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Prácticas y sociabilidades políticas juveniles en la primera experiencia democráticas (1916-1922). Una aproximación a los comités y clubes de la juventud radical en la ciudad de Buenos Aires
Youth political practices and sociabilities in the first democratic experience (1916-1922). An approach to the Radical Youth committees and clubs in the city of Buenos Aires
Avances del Cesor
Universidad Nacional de Rosario, Argentina
ISSN: 1514-3899
ISSN-e: 2422-6580
Periodicidad: Semestral
vol. 22, núm. 33, 2025
Recepción: 21 abril 2023
Aprobación: 10 noviembre 2023
Publicación: 05 diciembre 2025
Resumen: El artículo estudia las prácticas y sociabilidades políticas juveniles identificadas con la Unión Cívica Radical (UCR), durante la primera presidencia de Hipólito Yrigoyen y el acceso de ese partido al gobierno nacional (1916-1922). A través de distintas noticias de la prensa política partidaria, se reconstruyen una serie de comités y clubes de la juventud radical. En diálogo con los aportes de la historia política, el trabajo se inscribe dentro del campo de estudios sobre historia de las juventudes, focalizando así en los intereses que intervenían en la conformación de estas entidades, en las identidades juveniles que movilizaban y en las prácticas de intervención pública que llevaban a cabo. En las conclusiones se afirma la relevancia que adquirieron las juventudes en el periodo abordado y se plantean reflexiones sobre los elementos que brinda el análisis de la configuración histórica de las juventudes al estudio del radicalismo y de la experiencia democrática.
Palabras clave: Juventudes, Radicalismo, Prácticas, Democracia.
Abstract: The article studies the political practices and sociabilities of youths which identified with the Radical Civic Union (UCR) during the first presidency of Hipólito Yrigoyen and the party’s rise to national power (1916-1922). This research reconstructs a series of committees and clubs related to the radical youth, through various reports in the party’s political press. Engaging with contributions from political history, the work is inscribed within the field of youth history studies, focusing on the interests that shaped these organizations, the youth identities they mobilized, and the practices of public engagement. The conclusions affirm the relevance that youth movements acquired in the period under study and raise reflections on how analyzing the historical configuration of youth contributes to the study of Radicalism and the democratic experience.
Keywords: Youths, Radical Party, Practices, Democracy.
Introducción
Desde diversas aproximaciones, el papel de las juventudes como actores políticos durante las primeras décadas del siglo XX constituye un tema ampliamente señalado en la historiografía. Especialmente, ese activismo ha sido abordado en relación con la Reforma Universitaria de 1918 y con la proyección política, social y cultural que tuvo ese movimiento más allá de sus demandas netamente educativas.[1] En contraste, el estudio de otras militancias juveniles vinculadas a las distintas opciones político-partidarias durante la primera experiencia democrática (habilitada tras la sanción del voto universal-masculino, secreto y obligatorio en 1912) ha recibido menor atención en las investigaciones académicas sobre el periodo. El artículo se propone analizar las prácticas y sociabilidades políticas juveniles identificadas con la Unión Cívica Radical (en adelante, UCR), durante la primera presidencia de Hipólito Yrigoyen y el acceso de ese partido al gobierno nacional (1916-1922). Para lo cual toma como objeto una serie de comités y clubes de la juventud radical,[2] que se reconstruyen a través de distintas noticias de la prensa política partidaria.[3]
Estas entidades se inscriben en el contexto de movilización electoral que generó la reforma del sufragio de 1912, aunque se diferencian entre sí por su grado de autonomía respecto de las estructuras partidarias. Así, mientras los comités fueron parte constitutiva de los partidos, los clubes políticos podían operar sin depender de los mismos. Tal como analizó María José Valdez (2022), la proliferación de clubes y asociaciones independientes representativas de intereses variados (profesionales, culturales, étnicos, etc.) fue un fenómeno característico de la vida electoral porteña de ese entonces, que contribuyó a la elaboración de identidades de los sectores allí representados (p. 95). La existencia de clubes independientes estudiantiles o de juventudes que adherían a la UCR se interpreta dentro de ese fenómeno y permite interrogar sobre cuáles eran los intereses que movilizaban a dichas agrupaciones y en qué medida ayudaban a la configuración de identidades juveniles. Para ese fin, si bien la pregunta por la sociabilidad política remite generalmente a los formatos asociativos provenientes de la sociedad civil (Agulhon, 2009; González Bernaldo de Quirós, 2008), su indagación en relación con entidades partidarias, permite establecer contrastes y vinculaciones con un universo relacional más amplio en el cual se inscribían sus agentes y recalar en la multifuncionalidad que podían llegar a tener estas agrupaciones y de allí en los intereses y motivaciones que se concitaban entre sus afiliados al momento de adherir.
