Reseñas

Reseña de: Diana Alejandra Méndez Rojas y Juan de la Fuente Hernández. Haciendas sin hacendados. Ideario y acción de la Liga de Agrónomos Socialistas 1935-1949. México: Centro de Estudios del Movimiento Obrero y Socialista, A. C., 2023, 104 págs.

Book Review of: Diana Alejandra Méndez Rojas y Juan de la Fuente Hernández. Haciendas sin hacendados. Ideario y acción de la Liga de Agrónomos Socialistas 1935-1949. México: Centro de Estudios del Movimiento Obrero y Socialista, A. C., 2023, 104 páginas.

Federico Martocci
Instituto de Estudios Históricos y Sociales de La Pampa, Instituto de Estudios Socio-Históricos. Universidad Nacional de La Pampa, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina

Avances del Cesor

Universidad Nacional de Rosario, Argentina

ISSN: 1514-3899

ISSN-e: 2422-6580

Periodicidad: Semestral

vol. 21, núm. 31, 2024

revistaavancesdelcesor@ishir-conicet.gov.ar

Méndez Rojas Diana Alejandra, de la Fuente Hernández Juan. Haciendas sin hacendados. Ideario y acción de la Liga de Agrónomos Socialistas 1935-1949. 2023. México. Centro de Estudios del Movimiento Obrero y Socialista. 104pp.. 97860787733926

Recepción: 23 septiembre 2024

Aprobación: 13 octubre 2024

Publicación: 05 diciembre 2024



DOI: https://doi.org/10.35305/ac.v21i31.2000

Esta obra, publicada por el Centro de Estudios del Movimiento Obrero y Socialista (en adelante, CEMOS), de México, es autoría de la historiadora Diana A. Méndez Rojas y el sociólogo Juan de la Fuente Hernández. La primera, fue investigadora asociada del CEMOS y se especializa en temas de historia agraria, mientras que el segundo es docente e investigador del Departamento de Sociología Rural de la Universidad Autónoma Chapingo. El libro no solo constituye un excelente abordaje sobre la trayectoria de la Liga de Agrónomos Socialistas, asociación que existió en México entre 1935 y 1949, sino que también reviste valor porque incluye en sus páginas el catálogo de la Colección Liga de Agrónomos Socialistas, disponible en el CEMOS, y reproduce las Bases generales y estatutos de dicha entidad. Esta iniciativa, sin duda, permitirá visibilizar ese corpus documental, lo que a su vez potenciará nuevos interrogantes para estudiar a esos profesionales mexicanos.

La Liga se conformó en 1935, en la ciudad de México, y sus miembros eran estudiantes y profesionales de la Escuela Nacional de Agricultura y la Escuela Regional de Agricultura “Antonio Narro”. Tuvo presencia en Durango, Coahuila, Sinaloa y Baja California en un contexto particular, signado desde luego por los procesos derivados de la Revolución mexicana; pero también por dinámicas propias del despliegue de las izquierdas en México, en este caso un grupo de actores con formación agronómica que se inscribía en el materialismo histórico y, desde ese lugar, analizaron el agro de ese país. Ellos se insertaron en instancias estatales, y a partir de la expertise que tenían ocuparon posiciones destacadas en áreas vinculadas con la gestión de políticas agropecuarias entre los decenios de 1930 y 1940. Desde ese lugar, estos agrónomos socialistas esbozaron críticas agudas sobre la Reforma Agraria en ese país, con base en planteos que pretendían mejorar el estado de situación del agro mexicano e incentivar la producción de acuerdo con las particularidades regionales existentes. Entre los puntos clave de su ideario, se contaban la destrucción del latifundio, la transformación de la técnica agrícola y la explotación colectiva de la tierra.

