos ese año para el CLADHE. Relaciones Económicas Internacionales, luego de haber sido suspendida en 2014 por falta de ponencias pasó a recuperar gravitación y en 2021, con 16 ponencias, representó casi el 10% del total.[20] La mesa de Crecimiento económico, desigualdad y estándares de vida sostuvo un caudal significativo de ponencias desde su gestación, que fue creciendo paulatinamente hasta ocupar en 2018 el segundo lugar.

Cuadro 2
Distribución porcentual de las ponencias de autores locales en las Jornadas de Historia Económica por mesas temáticas, 2002-2021
2002200420062008201020122012+S2014201620182021
Agraria13,010,66,39,89,58,85,813,415,616,712,3
Empresas25,017,66,86,57,07,39,78,19,68,38,0
Industria10,27,46,58,08,04,010,47,67,4
Servicios6,57,02,94,45,45,96,18,0
mesas 2,3 425,017,617,120,520,418,222,117,425,922,023,5
Políticas7,412,210,213,010,012,411,112,88,16,87,4
Finanzas6,56,43,46,04,02,210,68,15,96,85,6
Comercio3,74,86,35,65,05,17,18,15,92,33,7
Trabajo12,013,39,39,89,55,83,512,812,65,34,9
Teoría5,65,35,42,84,03,63,14,75,25,36,8
R.Econ. Internac.1,94,85,45,16,55,85,30,03,78,39,9
Frontera10,25,95,43,75,08,86,64,00,03,81,9
Población8,39,04,93,75,55,13,10,00,05,34,3
Familia6,53,72,00,91,8
Cooperación6,45,94,74,55,15,85,44,43,03,7
Desigualdad3,43,35,55,86,27,49,69,16,2
Innovación12,77,96,513,18,06,03,05,36,2
Especiales2,43,34,50,43,7
Total mesas100,0100,0100,0100,0100,0100,0100,0100,0100,0100,0100,0
Elaboración propia a partir de las Actas y Programas de las Jornadas

Periodización y estructura temática

Estos cambios y permanencias en la distribución de ponencias entre las mesas marcharon en paralelo a movimientos que ocurrieron en lo concerniente a los períodos históricos más frecuentados al interior de las mismas. En términos generales puede hablarse de una consolidación del interés por tópicos del siglo XX y de la historia reciente, en desmedro de aquellos referidos al siglo XIX y a la etapa colonial que habían sido preponderantes en los años 80 y 90 de la centuria pasada. En 2006 el número de ponencias correspondientes al siglo XX ascendió a 148, el mayor guarismo registrado junto al del CLADHE 2012, equivalente al 75% del total. En las siguientes tres jornadas (2008-2012) la proporción bajó a un 68%, en principio a favor de un ligero repunte de las ponencias del siglo XIX, que llegan al 23%, y en 2012, de las de la era colonial, muy minoritarias, pero que alcanzan entonces al 11%. A partir de 2014 la participación del siglo XX, sobre un número general de ponencias mucho menor, volvió a los niveles previos, e incluso en 2021 los superó (78%), mientras que las de la era colonial bajaban a un mínimo del 5%. Si se consideran solamente aquellas ponencias referidas a los últimos sesenta años, las mismas propendieron a ubicarse casi siempre por encima del 40%, tendencia que refleja los focos de interés prevalecientes entre los nuevos investigadores (véase el cuadro 3 y el gráfico 2).

Cuadro 3
Distribución porcentual de las ponencias según el período cronológico abordado (2006-2021)
Etno-colonialS.XIXS.XXS.XX-I * Total
20069167544100
20089236836100
20109236836100
2012a7207341100
2012b11216842100
20148207238100
20168197344100
20189217042100
20215177842100

Distribución de las ponencias por periodos cronológicos (2006-21)
Gráfico 2
Distribución de las ponencias por periodos cronológicos (2006-21)

El cruce de esta variable con la de las mesas temáticas nos muestra que las que concitaron el mayor número de ponencias sobre siglo XX fueron, hasta 2010-12, las de Instituciones y Políticas Económicas, Mundo del Trabajo, Historia Empresarial e Industrial y Sistemas de Innovación, en ese orden. La mesa de Instituciones… continuó siendo la que albergaba mas ponencias del siglo XX hasta 2014, mientras que entre 2016 y 2021 la primera posición fue ocupada, sucesivamente, por Mundo del Trabajo, Historia Agraria (que ya mostraba una importante proporción desde 2010) y Relaciones Económicas Internacionales. Las mesas de Instituciones… y de Sistemas de Innovaciones siguieron teniendo un fuerte sesgo hacia el siglo XX pero su dimensión cuantitativa se vio restringida.

En cuanto al siglo XIX, luego de una fase inicial con fuerte presencia en Historia Agraria, el mayor número de ponencias se presentó en “Economías y Sociedades de Frontera” y en “Finanzas, Fiscalidad y Monedas”, con la salvedad que la mayor participación de “Finanzas…”ocurrió en las Jornadas y CLADHE de 2012, donde hubo varios simposios con la misma temática, en tanto la de “Economías y Sociedades…” ocurrió en las jornadas anteriores a 2012, siendo que este ultimo año había cambiado el titulo, las incumbencias y por ende el tipo de ponencias presentadas. A partir de 2010 va a tener una fuerte presencia en la mesa de Crecimiento, Desigualdad…, y desde 2014 nuevamente Historia Agraria, sobre todo por el peso específico que asumió esa mesa en el conjunto y no por una mayor proporción de ponencias, que siguieron siendo minoritarias respecto del siglo XX.

Respecto de las comunicaciones sobre la etapa colonial y el mundo indígena, su presencia fue mayoritaria en la mesa de “Comercio, Circulación y Mercados” a todo lo largo del periodo considerado. Tuvieron una presencia significativa también, en la mesa agraria de 2008, en la especial sobre mundo colonial y procesos de independencia de 2010 y en 2012, en “Economías y Sociedades de Frontera”. A partir de 2014 alcanzarían gravitación en la de “Sistemas fiscales, finanzas y moneda”, llegando a ser mayoritarias en 2018.

Temas en debate. La primera etapa (2006-2008): ampliación del campo de estudios.

En este apartado nos proponemos referirnos a las principales líneas de trabajo desarrolladas en algunas de estas mesas temáticas, que a los efectos de su análisis hemos agrupado en tres etapas, comprendiendo la primera las Jornadas de 2006 y 2008, la segunda las de 2010 y 2012, y la tercera las de 2014,2016 y 2018. Por razones de espacio se ha debido escoger solo un grupo de mesas, las referidas a Historia agraria, Empresas y empresarios, Historia industrial y Servicios, con algunas ramificaciones en las mesas de Instituciones y políticas económicas, Sistemas de innovación, Comercio, circulación y mercados, Cooperativismo y economía social, y Sistemas fiscales, finanzas y moneda. Esto no invalida el innegable interés y relevancia de otras como las del mundo del trabajo, población, migraciones y medio ambiente, relaciones Internacionales, crecimiento económico, desigualdad y estándares de vida y teoría, historiografía y cuestiones metodológicas, en las que ha habido importantes desarrollos en este período.