Focalizar en estas cuestiones permite hacer más compleja la comprensión de las juventudes, más allá de las representaciones provenientes del partido que las tomaban como objeto. Tal como se analizó en otro espacio, esos discursos a la vez que intentaban movilizar a un agente concreto otorgándole un lugar relevante, aunque subordinado dentro del partido, politizaban y dotaban de distintos sentidos a la categoría de la juventud en función a atributos vinculados al credo radical y de oposiciones que se establecían con sus rivales políticos (Carreño, 2023a). De modo complementario, en este trabajo la reconstrucción de los intereses, las disidencias y las prácticas que efectivamente llevaron a cabo estas juventudes, permitirá interrogar sobre el papel que despeñaron como agentes históricos dentro del partido y en el desarrollo de la primera experiencia democrática.
De este modo, en diálogo con los aportes de la historia política, el artículo se enmarca y recoge los interrogantes del campo de estudios sobre historia de las juventudes, que plantean analizarlas como parte de procesos históricos que, en intersección con distintas categorías (raciales, de clase y de género) de carácter también social y no biológico, permean tanto las representaciones sobre la juventud, como las identidades, prácticas y sociabilidades de quienes encarnan dichas clasificaciones y se definen como jóvenes.[4]
El universo asociativo de las juventudes radicales: organización, intereses y sociabilidades políticas
El levantamiento de la abstención decretado por la UCR a partir de la reforma electoral implicó un proceso de reorganización de la red de comités del partido, que para 1916 ya contaba con bases activas en las distintas circunscripciones de la ciudad de Buenos Aires (Persello, 2007, pp. 45-48; Rock, 2010, pp. 69-74; Viguera, 1991, p. 9). Dentro de esa estructura se destaca la configuración de un nutrido arco de clubes y comités que recurrían al apelativo “juventud” o al carácter estudiantil de sus miembros. Más allá de los fines inmediatos de movilización electoral, en este apartado se analizará la constitución de este entramado asociativo, interrogando en los intereses que se ponían en juego a la hora de fundar estas entidades de denominación juvenil.
| Nombre | Años de actividad | Circunscripción |
| Subcomité de la Juventud Rogelio Araya | 1915 | C. 17 ª (Palermo) |
| Centro Estudiantil Radical | 1915-1916 | C. 8 ª (San Cristobal Norte) |
| Comité Estudiantes Secundarios Radical | 1915-1917 y 1920 | C. 20 ª (Socorro) |
| Comité de la Juventud | 1915, 1917, 1919 y 1920 | Comité de la Capital |
| Comité Universitario Radical | 1915-1922 | Comité de la Capital |
| Subcomité de la Juventud Radical | 1915-1916 | C. 13ª (Monserrat) |
| Comité de la Juventud Radical | 1915 | C. 8ª |
| Subcomité de la Juventud "7 de abril" | 1915-1919 | C. 10ª (Balvanera Sud) |
| Juventud Autónoma Radical "El parque" | 1915 | |
| Subcomité de la Juventud Bernardino Rivadavia | 1916 | C. 8 ª |
