Dossier

Brisas Libertarias: Anarquistas y trabajadores del mar en el istmo de Panamá, 1911-1918

Brisas Libertarias: Anarchists and sea workers on the Isthmus of Panama, 1911-1918

José Julián Llaguno Thomas *
Universidad de Costa Rica, Costa Rica

Avances del Cesor

Universidad Nacional de Rosario, Argentina

ISSN: 1514-3899

ISSN-e: 2422-6580

Periodicidad: Semestral

vol. 21, núm. 31, 2024

revistaavancesdelcesor@ishir-conicet.gov.ar

Recepción: 15 mayo 2023

Aprobación: 06 junio 2024

Publicación: 05 diciembre 2024



DOI: https://doi.org/10.35305/ac.v21i31.1998

Resumen: El texto plantea una caracterización de las estrategias de organización elaboradas por militantes anarquistas en el istmo de Panamá entre 1911 y 1918. La reflexión se concentra en dos experiencias asociativas de los trabajadores del mar, llamadas Brisas Libertarias y Unión Marítima del Istmo. Inspiradas en estilos organizativos y tácticas de luchas diferentes, las dos asociaciones muestran la centralidad que tuvo para el anarquismo la organización en los centros de trabajo y su pluralidad de experiencias. Dadas las características propias del contexto panameño y el movimiento anarquista, empleamos un método de análisis transnacional que nos permite caracterizar de mejor forma la dinámica de esta experiencia. Se utiliza como principales fuentes la prensa anarquista y obrera de varios países. Finalmente, el artículo pretende contribuir a las reflexiones sobre la historia social del trabajo desde una perspectiva localizada en la región centroamericana, que ha sido poco explorada y conocida en la historiografía latinoamericana.

Palabras clave: Anarquismo, anarquistas, trabajadores del mar, istmo de panamá.

Abstract: The text proposes a characterization of the organizational strategies elaborated by anarchist militants in the Isthmus of Panama between 1911 and 1918. The reflection focuses on two associative experiences of sea workers, called Brisas Libertarias and Unión Marítima del Istmo. Inspired by different organizational styles and tactics of struggle, the two associations show the centrality that organization in the workplace and its plurality of experiences had for anarchism. Given the characteristics of the Panamanian context and the anarchist movement, we use a method of transnational analysis that allows us to better understand the dynamics of this experience. The anarchist press of several countries is used as the main source. Finally, the article aims to contribute to reflections on the social history of work from a perspective located in the Central American region, which has been little explored and known in Latin American historiography.

Keywords: Anarchism, Anarchist, sea Workers, Panama isthmus.

Introducción

La historiografía reciente sobre el anarquismo en América Latina, viene mostrado la importancia de emplear una perspectiva transnacional para captar las complejidades y particularidades del movimiento. Dentro de este enfoque, cobra relevancia la interacción entre la historia social y la geografía para analizar el movimiento social libertario (Ferretti, 2017; Springer, 2013; White, Springer, y de Souza, 2016). Conceptos como espacio, escala, territorio, red, movilidad, y circulación se han vuelto parte del repertorio de este tipo de enfoque. Algunos temas privilegiados dentro de esta línea han sido los estudios sobre la inmigración, la prensa, las organizaciones laborales y las redes de militancia (Laforcade y Shaffer, 2015; Margarucci, 2020).

En este artículo voy a entender por enfoque transnacional, aquel que se concentra en las relaciones mantenidas por sujetos y grupos, en espacios geográficos distintos que comparten puntos en común. Estos pueden ser a través de ideas, lugar de origen, clase social, etnia y género. En el caso del anarquismo, este se circunscribe a concebir al movimiento como una red de militantes y grupos interrelacionados que se unen para llevar a cabo proyectos, en varios sitios interconectados (Sánchez Cobos, 2014, p. 91).

En esta perspectiva, los conceptos de red militante, escala y soportes materiales resultan centrales, para entender las formas en que estas relaciones se constituyen y sostienen en el tiempo. En el caso del movimiento anarquista, las publicaciones jugaron un rol central, ya que funcionaron como centros de comunicación, escuelas de formación y soportes asociativos a la labor de propaganda. Gracias a los soportes de los sistemas de comunicación del correo, telégrafo, barcos y ferrocarriles, las publicaciones podían ser efectivas en la coordinación de actividades en puntos bastante alejados entre sí (Madrid, 2010, pp. 8-16).

En esta pluriactividad, la prensa anarquista se ha convertido en una de las principales fuentes documentales para el análisis histórico del movimiento, que ha venido creciendo gracias al crecimiento de los repositorios digitales en las últimas décadas. La reflexión historiográfica sobre este campo es clave para entender la multifuncionalidad del análisis de la prensa, que entre otras cosas nos permite estudiar los debates de ideas, la correspondencia, el financiamiento de actividades, la difusión territorial y la constitución de bases de apoyo (Turcato, 2017, pp. 40-45).

Metodológicamente, el concepto de red militante es útil para organizar analíticamente este proceso. En la propuesta de Kirk Shaffer (2014), una red anarquista funciona como una serie de conexiones militantes entre sujetos y grupos que actúan entre puntos y líneas. Los puntos son los lugares donde estas personas viven, se organizan y desarrollan su vida cotidiana y las líneas, son las conexiones, relaciones y vínculos que se construyen a través de distintas escalas. Dependiendo del contexto, esta escala puede ser individual, local, nacional, regional, continental y transnacional.

Según Shaffer (2014), el objetivo de la persona investigadora es localizar los puntos y conexiones de estos grupos, a través de un ejercicio de contextualización y descripción detallada. Se trata de estudiar la actividad anarquista en su contexto particular y a partir de su entendimiento, reconstruir sus múltiples conexiones a través de distintas escalas. En el caso que propongo para este artículo, varias localidades de Panamá constituyen los puntos; mientras que las líneas están constituidas por las relaciones con otros grupos del circuito militantes caribeño y transatlántico, principalmente de Cuba, Estados Unidos y España.

Esta comunidad transnacional estaba compuesta principalmente por personas trabajadoras inmigrantes de varios orígenes étnicos que convivían alrededor de los barrios obreros y los centros de trabajo que giraban alrededor del funcionamiento del Canal de Panamá (en adelante, Canal). La geografía de esta actividad estaba marcada por condiciones socio históricas anteriores al movimiento anarquista y otras constituidas por este.

