Reseñas
BARRAL, María Elena Curas con los pies en la tierra. Una historia de la Iglesia en la Argentina contada desde abajo, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2016, 296 pp. ISBN 978-950-07-5683-9.
BARRAL, María Elena Curas con los pies en la tierra. Una historia de la Iglesia en la Argentina contada desde abajo, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2016, 296 pp. ISBN 978-950-07-5683-9.
Prohistoria, núm. 29, 2018
Prohistoria Ediciones
Hablar de sacerdotes sin intención ni de canonizarlos ni de demonizarlos es difícil; historizar sus vidas enlazadas con sus comunidades -no a título de meros contextos sino de tramas sociales-, peor aún. Por eso el libro de María Elena Barral da varios pasos en la dirección correcta: hacer historia de la experiencia pastoral católica en clave colectiva; y, por colectiva, historia política.
En diez capítulos narra historias de diez comunidades a través de sus curas, en un arco temporal que va desde fines del siglo XVIII a fines del XX, todas ubicadas en territorios que hoy configuran el estado argentino. Esa amplitud y dispersión no generó en la autora la necesidad de inventar un argumento que uniera los diez relatos. No hay un relato, sino diez, que en conjunto demuelen cualquier viso de esencialismo en la conceptualización del sacerdocio católico y, en especial, de su especificidad parroquial.
Es un texto con alto valor pedagógico, libre de erudición y de minucias, pero con una base documental e historiográfica que garantiza la pertinencia de las reconstrucciones. Fue diseñado con material académico en clave didáctica: circulan conceptos de Thomson, Garavaglia, Djenderedjian, Canedo, Fradkin, Di Stéfano, Zanatta, Di Meglio, Ayrolo, Ratto…, y de Barral, que están afianzados en sus respectivos campos y ayudan a insertar las historias individuales en comprensiones más amplias de lo social. Lo ameno nunca boicotea a la precisión. El tratamiento que hace en el capítulo II, por ejemplo, del regio patronato y de la recaudación en manos de los párrocos, es impecable por su sencillez y denota la aplicación efectiva que tenía en los hechos y el impacto en las vidas de los súbditos hispano-criollos, alejándose de las distinciones abstractas. Lo mismo en el tercer capítulo, cuando explica la participación popular en la Revolución de Mayo. O, más grato aún, el relato explicativo sobre la continuidad textual y práctica entre concilio Vaticano II, CELAM, Conferencias Nacionales, etc. Por ello es una obra de la que se aprende mucho; algunos problemas historiográficos tratados son: el ejercicio efectivo de un tipo de autoridad cuya legitimidad es mixta –política y religiosa- en ámbitos fronterizos, a fines del siglo XVIII; los modos y las herramientas de la difusión ideológica durante la Revolución de Mayo; la concreción local de pautas nacionales durante la construcción del Estado-nación a fines del siglo XIX; una experiencia casi milenarista en la pampa húmeda de principios del siglo XX; la imbricación entre sindicatos y párrocos en zonas semi-feudales de Tucumán en el primer peronismo; también durante este, la reciprocidad entre arquitectura religiosa e ideología en el Gran Buenos Aires; las originalidades de la teología de la liberación en Argentina; la existencia y la tarea de los Curas en la Opción Por los Pobres… Estos capítulos, además, encierran en sí un conocimiento preciso de los estados de las cuestiones más importantes de los temas que tratan; la autora presenta al lector los debates historiográficos actuales de un modo comprensible y ajustado no sólo a las necesidades del relato, sino de una epistemología compleja, o sea, de una explicación histórica que tensiona la acción individual con los recortes y posibilidades estructurales; una epistemología que vincula deliberación personal, sentido y agencia colectiva. Quizá sea esta la única epistemología capaz de explicar el fenómeno de lo pastoral, sin achicarlo a puro liderazgo sociológico, a lo Weber; o a pura tecnología de la dominación, a lo Foucault; o a servilidad basada en el miedo al más allá, a lo Voltaire. No hay