Historia agraria

Desde 2006 este núcleo temático ha mantenido continuidad, aglutinando una importante cantidad de investigadores y equipos de investigación. Inicialmente sus líneas mayoritarias se hallaban en el siglo XIX y también se expresaban en otras mesas, como la de Economía y Sociedad de Frontera. Su eje pasaba por el estudio de la formación de los mercados de tierras a lo largo del siglo XIX, tras la ocupación de las tierras habitadas por los indígenas, como modo de entender los caminos que había seguido la concentración de la propiedad de la tierra y el propio poblamiento de la campaña, temas por demás clásicos en la historiografía A este respecto, los trabajos de D’Agostino, Ciliberto y Banzato aportaron explicaciones más precisas sobre el curso evolutivo de la propiedad rural y del mercado de tierras en importantes áreas de la provincia de Buenos Aires.[21]

Algunas particularidades de este proceso fueron exploradas en otros ámbitos regionales, a través de los estudios de Tognettti sobre el mercado de tierras en el sureste de Córdoba, y los de Djenderedjian y de Schmit sobre la colonización y el acceso a la propiedad en Entre Rios, cuestión abordada para la campaña bonaerense por Yangilevich a través de la criminalización de las prácticas que chocaban con el nuevo derecho. Otra faceta de este proceso, la de la formación de los pueblos en la campaña, fue abordada poniendo foco en las élites locales y su conexión con el poder político y religioso, en una sociedad en lenta transición a la modernidad (Canedo, Barcos, Aranguren y Pietrantonio, Barneche y Zubiaurre).Algunos trabajos de la mesa de Comercio convergían con esta problemática, a través del estudio del papel del comercio rural a lo largo del siglo XIX (Galarza, Duart, Tumini).

Otras ponencias se orientaban hacia un estudio de los sectores productivos. Respecto de la ganadería, actividad principal en vastas áreas del país, Fandos mostraba su continuidad en un distrito tucumano a lo largo del siglo XIX, más allá de los efectos del auge azucarero, Olmos se ocupaba de su evolución en territorio pampeano, en las postrimerías de la centuria, Blanco y Méndez, a los problemas de la economía ganadera del sur, bajo el impacto de las nuevas coyunturas abiertas luego de 1914, y Fleitas y Teruel se detenían en las demandas campesinas de las zonas altas del noroeste. Otro grupo tendía a interesarse por las transformaciones más recientes en el agro argentino (Pierri y Abramovsky, Santarcángelo y Fal, y Lazzaro, desde las políticas públicas), en tanto que algunos trabajos presentados en la mesa de Innovaciones y Tecnologías revisaban las raíces tecnológicas (Sesto) y el impacto y límites (Iparraguirre, Kornblitt) de la primera “revolución” agrícola del siglo XIX, así como los rasgos e implicancias de la segunda, a finales del siglo XX (Huergo, Flood, Barsky). El avance del modelo sojero sobre amplias zonas rurales era abordado desde el ángulo tecnológico por Brieva, y desde otras perspectivas por Pietrantonio y Aranguren, así como por Travaglia y Formento para ciertas zonas del agro cordobés.

En el otro extremo del arco temporal, un conjunto de trabajos abordaba los espacios rurales durante el período colonial y temprano independiente poniendo su énfasis en las relaciones interétnicas y la manera en que las comunidades campesinas e indígenas, sostuvieron sus prácticas y se articularon con los espacios dominantes en diversos ámbitos: centro y noroeste del país (Palomeque, Presta, Sica, Tell, Adrián, Albeck, Castro Olañeta, Gil Montero y Boixados), nordeste (Lucalioli, Nesis) y área pampeano-patagónica (Carlón, Correa y Aranguren, Jiménez y Allioto, Habegger). Algunas de estas ponencias que antes de 2002 integraban las mesas de historia colonial, se presentaron en 2006 en la de comercio, y en 2008 en las de historia agraria y economías de frontera. En paralelo se desarrollaban, especialmente en la mesa de Comercio, Circulación y Mercados, aquellas líneas dedicadas a explorar el papel articulador de la actividad mercantil y sus actores en el período tardo-colonial, tanto en el ámbito rural (Iraola, Carrera y Márquez), como en lo que hace a la integración de los mercados vía precios (Cuesta) y a su papel en el litoral fluvial (Schaller, Reitano, Sandrín y Kraselsky).

Historia empresarial, industrial y de los servicios

Como fue dicho en otro apartado, esta área fue la que concitó el mayor número de ponencias, y se desagregó en dos mesas autónomas en 2006, y en tres a partir de 2008.Entre las variadas líneas comprendidas se pueden señalar aquellas referidas a las agroindustrias, algunas directamente beneficiarias del boom exportador de la región pampeana de fines del siglo XX, como las aceiteras (Bordas y Pierri), o dinamizadas por las ventajas competitivas que les deparaba el acceso a esos insumos (Baudino, y Schorr y Wainer, sobre el caso Arcor).No puede considerarse ajeno a este rubro, aun perteneciendo a la metalmecánica, la rama productora de maquinaria agrícola (estudiada en sus orígenes por Bill, y para un período más reciente por Raccanello et al.).

También es significativo que algunas investigaciones sobre historia rural del siglo XIX eligieran a partir de 2008 el abordaje de la historia de empresas y empresarios, para captar las lógicas de un comportamiento que se percibía más ceñido a los parámetros de un capitalismo moderno de lo que antes se solía reconocer (Schmit sobre los estancieros entrerrianos, Martirén sobre los empresarios de colonización santafecinos).

Por cierto debe destacarse entre las agroindustrias aquellas que desempeñaron un rol crítico en las economías regionales, como fue el caso del azúcar, estudiado para el período previo a 1930 por Moyano (en lo que hace a la tecnología) y por Lenis y Landaburu (en cuanto a las posturas del empresariado en materia de protección y reforma laboral). Los debates sobre regulación e intervención estatal también fueron examinados para la vitivinicultura cuyana (Mateu y Olguín, Bacolla, Ospital, Olguín y Mellado, Borcosque) en el período post 1930, mientras que Rodríguez Vázquez y Barrio de Villanueva abordaron el papel promotor del Estado en la etapa previa.