Muchas de sus propuestas, fundadas en investigaciones situadas, no se llevaron, sin embargo, a la práctica, a pesar de que tuvieron una significativa difusión mediante obras publicadas por la Liga y medios de prensa. En sintonía con la corriente política en la que se inscribían, estos socialistas hicieron suya la cultura impresa y asumieron el papel de editores como una estrategia destinada a poner en circulación sus ideas mediante libros, diarios y folletos, registros que hoy constituyen documentos centrales para reconstruir el ideario que profesaban y las líneas de acción que definieron. Además, algunos de ellos continuaron con iniciativas editoriales luego de que se desarticulara la Liga, con lo cual es posible revisar esas trayectorias en distintas claves de análisis.

El libro cuenta con un prólogo, escrito por el historiador Pedro Urquijo Torres, una introducción, tres capítulos y unas breves reflexiones finales. En el primero de los capítulos se aborda a los agrónomos socialistas “en la trama del agrarismo”, conformado por un sector surgido en el marco del proceso revolucionario que se estableció entre la década de 1920 y el despliegue de los primeros planes en materia de Reforma Agraria. Es decir, estos actores fueron testigos directos no solo de la coyuntura más conflictiva de la revolución, sino también de la refundación del Estado, puesto que se incorporaron a la estructura estatal y, por ejemplo, tuvieron un rol central en la Comisión Nacional Agraria. Es decir, mientras que algunos militantes del Partido Comunista de México (en adelante, PCM) habían tenido un lugar esencial en el impulso de las primeras ligas de comunidades agrarias en Veracruz y Michoacán, en 1923, los agrónomos socialistas ocuparon puestos decisivos en los asuntos relacionados con el problema de la tierra, lo que les permitió conjugar la teoría —con la que se familiarizaban en sus instituciones formativas— y la praxis. Según se demuestra en esta obra, esos profesionales (junto con el magisterio rural, que fue muy estudiado por la historiografía de México) configuraron el agrarismo en ese país, pero los agrónomos que militaban en el socialismo se posicionaron como núcleo duro de la intelligentsia agrarista en el decenio de 1930.

Este trabajo coloca en un primer plano el peso que tuvieron las izquierdas en los ámbitos rurales, temática que ha sido analizada en los últimos años en otros países como Chile y Argentina,[1] y más concretamente explora el ideario de estos socialistas, quienes fueron críticos del ejido, un elemento relevante en el reformismo agrario mexicano. Estos profesionales, posibles lectores de José Carlos Mariátegui, cuestionaron el reparto masivo de tierra sin el debido acompañamiento de planes agrícolas y económicos que permitieran mantener la productividad. Esa postura emergió durante la gestión de Lázaro Cárdenas (1934-1940), cuya política impulsó la Reforma Agraria y, a la vez, trazó los lineamientos fundamentales de la educación socialista. La Liga se creó en esa coyuntura, y la posición de sus integrantes pivoteó entre el acercamiento al Estado y los reparos mencionados. El avance de las derechas y la Segunda Guerra mundial apagaron esas críticas y generaron un clima de cierta unidad entre las izquierdas, lo que probablemente llevó a los agrónomos a brindar apoyo a las candidaturas de Manuel Ávila Camacho (1940-1946) y Miguel Alemán Valdés (1946-1952), situación que estaba sujeta al cumplimiento de los planes en materia agraria. Pero los debates se reavivaron y, aunque no son claros los motivos de su disolución, en las postrimerías de la década de 1940 la Liga como tal dejó de existir.

