Reseñas

BELINI, Claudio Historia de la Industria en la Argentina. De la Independencia a la crisis de 2001, Sudamericana, Buenos Aires, 2017, 495 pp. ISBN 978-950-07-5940-3.

María Helena Garibotti
Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Argentina

BELINI, Claudio Historia de la Industria en la Argentina. De la Independencia a la crisis de 2001, Sudamericana, Buenos Aires, 2017, 495 pp. ISBN 978-950-07-5940-3.

Prohistoria, núm. 30, 2018

Prohistoria Ediciones

BELINI Claudio. Historia de la Industria en la Argentina. De la Independencia a la crisis de 2001. 2017. Buenos Aires. Sudamericana. 495 pp.. 978-950-07-5940-3

En los últimos años, los estudios sobre historia de la industria en la Argentina han adquirido una diversidad de perspectivas notables que enriquecieron los aportes de obras de referencia ineludible como los estudios pioneros de Adolfo Dorfman y Jorge Schvarzer por mencionar tan sólo a dos de los más destacados investigadores sobre el tema. La gran contribución de Historia de la Industria en la Argentina. De la Independencia a la crisis de 2001 de Claudio Belini reside en ofrecer “una síntesis rigurosa del estado de nuestro conocimiento sobre el tema” y, al mismo tiempo, presentar “una interpretación sobre esta dimensión clave del desarrollo económico argentino” desde la perspectiva de un historiador especializado en historia económica. A lo largo de la obra el autor recurre a una serie de interrogantes clave sobre los cuales se ha centrado el debate historiográfico en torno a la industrialización argentina con la finalidad de dar a conocer al lector los aportes de las investigaciones recientes como, por ejemplo: ¿cuáles son las características de la burguesía industrial argentina?; ¿las políticas económicas impulsaron la ISI o se trató más bien de un efecto secundario de la Gran Depresión?; ¿cuál fue el papel de la política estatal frente al proceso de transformación estructural durante la Segunda Guerra Mundial?; ¿qué rol desempeñaron las políticas económicas e industriales en lo que respecta al impulso de las exportaciones de manufacturas de origen agropecuario e industrial que se registró a mediados de los años sesenta?; el abandono de la industrialización como sendero de desarrollo a mediados de los setentas, ¿se debió a un “agotamiento” de la ISI?

En este libro, Belini emprende un desafío al pretender sintetizar los 200 años de la evolución del sector manufacturero nacional. En efecto, la concreción de semejante meta ha dado lugar a una obra de referencia necesaria no sólo para especialistas en la temática sino también a aquellos que buscan comprender las repercusiones del pasado sobre nuestro presente. El autor se propone analizar el proceso de la industrialización en la Argentina desde 1810 hasta 2001 (si bien el epílogo aporta una caracterización genérica del período que va de 2001 hasta el fin del mandato presidencial de Cristina Fernández de Kirchner en 2015). El abordaje se subdivide en siete etapas (1810-1880 / 1880-1914 / 1914-1929 / 1929-1945 / 1945-1958 / 1958-1976 y 1976-2001) que dan cuenta de los avances y retrocesos del proceso de industrialización incorporando un análisis del contexto histórico y de las políticas económicas e industriales, las transformaciones en la estructura sectorial, la relación entre Estado, empresarios y sindicatos, la evolución sectorial por rama industrial así como de las economías regionales. A lo largo de sus páginas, el autor reflexiona en torno a una cuestión recurrente en la que se ha centrado la historiografía económica argentina, a saber: el supuesto desarrollo fallido de la economía argentina. La perspectiva histórica que adopta el autor busca responder por qué la Argentina es lo que es discutiendo con las proyecciones teleológicas que suspiran nostálgicamente por la Argentina que no fue.

A lo largo del libro, Belini define algunos conceptos básicos a modo de prevenir interpretaciones equívocas. El primero de ellos por ser central en su análisis es el de “industrialización” entendido como un proceso autogenerado de transformación estructural que, en el caso de la Argentina, se dio con anterioridad al impacto de la crisis de 1930, si bien no fue hasta la década de 1940 cuando se adoptó la industrialización como una estrategia de desarrollo impulsada desde el Estado. La noción de Estado según Belini retoma los aportes de Peter Evans que propuso el concepto de “autonomía enraizada” para explicar la naturaleza de las relaciones entre Estado y empresarios en los países que se industrializaron en el siglo XX. Según esta interpretación, “la efectividad de las políticas públicas dependió de la combinación de autonomía con la presencia de vínculos institucionales entre la burocracia estatal y los empresarios con el fin de negociar los objetivos de la política industrial, regular las transferencias de recursos que esta supone y sancionar el incumplimiento de los acuerdos por parte de los capitalistas” (p. 18). Si bien la autonomía enraizada ha constituido más la excepción que la regla, lo que predominó habrían sido diversas formas intermedias al momento de catalogar las relaciones entre Estado y los empresarios.

