Artículos Libres
La organización del territorio: los interventores y el Consejo Superior Peronista, 1947-1955 *
The Organization of Territory: Inspectors and the Consejo Superior Peronista, 1947-1955
La organización del territorio: los interventores y el Consejo Superior Peronista, 1947-1955 *
Prohistoria, núm. 27, 2017
Prohistoria Ediciones
Recepción: 20 Enero 2017
Aprobación: 22 Abril 2017
Resumen: El artículo reconstruye la nómina de interventores del Partido Peronista, nombrados por el Consejo Superior Peronista entre 1947 y 1955, para discutir las relaciones entre un rol reconocido en el peronismo y las formas de organizar al partido en todo el territorio. Aspira a intervenir en la conceptualización de la noción de “trayectoria política” y propone atender a la importancia de las convenciones partidarias para pensar el modo en que el peronismo construyó su organización en el largo plazo.
Palabras clave: t, Partidos políticos, peronismo , trayectoria política, organización , territorio.
Abstract: This article develops a database of inspectors of Consejo Superior del Partido Peronista to discuss relations between a recognized role in Peronism (interventores) and the territorial organization of Peronist Party. With the concept of “political career” it aims to think about the importance of party conventions to analyze how Peronism built his organization in the long term.
Keywords: Political Parties, Peronism , political career, territorial organization.
Introducción
Uno de los aspectos revisitados en las últimas décadas para investigar sobre el primer peronismo ha sido el partido político. La organización del peronismo ha sido investigada a través del análisis de los dos partidos políticos que definieron a las fuerzas que inicialmente apoyaron a Perón en las elecciones de 1946: el Partido Peronista y el Partido Peronista Femenino.[1] Hacia fines de los años noventa y principios del 2000, las preguntas que alentaron la investigación sobre la organización política del peronismo estuvieron orientadas a revisar ideas firmemente instaladas sobre la autoridad de Perón como explicación última de las prácticas políticas de los dirigentes y simpatizantes peronistas, y condujeron a nuevas preguntas sobre las prácticas políticas, los conflictos situados, las segundas líneas, entre otras cuestiones que se mantienen en la agenda historiográfica de la historia política desde aquel entonces. A la luz de productivos enfoques sobre las diferencias entre el peronismo en Capital Federal y el peronismo en el interior del país, una larga lista de investigaciones sobre los peronismos provinciales y peronismos a nivel local interpretaron la variable regional.[2] La historia política definida por esos ejes está “marcada” por luces y sombras que se derivan de los enfoques elegidos.[3] En lo que respecta a los alcances de las fuentes analizadas puede decirse que: a mayor uso de fuentes de nivel local y enfoques de escala local, menor es la posibilidad de que concibamos las prácticas políticas como “determinadas” o “inyectadas” por instituciones supralocales. Son mayoría los estudios que entienden como fundamentos de la acción, las estrategias e intereses de grupos particulares en el marco de pugnas por “controlar la incertidumbre” (por decirlo en el código –muy aceptado– de Angelo Panebianco); mientras que, a mayor uso de documentos de nivel provincial y escala meso, es mayor la posibilidad de que enfaticemos el carácter monolítico de la unidad “provincia” y revisemos con más interés los enfrentamientos entre poderes nacionales y subnacionales. Ha sido, con todo, el más productivo de los enfoques, en tanto fue capaz de instalar una serie de interrogantes que se testearon en distintas geografías, y en la medida en que el enfoque de nivel nacional y documentación de agencias más importantes en la pirámide organizativa lograron relativizar el carácter “omnímodo” de los organismos centrales, y expusieron tensiones allí donde la historiografía tradicional supuso absoluta verticalidad.[4] Podría decirse que estos últimos enfoques a los que hago referencia no contrapesaron la fuerza de la perspectiva provincial, con (contrarios) acentos “nacionales”.
Por otro lado, si agregamos la variable “ideológica” a este mapa imaginado de los estudios sobre la organización del Partido Peronista, el panorama es todavía más complejo. No hay correlaciones fuertes entre escalas, tipos de fuentes y concepciones sobre el Partido Peronista. En algunas investigaciones de nivel local el peronismo ha sido concebido como refractario de prácticas democráticas,[5] en otras del mismo nivel se lo ha pensado como faccioso en el sentido productivo del término, sin utilizar el término “democrático” para definirlo.[6] Lo mismo puede decirse de las investigaciones en el cauce provincial: el mendocino como resultado inestable de múltiples procesos políticos locales,[7] el bonaerense como plataforma de una facción nacional,[8] el salteño como “cesarismo”,[9] el santafesino y el cordobés de distintos ángulos sin resultados concurrentes pero marcadamente conflictivo y poblado de elementos reaccionarios;[10] el tucumano como cada vez más verticalista y autoritario.[11] Por otra parte, análisis electorales que cruzan fuentes legislativas y procesos electorales o legislación y conflicto político se inclinan por consideraciones casi contrapuestas con respecto al peronismo.[12]
El primer peronismo, si alguna significación en firme ha ganado en las investigaciones de historia política, tiene menos que ver con una forma particular de acción política y mucho más con un contexto histórico en el que las prácticas políticas de grupos, organizaciones y dirigencias identificadas como peronistas comienzan a definir tópicos, asuntos, que por su recurrencia posterior, podríamos pensar como partes originarias del horizonte de expectativas del peronismo a lo largo de su historia. Sin embargo, y pese a que no puede explicarlo todo, la reconstrucción de sus instituciones principales resulta fundamental para comprender un proyecto político de incontables agrupamientos locales y poderosas fuerzas centrípetas, enmallados en conflictos propios de un proceso intenso de movilización social. Acaso una de las más notables y menos analizadas es el Consejo Superior Peronismo (CSP).[13] En este artículo analizaremos las actas de resoluciones de ese organismo para evaluar la importancia de uno de los roles más persistentes en la historia del peronismo: el de interventor. El término es amplio y remite a distintas funciones de un espectro que va desde la función de promoción y organización, a funciones relacionadas con la puesta en orden y el disciplinamiento en un territorio determinado. Este es un texto que se funda en una reconstrucción nominal pero que busca avanzar en una definición de la noción de “trayectoria política” que incorpore, en la imaginada carrera de dirigentes políticos, saberes no tan fácilmente cuantificables.