En el primer sentido, el espacio caribeño y transatlántico, son construcciones geográficas y culturales constituidas muchos siglos antes, que adquieren una dinámica más acelerada a partir de la construcción del ferrocarril internacional de Panamá a mediados del siglo XIX. Esto permitió la conexión del pacífico y el caribe, facilitando el desarrollo del mercado capitalista internacional y consiguió la atracción de mano de obras, objetos e ideas de muchos lugares distintos.

Esta situación geoestratégica del istmo, fue aprovechada por el gobierno de Estados Unidos a inicios del siglo XX para adquirir la concesión, construcción y administración del Canal interoceánico por 99 años. Este espacio fue incorporado a través de una administración soberana de la República de Panamá y gobernada a través de un sistema de segregación socio racial que estableció una jerarquía entre las distintas poblaciones que allí convivían (Lasso, 2019, pp. 1-20).

En estas condiciones, el movimiento anarquista de Panamá se constituyó particularmente a través de personas trabajadoras inmigrantes, que crearon sus propias asociaciones de apoyo. El lugar de origen, la lengua y la etnicidad fueron las principales características que permitieron esta actividad conjunta, siempre marcada por las jerarquías propias del mercado laboral constituido en la zona.

Existe una historiografía abundante sobre el Canal de Panamá y sus trabajadores, donde en la última década se ha venido estudiando las particularidades de los grupos anarquistas constituidos entre 1910 y 1925 (Burnett, 2012; Conniff, 1985; Greene, 2004, 2009; Maloney, 2014; Navas, 1979; Zumoff, 2013 y 2017). La mayor atención ha estado focalizada en los inmigrantes españoles, que constituyeron la base de este movimiento durante la construcción del canal interoceánico (Fernández, 2006; Formoso y Pena-Rodríguez, 2018; Greene, 2004; Massot Hernández, 2015; Pérez, 2007; Shaffer, 2015; Yeoman, 2021).

Esta dinámica de movilidad laboral, impactó de forma significativa el tipo de organización que los anarquistas desarrollaron en el istmo. Dada su condición de empleados temporales, también lo era su status de residencia y militancia política. Este ha sido uno de los argumentos de mayor peso para describir la dinámica organizativa basada en grupos de afinidad de distintas de tendencias ideológicas que fue una de las características del movimiento anarquista en Panamá (Shaffer, 2011).

Si bien se cuenta con una base de conocimiento histórico sobre el anarquismo en Panamá, todavía quedan temas necesarios de profundar. Uno de estos es su dinámica organizativa y sus experiencias de lucha particular. En este texto, planteo aportar en esta dirección, sobre todo a partir de una reconstrucción más detallada de las experiencias asociativas de trabajadores del mar y su participación en varios conflictos laborales entre 1911 y 1916.

Si bien en términos cuantitativos, esta categoría laboral no era mayoritaria dentro de la fuerza de trabajo empleada en el canal interoceánico, su presencia fue estratégica desde el punto de vista organizacional. Sobre los trabajadores del mar, John Womack ha planteado su “posición estratégica” dentro del conjunto del movimiento obrero latinoamericano, por la importancia que jugaba en el siglo XIX y principios del XX los transportes en la circulación de mercancías dentro de la economía agro exportadora. Esta importancia permitió que las organizaciones laborales establecidas en los puertos, barcos, ferrocarriles y tranvías tuvieran mayores márgenes de negociación colectiva y mejoras en sus condiciones de trabajo (Womack, 2008, pp. 49-51).

En el caso de Panamá, los trabajadores del mar se empleaban generalmente en actividades relacionadas con la construcción y operación del Canal y en el tránsito de mercancías en las flotas comerciales de la United Fruit Company (en adelante, UFCO). Desde el punto de visto organizativo, fueron claves para el anarquismo en varios sentidos. Los barcos fueron uno de los oficios disponibles para los trabajadores poco calificados que podían combinar esta actividad con otras como la agricultura y la construcción civil. A través de las embarcaciones circulaba la prensa y la propaganda entre los países. Por último, los barcos y los puertos se convirtieron en un espacio central para la organización laboral y la creación de una cultura obrera de resistencia.

Planteo que la organización en el ámbito del trabajo fue una de las actividades principales de los grupos anarquistas en Panamá, a pesar de que estos no se organizaron en sindicatos propiamente (Turcato, 2009). Esto se debe en parte a que sus protagonistas eran trabajadores, que articulaban su propio movimiento. Actuaban en términos plurales como editores, oradores, escritores, propagandistas y organizadores. En pocos casos, existieron militantes pagados, pero en general dependían exclusivamente de los fondos recolectados por los propios trabajadores para financiar su actividad. Esta forma de actuación, ejercía una constante vigilancia sobre el uso de los recursos colectivos que eran destinados para financiar propaganda, comités pro-presos, escuelas racionalistas y campañas de solidaridad internacional (Shaffer, 2011).

Finalmente, es importante resaltar, que existían diferentes abordajes sobre la actividad dentro del ámbito laboral. Por un lado, una estrategia individualista que promovía la formación de grupos de afinidad exclusivamente anarquista dedicados a la propaganda y la autoeducación. Otra influenciada por el sindicalismo revolucionario, que promovía una organización más plural y estable en el tiempo. Estas tendencias convivieron de forma tensa durante el tiempo, polemizando sobre problemas prácticos y doctrinarios. Sin embargo, estas diferencias no se mantuvieron como polos opuestos, dándose múltiples colaboraciones en acciones concretas.

A continuación reconstruyo esta experiencia de anarquismo transnacional, basada en una investigación hemerográfica de la prensa anarquista, para identificar el perfil militante de sus participantes, actividades, debates y relaciones internacionales. El artículo está escrito en tres secciones principales, la primera contiene una síntesis de la historia del anarquismo en el Canal y las siguientes profundizan en los casos de las asociaciones de trabajadores marítimos.

Breve historia del anarquismo en el Canal de Panamá

Para reconstruir la formación del movimiento anarquista voy a concentrarme en su presencia en el canal interoceánico, tomando en consideración tres ejes principales, la inmigración, la circulación de la prensa y la formación de grupos de afinidad. Los primeros escritos que dan cuenta de este proceso desde mediados del siglo XIX son los relatos de viaje de Eliseo Reclus, en su paso por el istmo, cuando este era todavía parte de Colombia. En su texto, el joven geógrafo, quien todavía no era propiamente anarquista, escribió extensamente sobre los estudios técnicos elaborados por científicos franceses sobre el trazado de la obra. Para Reclus (1903) la obra era de especial trascendencia para un proyecto socialista, ya que le daría al país que la controlara una ventaja geoestratégica en el comercio, la defensa militar y la unidad latinoamericana (pp. 18-20).