| Comité Radical Juventud A. Pizarro Lastra | 1916 y 1919 | C. 20 ª (Retiro) |
| Club de la Juventud Dr. Agustín Rocca | 1916 | C. 17 ª |
| Subcomité de la Juventud Radical “Patria” | 1916 | C. 1 ª (Vélez Sarsfield) |
| Concentración Nacional de la Juventud | 1916 | |
| Liga Cívica de la Juventud | 1917 | |
| Comité Radical de Estudiantes | 1918 | Comité de la Capital |
| Club Juventud Obrera Radical de Mataderos | 1918 | C. 1ª |
| Comité de Residentes Santiagueños | 1918 | |
| Juventud Radical Salteña | 1918 | |
| Club Radical de Residentes Sanjuaninos | 1918-1921 | C. 19ª (Pilar) |
| Comité de la Juventud pro autonomía de La Pampa | 1918 | |
| Comité Universitario Entrerriano | 1918-1919 | |
| Comité de la Juventud Juan B. Passalacqua | 1918 y 1921 | C. 4ª (Santa Lucía) |
| Subcomité de la Juventud | 1918-1922 | C. 5 ª (Flores) |
| Sociedad Juventud Laboriosa | 1918 | C. 2 ª (San Cristóbal Sud) |
| Subcomité Juventud Radical | 1918-1922 | C. 18 ª (Las Heras) |
| Club Radical de Universitarios Tucumanos | 1920 | |
| Comisión Auxiliar Juventud Radical | 1920 | C. 2 ª Circuito 9 |
| Juventud Radical | 1920 | C. 17 ª |
| Subcomité de la Juventud “Dr. José Lencinas” | 1920 | |
| Vanguardia de la sección 12 | 1920 | C. 12 ª (Concepción) |
| Comité de la Juventud | 1920 | C. 12 ª |
| C. 4a. Subcomité "Estudiantil Radical" | 1920 | C. 4ª |
| Subcomisión de propaganda de la Juventud Radical | 1920 | C. 2 ª |
| Juventud Universitaria | 1920 | |
| Asociación Juvenil "José Mármol" | 1921 | |
| Juventud Radical Dr. H. Yrigoyen | 1921-1922 | |
| Circulo Radical de la Juventud de Jujuy | 1921 | |
| Comité de la Juventud Radical | 1921 | C. 14 ª (San Nicolás) |
| Unión Universitaria Radical de Medicina | 1921 | |
| Juventud Radical Principista | 1921 | C. 14ª |
| Subcomité de la Juventud Radical | 1922 | C. 4 ª |
| Comité de la Juventud Alvear-González | 1922 | |
| Ateneo Universitario Radical | 1922 | |
| Club de la Juventud Radical | 1922 | C. 16 ª (Belgrano) |
| Comité Universitario entrerriano Pro candidatura Mihura-Pérez Celman | 1922 | |
| Comité Nacional de Estudiantes Radicales | 1922 | |
| Comité de la Juventud Radical "Honor y Patria" | 1922 | |
| Subcomité "La Juventud" | 1922 | C.1 ª |
| Vanguardias Radicales de la 15a. C. | 1922 | C. 15 ª (San Bernardo) |
Según puede observarse, en el periodo de siete años, comprendido entre las vísperas de las elecciones presidenciales de 1916 y las de 1922, dicho universo estuvo integrado por al menos 50 de estas entidades, cuyas tipologías remiten a los mencionados de grados de autonomía, por un lado, los comités o subcomités de la juventud (que dependían de los comités seccionales o del Comité de la Capital) y, por el otro, los comités o clubes independientes (de reconocimiento oficial variable desde el partido). Dentro de este último campo, los comités estudiantiles se destacaron por constituir prácticamente el único subgrupo distinguido en términos ocupacionales, a excepción del único caso de la Juventud Radical Obrera de Nuevos Mataderos.