El análisis de las actas de resoluciones se ajusta en el cuadrante de las fuentes y enfoques “nacionales”. Contribuye a perfilar una institución sobre la que se ha escrito con documentos secundarios (prensa, sobre todo) o bien con análisis parciales de las actas de resoluciones.[14] Pero hay que dejar en claro que, así como en la escala local las demandas locales se destacan en los documentos analizados, en las actas de resoluciones del CSP sobresalen las resoluciones tendientes a “ordenar” el variado panorama de las provincias. Y es en ese sentido que deliberadamente no nos detendremos a considerar si el CSP durante el primer peronismo fue “verticalista” o no constituyó sino un fusible en la cadena de mando que tenía a Perón como único artífice. Sostener que estamos frente a una institución con vocación centralizadora y a documentos de control y custodia de un poder supralocal en detrimento de otros locales, no puede ser una conclusión sino el comienzo de la reflexión para comprender el tono de las resoluciones y una de las funciones de esas actas. Poner el foco en las trayectorias políticas relacionadas con el cargo de “interventor”, en base a una reconstrucción de las actividades de los interventores partidarios entre 1947 y 1955, nos permitirá ensayar algunas ideas sobre el peronismo toutcourt. Como expondré más adelante, mi perspectiva insiste en moverse a caballo de los enfoques que revisan “carreras políticas” y los enfoques que recuperan la dimensión organizativa para comprender la dinámica partidaria. Dos son los fundamentos de enfocar este artículo en los interventores: por un lado, verificamos que en muy poco tiempo pasan a ser legítimos intermediarios entre el territorio y el CSP, escribiendo un arreglo importante al reglamento partidario de principios de 1947 y adelantando algunas normas definidas con posterioridad en la Carta Orgánica de 1954; y por otro lado, el rol fue ganando espesor y las prácticas de los primeros años fueron inscribiéndose en el cargo. Como un ADN político, una serie de funciones y experticia definieron tácitamente al cargo. De modo que puede seguirse allí una forma de articulación que perduró incluso más que otras instituciones del Partido Peronista (como el propio CSP).
Si, como muchos han indicado, la política es siempre política territorial, entonces este trabajo habla sobre el modo en que las élites peronistas, y sobre todo Perón, intentaron hacer encajar al conjunto de prácticas políticas peronistas (y en ocasiones a todo el resto) en un esquema de partido primero, y movimiento posteriormente. Eso significa que tanto el Consejo Superior Peronista como los roles de intervención deben ser entendidos como modos de construir lo que se denominó “unidad” de los peronistas. Puede decirse que esto es común a todos los partidos, a toda la política, y eso no sería un error. Pero independientemente de los contenidos, la modalidad importa. Y en este punto, retener esa idea nos obliga a poner en contexto la lógica de “centralización”, de “verticalismo” partidario. Entiendo que, a partir de la lectura del libro de resoluciones del CSP (que no es un libro de actas), ese organismo fue más bien un instrumento con muchas dificultades por hacerse escuchar, que comenzó tratando de decir lo que había que hacer, pasó a escribir todos los nombres de los candidatos y terminó perfeccionado las herramientas disciplinarias. Expulsar afiliados, intervenir provincias y proclamar candidatos fueron sus actividades más importantes, en ese orden de precedencia. Pero luego, después de 1955, esas funciones no necesariamente quedaron adosadas al “espíritu” de la institución. No puedo decir lo que fue el CSP, sino lo que hizo. ¿Será posible tratar de hacer una panorámica del rol del interventor, visto desde esa agencia, que dialogue con distintas investigaciones que han reconstruido algunas de las prácticas concretas de esos actores, en distintas provincias?
Como dije, la razón de este texto entonces es afinar la noción de “trayectoria política” para continuar reflexionando sobre la historia política del peronismo. La hipótesis que propongo, para pensar las reconstrucciones que realizo, es que el concepto de “trayectoria política” implica carreras políticas y militancia política. Se han pensado de modo separado estas dos cuestiones.[15] Desde el andarivel de la reconstrucción nominal o prosopográfica, a duras penas es posible clasificar o etiquetar aquello relacionado con el ethos militante para ser incorporado en las trayectorias analizadas. Desde aproximaciones etnográficas, no han podido integrar las napas históricas sobre las que se asienta el sentido común de los militantes. La noción más ajustada a esta propuesta es la de trabajo político. Dice Gastañaga, a quien sigo en este apartado:
“Desde el punto de vista de mis interlocutores, el trabajo político especifica un tipo de quehacer político que no sólo se distingue de la militancia sino también del cumplimiento de la función asociada a un cargo político. Si bien requiere apoyarse en la legalidad y legitimidad que brindan las institituciones, para producir obras políticas son también fundamentales otras relaciones sociales basadas en vínculos entre personas que crean compromisos y obligaciones vinculantes. En este sentido, el trabajo político aúna actividades que pueden (y suelen) pasar desapercibidas como trabajo.”[16]
Con dificultad será posible tramitar desde el procesamiento de bases de datos relacionales, la significación contextual –no polisémica– del término “lealtad”. Esto ha sido mejor pensado desde distintos enfoques etnográficos. El rol de interventor puede ser un buen lugar para tratar de cruzar investigaciones provenientes de la historiografía sobre carreras políticas,[17] élites o profesionales de la política e investigaciones sobre militancia política.[18] La conjetura que propongo es que ese rol pudo haber contribuido a crear trayectorias políticas de “lealtad”, “ortodoxas” de “referentes históricos”, etc. a raíz de un tipo particular de trabajo político; y la vez contribuyó a diseñar un tipo de trabajo político no siempre rentado, no siempre reglamentado, que fue incorporándose a la “memoria institucional”, o bien, podría decirse, pasó a estar a disposición de los militantes.[19] Es posible que un enfoque de esta naturaleza contribuya a comprender cómo ciertas prácticas se hicieron convenciones y a la vez, los roles organizativos contribuyeron a estilizar conocimientos o “baquías” políticas.
A los efectos de discutir la propuesta, desarrollo en este texto una idea general sobre el CSP –en base a la literatura existente–, luego me detengo en caracterizar el rol de los interventores y exponer particularidades de ese trabajo político durante el primer peronismo, para finalmente presentar brevemente algunas trayectorias políticas.