En 1880 el proyecto fue dado en concesión a una empresa de capital francés, comandado por el ingeniero Ferdinand de Lesseps, constructor del Canal de Suez. El proyecto pretendía cortar el territorio panameño, siguiendo el trazado de la línea ferroviaria, a través de un canal a nivel del mar. Los problemas técnicos, la alta mortalidad de los trabajadores y los escándalos de corrupción de la empresa hicieron inviable la conclusión de la obra, que posteriormente fue vendida al gobierno de los Estados Unidos (Reclus, Eliseo y Reclus, Onésimo, 1907, p. 145).

Esta problemática involucró al movimiento obrero francés, ya que existía en Panamá una importante cantidad de trabajadores de origen franco, así como un debate público sobre la corrupción y el fracaso técnico de la obra. El interés por estos acontecimientos también era cubierto por la prensa anarquista de París, donde participaban, como editores, Eliseo Reclus, Jean Grave y Pedro Kropotkin. En la revisión elaborada entre 1889 y 1898 de Le Révolté. Les Temps Nouveaux hemos encontrado cables informativos sobre Panamá, particularmente sobre las condiciones de vida de las personas trabajadoras y los conflictos laborales.[1]

El historiador anarquista Max Nettlau (1935) planteó la posibilidad de que existieron lectores y suscriptores de la prensa ácrata francófona, ya que desde 1871 existía una comunidad de exiliados de la Comuna de París que vivían en Estados Unidos, Guyana y Panamá. Este fue el caso de una colonia agrícola que funcionó en Honduras entre 1874 y 1876, viajando varios de sus miembros a Panamá en la década de 1880 en búsqueda de trabajo (Nettlau, pp. 63-65).

Siguiendo los trazos propuestos por Nettlau, he identificado un conjunto de publicaciones anarquistas de España, Estados Unidos y Cuba, donde aparecen de forma más constante suscripciones de obreros residentes en Panamá o con intenciones de migrar hacia el istmo (Nettlau, 1927). Entre 1905 y 1907, aparecen testimonios, artículos, donaciones y suscripciones en las publicaciones Doctrina Anarquista-Socialista (Patterson), El Audaz (Ybor City), ¡Tierra! (La Habana) y Tierra y Libertad (Barcelona).

La tendencia de los relatos se refiere a las duras condiciones de vida y climáticas del Canal, en donde abundan los casos de fiebre amarilla, pésima alimentación, condiciones insalubres de vivienda y la falta de medicinas. Esta realidad contrastaba con la propaganda oficial de la empresa y los contratistas que tenían oficinas en varios lugares de Europa y el Caribe. Estos testimonios también describían el sistema de segregación sociolaboral implementado en el Canal, en el que las personas trabajadoras eran calificadas según su raza, lengua y lugar de origen. Esta estructura jerarquía implicaba una escala salarial diferente, así como condiciones de trabajo y vida diferenciados.[2]

Esta política de segregación racial será una constante dentro de las obras del Canal, manteniendo un sistema de competencia por los puestos de trabajo. Trabajadores negros suplantaban a los blancos en aquellas tareas más peligrosas, mientras que estos a su vez eran puestos en competencia con trabajadores europeos y latinoamericanos. La organización sindical solo estaba permitida para trabajadores blancos estadounidenses calificados como mecánicos, carpinteros y ferrocarrileros, a través de secciones de la American Federation of Labor (en adelante, AFL) (Greene, 1998).

En estas condiciones, quienes se empleaban en el Canal optaron por organizarse en grupos de afinidad y socorro mutuo siguiendo patrones étnicos, lingüísticos y culturales. Los lectores de la prensa anarquista, eran mayoritariamente gallegos y latinoamericanos y optaron por utilizar este medio de comunicación como su principal instrumento de relaciones, educación y organización. Estos fueron los casos de los periódicos ¡Tierra! de La Habana, Tierra y Libertad de Barcelona y Cultura Obrera en Nueva York. En la dirección de estas publicaciones estaban por lo general tipógrafos españoles, que animaban una red de comunicación transatlántica que unía sus lugares de origen con sus espacios de residencia en el continente americano.

Siguiendo esta ruta migratoria, una parte importante de los primeros propagandistas y organizadores vinieron de Cuba. En la isla existía un movimiento anarquista cosmopolita, donde destacaban los inmigrantes españoles. Entre 1906 y 1909 varios de estos organizadores disidieron emigrar a Panamá para incorporarse como trabajadores y así potenciar la formación de grupos de afinidad (Sánchez Cobos, 2008; Shaffer, 2009). En 1907, los españoles organizaron protagonizaron una protesta contra la empresa canalera para exigir la mejora de sus condiciones de vida y mantuvieron tensiones con trabajadores afro caribeños por el uso de algunos espacios como trenes y comedores.[3]

Este enfrentamiento entre trabajadores de distintos orígenes geográficos y étnicos, marcarán todo el periodo de construcción del Canal y podrán algunos límites a las posibilidades de acción colectiva. Esto debido a que existieron varias manifestaciones racistas entre trabajadores españoles y afro caribeños, que son evidentes tanto en los conflictos cotidianos, como en los testimonios de algunos de sus militantes.[4] Además de los prejuicios existentes, esta realidad era promovida por la misma empresa que constantemente estimulaba la competencia ocupacional entre estos trabajadores para evitar acciones de solidaridad.

A pesar de esta situación estructural, los organizadores anarquistas lograron llevar a sus compañeros de trabajo sus ideas y modelo de asociación a todas los campamentos importantes del Canal. Este estaba basado en la formación de grupos constituidos a partir de los centros de trabajo y las afinidades étnicas. Entre 1910 y 1915 funcionó la Federación de Agrupaciones e Individuos Libres del Istmo de Panamá, constituida por 19 grupos. En 1912 fundaron su periódico El Único, dirigido por los gallegos Manuel Daniel Rodríguez “Intransigente” y Bernardo Pérez “Fray B. Pérez” en la ciudad de Colón Cuando la publicación fue censurada por el gobierno panameño, escogieron como vocero a los periódicos Acción Libertaria y El Libertario publicados en Galicia, Asturias y Madrid.[5]

La organización defendía un programa anarquista-individualista que concentraba su crítica en la religión, el trabajo asalariado, el gobierno, la política institucional, la ley y la patria. Las principales referencias filosóficas de este programa eran Max Stirner y Federico Nietzsche, a quienes se consideran las bases sobre el cual se construía esta variedad de anarquismo, que no estaba dispuesto a pactar con ninguna organización fuera de esta doctrina específica.[6]

En cuanto a su modelo organizativo, el individualismo criticaba cualquier forma de articulación sindical o alianzas con trabajadores de otras corrientes ideológicas. Sus principales tácticas de lucha eran el boicot y la lucha directa con patrones y capataces, la propaganda anarquista por medio de la educación y la palabra escrita y el financiamiento de publicaciones en varias partes del mundo.[7] Estas actividades tuvieron un papel crucial en el financiamiento de publicaciones, escuelas racionalistas, comités pro-presos y giras de propaganda en Panamá, Cuba, Estados Unidos y España (Zambrana, 2009, p. 924).