En el segundo capítulo se revisa la actividad militante que desplegó la entidad, ya sea en el ámbito agrario o a través de publicaciones específicas. En primer término, puede destacarse que esta fue una militancia exclusivamente masculina, puesto que las mujeres no recibieron formación agronómica en México hasta la década de 1970. Asimismo, aquí se identifica a los principales referentes de la Liga, a quienes no mencionamos por falta de espacio, y se caracterizan sus iniciativas para divulgar sus ideas a través de distintos formatos. Para ello, en segundo término, se aborda la tarea editorial que llevaron a cabo, con lo cual hacían propia la herencia ilustrada. La publicación de libros y folletos, de su órgano de prensa Guion Agrario y del Boletín de Informaciones, son una clara muestra de ello. Además, se destacan las sinergias con otra cultura de izquierda, como el PCM, que apoyó la distribución de los libros editados por la Liga. Muchos de esos libros se basaban en estudios específicos realizados por estos agrónomos sobre la situación agrícola y las condiciones económicas de regiones concretas de México, de modo que, además de un instrumento para proyectar políticas, eran aportes a las ciencias agrarias. La tarea editorial fue muy prolífica entre 1937 y 1943, aunque los primeros libros aparecieron en 1935 y el último en 1946. Guion Agrario se publicó entre 1942 y 1946, pero los agrónomos solían escribir notas para otros medios de prensa. Durante el ocaso de la entidad, y en la década siguiente, algunos de ellos tuvieron otro espacio de intervención intelectual en la revista Problemas Agrícolas e Industriales de México, editada entre 1946 y 1959, que había sido fundada por los agrónomos Manuel y Enrique Marcué Pardiñas, el primero de ellos una figura destacada de la Liga.

El tercer capítulo se concentra en las alternativas que formularon a la Reforma Agraria, lo que se sintetiza en el planteo “ni ejido ni propiedad privada”. Al respecto, los agrónomos cuestionaron a quienes se aferraban al ejido como bandera de la Revolución Mexicana, pese a los defectos que, según ellos, presentaba en términos concretos. Para sintetizar, en el libro se recupera desde el propio título la idea de estos actores en torno a las “haciendas sin hacendados”: de acuerdo con sus opiniones, era preciso crear sistemas ejidales que funcionaran como unidades de producción con una dinámica colectiva y que estuvieran administrados por campesinos y obreros a partir de criterios cooperativos. La opción planteada ponía en tela de juicio, por caso, el reparto agrario realizado hasta 1939 por el gobierno de Cárdenas, que según los socialistas colocaba en desventaja a algunas familias campesinas. Del mismo modo, sugirieron modificaciones en el Derecho Agrario mexicano, aunque muchas de ellas no se concretaron pese a los esfuerzos de la Liga.

Ese último capítulo presenta una estructura que permite conocer las propuestas de los miembros de la Liga de manera detallada. Por un lado, el rol que le adjudicaban a la agronomía y, en consecuencia, a la tarea de las escuelas regionales campesinas como posible sustituto de la formación teórica que tenían en la Escuela Nacional de Agricultura. Eso era vital porque el asesoramiento técnico era sustancial para “salvar económicamente a los ejidos”, pero para desarrollarlo era esencial una renovación intelectual del ámbito profesional, postura que cobró fuerza a comienzos de la década de 1940. Por otro lado, incentivaban la actividad ganadera a partir de un criterio regionalizador, un aspecto que, a criterio de ellos, no había tenido la atención suficiente y obturaba la actividad de algunos campesinos que habitaban zonas no cultivables. Por último, apostaban a su vez a la explotación racional de los bosques como complemento de las tareas agrícolas, ya que los ejidatarios localizados en zonas forestales veían limitada su actividad agrícola.

En su conjunto, el libro ofrece un profundo acercamiento analítico a las posiciones y el ideario de la Liga de Agrónomos Socialistas, cuya experiencia se debe explorar en función de una doble coordenada: por un lado, aquella que la coloca en el plano de las izquierdas en México y, por otro, la que examina su rol como especialistas que ocuparon espacios destacados en el Estado y, a la vez, tuvieron la capacidad de revisar críticamente su perfil profesional e incluso las políticas oficiales en materia agraria.

Referencias bibliográficas

Acevedo Arriaza, N. (2017). Un fantasma recorre el campo. Comunismo y politización campesina en Chile (1935-1948). Valparaíso: América en Movimiento.

Martocci, F. y Volkind, P. (2023). La huelga agraria de 1919. Un abordaje sobre los actores, objetivos y consecuencias de un conflicto centenario. Santa Rosa: 7 Sellos.

Notas

1 Sin pretensión de exhaustividad, ver por ejemplo Acevedo Arriaza (2017) y Martocci y Volkind (2023).
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