El Consejo Superior peronista
El CSP es una institución que aparece en varias ocasiones en la historia del Partido Peronista (en adelante PP). Se creó en enero de 1947 como la agencia más importante en la estructura del nuevo partido. Como tal se mantuvo hasta el Golpe de Estado de 1955. En distintos momentos de los años venideros, el CSP haría esporádicas apariciones con el fin de organizar, ordenar, normalizar la vida partidaria del peronismo. Por momentos incluso rivalizó con otra gran institución partidaria como fue el Comando Superior Peronista, también una pieza mucho más previsible en su constitución durante el primer peronismo que a posteriori.[20]
En las investigaciones que indagan sobre el papel de CSP dos enfoques prevalecen: el análisis de su composición, que llamaremos aquí la reconstrucción nominal, y el estudio del rol que le cupo en las pujas internas del peronismo, que denominaremos reconstrucción funcional (Mackinnon, Tcach, Aelo, Melon, Ladeuix, Franco).[21] La reconstrucción de los antecedentes de los miembros intenta evaluar el estado, en un momento dado, de las fuerzas internas y sus batallas por el control de la incertidumbre. Ese equilibrio inestable en la conformación de una institución fundamental para un partido político (el national council, general secretariat, etc.), es un buen tester para medir el grado de institucionalización de una fuerza política. Mientras tanto, el enfoque discute un presupuesto bastante extendido durante décadas acerca del carácter apendicular del partido en el peronismo, con respecto a sus líderes y al Estado. Algunas de las variables para emplazar la información nominal son: lealtades partidarias de sus miembros (laboristas, renovadores, oficialistas); función legislativa que tenían en el momento de su participación en el CSP (diputados y senadores)[22]; provincia de origen; antigüedad en el CSP; facciones de pertenencia (Mercante; Perón, Eva; “Inciertas”).[23]
Por su parte, la perspectiva que prioriza el análisis funcional del CSP reconstruye las decisiones de esa agencia y el impacto de las mismas en el escenario estudiado.[24] En esa línea, más ensayada para el primer peronismo, se destacan dos ideas. La que postula que hacia 1950/1951 hubo un cambio drástico en el PP, que se vio reflejado en la composición del CSP y en el tipo de directivas que esta agencia resolvía. Esta idea está bastante extendida, incluso si no resulta relevante en la reconstrucción funcional. Viene a decir que hubo un CSP antes y otro después de esa fecha, en tanto sus funciones cambiaron. Y, por otro lado, la tesitura de que el CSP no fue un “espacio representativo de las ‘fuerzas internas’ sino, más bien, un espacio peri-carismático: es decir, una instancia de control y centralización en el proceso de toma de decisiones supervisado por el liderazgo carismático de Perón”[25]
La distancia entre las conclusiones de la línea de reconstrucción nominal y la de reconstrucción funcional –entre un CSP como condensación de la dinámica partidaria durante el primer peronismo y un CSP como instrumento cada vez más afinado de centralización– se hace más pronunciada por la escala elegida. Mientras el análisis de Mackinnon tiene como punto focal al CSP, el de César Tcach es uno de tipo meso y le permite observar las prácticas políticas de los interventores.[26] Otras investigaciones en clave provincial han llegado a conclusiones similares en lo que concierne al papel jugado por el CSP en la consolidación del régimen peronista.[27]
Estas dos vertientes dibujadas aquí también muestran una tensión entre juicios formales y de valor. En el caso de la línea de la reconstrucción funcional, no queda claro si se trata de una inclinación en el enfoque (el rol de interventor implica objetivos “centralizadores” y eso hace que consideremos “centralizadores” a los interventores) o de un criterio normativo de los autores sobre cómo deberían ser las relaciones entre agencias partidarias nacionales y subnacionales. Lo mismo podemos conjeturar sobre la reconstrucción nominal: o está propiciada por el tipo de información disponible (cualquier universo discreto puede ser tabulado) o bien insiste en hallar heterogeneidad en la cabeza del partido para discutir una visión prejuiciosa sobre las prácticas políticas del peronismo.
Para poder continuar ese debate en sordina, conviene recordar aquí que otro corte en el análisis está dado por la evaluación de las distintas apariciones del CSP a lo largo del tiempo. No hay que olvidar que las “tradiciones”, las afinidades o los orígenes ideológicos o militantes de sus miembros fueron haciéndose más relativos para cualquier comprensión del lugar del CSP en la organización general del PP, en la medida que un número limitado de funciones fueron definiéndose como parte de la soberanía del CSP, independientemente de quiénes lo constituyeron.[28] ¿Fueron esas funciones características comunes a los distintos peronismos? ¿Tuvieron los interventores del peronismo –en tanto elementos del CSP– el mismo papel tanto a mediados del siglo XX como a principios del siglo XXI?
Entre 1947 y 1955 el CSP soportó muchos cambios. Pasó de tener 10 integrantes en 1947 a tener 7 en 1955; en 1949 comenzó a diseñar roles específicos para algunos de sus miembros (secretarías) hasta asignarles a cada uno de los integrantes, en 1955, un rol organizativo y un control regional (ver tablas 1a,1b, 1c).
1947 | 1949 | 1951 (feb) |
Teisaire, Alberto (presidente) | Teisaire, Alberto (presidente) | Teisaire, Alberto (presidente) |
Figueiras, Demetrio | Garaguso, Bernardino (Sec. Gral) | Cámpora, Héctor (Sec. Gral) |
Montiel, Alcides | Goizueta, Mario (Sec. Organización) | Miel Asquía, Ángel José (Sec. Organización) |
Cruz, Luis | Scatamacchia, Mauricio (Sec. Finanzas) | Giavarini, Alejandro (Sec. Finanzas) |
Busquet, Alfredo | Viviani, Rinaldo | Viviani, Rinaldo (vocal y trib disciplina) |
Luco, Francisco | Atala, Luis | Atala, Luis (sec de informaciones) |
Garaguso, Bernardino | Giavarini, Alejandro | Goizueta, Mario (vocal y ¿trib disciplina?) |
Bustos Fierro, Raúl | Seeber, Carlos | Seeber, Carlos (vocal y trib disciplina) |
Borlenghi, Emilio | Miel Asquía, Ángel | Garaguso, Bernardino (vocal y trib disciplina) |
Cámpora, Héctor | Cámpora, Héctor | Scatamacchia, Mauricio (vocal y trib disciplina) |
En 1951 sobrevinieron muchos cambios y el panorama recién se hizo más estable al año siguiente. En marzo de 1951, renuncia Mauricio Scatamacchia e ingresa Abel Montes (más tarde electo diputado nacional por Santa Fe en las elecciones de ese año); en junio renuncia Mario Goizueta y se producen dos trueques: Giavarini pasa a Secretario General (en lugar de H. Cámpora) y Rinaldo Viviani pasa a ejercer el cargo de Secretario de Finanzas que ocupaba Giavarini. En agosto de ese año, Carlos Seeber y Bernardino Garaguso son expulsados del PP y recién en febrero de 1952 quedan cubiertos sus puestos, en un CSP con 7 miembros. En ese equipo, Viviani ya no está y fue reemplazado por Guillermo de Prisco. En mayo de 1953 renuncian Cámpora y Giavarini y entran Alberto Durand y Ramón Albariño. Para ese momento, cada integrante tiene una función: Albariño será el encargado hasta septiembre de 1955 de la Secretaría de Disciplina y Abel Montes de la de Inspecciones (más tarde en manos de Francisco Picallo).[29] En 1955, el CSP tendrá cambios más notables, incluyendo el reemplazo de su presidente Alberto Teisaire por Alejandro Leloir.