Con el crecimiento de los grupos y la propaganda internacional, en 1911 se fundó la Federación Individualista Internacional, que promovía el modelo organizativo e ideológico de la federación en Panamá. Esta estaba constituida a partir de grupos e individualidades residentes en Estados Unidos, Canadá, Cuba, España y Francia. La mayoría de sus integrantes eran trabajadores migrantes que se dedican a distintos oficios, en donde destacan los vinculados al gremio marítimo.[8]

Desde el inicio de la creación de los primeros grupos, existieron diferencias personales, ideológicas y tácticas que permiten identificar a varios movimientos anarquistas funcionando simultáneamente en el Canal. Entre 1911 y 1918 hemos identificado nueve grupos no federados a la experiencia individualista. En general siguieron el mismo modelo organizativo, concentrando sus actividades en la lucha por mejores condiciones de trabajo y el financiamiento internacional de comités pro-presos y propaganda anarquista.

La diferencia fundamental, era que estos grupos se relacionaban con sectores más cercanos al sindicalismo revolucionario y al mundo del anarco-comunismo. Esto es evidente en el tipo de campañas que apoyaban económicamente como la Revolución Mexicana y la red de periódicos relacionados a los anarquistas del Partido Liberal Mexicano (en adelante, PLM) como ¡Tierra! (La Habana), Cultura Obrera (Nueva York) y Fuerza Consciente (Los Ángeles). En Panamá, mantenían tensiones con los editores de El Único, quienes constantemente denunciaban a estos grupos como “liberales-libertarios” y promovían el boicot de sus actividades. Con la salida de varios de los militantes más intransigentes de la federación individualista en 1913, parece que la relación entre los grupos fue mejorando, ya que constantemente se desarrollaban actividades conjuntas y fusión de agrupaciones.[9]

En síntesis, el movimiento anarquista en Panamá tuvo su epicentro en el Canal, llegando a formar cerca de 30 grupos de distintas tendencias ideológicas. Su principal base fueron los trabajadores inmigrantes poco calificados, donde predominaron los españoles, aunque nuestra investigación ha mostrado también la presencia de italianos, costarricenses, panameños, cubanos, argentinos y peruanos. Los grupos eran mayoritariamente masculinizados debido a la política de la empresa que impedía la contratación de mujeres, aunque sabemos que estas participaban en los mítines, actividades culturales y de ocio.[10]

Sus conexiones eran mayoritariamente con grupos de Cuba, Estados Unidos y España, aunque sus donaciones llegaban a muchos otros lugares. En términos de la estrategia organizativa, prevalecieron dos tácticas principales, una aislacionista promovida por la federación individualista y otra más inclusiva en términos de promover un estilo de sindicalismo revolucionario en la región. Si bien, estas no se mantuvieron rígidamente establecidas, sus tensiones fueron fuertes entre 1911 y 1914. Con la apertura del Canal y la despoblación de la zona, estás diferencias disminuyeron, en parte debido a que la mayoría de los miembros del movimiento dejaron el país.

Quienes se quedaron trasladaron el epicentro de su actividad a las ciudades de Colón y ciudad de Panamá, donde se integraron al movimiento obrero, sin dejar de mantener algunas actividades en la zona del Canal. A continuación, profundizaremos en las experiencias de los trabajadores del mar, quienes a pesar de ser pocos en el conjunto del movimiento, fueron claves como organizadores, propagandistas y difusores del anarquismo en el istmo. Es importante señalar también que este oficio no era exclusivo, ya que muchos trabajadores se empleaban en los barcos como actividad complementaria o temporal a otros oficios.

Brisas Libertarias y el individualismo anarquista

Los trabajadores marítimos trabajaban en el río Chagres, en los puertos y en las esclusas del Canal. Barcos, lanchas y dragas eran sus principales lugares de trabajo. También eran muy importantes los buques comerciales de la UFCO, propietaria de grandes extensiones de plantaciones de banano, tabaco y azúcar en los países centroamericanos y el Caribe. Estos barcos viajaban generalmente entre las plantaciones y los puertos del este de Estados Unidos, como Boston, Nueva York y Filadelfia. Dada la importancia de los puertos y de la actividad comercial en el Canal, los anarquistas también trabajaban en estos oficios, normalmente en empleos menos cualificados, como el de fogoneros, que eran los encargados de alimentar las calderas de los barcos con carbón (Fernández, 2006).

En 1911, deciden formar el grupo Brisas Libertarias en la ciudad de Colón y pasar a ser miembro de la Federación Individualista Internacional. Esta organización era parte del proyecto internacional de la federación de grupos anarquistas y estaba conformado particularmente por grupos e individualidades que trabajaban en el gremio marítimo. Estos colectivos se ubicaban en España, Francia, Estados Unidos, Canadá, Cuba y Panamá, y tenían como principal objetivo recolectar fondos para financiar la publicación El Único y difundir su modelo organizativo.