Otra línea investigativa exploraba la persistencia de las pequeñas y medianas empresas y sus estrategias en el mercado, en variados sectores como la pesca (Mateo y Yurkievich), la industria textil (Dethiou), la farmacéutica (Román-Di Salvo y Campins-Pfeiffer) y la metalurgia (Rougier). Por contraste, estaban también los estudios sobre las grandes empresas y grupos empresarios, sus redes sociales y financieras en un período temprano (Gilbert sobre el grupo Tornquist), y su estrecha relación en periodos más recientes con el Estado (Castellani). Completando este panorama aparecían los primeros resultados de la investigación de Lanciotti y Lluch sobre la evolución de la inversión externa directa, y se iniciaba otra línea sobre la intervención estatal en el sector naval (Russo), dos actores (el capital extranjero y el Estado) considerados decisivos para explicar la dinámica general. Finalmente, Hora examinaba el patrimonio sucesorio de los principales empresarios industriales antes de 1914 y su relativo peso en el seno de las élites socioeconómicas, de acuerdo a una línea de estudios mantenida desde años previos. Con una óptica diferente también se pueden mencionar algunos trabajos de la mesa de Familia y Negocios, focalizados en las estrategias de acumulación, comercial y territorial por parte de grandes empresarios de los siglos XIX y XX (Bolsi, Herrera, Harispuru).

En materia de historia industrial, el énfasis estaba puesto en el análisis del dinamismo reciente de ciertas ramas básicas: siderurgia (Jerez), petróleo (Mansilla, Dachevsky), cemento (Gaggero), y papel y celulosa (Lajer y Tempestoso). Desde una perspectiva más atenta a los casos de empresas, otra línea se detenía en aquellas ramas en las que el Estado nacional asumió una importante participación: metales no ferrosos (Rougier), petroquímica (Odisio) y química pesada (Pampin). Esa participación también se ha examinado en los inicios de la industria automotriz en los años 50 y 60 (Harari, Ianni, Picabea, este último abordando los procesos de innovación tecnológica que dicha acción hizo posible). Finalmente, algunas investigaciones se enfocaron sobre manufacturas clásicas en sus fases tempranas, como las de calzado (Kabat) y textil (Belini) en la primera mitad del siglo.

Relacionados también con esta área, una serie de estudios de la mesa de Instituciones y políticas públicas aportaban directa o indirectamente, al abordar la intervención estatal en infraestructura (Castro), y su definición de marcos regulatorios en industrias como la cementera (Bisio y Boulgourdjian) o la yerbatera (Magán), después de 1930 y especialmente durante el peronismo. También a ese período correspondían los trabajos que se ocuparon de las nuevas orientaciones del Estado en materia de planificación (Gómez), inicialmente para las obras públicas (Jauregui), así como del posicionamiento empresarial respecto de estos temas (Simonassi, para el caso rosarino). Desde la mesa de historia de las innovaciones, también se hacían aportes a la temática industrial, prestando atención a los sectores de punta de los últimos años, y a las condiciones que posibilitaron su emergencia: es el caso de la biotecnología (Díaz Ronner, Aguiar, Thomas y Fressoli), la energía nuclear (Hurtado de Mendoza, Lugones, Harriague, Quilllici y Sbaffoni), la producción de aluminio (Bisogni, Harriague y Sbaffoni) y la aeronáutica (Artopoulos).

Finalmente, puede destacarse el grupo de estudios abocados al sector servicios, que en 2008 conformaron una mesa específica. Algunos se centraban en dinámica de las inversiones extranjeras, y las lógicas de rentabilidad subyacentes, tanto en la primera globalización (Lanciotti, Bussola, Solveira, sobre las empresas eléctricas, Regalsky sobre el crédito hipotecario) como en la segunda oleada (Schvarzer y Gómez, sobre las inversiones españolas). En otros casos el eje estaba puesto en el papel del Estado como empresario o como planificador y regulador. Era el caso de los trabajos sobre ferrocarriles de Salerno, Blanco y Fandos (atendiendo a la primera función) y de García Basalo, López, Cardozo y Waddell (ocupándose de la segunda). La perspectiva del Estado empresario aparecía también en los trabajos dedicados al sector eléctrico (Solveira, Malatesta, Mignola y Peñaloza, La Scaleia) y al de agua y saneamiento (Torres, Regalsky).

Otro servicio, de índole financiera, fue el de los seguros y reaseguros (Grubisic y Zappino), cuyo estudio se conectaba con otros estudios en la mesa de finanzas, sistemas fiscales y moneda, sobre el sector bancario y financiero, para un período más reciente (Cibils y Allami, Carlino). De todos modos el grueso de las presentaciones en esta última mesa estaba dedicado a la temática fiscal, tanto en lo que hace a la conformación de las finanzas provinciales y de una nueva base tributaria a lo largo del siglo XIX (Wayar, Justiniano, Tejerina y Sutara, Flores Panadero y Ortega, Parolo y Fandos, Yocca, Alvero y del Valle, Herrera y Asensio), como a los cambios en la estructura impositiva nacional a lo largo del siglo XX (Caravaca, para la fase inicial, Noya, Fernández y Gerez, Gaggero, para la más reciente).

Algunas de las problemáticas reseñadas también se pueden rastrear en ponencias de la mesa de cooperativismo y economía social. Los estudios sobre su implantación en el ámbito agrario (López, Moglia, Cantera y Alvarellos, Pérez) y agroindustrial (Olivera), han destacado su emergencia entre los pequeños productores de diversas provincias en respuesta a los desafíos de coyunturas adversas. En ese mismo contexto, pero aglutinando a los consumidores, su implantación en el servicio eléctrico también parecía responder a esas lógicas (La Scaleia, Rodríguez), lo mismo que en el sector crediticio, al servicio de las pymes (Brauner, Plotinsky). Una última dimensión ha sido la de su papel como herramienta para la inclusión social, tanto en experiencias de empresas recuperadas (Pascucci, Raccanello) como en otras referidas al microcrédito y al reciclado (Romero y Villanova).

La segunda etapa (2010-2012): consolidación y nueva expansión

Esta segunda etapa, en términos del volumen y la variedad de la producción académica, se puede caracterizar por una inicial estabilización en las XXII Jornadas de Río Cuarto, de 2010, y una nueva expansión de la producción académica en Bariloche, dos años más tarde, estimulada por la multiplicidad de simposios ofertados en ocasión del CLADHE III.

Historia agraria

En el campo de la historia agraria hubo cierta continuidad en algunas líneas de estudio, como la referida al acceso a la propiedad y a la formación de un mercado de tierras en las áreas de frontera, incorporando, además de Córdoba (Ferreyra, Ahumada y Tognetti), Santiago del Estero (Rossi y Banzatto) y Santa Fé (Martirén), este último en el marco de una medular investigación sobre la colonización agrícola. Por su parte D’Agostino y Canedo abordaban el Departamento Topográfico bonaerense en la segunda mitad del siglo XIX y su papel en la demarcación de pueblos y ejidos, y Sesto y Andreucci examinaban el desarrollo de una nueva agricultura a mediados de ese siglo, enfatizando la primera en la acción del Estado en favor de la pequeña propiedad rural, y la segunda, en los procesos de adecuación de los cultivos al nuevo ecosistema bonaerense. También siguieron los aportes desde la historia empresarial (Schmit, con sus estudios de establecimientos rurales rioplatenses y Hora, con el de las trayectorias patrimoniales de grandes empresarios del sector).