1952 (feb) | 1953 (mayo) |
Teisaire, Alberto (Presidente) | Teisaire, Alberto (Presidente) |
Giavarini, Alejandro (Sec. Gral.) | Miel Asquía, Ángel José (Sec. Gral) |
Cámpora, Héctor (Sec. Organización) | Atala, Luis (Sec. Organización) |
De Prisco, Guillermo (Sec. Finanzas) | De Prisco, Guillermo (Sec. Finanzas) |
Miel Asquía, Ángel José (Sec Información) | Durand, Alberto (Sec. Información) |
Atala, Luis (vocal y tribunal de disciplina) | Albariño, Ramón (Sec. Disciplina General) |
Montes, Abel (vocal y tribunal de disciplina) | Montes, Abel (Sec. de Inspecciones) |
1955 (agosto) | ||
Leloir, Alejandro (presidente) | ||
Zona a cargo | Secretaría | |
Albariño, Ramón | Litoral | disciplina |
Bocalandro, Carlos | Buenos Aires | organización |
Fernández, Benito | Sur | finanzas |
Picallo, Faustino | Cuyo | inspecciones |
Urrutia, José Miguel | Centro | informaciones |
San Millán, Ricardo | Norte | general |
El reglamento partidario de 1947 imaginó un Consejo Superior Ejecutivo como uno de los órganos principales del PP. Debía estar conformado por 24 miembros provenientes de las provincias, Capital Federal y los Territorios, designados por los Consejos Partidarios respectivos. La primera disposición transitoria de esa Carta Orgánica consistió en autorizar al “actual” Consejo Superior como la autoridad máxima, desactivando el modo de elección de sus miembros hasta tanto se pongan en funcionamiento las instituciones previstas en el reglamento.[30]
La Carta Orgánica de 1954 –reglamento que ponía en papel lo que venía haciéndose en la práctica– ya definía al CSP como tal y determinaba que sus miembros debían ser designados por el Jefe Supremo del Partido o por una, imaginada, Junta Consultiva. El CSP en ese documento era “el Comando Estratégico del Partido”.[31]
Entre uno y otro reglamento lo que cambia es el modo de circulación de hombres e información. ¿Cómo podía el CSP disponer de esos recursos para operar sobre la dinámica partidaria si sus hombres no traían mandatos locales, es decir, no eran elegidos por los afiliados o por congresos o asambleas generales? La figura que fue ganando terreno en la práctica y que terminó definido como uno de los elementos más importantes de partido fue el interventor.[32]
Los interventores
Como dijimos, nuestro objetivo es precisar el lugar de los interventores durante el primer peronismo para luego avanzar hacia un concepto de “trayectoria política” que nos permita poner a prueba dos ideas: una que supone que algunos de esos dirigentes políticos que operaron como interventores terminarán insuflados de ese expertise, de modo que en distintos períodos posteriores serán convocados desde el PP para poner en práctica esas formas de acción política aprendidas durante los años que van de 1947 a 1955. Y la otra que propone que esos saberes fueron características de una institución que se originó en los primeros años, cambió de sentido muy tempranamente y con el tiempo estableció sus capacidades. Creemos que durante el primer peronismo fue hegemónico el proyecto que buscaba forjar un partido político orientado al adoctrinamiento y cada vez más lejos de la práctica “comiteril”. Ese proyecto no se extendió más allá de 1955 pero el ejercicio de normalizar, pacificar y unificar fue consolidándose como un saber hacer, que a la vez definió un tipo particular de trabajo político: el del interventor.
Una primera indicación sobre los interventores: no siempre se les encargaba ordenar o limpiar un territorio. En numerosas ocasiones el interventor debe organizar o colaborar en la organización local. Esa función ya era importante en los comienzos. No era extraño en 1947 que los mismos integrantes del CSP fueran interventores, además de poseer cargos parlamentarios (ver tabla 2).
Miembro del CSP de 1947-1949 | Interventor |
Montiel, Alcides | Tucumán |
Cruz, Luis | San Juan y Catamarca |
Figueiras, Demetrio | Entre Ríos |
Luco, Francisco | La Rioja |
Garaguso, Bernardino | Buenos Aires |
Bustos Fierro, Raúl | San Juan |
Borlenghi, Emilio | San Luis y Territorios del Norte y del Sur |
Cámpora, Héctor | Capital Federal |
Esa situación cambió en los años siguientes. En el CSP de 1949-1951, solo cumplieron funciones de interventores Rinaldo Viviani (Salta); Alejandro Giavarini (Mendoza); Carlos Seeber (Córdoba) y Luis Atala (San Luis), mientras que en las siguientes composiciones del CSP, solo Guillermo de Prisco fue interventor en La Rioja, durante 1954. Pero subrayemos esto: en los orígenes, la intervención implicaba una agencia organizadora, incluso cuando esto consistiera en políticas centralizadoras. Ese tipo de agencia estuvo, además, bastante extendida en todos los niveles organizativos. En el CSP incluso hubo designaciones con términos más específicos que indicaran ese rol en el mandato: Antonio J. Benítez fue “comisionado” de fines de 1947 hasta abril de 1948 en los Territorios Nacionales de Misiones, Chaco y Formosa; Roberto Cursack fue “Delegado Organizador” en los Territorios Nacionales del Norte y Sur, entre octubre de 1948 y junio de 1949, y luego cumplió el mismo rol solo para los Territorios Nacionales de La Pampa, Neuquén, Río Negro, Chubut y Santa Cruz entre junio de 1949 y mayo de 1951. Fue Oscar Bidegain quien hizo de “Delegado Organizador” en el resto de los Territorios (Misiones, Chaco y Formosa) en ese mismo período. Finalmente, Oscar Albrieu fue también “Delegado Organizador” en Mendoza durante casi todo el año 1950.