Dado el oficio de estos trabajadores, la mayoría se movía entre las ciudades portuarias de los países anteriores, por lo que su forma de organización seguía los criterios de flexibilidad de los colectivos de afinidad. Esto lo hemos comprobado, siguiendo la trayectoria de sus militantes, a través de las listas de donaciones publicadas en la prensa. Por ejemplo, Claudio Salamero fue miembro de varios de ellos entre 1911 y 1913 como Los Sedientos (Balboa), Miscelánea Libertaria (Seattle), Lucifer (Nueva York) y el Centro de Estudios Sociales (Vancouver).[11]

Como solía ocurrir en el oficio marítimo, todos sus miembros eran hombres. Estos solían exaltar su virilidad como recurso identitario revolucionario. En una de las proclamas de Brisas Libertarias, se invitaba a “unirse a los grupos existentes en la zona, y así seremos hombres en lugar de autómatas”.[12] Uno de los problemas del gremio era el consumo excesivo de alcohol. Sus dirigentes criticaban la bebida, el juego y los burdeles. Como alternativa, promovieron la prohibición de beber en los barcos, el fomento de los centros de lectura y los pícnics en los días de descanso.[13]

El sistema organizativo del grupo seguía cuatro puntos: 1) formación y organización a bordo de los barcos, 2) ningún presidente de la organización, 3) que el dinero se invirtiera en propaganda, 4) no más delegados 5) no más locales patentados y alquilados, convertir el barco en lugar de reunión y biblioteca. El objetivo fundamental de este grupo era la organización en los barcos y no en los puertos. Según su perspectiva, el dinero ahorrado en el mantenimiento de los centros sindicales revertiría en la financiación de la literatura anarquista.[14]

Como el barco era el centro de la actividad laboral, se propuso que las tácticas de combate para la mejora de las condiciones de trabajo se emplearan directamente en alta mar. Esto se debía a que existía una ventaja estratégica para los trabajadores que, como el caso de los fogoneros, se encargaban de alimentar las calderas de los barcos. El grupo utilizó el periódico El Único para dar a conocer sus tácticas, que solían entrar en tensión con las de sus compañeros que fundaban sindicatos, como el caso de los conductores de carruajes de Colón y la Unión de Fogoneros del distrito Atlántico y Golfo.[15]

Esta última organización fue fundada por trabajadores hispanos en la costa este de Estados Unidos en 1892. A partir de 1910 asumen su dirección varios anarquistas gallegos como Jaime Vidal, Xan de Graña, Secundino Brage y José Filguiera que impulsaban un modelo asociativo inspirado en el sindicalismo revolucionario. Su secretario general fue Jaime Vidal, emigrado de Barcelona hacia Nueva York en 1909 por consecuencia de su participación en la llamada Semana Trágica (Fernández, 2006, p.119).

En Estados Unidos, Vidal entra en contacto con el tipógrafo catalán Pedro Esteve, quien editada el periódico Cultura Obrera. Este medio era el vocero de la comunidad hispanohablante de Nueva York y también mantenía un público lector importante dentro de la comunidad italiana. Esta relación inclusive se daba en la práctica en la propia familia de Esteve cuya compañera era la anarquista italiana María Roda, parte del grupo editorial del periódico La Questione Sociale (Seoane, 2013).

En este contexto, la labor organizativa de Cultura Obrera estaba enfocada en impulsar las ideas anarquistas entre los trabajadores del mar y el tabaco, donde tenía sus principales bases de apoyo. Uno de los instrumentos principales en esta tarea era la creación de sociedades de oficio y sindicatos, como era el caso de la Unión de Fogoneros, quienes eligieron al periódico de Pedro Esteve como su vocero organizativo. Inicialmente, la organización estuvo afiliada a la AFL, ya que su modelo asociativo les permitía bastante autonomía, aunque no compartieran la línea de su dirección.

En poco tiempo estas diferencias se fueron haciendo más evidentes, puesto que la dirección de la AFL no toleraba las ideas anarquistas de la mayoría de los fogoneros. A su vez, esta organización estaba conformada por trabajadores blancos calificados de tendencia política moderada, lo cual chocaba con la composición cosmopolita y poca calificada de los fogoneros. Tras varios conflictos internos, la Unión de fogoneros decide integrarse a la Industrial Workers of the World (en adelante, IWW) una organización sindicalista revolucionaria donde participaban los trabajadores más radicales de Estados Unidos (Fernández, 2006, pp.120-21).

Las críticas planteadas por Brisas Libertarias a sus camaradas en Estados Unidos tenían consecuencias prácticas, ya que los dos grupos pertenecían al mismo circuito militante. La mayoría se dedicaba al mismo oficio y habían pasado temporadas en las ciudades portuarias de Panamá, Cuba y Estados Unidos, por lo que se conocían personalmente. Además, sus modelos organizativos eran parte de un debate estratégico del momento, sobre la pertinencia o no de que los anarquistas formaran parte del sindicalismo como un movimiento social plural.[16]

El primer punto de tensión era la estructura organizativa de la Unión de Fogoneros. Los individualistas criticaban la remuneración de sus organizadores, como era el caso de su secretario general, Jaime Vidal, quien era comparado en tono sarcástico con el líder de la AFL, Samuel Gompers. Asociado a este tema, los individualistas criticaban el uso de cuotas fijas, reglamentos y cargos administrativos. Para combatir esta forma de organización, Brisas Libertarias promovió el boicot a las cuotas sindicales y la organización libre y autónoma en los barcos.[17]

También se atacó la táctica de la Unión de fogoneros sobre el control laboral. Este se trataba de un método utilizado por los trabajadores del mar, en el que el sindicato presionaba para que todos los contratos se hicieran directamente con la patronal, sin contratistas ni intermediarios. Esto permitía una mayor estabilidad laboral y, por supuesto, obligaba a los trabajadores a pertenecer al sindicato para obtener estas ventajas. Esto para los individualistas significaba, en la práctica, una sindicalización forzosa, por lo que la rechazaron.[18]

A cambio, promovían una organización en dragas, lanchas y embarcaciones sin reglamentación específica. Las únicas cuotas que se cobraban eran las donaciones voluntarias para financiar El Único, que se recibían en el Centro Gallego de la ciudad de Colón. En definitiva, podemos decir que el tipo de organización del grupo Brisas Libertarias era una extensión del funcionamiento de los grupos individualistas, llevado al oficio marítimo. Los debates sobre el uso del dinero recaudado por los trabajadores, era fundamental, dado que todas las actividades eran financiadas exclusivamente por ellos. Así, más dinero para los sindicatos significaba menos para la propaganda individualista.

Esta crítica se dirigía sobre todo a los periódicos Tierra y Libertad, Cultura Obrera y ¡Tierra!, que promovían la inserción del anarquismo en el sindicalismo y recolectaban fondos para los anarquistas mexicanos. Estas polémicas alcanzaban un auditorio amplio, dado la circulación internacional de estos periódicos. Otro aspecto crucial era el dinero, ya que los grupos establecidos en el istmo dedicaban gran parte de sus recursos a financiar estos periódicos a través de suscripciones y donaciones. Entre 1911 y 1917, Cultura Obrera recibió 24,25 dólares de los marineros en los barcos de la UFCO y desde el Canal de Panamá.[19] Entre 1910 y 1911, el 25 % de las donaciones de Tierra y Libertad fueron enviados desde el istmo. Por último, ¡Tierra!, recibió la mitad de sus recursos entre 1912 y 1913 desde territorio panameño (Sánchez Cobos, 2019, pp.71-72; Yeoman, 2021, p. 92).