Por su parte, el segmento de estudios del siglo XX se amplió considerablemente. Con respecto a la primera mitad del siglo, encontramos algunos análisis sobre procesos de trabajo en la agricultura (Martocci, Volkind), sobre el circuito comercial de granos en Santa Fe (Tumini) y la evolución el mercado mundial de cereales post 1930 (Cadenazzi), y, en el plano de las políticas públicas, los trabajos de Blanco y Lazzaro sobre colonización. Para la segunda mitad del siglo, los estudios sobre las políticas agrarias más recientes del peronismo (Lazzaro, Lissin), y aquellos interesados en elexamen de la evolución de los complejos agrícolas: desde una perspectiva de conjunto (Pierri y Abramovsky), deteniéndose en los costos y la rentabilidad (Pierri y Orlando), o analizando cuestiones específicas de las nuevas tecnologías (Masiá y Moltoni). También prosiguieron sus indagaciones en esa línea Travaglia, Formento y otros miembros de la Universidad Nacional de Río Cuarto.

En relación al mundo colonial, también hubo una continuidad en los estudios del grupo de investigadoras interesado en la problemática interétnica, focalizados en los asentamientos y actividades de comunidades campesinas e indígenas y su articulación mercantil hasta los tiempos independientes (Albeck, Ferreyro, Adrian, Farberman, Boixadós, Rustán, Zagalsky, Tell y Conti). Por otra parte, el análisis del comercio y los circuitos mercantiles en ese período congregó un compacto núcleo de trabajos, distribuidos en 2012 en diversos simposios, como los de Jumar, Sandrín y Biangardi sobre la circulación mercantil en el Río de la Plata, Schaller sobre el circuito comercial del Litoral, Camarda sobre el que unía con Cataluña, Kraselsky sobre el rol articulador del Consulado y Mallo, sobre las quiebras comerciales de finales del Virreinato y los primeros años revolucionarios. Ya para un período más reciente, las ponencias de Sandra Fernández sobre los congresos del comercio a principios de siglo XX y su participación en debates sobre la legislación de quiebras, retomaban el análisis del papel de esta rama en la moderna economía urbanizada, una línea que había dejado abierta unos años antes Andrea Lluch.

Historia empresarial, industrial y de los servicios

Esta área se vio engrosada en 2012, además de los trabajos presentados en las tres mesas evocadas, por aquellos integrados en los simposios afines de CLADHE III. Una primera línea, por cierto clásica, se abocó al análisis de la impronta inmigratoria en la trayectoria de ciertos empresarios, desde fines del siglo XIX y hasta avanzado el XX (Campins y Pfeiffer, Mateu, Garcilazo, Barbero y Dethiou). Algunas de los investigadores se reorientaron luego en otras direcciones: las claves de algunos fracasos empresarios (Garcilazo, Cuesta), la dinámica de las empresas innovadoras del sector farmacéutico (Campins), el papel de las cámaras empresarias como mirador del desempeño sectorial (Dethiou). El estudio de la actuación empresarial en las denominadas “industrias culturales”, abrió por su parte una nueva veta hasta entonces inexplorada (González Velazco, Cristina Mateu, Román).

Especial atención concitó el análisis del accionar del Estado empresario, por su papel en algunas empresas estratégicas de la industria básica (Odisio en el sector petroquímico, Russo en el de astilleros y Mussi sobre la siderurgia), y por promover ciertas experiencias innovadoras en maquinaria agrícola (Raccanello), industria automotriz (Picabea) e incluso tejeduría (Belini).

La proyección externa de empresas locales, y la penetración local de firmas internacionales, han sido otros de los tópicos más frecuentados. La acción internacional de Siderca (Castro), como parte de la dinámica del grupo Techint (Santarcángelo y Pinazo), la creciente internacionalización de la trama siderúrgica (Mohaded, Moreno y otros), el perfil y transformaciones de las grandes empresas extranjeras en los dos primeros tercios del siglo XX (Lanciotti y Lluch) y el creciente peso de las trasnacionales a la luz de la restricción externa (Belloni y Wainer), son algunos de los casos abordados. También, una experiencia reciente de internacionalización en el rubro informático (Barbero y Artopoulos), y en conexión con esto, los estudios efectuados desde el enfoque de las innovaciones sobre el papel del sistema de ciencia y técnica y las nuevas tecnologías en el desarrollo del área de Bariloche (Seijo y Lugones).

Otras líneas de trabajo se han mantenido dentro de la problemática regional y el desarrollo de las agroindustrias. Moyano y Peralta han examinando algunas experiencias empresariales en el complejo azucarero tucumano de los primeros decenios del siglo XX, mientras que Bravo, Campi y Lenis se detenían en los debates de políticas públicas que a partir de los años 20 se plantearon sobre este sector, incluyendo iniciativas educativas para la modernización agrícola. Por otro lado un trabajo de Gutiérrez y equipo, examinaba la trayectoria de una empresa azucarera en otro entorno regional, Misiones. En el otro gran complejo, el vitivinícola mendocino, se ha examinado el papel del Estado a través de la trayectoria de una empresa líder bajo administración provincial (Olguín), las miradas de las corporaciones empresarias (Mateu) y las iniciativas gubernamentales en el plano técnico-educativo (Rodríguez Vázquez).

También deben aquí señalarse los estudios de trayectorias empresariales que para un período más reciente se han efectuado sobre la economía frutihortícola del ámbito norpatagónico (Miralles, Streimberger y Vecchia). La impronta regional ha estado también presente en estudios sobre el desarrollo textil (Carlino) y el siderometalúrgico (Marquez) en el Chaco. Lo mismo puede decirse de las aproximaciones de Simonassi al empresariado rosarino en tiempos del primer peronismo. Finalmente, también pueden considerarse aquí los abordajes macroeconómicos sobre el empleo y la industria en Santa Fe (Lanciotti, Kofman y Pérez Barreda) y el de Rosario en una perspectiva comparada (Pérez Barreda).

Otra de las dimensiones presentes en esta área ha sido la sectorial, desplegada sobre todo en la mesa de historia industrial. Este tipo de análisis ha sido encarado a través de estudios de ramas individuales como la láctea (Jáuregui y Regalsky), papelera (Badoza y Belini), cemento (Farfaro), siderurgia (Jerez), maquinaria agrícola (Bill, Raccanello), automotriz (Harari) y calzado (Kabat), estos dos últimos, desde la óptica de los procesos de trabajo. Dos ramas básicas (aluminio y álcalis) han sido abordadas comparativamente por Rougier y Pampin. El desempeño del sector petrolero, desde la privatización y hasta tiempos recientes, ha sido examinado por Barneix y Giuliano.