Pero desde 1948, junto con medidas tendientes a controlar la agitada actividad política interna,[33] el CSP comenzó a definir con precisión la figura del interventor y el perfil que paulatinamente fue dibujándose estuvo más cerca de uno del tipo “ojos y oídos del rey” que de uno que actuara en representación de las agencias infrapartidarias. En septiembre de 1948, el CSP resuelve “escuchar” precandidatos sugeridos por los interventores y autorizar a estos a impartir justicia partidaria (suspender afiliados). Más adelante, en junio de 1949, el CSP resolvió sobre las competencias de los interventores partidarios. El espíritu de esta resolución estuvo en sintonía con lo que años más tarde quedará escrito en la Carta Orgánica de 1954. Pese a lo que se ha dicho sobre las pugnas por el control del CSP entre democrático/sindicalistas y carismáticos/políticos, o en otra versión, por el ascenso de una facción “mercantista”, las resoluciones del CSP poseyeron desde muy temprano un tinte centralizador que recargaba la figura del interventor por sobre otras formas de gobierno partidario provincial imaginadas o existentes, más allá de los objetivos de facciones o individuales. En la resolución que comentamos, los interventores “representan la autoridad máxima del partido en el distrito que se designen y reemplazan a todos los organismos superiores estatuidos” y tienen dos funciones: adoctrinamiento y organización. En este último apartado se instruía a los interventores acerca del nombramiento de delegados interventores locales y del cuidado necesario al hacerlo para no “herir susceptibilidades”.[34]
En resoluciones de años siguientes, esa figura será dada por supuesta. Por ejemplo, cuando en 1950, el CSP caracteriza a las “Juntas de Organización”, las hace depender del Interventor de Distrito, ya sin referencia alguna a reglamentos vigentes.[35] En 1954, al justificar la modificación del reglamento principal del PP, el CSP indicó la necesidad de “suprimir los congresos partidarios, hasta ahora no elegidos, porque representan excesos de soberanía, dando lugar a la formación de prácticamente 25 partidos peronistas, unidos entre sí en forma muy discutible” y en otro punto: “eliminar los comandos con comandantes, origen de la formación de círculos políticos, sectarismos, personalismos, contubernios, trenzas, caudillaje, y demás causas de disociación. Aplicar en cambio, lo establecido en la práctica, la existencia de comandos sin comandante.”[36]
Los interventores partidarios constituyeron un haz poco diferenciado de cargos del mismo tipo. Además de “Interventor partidario”, hay que mencionar “Comisionado”; “Delegado Organizador”; “Inspector General”, “Delegado del CSP”; “Delegado Investigador”; “Inspector General y Supervisor”, “Supervisor”; “Organizador” y “Sumariante”.[37]
Durante los primeros meses de 1951 sobrevendrá un cambio importante en las políticas de intervención en las provincias (ver gráfico 1). Además de los cambios en la nómina del CSP y la aparición de la primera resolución ceremonial –esto es, una resolución que invertía abundante energía en celebrar un episodio o persona (en ese caso se trató de un aniversario del 24 de febrero de 1946)–, el máximo organismo resolvió reordenar el cuerpo de interventores y nombrar un conjunto de “Inspectores Generales”, especie de contralores del primer equipo (ver tabla 4).
Capital Federal | Cámpora, Héctor J. | Gianola, Jorge Nicolás |
Catamarca | Montes, Abel | Otero, Luis Juan |
Córdoba | Seeber, Carlos M. | Cárcano, Luis |
Corrientes | Benítez, Antonio J. | Rega, Alfredo |
Entre Ríos | Visca, José Emilio | Cantore, Luis |
Jujuy | Haramboure, Horacio | Osella Muñoz, Enrique |
La Rioja | Zamudio, Juan Carlos | Sturlo, Juan Carlos |
Mendoza | Díaz, Carlos A. | Seminario, José Martín |
Salta | Viviani, Rinaldo | Dussaut, Santiago |
San Juan | Cruz, Luis | Casiano Puñed, Fernando |
San Luis | Forteza, Eduardo J | Guilhe, Fernando |
Santa Fe | Lavia, Ludovico | Pérez Otero, Tito Vicente |
Santiago del Estero | Lareo, Ricardo | Gaeta, Adolfo |
Territorios Nacionales de Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego | Rodríguez González, Manuel | |
Territorios Nacionales de La Pampa, Neuquén, Río Negro y Comodoro Rivadavia | Cursack, Roberto | |
Territorios Nacionales de Misiones, Chaco y Formosa | Bidegain, Oscar | |
Tucumán | Ottonello, Benito | Parodi, Juan Carlos |
El panorama general en el PP, desde 1949, fue desplazando lo escrito en la Carta Orgánica de 1947 (con excepción de lo ocurrido en Provincia de Buenos Aires) hasta alcanzar una organización de nuevo tipo en 1953 (con elecciones en los niveles más bajos, y Consejos Provinciales designados en algunos lugares, sin convenciones partidarias). Sin embargo, incluso bajo ese formato las intervenciones no desaparecieron completamente. En julio de 1954, en aquellos lugares ya organizados, se dieron de baja las intervenciones, pero se nombró a esos mismos interventores como “Delegados del CSP”, con funciones de enlace; asistencia a las reuniones de distrito con voz y sin voto; elevación de informes al CSP; representación del PP en las reuniones de Comandos Tácticos junto con el Secretario Delegado; y la suspensión de cualquier orden de distrito que no se ajuste a las del CSP.[39]
Gracias a la literatura de las últimas dos décadas, conocemos mucho sobre los conflictos provinciales en los que los el CSP por intermedio de los interventores jugó un papel importante. Leídos a partir de los libros de resoluciones del CSP, y entendiendo que el propio organismo tuvo como objetivo el de liberar de funciones políticas a la mayoría de los agentes partidarios y en especial a los interventores, cuando no reemplazarlos con Consejos, es posible conjeturar que hubo algunas provincias más “problemáticas” que otras. Esa gradación tendría un indicador en el recambio de interventores. Esto no es fácilmente comprobable, en tanto desconocemos las razones de las renuncias de muchos de los hombres enviados a cumplir ese rol. Pero una manera de desarrollar esa hipótesis es revisar la evolución del peronismo en esos lugares (ver gráficos 2;3 y 4).
Si no tomamos en cuenta en nuestras consideraciones a los sumariantes que en 1949 fueron enviados a Catamarca para resolver un conflicto de nivel provincial,[40] lo que nos queda bajo una mirada impresionista es que la mayoría de las provincias tuvo conflictos y en ellas los interventores jugaron distintos papeles. Esto se condice con la estrategia del CSP de hacer de los interventores los organismos principales en el orden provincial. Pero también nos dice algo que la historiografía actual no puede procesar porque identifica a los interventores a partir de un conflicto: que, así como podían lograr controlar un problema, podían también provocarlos (el caso menos estudiado y más llamativo fue tal vez la intervención de José Visca en Entre Ríos). El CSP debía ajustar cuentas entonces con los propios enviados. Lo hará sobre todo a partir de la supervisión del “Delegado Inspector”. Así sucedió en Santiago del Estero con Isaías Manuel Juárez, con Ruaro en La Rioja, con Luis Larrauri en Río Negro. En San Luis, Adolfo Gaeta será “trasladado a un Territorio Nacional”, por no haber actuado duramente contra otro Interventor, Luis Scilingo, a quien más tarde se lo expulsa y se le pide que devuelva la medalla peronista. La misma suerte corrieron Roberto Bárcena por su paso por Formosa, y Olavo Arce en Santa Fe, pero ya alejado de sus funciones como interventor (en Santa Cruz y en Tierra del Fuego).[41] En 1955, el CSP expulsa a otro interventor en San Luis (Hermes Ortega) y a uno de Santa Cruz (Oscar Wieman).[42] Aunque no podemos reconstruir la toma de decisiones a partir del libro de resoluciones del CSP, el circuito implicaba personal en provincia (tribunal de disciplina e interventores o Inspectores) y al Tribunal de Disciplina del propio CSP, institución que fue acaparando paulatinamente las páginas del libro de resoluciones. En definitiva: los conflictos provinciales no pueden ser considerados el fundamento del rol de los interventores.