Tras finalizar las obras del Canal en 1914, el grupo Brisas Libertarias se disolvió, ya que sus miembros fueron cesados de su trabajo. La mayoría se embarcaron hacia Nueva York y Canadá, donde formaron los grupos Lucifer y Los Irredentos respectivamente. Otros permanecieron en Panamá y se dedicaron a otros oficios. En este tránsito parece que algunos de los conflictos anteriores se matizaron, puesto que estos trabajadores continuaron utilizando el periódico Cultura Obrera, como principal medio de comunicación y propaganda.[20]

Con el paso del tiempo, el periódico se mantuvo como el principal medio de comunicación de varios grupos anarquistas de habla hispana entre 1911 y 1953, portador de diferentes tácticas de lucha. En sus páginas se expresaban individualistas, sindicalistas, revolucionarios y anarcosindicalistas. A partir de 1927, pasó a llamarse Cultura Proletaria y se convirtió en un medio de prensa usado por grupos de afinidad establecidos en Estados Unidos, Cuba, México, El Salvador, Guatemala, Costa Rica y Panamá. En cuando a la experiencia federalista panameña, esta fue la base organizativa para asociaciones diversas como la Federación de Grupos Anarquistas de Cuba (en adelante, FAAC) y la Federación de Grupos Anarquistas de Habla Hispana de Estados Unidos (en adelante, FAALC). Estas fueron formadas por antiguos trabajadores del Canal, manteniendo la estructura organizativa del individualismo pero flexibilizando su ortodoxia ideológica (Cohn, 2019, pp. 160-163).

La Unión Marítima del Istmo y la unidad multirracial

Con la disolución de la federación individualista, a partir de 1915 los anarquistas que se mantuvieron en Panamá continuaron organizados en grupos de afinidad; sin embargo, plantearon una estrategia distinta con respecto al movimiento obrero. Si bien mantuvieron estos espacios de propaganda y estudio, decidieron participar en la formación de organismos más amplios como centros obreros, sociedades de oficios y sindicatos. Otra característica del periodo es que su composición étnica y rango de acción espacial también se modificaron. El centro de acción se amplió incluyendo la zona del Canal y las ciudades de Colón y Panamá. En términos de su militancia, esta dejó de tener una preponderancia de españoles y se diversificó a trabajadores antillanos, panameños, argentinos y peruanos.

La base de este proceso comenzó con el grupo Los Sedientos en 1915, quienes al disolverse forman Los Autónomos. En esta asociación se mantuvieron sus antiguos militantes y se integraron los hermanos Martín y José María Blazquez de Pedro. Estos tenían militancia anarquista previa en la ciudad de Salamanca y fueron invitados a emigrar por un militante del grupo residente en Panamá llamado Serafín González (Soriano y Íñiguez, 2017, pp. 230-34).

El grupo estaba organizado por anarquistas de varias nacionalidades. Eran trabajadores marítimos, tipógrafos y artesanos. Algunos de ellos venían de la experiencia de Brisas Libertarias. Su principal medio de comunicación era el periódico Tierra y Libertad de Barcelona, donde podemos recuperar algunas de sus actividades entre 1916 y 1918. A través de esa publicación enviaban contribuciones a otros periódicos anarquistas de América Latina, donaciones a los presos y la compra de libros y folletos (Zambrana, 2009, p.1038).

Con la finalización de las obras del Canal, la fuerza de trabajo se redujo en casi un 60 %, por lo que los que se quedaron se trasladaron a Colón y a la capital. En la región canalera y en las empresas norteamericanas se mantuvo el sistema de competencia ocupacional y segregación racial. El costo de la vida para los trabajadores de la planilla de plata empeoró, aumentando el valor del alquiler y los alimentos, mientras los salarios se mantenían estancados.[21] Esta enorme desigualdad activó las diferentes luchas en las que se involucraron los militantes del grupo Los Autónomos. Participaron en la formación de sociedades de resistencia y promovieron varias huelgas entre 1916 y 1925. Algunas de estas organizaciones fueron el Centro Obrero y la Unión Marítima del Istmo en la ciudad de Colón.

La primera era una sociedad de oficios diversos, que agrupaba a trabajadores de varias nacionalidades y tendencias. Oficialmente, mantenía relaciones con la AFL, pero siempre fueron tensas, dada su política de discriminación racial y su estilo moderado. Funcionaba como centro de reunión, formación y unificación de reivindicaciones. En su local se fundó, en 1916, la Unión Marítima del Istmo con Víctor Recoba (peruano), Julio Carrasco (argentino) y José María Blazquez de Pedro (español) en su primera junta directiva. Todos ellos eran anarquistas y miembros del grupo Los Autónomos.

Los detalles de este movimiento fueron narrados por Blazquez de Pedro al periódico Cultura Obrera de Nueva York. Según él, en octubre de 1916 se formó la organización como una sociedad de resistencia que agrupaba a los trabajadores de las dragas de Colón y Panamá. La asociación estaba compuesta por panameños, costarricenses, peruanos, argentinos, españoles, jamaicanos y barbadenses. Sus principales reivindicaciones eran mejores condiciones de alimentación, vivienda y salarios. Los miembros de la organización, utilizaban una estrategia de comunicación bilingüe, por lo cual todos sus textos y reuniones en español e inglés para facilitar la integración y creación de acuerdos comunes (Shaffer, 2020, pp.190-92).

Ante la negativa de las autoridades del Canal, de recibir las peticiones, los trabajadores iniciaron la huelga. La sede social de la organización abrió sus puertas para coordinar el movimiento y funcionar como centro logístico para canalizar la solidaridad con las familias de los huelguistas. Esta estrategia fue eficaz, dado que las reivindicaciones de los trabajadores estaban directamente relacionadas con las de sus familias. Las autoridades del Canal intentaron contratar a trabajadores jamaicanos como rompehuelgas para operar las máquinas, sin embargo, muchos de ellos se negaron a competir con sus camaradas.[22]

Ante la reticencia de las autoridades, se declaró una huelga general en todos los oficios, incluidos los servicios de alimentación, limpieza y transporte. La mayoría de los trabajadores se adhirieron al llamado. Una de las estrategias utilizadas para unificar el movimiento fue centrar su discurso en la unidad multirracial de la clase, implicando tanto a los trabajadores como a sus familias y vecinos de diversas nacionalidades.[23] Según la historiografía, fue el primer movimiento de protesta que logró efectivamente la unidad de los trabajadores antillanos, europeos y latinoamericanos (Zumoff, 2013, pp. 437-38).