En el caso de los servicios, el foco siguió estando en el desarrollo ferroviario y en el papel desempeñado por el Estado. Por un lado como empresario, con los estudios sobre el Central Norte, su prolongación a comienzos del siglo XX (Bovi y Fandos), la instalación de nuevos talleres (Blanco) y el acceso a los puertos y al transporte intermodal (Salerno). Por el otro, como regulador de tarifas de las compañías extranjeras (López) y de su cuenta capital (Waddell). Finalmente, a través de las políticas hacia el sector en tiempos del peronismo y del desarrollismo (Cardozo, Ortega), y de un balance de largo plazo de su impacto territorial (Muller). Respecto de los otros medios de transporte, Piglia abordó los acuerdos YPF - ACA para una red nacional de estaciones servicio, y Mateo, el papel de un nuevo puerto, como Quequén, en los últimos años de la expansión agroexportadora. Los servicios urbanos también fueron considerados, tanto el desarrollo de los sistemas eléctricos en la primera mitad del siglo XX (Bartolomé y Lanciotti, La Scaleia, Bussola), como el servicio telefónico (Belini), la provisión del agua (Camisassa, Cáceres) y la problemática del transporte urbano en el caso de Rosario (Pasquali).

El papel del Estado también fue el tópico central en la mesa de Finanzas, donde prosiguieron los estudios sobre la organización de la nueva fiscalidad provincial en el siglo XIX (Fandos, Alvero e Ibáñez, Carrizo, Herrera, de los Ríos y Garavaglia), pero también en la transición desde el antiguo orden (Parolo, Salles, Wayar, Schmit, Iraola). Desde el campo de la macroeconomía, se ha examinado el desempeño fiscal y monetario en la segunda mitad del siglo XX (D’Amato, Albrieu), así como las cuentas fiscales del primer peronismo a nivel nacional (Harriague), y de la provincia de Buenos Aires (Da Orden), y los proyectos de reforma impositiva previos (Jáuregui y Menéndez). Sobre la banca pública provincial, Gómez y Duart abordaron aspectos de su desarrollo en la segunda mitad del siglo XIX, y Regalsky hizo lo propio sobre la banca pública nacional en los comienzos del siglo XX. Gilbert y Gómez estudiaron el desarrollo del crédito recíproco para el financiamiento inmobiliario después de 1930 y, para el tercer cuarto del siglo, López y Rougier examinaron, en perspectiva comparada, la experiencia de la banca de fomento argentina y latinoamericana. Otros temas abordados han sido el del endeudamiento público a fines del siglo XIX y comienzos del XX (Vence Conti, Vence y Cuesta), las controversias sobre la moneda durante la crisis de la convertibilidad (Luzzi) y los fenómenos más recientes de la fuga de capitales y de los problemas de financiamiento de las PYMES (Gaggero, y Allami y Cibils).

Una mesa que mantuvo continuidad con algunas de las temáticas examinadas más arriba fue la de cooperativismo y economía social, sobre el accionar del cooperativismo agrario en Entre Ríos, Córdoba, Chaco y La Pampa (Lopez, Olivera, Solveira, Moglia y Alvarellos y Cantera), así como sobre el cooperativismo de crédito (Plotinsky), y las estrategias de viabilidad de las empresas recuperadas (Apablaza y otros, Di Salvo y Santoro).

La centralidad del Estado en el desenvolvimiento económico argentino del siglo XX fue objeto de numerosos trabajos en la mesa de instituciones y políticas públicas. Particularmente han interesado las experiencias de planificación y regulación estatal bajo el peronismo (Berrotarán, Gómez y Tchordorkian), las reformas introducidas paralelamente en los órganos de conducción económica (Stawski) y en particular con el IAPI (Ruiz y Figueres), así como otras formas de intervención de una fase posterior que motorizaron la emergencia del complejo estatal-privado (Castellani), y algunos debates previos en los círculos empresariales (Jáuregui). Las políticas regulatorias en el sector petrolero han sido abordadas para dos períodos, el de la revocación de los contratos por el gobierno de Illia (Míguez y Morgenfeld), y el de los sucesivos esquemas intentados bajo los Kirchner (Rojas). Otro corpus significativo examinó el papel de las políticas públicas en las economías regionales, y en relación a actividades como la pesquera y las agroindustrias (Cañete y Mateo, Lenis, Bravo y Gutiérrez), mientras que Cerdá hizo lo propio en relación al acceso a la educación en Mendoza.

Tercera etapa, reajuste y estabilización

Las jornadas realizadas después de la reunión del CLADHE en 2012 mostraron un marcado reflujo en el número de ponencias presentadas, aunque ya en 2018 el nivel se había estabilizado y pudo volverse al formato previo en cuanto a la variedad de las mesas temáticas. Las jornadas de 2021, que no han podido ser analizadas en este espacio, registraron incluso un repunte.

Historia agraria

Esta mesa, a pesar de la menor asistencia general a las jornadas, supo mantener su nivel previo de participación y aun ampliarlo. Las líneas principales mantuvieron asimismo su continuidad, con un mayor interés por el siglo XX y por las transformaciones en los procesos productivos. En contraste, el número de presentaciones sobre el período tardo-colonial, focalizadas ahora en las condiciones de trabajo de los productores rurales (Flores, López, Peralta y Rustán), se redujo notoriamente.

La problemática del acceso a la propiedad de la tierra, así como las políticas públicas conexas, continuaron siendo estudiadas, en el siglo XIX (Mata, Hernández, Schmit, Andreucci, 2014), pero también en la primera mitad del siglo XX y para diversos ámbitos regionales (Mónica Blanco, Lázzaro, Teruel, Tognetti, Rossi, Arrece, Graciela Blanco). Su implicancia en el acceso diferencial a los medios de producción ha sido abordada por Volkind (2014). La dimensión municipal y de los ejidos, como vía alternativa para la expansión de la agricultura bonaerense, en Barcos y Canedo.

En cuanto a los cambios productivos, una de las líneas que se ha seguido profundizando ha sido la de las experiencias de colonización y su impacto en los niveles de productividad de la agricultura santafecina y de toda la región pampeana (Martirén, Djenderedjian y Martirén). Alternativamente también se ha indagado en otros caminos para entender la introducción de la agricultura en las estancias bonaerenses (Andreucci), así como su relación con la marcha de la mecanización (Guidi, Iparraguirre para un distrito cordobés, y Makler, para la emergencia del contratismo agrícola). Otro tópico de la historia reciente ha sido el papel de las corporaciones gremiales agropecuarias frente a la nueva ruralidad (Carini y Travaglia, atendiendo especialmente al caso del sur de Córdoba). Sobre el desempeño del sector ganadero ha habido también algunas contribuciones (Formento y Biasizo, sobre Córdoba y Entre Ríos respectivamente). Los problemas de otras regiones (Tucumán, Mendoza) frente a los dilemas del monocultivo y la diversificación en el siglo XX han estado presentes en Bravo y Rodríguez Vázquez.