Las trayectorias
Las trayectorias políticas de los interventores es una idea a explorar. Las carreras políticas no pueden definirse por la experiencia acumulada en un cargo, sino que son líneas que pueden trazarse desde una punta a la otra del esquema institucional de un partido político, más allá de este y más allá también del sistema político. Pero las trayectorias políticas de los interventores, como las trayectorias políticas de los intelectuales, poseen un sesgo en este caso técnico que las convierte en un andarivel sobre el cual es posible “hacer carrera” sin “saltar” a otras arenas partidarias.
Uso la palabra “técnico” pero no la opongo a “intelectual” sino a rudimentario o improvisado. Los interventores, si la conjetura que seguimos en este texto es demostrable, acabaron poseyendo “técnicas” para construir consenso y “unidad”, o para erradicar focos de conflicto.[43] La exploración sobre ese tipo de saber, específico pero “bajo”, es decir, no fácil de expresar formalmente, tal vez nos permita avanzar en la reflexión sobre convenciones tácitas en el “hacer política” en el peronismo (no porque los interventores supieran verdaderamente qué es lo que había o no que hacer, sino porque acumularon un sentido común partidario, pero que también se ponía en riesgo toda vez que debían actuar como interventores). En la jerga política, el sentido más primordial del término “referente” indicaría este tipo de relación entre un hombre o mujer y un territorio o conocimiento. De todos modos, hay que distinguir en este supuesto dos posibles líneas a explorar: una centrada en las personas (carreras políticas) y la otra centrada en la institución (desarrollo institucional). La propuesta es avanzar entre esos carriles, identificando y reconstruyendo carreras políticas para perfilar el rol de los interventores en el PP. Será difícil hallar patrones que asocien nombres a ese rol en distintos momentos del peronismo (por ejemplo, Manuel Rodríguez González o Mauricio Scatamacchia, ambos dirigentes convocados para el mismo trabajo en los años setenta) y más fácil mapear capitales políticos de dirigentes (Osella Muñoz, Héctor Cámpora). La hipótesis más arriesgada es pensar en el rol del interventor como la articulación institucional de un partido político que por momentos batalla por organizarse, por momentos no puede hacerlo, por momentos puede, pero no quiere hacerlo.
De todos modos, consideremos el gráfico 5 que muestra aquellas personas que más veces actuaron como interventores partidarios en este mismo período, para considerar solo aquellas carreras políticas de quienes, suponemos, fueron convocados en repetidas ocasiones porque conocían el territorio y porque eran buenos haciendo lo que hacían.
Rodríguez González, Manuel | |||
Inspector General y Supervisor | Catamarca, La Rioja, San Juan, Mendoza y San Luis | 1955, 5, 14 | 1955, 8, 24 |
Interventor partidario | Territorios Nacionales de La Pampa, Neuquén, Río Negro, Chubut y Santa Cruz | 1950, 7, 31 | 1951, 5, 14 |
Inspector General | Territorios Nacionales de Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego | 1951, 5, 14 | 1955, 9, 16 |
Interventor partidario | Jujuy | 1952, 5, 1 | 1954, 7, 6 |
Interventor partidario | Tucumán | 1952, 10, 28 | 1952, 10, 28 |
Interventor partidario | Entre Ríos | 1954, 7, 6 | 1955, 5, 14 |
Inspector General | Entre Ríos | 1955, 4, 1 | 1955, 9, 16 |
Wilde, Waldemar Tito | |||
Interventor partidario | Chubut | 1951, 5, 14 | 1952, 5, 1 |
Interventor partidario | Entre Ríos | 1952, 5, 1 | 1954, 7, 6 |
delegado del CSP | Chubut | 1954, 10, 26 | 1955, 9, 16 |
Inspector General y Supervisor | Entre Ríos, Corrientes y Misiones | 1955, 5, 14 | 1955, 8, 24 |
Interventor partidario | Entre Ríos | 1955, 5, 14 | 1955, 8, 24 |
Bevacqua, Raúl Conrado | |||
Interventor partidario | Misiones | 1951, 5, 14 | 1952, 5, 1 |
Interventor partidario | La Rioja | 1952, 5, 1 | 1952, 10, 28 |
Interventor partidario | Capital Federal | 1953, 5, 19 | 1955, 8, 9 * |
Interventor partidario | Mendoza | 1952, 10, 28 | 1953, 5, 19 |
Gaeta, Adolfo | |||
Interventor partidario | Santiago del Estero | 1951, 5, 14 | 1952, 5, 1 |
Interventor partidario | Corrientes | 1952, 5, 1 | 1953, 11, 3 |
Interventor partidario | San Luis | 1953, 11, 10 | 1954, 6, 29 |
delegado del CSP | Chubut | 1954, 6, 22 | 1955, 8, 24 |
Ottonello, Benito | |||
Interventor partidario | Tucumán | 1949, 5, 30 | 1951, 5, 14 |
Inspector General | Tucumán | 1951, 5, 14 | 1955, 9, 16 |
Interventor partidario | San Luis | 1948, 5, 7 | 1949, 5, 30 |
Incluí el cargo de “Inspector General” (1951) porque funcionó como valoración de los servicios prestados por los interventores. Aunque apenas hubo pocos casos de interventores con desaprobación explícita de sus servicios, el hecho de que las personas no hayan vuelto a ser convocada puede resultar un ponderador que nos indique un desempeño no esperado. Si no consideramos ese cargo como relevante en esta línea de aproximación, Benito Ottonello quedaría fuera de la tabla porque, como interventor, solo pasó de San Luis a Tucumán.
Diferentes son los otros casos, por varios motivos, además de serlo por el número de veces que fueron convocados. Fueron interventores en el ciclo 1951-1955. Algunos de ellos tuvieron que trabajar en la misma provincia (Rodríguez González y Wilde en Entre Ríos; Wilde y Gaeta en Chubut).