La retórica de los manifiestos de los huelguistas, se basaba en la idea de una patria universal, tomando como base los valores de dignidad, justicia y solidaridad. El discurso se dirigía al “pueblo panameño”, entendiéndolo como la clase trabajadora multiétnica. El sentido de patria era una ubicación geográfica y no una identidad racial y cultural específica. A pesar de esta importante movilización, las autoridades del Canal no cedieron y rechazaron todas las reivindicaciones.[24] El resultado fue el cierre de la sede social del sindicato marítimo, la ilegalización de la organización y la expulsión del país de varios de sus dirigentes por considerarlos extranjeros perniciosos. Entre ellos estaban Víctor Recoba (peruano), Edilberto Segura (peruano), Carlos Rodríguez (costarricense), Arturo Walker (antillano) y César Lascano (mexicano)[25](Secretaría de Gobierno 1918, pp. 463-64).

Aunque la huelga se perdió, según Blazquez de Pedro, el movimiento fue una gran victoria moral para los trabajadores. Según él, las principales lecciones fueron 1) lograr la unidad del movimiento desde la base, 2) posibilidades de unir diferentes razas y nacionalidades en una lucha común, 3) desconfiar del sindicalismo amarillo y racista de la AFL y 4) comprender las relativas condiciones de libertad del gobierno panameño ante la presión de Estados Unidos.[26]

Tras la expulsión de Víctor Recoba, este se empleó en varios barcos desde los que envió dinero a Cultura Obrera cuando desembarcó en Nueva York. De allí entabló contactos con anarquistas hispanoamericanos y luego formó parte de grupos anarquistas en México y Cuba. Gracias a sus camaradas en Panamá, logró escapar de la represión del gobierno peruano, estableciéndose en Costa Rica en 1927, donde mantuvo su militancia anarquista hasta su muerte en la década de 1950 (Melgar Bao, 2011; Shaffer, 2020, p. 241).

El resto de los militantes del grupo Los Autónomos que permanecieron en Panamá siguieron activos en el movimiento obrero. El grupo se disolvió en 1918, pero sus militantes formaron el grupo Comunista, para participar en la Federación Obrera de Panamá entre 1919 y 1921. Enrique Goñi y José María Blazquez de Pedro escribieron sobre anarquismo y sindicalismo en las páginas del periódico de la organización.[27]

A pesar de la consolidación de posiciones alrededor de un sindicalismo de combate, el grupo comunista no consiguió desplazar las posiciones reformistas vinculadas a la Confederación Obrera Panamericana (COPA) a la cual estaba afiliada la federación Obrera de Panamá. En diciembre 1924 el grupo decide salir definitivamente de la organización para formar el Sindicato General de Trabajadores (SGT). En su junta directiva participan varios miembros del grupo Comunista. Sus estatutos incluían diez puntos en los que se orientaba hacia la acción directa como estrategia de lucha del proletariado y la necesidad de incorporar a las mujeres dentro de la fuerza organizada del sindicato. En esta organización continúa participando Blazquez de Pedro, hasta que es deportado por el gobierno por su participación en la huelga de inquilinos de 1925 (Quintero 1979:21-28).

Conclusiones

Las experiencias asociativas aquí presentadas muestran algunas de las estrategias utilizadas por los anarquistas para organizarse en sus centros de trabajo y promover una cultura de resistencia en el gremio marítimo en el istmo de Panamá. Este esfuerzo era parte de una orientación más amplia que buscaba organizar a la mayoría de los trabajadores de “pico y pala” empleados en las obras del Canal. Si bien, los marítimos no eran la ocupación mayoritaria, estos fueron claves como oradores, organizadores y propagandistas.

Dado el carácter temporal de su trabajo y su movilidad, fueron agentes que conectaban experiencias y territorios diversos, como mostramos en el texto. Este proceso estuvo lleno de conflictos y tensiones dadas las características propias de la experiencia panameña. A nivel estructural debían vivir en un espacio segregado racialmente, lo cual se reproducía en los centros de trabajo y la vida cotidiana. Esta situación planteaba límites a las posibilidades de asociación colectiva. La clase social fue empleada como dispositivo de unidad, para poder organizar las diversas reivindicaciones colectivas.

Sin embargo, en la época de construcción del Canal, este discurso anarquista soló logró aglutinar a una porción de las personas trabajadoras, sobre todo aquellas de origen europeo y latinoamericano, que fueron su base más importante. Dentro de la mayoría de los trabajadores afroantillanos, esta presencia muy minoritaria, por lo menos hasta donde pudimos documentar en las fuentes. A pesar de estas dificultades, sus alcances organizativos fueron significativos tanto por su impacto local como internacional.

La base de esta organización fue el grupo de afinidad, construido de forma sencilla y flexible. En la fase de construcción del Canal, esto resultó muy eficaz, dado el carácter temporal del trabajo y las restricciones para organizar sindicatos al margen de las normas de la AFL que eran la única organización permitía para los trabajadores blancos estadounidenses. Los periódicos eran los principales ejes organizativos que conectaban a los grupos. En el caso de los trabajadores del mar, convirtieron los barcos en centros de propaganda y lectura, intentando llevar su cultura anarquista más allá de las fronteras.

Al otro lado del mar, los fogoneros del este de Estados Unidos adoptaron una estrategia sindicalista que sostuvo su fuerza en los puertos, convirtiéndolos en centros de organización. A pesar de sus diferencias, los dos grupos participaban en el mismo circuito militante internacional. El propio trabajo en el mar favoreció esta conexión entre Panamá, Cuba y Estados Unidos. Los individualistas intentaron crear su propia identidad en este circuito militante, muchas veces de forma antagónica y polémica, lo cual significó algunas divisiones y tensiones.

Sin embargo, con el transcurso de los años y la finalización de las obras del Canal, este antagonismo tenido a matizarse. La creación de la Unión Marítima muestra estos cambios, ya que las identidades ideológicas no permanecieron como fronteras cerradas. En esta organización confluyeron anarquistas de diversas tendencias, que se adaptaron a las nuevas condiciones de la lucha obrera e intentaron un estilo de movilización internacionalista y pluralista. Desde el punto de vista de sus reivindicaciones inmediatas, fracasaron, pero esto se debió sobre todo a la represión a intransigente de las autoridades del Canal y el gobierno de Panamá.