Finalmente cabe destacar la importante atención prestada al papel del Estado, las políticas y las agencias públicas en algunos de los antiguos Territorios: Chaco, Patagonia y La Pampa (Almirón 2014, Blanco 2016 y Martocci 2014, respectivamente). Dichos análisis se pueden conjugar con los de algunos trabajos presentados en otras mesas, como la de Instituciones y Políticas Públicas y la de Sistemas de Innovación, respecto de las nuevas oficinas y profesionales que se desplegaron en conexión con la problemática agraria, tanto en el Estado bonaerense decimonónico (D’Agostino, Barandarián, Banzato), como en otras regiones en el siglo XX (Cerda, Martocci, Moyano).

Historia empresarial, industrial y de los servicios

En esta área continuaron teniendo relevancia algunas líneas ya citadas, como los estudios sobre inversiones extranjeras, en parte relacionados con un proyecto previo (Lluch y Lanciotti, Lanciotti, García Zanotti), además de otro vinculado al sector azucarero (Moyano). De aquel proyecto derivó además un estudio sobre la gran empresa en el siglo XX (Lanciotti y Lluch,). También se abordó la internacionalización de empresas locales, en el caso de las pymes farmacéuticas (Campins) y para ciertos actores pioneros del sector vitivinícola (Olguín).

El sector agroindustrial fue objeto de diversos estudios, a propósito de las políticas públicas para la promoción del consumo vinícola (Mateu y Gabrielli), su impacto en los actores empresariales (Cercos y Arias), el fomento de industrias derivadas (Rodríguez Vázquez) y los intentos de diversificación de la producción cuyana (Barrio y Rodríguez Vázquez), bajo la impronta de la depresión de los años 30 (Barrio). Respecto de la industria azucarera, además de un caso en Tucumán (Herrera) se abordaron otros en Rosario (Moyano) y en Río Negro (Bandieri y Moyano). Hubo también otros estudios sobre la industria harinera de principios del siglo XX (Martirén y Rayes) y sobre el despegue más reciente de la industria porcina en Entre Ríos (Ruiz Díaz).

Otro rubro que ha mantenido su interés es el de las industrias culturales, en un arco que va desde los comienzos de la industria fonográfica (Maas), el auge del espectáculo porteño en los treinta (González Velazco) y el de la cinematografía en los sesenta (Mateu) hasta los avatares de las pymes editoriales hacia el final del siglo (Román).

La perspectiva empresarial incluyó también el análisis de diversos sectores, como el agropecuario, través del examen de trayectorias individuales (Velarde Rosso) y de empresas (Cuesta), así como el de las marcas y la publicidad (Lluch y Rocchi), el comercio (Bandieri, Garcilazo) y la construcción (Pegoraro). Las empresas constructoras también fueron abordadas desde otro enfoque, el de la relación con la política (Gutiérrez, sobre el caso misionero).

La perspectiva sectorial ha permeado varios trabajos abocados al sector manufacturero, como la siderurgia (Jerez), el calzado (Gil), automotriz (Bil) y bienes de uso doméstico (Napleda), mientras en otros se ha destacado la dimensión territorial (Marques y Sosa sobre el Chaco, Vicentín sobre Santa Fe, Russo sobre Quilmes).

El análisis individualizado de ciertas empresas emblemáticas no estuvo ausente: Fabril Financiera (Badoza y Belini), Techint (Castro), y por ciertolas grandes firmas estatales: Somisa (Galvez), Altos Hornos Zapla (Botto), YPF (Kornblihtt y Dachevsky, Timmermann), aunque también el caso de una pequeña firma privada con mayoría estatal (Banfi). Algunos trabajos incluidos en la mesa de Sistemas de Innovación abordaban estas temáticas: Picabea, sobre los comienzos de la industria automotriz, y Escobar sobre la reapertura de Flandria.

Otros trabajos encararon la evolución macroeconómica de la industria y su relación con ciertas coyunturas, como la depresión de los años treinta (Belini) y el período que se abre con la crisis de la convertibilidad hasta el final del kirchnerismo (Salvia, Kejsefman, Kulfas). También ha tenido un espacio el análisis de las corporaciones gremiales del empresariado en relación a esas coyunturas, tanto a nivel nacional (Dossi) como provincial (Grégoire, Herrera). Los trabajos Jauregui, Grégoire y Alarcón incluidos en la mesa de Instituciones y Políticas, también abordaron estas temáticas.

Los trabajos de la mesa de Servicios mantuvieron por su parte una fisonomía propia, centrada en los transportes y los servicios urbanos, mayormente en la primera mitad del siglo XX, y con los ferrocarriles como principal rubro, tanto los estatales (Salerno; Bovi, Delgado, Cardoso) como los privados (López, Tognetti), además de las políticas públicas hacia el sector (López, Cardoso). El desarrollo vial en el mismo período ha sido abordado por Gómez y Tchordokian. El trabajo de Errecart aborda el estado de los transportes en la etapa virreinal. En materia de servicios urbanos, se analizaron las políticas públicas de gas y electricidad en la ciudad y provincia de Buenos Aires (La Scaleia), así como en el transporte tranviario y automotor de Rosario (Pasquali) y del conurbano bonaerense (Calvagno). Deben agregarse también los trabajos de Arbelo, y de Manuli y Chami, sobre el desempeño de Obras Sanitarias de la Nación entre 1943 y 1966, incluidos en la mesa de Instituciones y Políticas, por ser expresión clara del Estado empresario. Finalmente un trabajo sobre la represa de Futaleufú en la década de 1970 (Oriola) se conecta con otro sobre Salto Grande, presentado en la mesa de Instituciones y Políticas (Mateo y Camarda).

Algunos trabajos de esta área deben mencionarse aparte, porque su temática se vincula con la de una mesa afín, la de Instituciones y Políticas Económicas. Son los de Garibotti (2018) sobre control de cambios, tema sobre el cual la autora había presentado ya un trabajo, y de Coviello y Rougier sobre un programa de desarrollo empresarial del Consejo Federal de Inversiones en los años 60, cuyo desempeño inicial es analizado por Flores en dicha mesa. Otros tópicos vinculados, abordados en Instituciones y Políticas Económicas durante este período, han sido las políticas del peronismo en materia macroeconómica (Stawski), de promoción industrial (Vicentín, Urcelay), y de reforma del Estado (Berrotarán), así como por el desarrollismo en las provincias de Buenos Aires y Santa Fe (García Bossio, De Marco), y en relación con los “polos de desarrollo” (Pérez Álvarez). Asimismo se pueden destacar los trabajos de Pierri sobre la política en materia comercio de granos en las décadas de 1980 y 1990, y los de Barrera sobre la problemática de la deuda externa en un período más reciente.

Por otro lado, el trabajo presentado por Aguirre sobre un organismo del Plan Nuclear, en la mesa de Empresas, se conecta con otro de la misma autora en la mesa de Sistemas de innovación. En esta última también se incluían ponencias sobre tópicos vinculados como el desempeño de las pymes tecnológicas (Gutti), los desarrollos de INVAP en materia de radarización (Quiroga y Aguiar), la influencia de las políticas de CyT del BID en los años 80 y 90 (Aguiar), y la acción de los laboratorios públicos en materia de medicamentos (Santos y Becerra) y en relación a la agrobiotecnología y los alimentos (Pizzielli, Bortz y Moreira).