Rodríguez González previamente fue diputado por la provincia de Buenos Aires (el parlamento fue una cantera importante para el reclutamiento de interventores), y tuvo también participación en la vida partidaria del peronismo bonaerense.[44] En su tarea como interventor, según las investigaciones del peronismo en las distintas provincias por las que pasó, Rodríguez González fue un interventor “apostólico”, uno de los que llevó dos mandatos básicos para el orden provincial: adoctrinamiento y organización partidaria. En 1953 prometió en Tucumán un orden ascendente para esa organización (elegir autoridades de básicas, luego de distritos y luego provinciales).[45] Un año antes, en septiembre de 1952 había finiquitado el mismo proceso en Jujuy.[46] No puedo saber si la superposición de cargos relacionados con la organización partidaria significó funciones concretas en los Territorios del Sur o en las provincias cuyanas.[47] Tampoco hay datos sobre su gestión en Entre Ríos. Aunque en 1955, el CSP lo advierte severamente por no aplicar con rigor las directivas indicadas el año anterior contra un afiliado interventor, al que se promete procesar, como señalé más arriba.[48] En mayo será relevado de ese puesto, aunque no sabemos si fue por esa razón. De todos modos, en agosto de 1955, pasó a ser adscripto al CSP, sin función concreta hasta nuevo aviso.[49] En 1974 formará parte de la legión de interventores designados por Perón para atender los conflictos provinciales.[50]
Waldemar Tito Wilde fue, como Bevacqua, médico. En 1948 estaba asignado a Servicios Sanitarios de Correos y Telecomunicaciones y, al menos en 1954 se desempeñaba como titular de la primera cátedra de Fisiología Humana de la UBA.[51] Desde 1952 estuvo asignado a Entre Ríos y a Chubut. En ningún caso sabemos sobre su desempeño.
Sobre el desempeño de Bevacqua como interventor no tenemos referencias. Murió en 1960.
Diferente es el caso de Adolfo Gaeta. Su activismo está referido en investigaciones sobre Comodoro Rivadavia y sobre Corrientes.[52] Fue en Corrientes donde tuvo que trabajar más. A Gaeta y al nuevo gobernador, Raúl Castillo, les tocó estar al mando de la reorganización del Partido y el Estado, respectivamente. Después de un año, Gaeta anunció el fin de esa etapa, pero aún le tocaba capear la crisis desencadenada por los incidentes acaecidos durante una visita de Perón. Floro Martín, uno de los interventores más cercano al reorganizado CSP, lo reemplazó a fines de 1953.[53]
Algunas conclusiones
Las intervenciones partidarias no son las únicas instituciones que merecen ser consideradas a la hora de pensar cómo fue la organización del PP a lo largo de la historia del peronismo. Los interventores de gobierno y los sindicales deberían formar parte de una revisión más amplia del rol de esos cargos en la construcción política.[54] Es un debate que excede al peronismo y que recupera una larga conversación sobre democracia, república y federalismo. Un ejemplo indica mejor hacia dónde apuntamos: sabemos que Domingo Mercante, mientras duró como Gobernador de la provincia de Buenos Aires intervino más municipios que quien le siguió en su cargo, Carlos Aloé.[55] Para algunos, el hecho de que Mercante lo hiciera con municipios peronistas y Aloé contra municipios radicales es un indicador que merece ser evaluado a la hora de “medir” democracia, institucionalidad, etc. Para otros investigadores, la extendida existencia de interventores partidarios es un indicador de debilidad democrática, falta de democracia interna, etc. En este artículo subrayamos la importancia de analizar la modalidad de los procesos que tramitan esas tensiones.
Hablando sobre el peronismo en las provincias, Tcach sostuvo:
“Soñó con ser un partido de acero provisto de una rígida disciplina, pero en los hechos fue con frecuencia un semillero de pelitos minúsculos. No hubo Gulag que reflejase esa concepción vertical y organicista de la práctica política, pero distó de carecer de efectos de sentido.”[56]
Tcach percibe un hilo conductor que se gesta durante el primer peronismo y define de algún modo la historia toda del peronismo en esa tensión entre imaginarse como un partido fuerte y flotar en mareas de faccionalismo. Aunque no coincida con esa tradición que Tcach piensa como cierta, creo que la tensión entre pleitos y “partido de acero” es muy pertinente para discutir la figura del interventor. En la idea de “semillero de pleitos políticos” hay toda una protodefinición del territorio –aspecto que también Moira Mackinnon entendió como mandatario para entender la organización del PP durante el primer peronismo–. El interventor o delegado del CSP puede haber tenido órdenes de la máxima agencia partidaria, pero operó como vertebrador de dos espacios que se reiteran en abismo en un sistema de clasificación que define la política en general y las prácticas políticas de partidos de masas ([alto/bajo] [centro/periferia] [unidad/facción] [líderes/masas] [adentro/afuera] [formal/informal]). Al mirar procesos importantes en el camino indefinido hacia la unidad partidaria del peronismo (1947, 1952, 1959, 1963, 1972, 1985[57], 2007, entre otras), la intervención parece proponer una hoja de ruta para acomodar esa tensión de la que hablamos. Durante el primer peronismo, en el PP se sostuvieron por encima de otras, dos tipos de instituciones: las unidades básicas y el CSP; en el medio hubo sobre todo Consejos Provinciales designados e Interventores. Las dirigencias no serían moldeadas, en el esquema que comenzó a imponerse desde 1948 en adelante, por la competencia intrapartidaria, sino a través de la Escuela Superior Peronista, fundada unos años más tarde. La organización a dos puntas (bien “abajo” y bien “arriba”) pudo verse en muchos momentos de la historia del peronismo. Con dificultad surgieron, en esos marcos, formas de elección en asambleas o por medio del voto directo para establecer autoridades partidarias de nivel medio. Es por eso tal vez que la figura del interventor mantuvo su prestigio: para cualquiera de las dos puntas de la pirámide organizativa, el interventor podía ofrecer sus servicios: organizar o controlar. Fue, por último, ese saber hacer –que el CSP durante el primer peronismo imaginó vaciado de política “comiteril”– lo que continuamente le devolvió la humanidad a quien encarnaba ese rol, poniéndolo muchas veces del lado de facción.
Agradecimientos
Una versión preliminar de este artículo fue expuesta en el Panel de discusión: “Escalas y trayectorias políticas en los estudios sobre el primer peronismo”, Mar del Plata, 26 de abril de 2012. Agradezco por los comentarios a María del Mar Solís Carnicer, así como a los evaluadores de la revista.
Referencias
MACKINNON, Moira Los años formativos del Partido Peronista (1946-1950), Instituto Di Tella-Siglo Veintiuno, Buenos Aires, 2002
BARRY, Carolina Evita capitana. El Partido Peronista Femenino, 1949-1955, Universidad Nacional de Tres de Febrero, Caseros, 2009
MACOR, Darío - TCACH, César (eds.) La invención del peronismo en el interior del país, Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 2003
TCACH, César (eds.) La invención del peronismo en el interior del país II, Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 2013
AELO, Oscar H. (comp.) Las configuraciones provinciales del peronismo: actores y prácticas políticas, 1945-1955, Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, La Plata, 2010
MARCILESE, José El peronismo en Bahía Blanca. De la génesis a la hegemonía 1945-1955, Editorial UNS, 2015
CAMAÑO SEMPRINI, Rebeca Peronismo y poder municipal. De los orígenes al gobierno en Río Cuarto (Córdoba, 1943-1955), Prohistoria, Rosario, 2014
QUIROGA, Nicolás “La dimensión local del Partido Peronista. Las unidades básicas durante el primer peronismo, Mar del Plata, 1946-1955”, Tesis de doctorado, UNMdP, 2010
ACHA, Omar y QUIROGA, Nicolás El hecho maldito. Conversaciones para otra historia del peronismo, Prohistoria, Rosario, 2012
PROL, Mercedes Estado, movimiento y Partido Peronista. La ingeniería institucional en Santa Fe, 1943-1955, Siglo Veintiuno, Buenos Aires, 2012
GARZÓN ROGÉ, Mariana El peronismo en la primera hora. Mendoza, 1943-1946, EDIUNC, Mendoza, 2014.