candidez al analizar lo pastoral; creo no equivocarme si afirmo que el análisis del vínculo político es lo fundante de estos relatos –quizá la única constante analítica en ellos-; el del cura con su comunidad, y el de ambos con las instancias institucionales superiores. Se ha captado adecuadamente esa dimensión de lo religioso en relación con estructuras políticas regionales o nacionales, a las que se les aporta valores o se les cuestiona el estatus; pero las relaciones de estos curas con su grey son políticas y nos hablan de su inserción en grandes relatos de lo social. Sólo tomo el caso del Cura Brochero, cuyos desvelos parecen ser, en los relatos historiográficos más distraídos, apenas obras para el bienestar de sus feligreses; pero fueron obras que vistas por una historiadora de lo político como Barral, develan su capacidad de insertar a su enorme y pobre curato en el mercado nacional que asomaba por entonces (¿a qué apuntan si no las vías de comunicación, la distribución del agua, la diversificación productiva, la circulación monetaria y todas las otras peticiones que Brochero formulaba al poder político que estaba construyendo el Estado-nación en el último tercio del siglo XIX?).
El libro hace una parábola que se inicia con biografías de individuos sobresalientes en tramas colectivas para llegar, en los últimos capítulos, a historias de colectivos con individuos sobresalientes. Aparecen y desaparecen los personajes individuales en la acción; cuando no están ellos, están sus feligreses o sus colegas, que en nada desentonan ni con el tiempo que corre ni con las ideas que circulan. Es una acción tremendamente localizada y a la vez inserta en grandes relatos políticos globales. Cada historia, conforme se avanza cronológicamente, se va haciendo más plural, mostrando la articulación de experiencias individuales contestatarias en colectivos con clara presencia en la opinión pública y en la redefinición de lo correcto. Todos los relatos muestran ciertas prácticas que van ganando espacio y condicionan nuevas sensateces, nuevos sentidos comunes. Es un libro que historiza lo apreciable, lo valorable por las comunidades y el efecto sobre los individuos de los roles institucionales que ocupan (veamos si no lo que ocurre con este Francisco de Roma de hoy, que pasaría las pruebas más rigurosas de un examen tomado por Casaldaliga, Gutiérrez y Boff; pero que 40 años atrás hubiera reprobado sin remedio el Jorge Mario Bergoglio de Buenos Aires!).
Los relatos logran un acercamiento interesante con el personaje y su mundo interior, pero sin proponerse moralizar al lector. Se percibe en cada historia una construcción en tres tiempos: pinceladas de la vida cotidiana que permiten una inmediata empatía con el personaje; una descripción del funcionamiento de la trama social en la que se ubica el personaje, que lo conecta con las tensiones estructurales (aquí se explicita la dimensión política de esta vida, de estas vidas); luego, un retorno al individuo, transido ya por los límites de sus posibilidades y apagado por las aguas de las estructuras. El manejo del pasado y del presente en cada relato permite visualizar el impacto de estas vidas individuales en la memoria colectiva.
También acierta la autora al comunicar al lector cómo la disputa de espacios dentro de cada trama no es sólo ni principalmente simbólica: el territorio, las casas, los ladrillos, el pago, el barrio, las campanas, el porta viático, el templo, el altar, el altar, son castillos o presas de guerra, son objetos de apropiación por parte de los contendientes. Esto nos confirma que los hechos definidos por la autora son continentes de pura política, cualquiera sea el tinte que matice estos vínculos de dominación y apropiación.
Quizá los curas de una misma época y de zonas cercanas podían parecerse; pero la comparación entre diferentes períodos es superflua y, por ello, inconducente; sólo persiste de tiempo en tiempo la necesidad de cada cura y de cada comunidad de insertarse en un relato que les explique quiénes son y para qué están. Ese es el núcleo del libro que aquí presentamos.