Finalmente, algunos trabajos de las mesas de historia empresarial y de servicios se conectan con la problemática financiera, abordada asimismo en la mesa de Sistemas fiscales, finanzas y moneda. Son los de Gilbert y Gómez sobre el crédito para la vivienda antes de 1945 y sobre el papel del Banco Hipotecario Nacional bajo el peronismo. Asimismo, los trabajos de Duart sobre las sucursales del Banco de la Provincia de Buenos Aires en el último tercio del siglo XIX, y de Barraza sobre los avatares de la banca privada nacional en la década de 1990. En la mesa de Sistemas…, a su vez, una serie de trabajos abordaban la problemática del crédito en las etapas prebancaria (Wasserman, Anachuri) y bancaria (Regalsky, Regalsky e Iglesias). Otros estudiaban aspectos del endeudamiento público, externo e interno, en el temprano siglo XIX (Rossi) y en fases más tardías (Vence Conti, Regalsky y Vence Conti). El resto de los trabajos se abocaba a estudiar la fiscalidad, comprendiendo la de Buenos Aires en el período colonial (Wasserman, 2016 y 2018, Vaccani, Sandrín, Aleman), y la de las provincias, desde los turbulentos años independientes (Parolo, Galarza, Justiniano y Tejerina hasta los años peronistas (Herrera, Alvero), pasando por sus peripecias durante el proceso de modernización y hasta avanzado el siglo XX (Peralta, Bernasconi, Mellado, Alvero).

En suma, podemos apreciar de este abigarrado panorama la vitalidad de un campo de estudios constituido por una pluralidad de líneas de trabajo con una ponderable continuidad, en buena medida respondiendo a la naturaleza y dinámica de proyectos de investigación de los que formaron parte, que en muchos casos acompañaron la evolución formativa de los investigadores y que han sabido cohesionarse en torno de grupos de trabajo y en prolíficos ámbitos de discusión. Más allá de la clasificación temática, que cono vimos muestra notables entrelazamientos, algunos rasgos que atraviesan la producción abordada pueden considerarse característicos de la historiografía que se expresa en estas jornadas, como lo es la fuerte impronta regional y local que aflora en muchos trabajos, como vía de acceso a los actores sociales y su relación con el contexto, más que las variables macroeconómicas más o menos abstractas,[22] y en conexión con el desarrollo y transformación de los mercados (de mercancías, de factores) y con las políticas públicas que denotan la presencia de un Estado (nacional, subnacional) que siempre ha jugado un papel no desdeñable.

Consideraciones finales

En un texto de 2006, con el que Gelman presentaba el primer intento colectivo de retrospectiva historiográfica, el autor mostraba su preocupación por el relativo declive que la disciplina venía mostrando desde hacía algún tiempo, en comparación con otras ramas de la historia, y a su propia trayectoria en las dos décadas previas. En nuestro texto de 2014 nos permitíamos dudar de la entidad de ese declive visto la reactivación, irregular pero tangible, que se podía apreciar hasta 2012.

El comportamiento posterior ha vuelto a poner en duda ese mesurado optimismo en lo que hace a la asistencia a las Jornadas, que reflejaría el limitado grado de atracción entre las nuevas generaciones de investigadores, aunque de algún modo las últimas Jornadas parecerían mostrar una reversión (positiva) de esa tendencia.

Al margen de los vaivenes registrados en la concurrencia, uno de los aspectos más notorios en estas cuatro décadas ha sido sin duda la consolidación de un campo de investigaciones abarcativo de muy diversas líneas, dentro del arco temático y temporal de la historia económica argentina. También es de subrayar la continuidad observada en muchas investigaciones a lo largo de estas jornadas, que refleja en muchos casos el desarrollo de tesis doctorales de largo aliento y, por el otro lado, la formación de ámbitos de discusión en las distintas mesas temáticas que han estimulado estos desarrollos. No puede dejar de señalarse, respecto del primer punto, la participación de alrededor de medio centenar de tesis doctorales sobre historia económica argentina en los concursos que desde 2006 ha venido realizando la AAHE, así como la propia política de publicaciones que ésta ha promovido. Los autores de las tesis, por otra parte, en casi todos los casos han tenido activa participación en las Jornadas, encontrando en las mismas un ámbito propicio para su maduración académica.

En cuanto a las temáticas abordadas, ya se ha señalado el interés creciente por los tópicos de la historia del siglo XX y de los albores del XXI, después de un momento inicial en que el foco había estado puesto en la historia colonial y del siglo XIX, generando una tradición de estudios que se continuó hasta estos últimos años. El campo de la historia empresarial, industrial y de servicios ha sido en ese sentido uno de los más frecuentados. La búsqueda de claves para explicar los problemas del crecimiento y el desarrollo contemporáneos llevó a indagar en el comportamiento de los actores y las organizaciones, así como en las políticas públicas, y en dicho marco, también, en los procesos de innovación tecnológica. Sin embargo, como se ha visto, la historia agraria ha sido tal vez la rama que mayor importancia ha mantenido a todo lo largo del período, reflejando el papel clave que ha tenido en las diversas etapas de la ajetreada evolución económica argentina, así como en la configuración del entramado social y político. En ese caso, es remarcable el desplazamiento del grueso de los estudios desde el periodo clásico del siglo XIX, al de los cambios sobrevenidos a finales del siglo XX y comienzos del XXI, aún en curso.

Algunas cuestiones han atravesado y marcado su impronta en gran parte de las ponencias, más allá de su campo temático específico. Una de ellas es el abordaje desde una clave regional o local, como modo de acceder a los actores sociales concretos y poder entender su problemática en la singularidad de su contexto. La otra es la preocupación por el papel del Estado, presente no solo en la mesa de Instituciones y políticas económicas, que se contó hasta 2014 entre las de mayor número de ponencias, sino también en una variedad de trabajos donde la dimensión estatal y de las políticas públicas ha figurado de algún modo. Los ejes han estado puestos en las grandes tareas que se plantearon en la agenda pública en las sucesivas etapas históricas, como el de la industrialización en el siglo XX, la instalación de una moderna infraestructura de servicios, la modernización agropecuaria y, más atrás aún, el propio proceso de ocupación territorial y las estructuras agrarias emergentes.

El corpus de investigaciones ha mostrado sensibilidad hacia temas y cuestiones planteados por las tendencias más recientes de la historiografía económica internacional, como se evidencia en una mesa como la de Crecimiento económico, desigualdad y estándares de vida, pero manteniendo la presencia de aquellos que forman parte ya de la tradición de estudios histórico-económicos en Argentina y América Latina, particularmente los de la problemática agraria, el inacabado proceso de industrialización y la construcción de la infraestructura de servicios necesaria para ambas actividades. Desde ya, como se ha advertido más arriba, muchos otros temas y problemas abordados en las Jornadas no han podido ser aquí examinados, sin que por ello se subestime su relevancia.