AELO, Oscar El peronismo en la provincia de Buenos Aires 1946-1955, Eduntref, Buenos Aires, 2012.
TCACH, César Sabattinismo y Peronismo. Partidos políticos en Córdoba, 1943-1955, Sudamericana, Buenos Aires, 1991
GUTIÉRREZ, Florencia y RUBINSTEIN, Gustavo (comps.) El primer peronismo en Tucumán. Nuevos avances y perspectivas, EDUNT, Tucumán, 2012
SABATO, Hilda - TERNAVASIO, Marcela - DE PRIVITELLIO, Luciano y PERSELLO, Ana Virginia Historia de las Elecciones en la Argentina. 1805 -2011, El Ateneo, Buenos Aires, 2011
AELO, Oscar “Carisma, democracia, verticalismo. El Partido Peronista argentino (1947-1955)”, mimeo, 2015
CUCCHETTI, Humberto Combatientes de Perón, herederos de Cristo. Peronismo, religión secular y organizaciones de cuadros, Prometeo Libros, Buenos Aires, 2010.
GASTAÑAGA, Julieta El trabajo político y sus obras. Una etnografía de tres procesos políticos en la Argentina contemporánea, Antropofagia, Buenos Aires, 2010,
BALBI, Fernando De leales, desleales y traidores. Valor moral y concepción de política en el peronismo, Antropofagia, Buenos Aires, 2007
ROSATO, Ana y BALBI, Fernando (comps.) Representaciones sociales y procesos políticos, Antropofagia-IDES, Buenos Aires, 2003
SOPRANO, Germán “Doña Silvia. Análisis de redes políticas en el peronismo de la provincia de Misiones durante una campaña electoral municipal”, en Andes, núm. 19, 2008
QUIRÓS, Julieta El porqué de los que van. Peronistas y piqueteros en el Gran Buenos Aires (una antropología de la política vivida), Antropofagia, Buenos Aires, 2011.
PRESIDENCIA DE LA NACIÓN. Secretaría de Prensa y Difusión Perón habla ante el Congreso Nacional Justicialista, Buenos Aires, 1974
MELON, Julio y QUIROGA, Nicolás El peronismo y sus partidos, Prohistoria, Rosario, 2015
LADEUIX, Juan “Perón o muerte en la aldea. Las formas de la violencia política en el interior de la Provincia de Buenos Aires, 1973-1976”, Tesis de Doctorado en historia, UNMdP, 2015
FRANCO, Marina “La «depuración» interna del peronismo como parte del proceso de construcción del terror de Estado en la Argentina de la década del 70”, en A contracorriente, vol. 8, núm. 3, 2011
GREZ TOSO, Sergio - ZAPATA, Francisco y MACKINNON, Moira Formas tempranas de organización obrera, La Crujía, Buenos Aires, 2003
AELO, Oscar Las configuraciones provinciales del peronismo: actores y prácticas políticas, 1945-1955, Archivo Levene, La Plata, 2010
LEVITSKY, Steven “Institutionalization and Peronism: The Case, the Concept, and the Case for Unpacking the Concept”, en Party Politics, 1998, vol. 4, núm. 1
PRESIDENCIA DE LA NACIÓN, Subsecretaría de Informaciones y Prensa. “Carta Orgánica Nacional” [de 1947], en Doctrina Peronista, 1951
PARTIDO PERONISTA “Carta Orgánica”, en Manual del Peronista, Buenos Aires, 1954
GUTIÉRREZ, Florencia y RUBINSTEIN, Gustavo (comps.) El primer peronismo en Tucumán. Nuevos avances y perspectivas, EDUNT, Tucumán, 2012
BONA, Aixa y VILABOA, Juan (coords.) Las formas de la política en la Patagonia. El primer peronismo en los Territorios Nacionales, Biblos, Buenos Aires, 2007
KINDGARD, Adriana “La dirigencia peronista jujeña y el movimiento obrero en el tercer gobierno de Perón: del entendimiento a la violencia política”, en Polhis, núm. 6, 2013
PRESIDENCIA DE LA NACIÓN Boletín Oficial, Abril de 1948, URL: https://archive.org/stream/Boletin_Oficial_Republica_Argentina_1ra_seccion_1948-04-16/1948-04-16_djvu.txt
ROMERO, Lucía Ana “Conformación y desarrollo de una tradición de investigación clínica médica: Alfredo Lanari y el Instituto de Investigaciones Médicas (IIM) (1957-1976)”, Tesis de doctorado en Ciencias Sociales, FLACSO, 2010
SOLÍS CARNICER, María del Mar “El peronismo correntino entre el gobierno y la oposición. Tensiones, conflictos y transformaciones tras las elecciones de 1951”, ponencia presentada en XIV Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia, Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras, UNCuyo, Mendoza, 2013
SERVETTO, Alicia 73/76 El gobierno peronista contra las “provincias montoneras”, Siglo Veintiuno, Buenos Aires, 2010
MARCILESE, José “Estado provincial y municipios bonaerenses, una relación conflictiva en los años del primer peronismo”, en Anuario del Instituto de Historia Argentina, núm. 9, 2009
TCACH, César “Estudios sobre peronismos provinciales: un cambio en el régimen de preguntas”, en Estudios Sociales, núm. 46, 2014
CLOSA, Gabriela “Crisis, renovación partidaria y transformaciones políticas en el peronismo de córdoba, 1983-1987”, en Astrolabio, número 4
AELO, Oscar “Elites políticas en la provincia de Buenos Aires: peronistas y radicales en las elecciones de 1948”, en EIAL, vol. 13, núm. 2, 2002
Notas
http://www.archivosabiertos.com/centroDeDocumentos.php?documentos=fondoRojas [Última consulta: mayo de 2016].
https://archive.org/stream/Boletin_Oficial_Republica_Argentina_1ra_seccion_1948-04-16/1948-04-16_djvu.txt y ROMERO, Lucía Ana “Conformación y desarrollo de una tradición de investigación clínica médica: Alfredo Lanari y el Instituto de Investigaciones Médicas (IIM) (1957-1976)”, Tesis de doctorado en Ciencias Sociales, FLACSO, 2010.