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Anexo

Tabla 1
Grupos anarquistas en Panamá, 1910-1918
NombreLocalizaciónAños de actividad
Los EgoístasGatún1910-1913
Los InvenciblesCulebra1910-1912
FerrerCascadas1910-1912
Los Sin NombreGorgona1911
Los SedientosBalboa1911-1915
Gente NuevaPunta del Toro1911
Labor LibertariaEmperador1911-1913
Libre ExamenPedro Miguel1911-1912
Los IgualesMiraflores1911
Los IconoclastasPortobelo1911
Deseo LibertarioCorozal1911
Los ConscientesCiudad de Panamá1912
Brisas LibertariasColón1912
Aseo IntelectualGatún1912
Nuevos LuchadoresCulebra1912
Los NadaPedro Miguel1912-1914
Los ÍntegrosParaíso1912
Libertad y JusticiaCascadas1913
Los deseosCorozal1913-1914
GerminalCulebra, Río Grande1911-1912
Los LibertariosMiraflores1912-1913
Los ErrantesBas Obispo1912-1913
Ni Dios Ni PatriaAncón1913-1914
Libre PensamientoGatún1913
SolidaridadCiudad de Panamá, Punta del Toro1913
Unión LibertariaBalboa1914
Libre DiscusiónCristóbal1914
Los AutónomosCiudad de Panamá1915-1918
Elaboración propia a partir de los periódicos ¡Tierra!, Acción Libertaria, El Libertario, El Único, Tierra y Libertad y Cultura Obrera. Los nombres resaltados en negrita son grupos no federados, mientras que el resto pertenecían a la Federación de Agrupaciones e Individuos Libres del Istmo de Panamá.

Notas

1 (12 de enero de 1889). Le Révolté, p. 2; (5 de diciembre de 1889). Le Révolté, p. 2; (3 de octubre de 1890). Le Révolté, p. 3; (28 de enero de 1898). Les Temps Nouveau, p. 2. Biblioteque de Documentation Internacionale Contemporaine (BIC), París.
2 (30 de julio de 1905). Doctrina anarquista-socialista, pp. 111, 114. Arte Publico Hispanic Historical collection, Instituto Iberoamericano (IAI), Berlín. (4 de septiembre de 1907). El Audaz, p. 3. IAI. (31 de enero de 1907). Tierra y Libertad, p. 2. Centro de Documentación Antiautoritaria (CEDALL), Barcelona.
3 (7 de septiembre de 1907). Tierra, p. 3; (14 de septiembre de 1907). Tierra, p. 3. Instituto Internacional de Historia Social (IIHS), Ámsterdam.
4 Ver la columna “columna neutral” del gallego Manuel Daniel Rodríguez “Intransigente”. Tierra y Libertad, (14 de diciembre de 1910). , p. 3; (21 de diciembre de 1910). Tierra y Libertad, p. 3; (15 de febrero de 1911). Tierra y Libertad, p. 4.
5 (4 de octubre de 1924). Cultura Obrera, p. 4. IAI.
6 (12 de octubre de 1912). El Único, p. 8. IIHS.
7 (12 de marzo de 1912). El Único, p. 91.
8 El Único, (12 de octubre de 1911) p. 17; Acción Libertaria, (18 de julio de 1913) p. 3. Biblioteca Nacional de España (BNE), Madrid.
9 (9 de abril de 1910). Tierra, p. 4; (5 de octubre de 1910). Tierra y Libertad, p. 4; (10 de mayo de 1912). El Único, p. 123; (25 de mayo de 1912). El Único, p. 132; (28 de noviembre de 1913). Acción Libertaria, p. 3. BNE.
10 (12 de noviembre de 1911). El Único, p. 21; (5 de febrero de 1912). El Único, p. 77-78; (28 de mayo de 1913). El Libertario, p. 4.
11 (12 de octubre de 1911). El Único, p. 17.
12 (12 de octubre de 1911). El Único, p. 14.
13 (12 de noviembre de 1911). El Único, p. 16.
14 (12 de febrero de 1912). El Único, p. 73.
15 (12 de marzo de 1912). El Único, p. 80.
16 Este fue el tema de un concurso sociológico internacional impulsado por el grupo Los Egoístas, en donde prevaleció una inclinación por la promoción de un sindicalismo revolucionario. (1 de marzo de 1911). Tierra y Libertad, p. 2; (7 de junio de 1911). Tierra y Libertad, p. 2; (23 de agosto de 1911). Tierra y Libertad, p. 1; (5 de julio de 1911). Tierra y Libertad, pp. 2-3; (28 de junio de 1911). Tierra y Libertad, p. 1.
17 (12 de abril de 1912). El Único, p. 102; (27 de abril de 1912). El Único, p. 116.
18 (12 de abril de 1912). El Único, pp. 111 y 119.
19 (27 de enero de 1912). Cultura Obrera, p. 4; (12 de abril de 1913). Cultura Obrera, p. 4; (21 de junio de 1913). Cultura Obrera, p. 4; (30 de mayo de 1914). Cultura Obrera, p. 4; (27 de junio de 1914). Cultura Obrera, p. 4; (7 de abril de 1917). Cultura Obrera, p. 4.
20 (19 de agosto de 1916). Cultura Obrera, p. 4; (7 de abril de 1917). Cultura Obrera, p. 4.
21 (15 de julio de 1916). Fuerza Cerebral, p. 3. IAI.
22 (21 de octubre de 1916). Cultura Obrera, p. 4.
23 (28 de octubre de 1916). Cultura Obrera, p. 4.
24 (4 de noviembre de 1916). Cultura Obrera, p. 4.
25 Decreto número 9 de 1916, Memoria Institucional de 1918, pp. 436-465. Secretaria de Gobierno. Biblioteca Nacional de Panamá (BNP). Ciudad de Panamá.
26 (2 de diciembre de 1916). Cultura Obrera, p. 4.
27 (17 de septiembre de 1921). El Obrero, p. 2; (3 de diciembre de 1921). El Obrero, p. 1. BNP.

Notas de autor

* Este artículo tiene como base una ponencia presentada en el XXVI encuentro estatal de historia de ANPUH en São Paulo Brasil realizado de forma online entre el 5 y el 9 de septiembre del 2022. La investigación de archivo elaborada para esta investigación fue financiada por la Fundação de Amparo à Pesquisa do Estado de São Paulo (FAPESP) y la Oficina de Cooperación internacional de la Universidad de Costa Rica (OAICE-UCR).
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