Para terminar, cabe refrendar, por la trayectoria reciente, la observación de que estas reuniones, aún siendo impulsadas en gran medida por miembros de la comunidad de historiadores, han resultado un fructífero punto de encuentro con investigadores de otras ciencias sociales, entre ellos los economistas, que han encontrado en este campo la posibilidad de forjar herramientas de análisis por fuera del molde de las ortodoxias, pero también de sociólogos, politólogos, demógrafos, antropólogos, etc., que han permitido enriquecer este camino común que se continua recorriendo.

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Notas

[1] En efecto, se trata de un conjunto de más de 3700 ponencias (2900 de autores locales) presentadas en las 27 reuniones anuales o bianuales que se celebraron desde 1980 a 2021, de las que casi 2300 corresponden a los últimos 20 años (véase gráfico 1 y cuadro1). Por cierto, existe una entidad aun más antigua, que viene organizando reuniones anuales desde hace 55 años, la Asociación Argentina de Economía Política. No obstante la historia económica ocupa un lugar completamente periférico en su programa.
[2] En efecto, se trata de un conjunto de más de 3700 ponencias (2900 de autores locales) presentadas en las 27 reuniones anuales o bianuales que se celebraron desde 1980 a 2021, de las que casi 2300 corresponden a los últimos 20 años (véase gráfico 1 y cuadro1). Por cierto, existe una entidad aún más antigua, que viene organizando reuniones anuales desde hace 55 años, la Asociación Argentina de Economía Política. No obstante la historia económica ocupa un lugar completamente periférico en su programa.
[3] Instituto Torcuato Di Tella, Memoria Anual (1966-1970).
[4] The American Archivist, 1963, p.265; Universidad Torcuato Di Tella, Archivo Oscar Cornblit, Carpeta 10.
[5] Desarrollo Económico (ene.-mar. 1964), vol.3:4, 647-48.
[6] La reunión fue organizada por Severo Cáceres Cano, sucesor de Horacio William Bliss en la cátedra de historia económica de la Universidad Nacional de Tucumán.
[7] La presidencia estuvo a cargo de Cortés Conde, sucedido luego en ese cargo por Carballo y Cáceres Cano hasta 1988. La realización de las Jornadas, en todos esos primeros años, solo fue posible por el esfuerzo personal de los integrantes de la comisión directiva, junto a miembros de las universidades anfitrionas. No puede soslayarse al respecto el rol decisivo que le cupo a Samuel Amaral desde la secretaria de la Asociación.
[8] Entre ellos Enrique Tandeter, quien ejercería la presidencia de 1988 a 1992, así como Jorge Gelman y Zacarias Moutoukias. Gelman encabezaría la Asociación en los tiempos en que se reorganizó el formato de las Jornadas (2001-2005), siendo precedido por Míguez (1992-96), Juan Carlos Grosso (1996) y Noemí Girbal (1997-2001). Fue sucedido por Susana Bandieri (2005-2009), Regalsky (2009-2013), Roberto Schmit (2013-17) y más recientemente, Andrea Lluch y Julio Djenderedjian.
[9] En ese número se incluía la UBA y las universidades del conurbano, de reciente creación. Solo dos provincias no aparecieron representadas con ponencias en todo el período, San Luis y Formosa. También se fue ponderable la participación de investigadores de universidades privadas (UTDT, UdeSA, UADE, UB) pero en una proporción numérica muy inferior.
[10] La información sobre estas jornadas surge de las actas y programas de todo ese largo período, que pueden consultarse en el sitio de la Asociación, http://aahe.com.ar/jornadas-de-la-aahe/ y en el de la biblioteca del Ministerio de Economía, https://portalcdi.mecon.gob.ar/, así como en el archivo personal del autor.
[11] Coordinada por Marta Bonaudo, Alberto Pla y Norberto Álvarez.
[12] Por el hecho de ser convocadas sobre ejes temáticos precisos, a diferencia del carácter abierto de las Jornadas, no las hemos podido tomar en cuenta en las secciones que siguen, pues introducirían un sesgo en el análisis temático que allí realizamos. Lo mismo podría decirse, aunque institucionalmente no tengan conexión con las de la AAHE, de las Jornadas de Historia de la Industria y los Servicios, organizadas desde 2007 por un grupo de investigadores actualmente nucleados en el CEHEAL, que contaron en las últimas ediciones con unas 50 a 70 ponencias de origen local.
[13] Al respecto debe notarse que la Asociación Argentina fue la primera en constituirse y realizar congresos en América Latina, muy poco después de la de España, cuya primera reunión había sido en 1972, pero que solo se había conformado como tal en 1980, realizando su segundo congreso en 1981.Recién en los años noventa se constituyeron las primeras asociaciones hermanas de Uruguay (1992), Brasil (1993) y México (1998), que realizaron sus primeros congresos en 1995, 1993 y 2001, respectivamente.
[14] El del primer peronismo y el de los “procesos económicos contemporáneos”.
[15] La primera, a partir del impulso de dos investigadores, Carmen Sesto y Hernán Thomas, que venían trabajando esos tópicos en sus respectivos campos, y la segunda, a raíz de una propuesta de Jorge Gelman y Ricardo Salvatore, acompañada por Santilli, Campi, Parolo, Bragoni, Bolsi, Guzmán, entre otros, a los que luego se sumaron numerosos investigadores que le han dado continuidad a ese espacio.
[16] “El mar, economía y sociedad”, impulsada por José Mateo junto a investigadores de la universidad anfitriona (Mar del Plata).
[17] Bajo la denominación de “Aspectos económicos y sociales de los procesos de independencia” en 2008, y “Aspectos económico-sociales del mundo colonial y de los procesos de independencia” en 2010.
[18] En rigor, en 2014 y 2016 funcionaron solo 13 mesas, al suspenderse transitoriamente algunas con pocos participantes (relaciones internacionales, población, y economías y sociedades de frontera), y en 2021 se volvería a las 17, al desdoblarse las mesa de historia agraria y de población y medio ambiente.
[19] Se le suman en 2012 las ponencias sobre el tema presentadas en simposios afines.
[20] La presencia de una nueva camada de jóvenes investigadores, encabezada por Agustina Rayes, parece haber sido decisiva al respecto.
[21] Dado el limitado espacio disponible, para las referencias de las ponencias nos remitimos a los programas de las sucesivas Jornadas, disponibles en el sitio de la Asociación Argentina de Historia Económica: http://www.aahe.fahce.unlp.edu.ar/jornadas-de-historia-economica
[22] Ello no invalida la importancia del análisis cuantitativo que, como en el caso de los estudios sobre desigualdad, ha encontrado en la construcción de series de precios y salarios a nivel local y regional uno de los recursos más prolíficos.
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