Cada capítulo se estructura en torno a la política pública y las relaciones entre Estado y corporaciones representativas del sector manufacturero. Continúa en este sentido con la línea propuesta en trabajos anteriores como Convenciendo al Capital (2014), en los que queda de manifiesto la noción del autor sobre política pública que excede la mera enunciación para focalizarse en los avatares que implica su implementación efectiva. Retomando conceptos propios de la escuela pluralista de políticas públicas, Belini concibe a la política pública como un proceso decisional complejo caracterizado por la interacción entre una multiplicidad de actores (gobierno, burocracia, empresarios, académicos, partidos políticos y medios de comunicación) que inciden sobre la selección de los contenidos e instrumentos para alcanzar los objetivos así como en la implementación de las políticas. En este sentido, cobran una dimensión protagónica las características organizativas, los recursos y las estrategias que estos actores despliegan en la elaboración y aplicación de políticas públicas. En tanto que los procesos decisionales son más bien el resultado de interacciones múltiples con intereses contrapuestos, no ha de sorprender que la desviación entre los objetivos y los resultados de las políticas públicas constituya la norma antes que una excepción.

A lo largo del trabajo se analizan los distintos instrumentos de promoción industrial como el control de las importaciones, los tipos de cambio múltiples, el crédito oficial, los regímenes de promoción sectorial y el desempeño de las empresas públicas y privadas. También se constatan las limitaciones que debió enfrentar el sector manufacturero como, por ejemplo, la escasa capacidad del Estado y de su burocracia para diseñar y aplicar una política industrial consistente que alentara el crecimiento sectorial potenciando los recursos locales; la falta de regulación sectorial; la brecha entre enunciación e implementación de la política sectorial; la escasa integración entre investigación y desarrollo sectorial; la insuficiente provisión de energía abundante y a bajo costo; la impugnación que debieron enfrentar las políticas que implicaban una transferencia de ingresos sectoriales; la debilidad de las capacidades técnicas y organizativas de la industria argentina así como la tendencia del capital a conquistar espacios que le permitieran asegurarse de rentas extraordinarias no amparadas por la innovación tecnológica sino por el Estado.

La redacción de Historia de la Industria resulta amena y logra combinar la relación entre coyuntura y estructura, dando cuenta de la coyuntura como momento en el cual se agudizan tensiones latentes de la estructura como lo es, por ejemplo, el caso de la crisis de 1952, momento en que se advierten las limitaciones de fondo de la economía argentina que comenzarían a manifestarse en una serie de estrangulamientos externos dada la escasa integración vertical de la industria. El libro constituye una introducción a la historia de la industria argentina así como una valiosa síntesis de los debates historiográficos sobre el tema y como tal tiene las ventajas y los inconvenientes de un texto pensado en clave de divulgación general sobre una temática compleja sintetizada en un limitado número de páginas. Las ventajas proceden de la claridad con la que se exponen los conceptos reforzados con profundidad analítica. Las limitaciones obedecen a la pretensión de englobar este complejo proceso de 200 años en 400 páginas. Por momentos la provisión de datos y porcentajes sobre la evolución del sector manufacturero por rama industrial excede la capacidad de retención de información por parte del lector. Si bien esta impresión es propia de este tipo de libro en el cual se plantea una introducción general por sectores para que en posteriores lecturas se profundice cada caso en particular –el anexo bibliográfico por temas al final de la obra es una herramienta de gran ayuda en este sentido-, una selección de casos más individualizados por empresa como complemento hubiese sido una manera efectiva de ilustrar la información que se presenta más a nivel macroeconómico. Por otra parte, retomando la sugerencia del propio autor en la introducción, conviene advertir la necesidad de complementar la lectura con Historia de la Economía Argentina en el siglo XX escrito por Belini junto con Juan Carlos Korol a fin de profundizar en el análisis y contexto de la políticas económicas generales que Historia de la Industria en la Argentina da por supuestas. Más allá de estas observaciones, las sugerencias interpretativas y la riqueza informativa que se desprenden de Historia de la Industria revitalizan el tratamiento de una temática crucial convirtiéndose en una lectura enriquecedora para aquellos que buscan comprender los desafíos del proceso de industrialización en perspectiva histórica a fin de alentar “la discusión de ese pasado y sus implicancias para el futuro del país” (p. 447).

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