A partir de los años de su funcionamiento (Véase Tabla 1, columna 2) puede advertirse el variado grado de actividad que caracterizó a este universo. Así, en la gran mayoría de los casos se tienen registros esporádicos de sus intervenciones, aludiendo con ello a un tipo de agrupaciones que emergían durante una campaña electoral o bien, como, ejemplificaremos más adelante, que eran desautorizadas por el partido. En otros casos se destaca una mayor continuidad en el tiempo, aunque sujeta a registros fragmentarios, lo cual puede remitir a la reactivación de algunas agrupaciones en función del calendario electoral o a los intentos de las autoridades del partido de coordinar y centralizar la organización de las juventudes a nivel metropolitano. Ambas situaciones se ejemplifican en el Comité de la Juventud de la Capital, cuya intermitente trayectoria no solo muestra picos de actividad en distintas coyunturas electorales,[5] sino también un propósito de unificar, más allá de los comités estudiantiles, al “elemento joven radical sin distinción alguna”.[6] En ese intento sus proyecciones de “extender su acción a todas las provincias y territorios”, de organizar “en todas las capitales centros análogos” y de reunirlos en “un gran congreso nacional de la juventud”, no se llevaron a cabo, aunque sí se materializaron distintos actos en el marco de una nueva campaña electoral a inicios de 1920.[7]
Por último, se distinguen algunos comités que lograron desarrollarse de modo más prolongado y con una agenda de actividades no vinculada necesariamente a las campañas electorales. En este grupo se destacó especialmente el Comité Universitario Radical (en adelante, CUR), el cual llegó a contar con secciones en las distintas facultades y con agrupaciones vinculadas (como la Unión Universitaria Radical de Medicina) que disputaban la conducción de esos espacios de militancia universitaria. Asimismo, sobresalen también por su relativa estabilidad los subcomités de la juventud de las circunscripciones 5ª y 18ª, activos entre 1918 y 1922 y, aunque en menor medida, la Juventud Radical Dr. H. Yrigoyen, entre 1921 y 1922. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que este registro periodístico, sujeto a los intereses políticos de la prensa partidaria, si bien permite advertir la relevancia que adquirían algunas entidades, no resulta plenamente representativo del papel que pudieron tener aquellas que eran desautorizadas. Asimismo, estas noticias visibilizan especialmente las intervenciones proselitistas en los periodos electorales, dejando en un segundo plano las actividades del funcionamiento regular, aunque, como se analizará luego, permiten acceder también a este tipo de prácticas.
En su adscripción territorial, la ubicación de estas agrupaciones en 15 de las 20 secciones electorales, revela una amplia distribución urbana coincidente con la señalada cobertura de la red de comités en la ciudad. En esa trama no resulta sorprendente que los aludidos comités juveniles de actividad más constante se correspondan con las parroquias de considerable presencia radical. Se señala especialmente el caso de la juventud de la circunscripción 5ª (considerado un bastión del partido por sus sucesivas victorias electorales y, en términos ocupacionales, por la presencia de empleados públicos) y de la 18ª (con predominio radical entre 1920 y 1922 y una composición ocupacional equilibrada entre trabajadores no manuales y de cuello azul) (Walter, 1978, p. 609). Sin embargo, más allá de su ubicación, la participación de estos comités o de sus miembros podía abarcar un radio de acción más amplio. Así, el Centro Estudiantil Radical y el Comité Estudiantes Secundarios Radicales, localizados respectivamente en la 8ª y 20ª circunscripción, organizaron actos en esquinas y plazas alejadas de sus sedes e incluso en localidades vecinas a la capital.[8] Asimismo, como se observa en la tabla, la adscripción territorial no siempre remitía a una parroquia electoral, como en los casos de los clubes que congregaban a estudiantes universitarios de otras provincias e intervenían a distancia en asuntos relativos a sus lugares de origen.
A partir de los señalados circuitos diferenciados de militancia, se plantea la pregunta sobre cuáles eran los intereses o motivaciones que congregaban a las juventudes a la hora de fundar un comité. En primer lugar, aunque sin establecer una jerarquía entre estos factores, estas agrupaciones funcionaban como espacios de aprendizaje político en los que, como analizó Marcela Ferrari (2008), no solo se ponía en juego la adquisición de habilidades indispensables para la posterior inserción parlamentaria, sino en donde también se iniciaba, en sus primeros peldaños, el cursus honorum dentro del partido, mediante instancias electorales que disputaban la adhesión mayoritaria de los correligionarios. Sin embargo, según advirtió la autora, en ese proceso también intervenían capitales políticos más antiguos y factores que hacían más compleja la transición entre las formas de política notabiliar a la de masas (pp. 68-77). Pese a ello, gracias al nuevo contexto de democratización del juego político, el accionar de los comités juveniles se diferenciaba de las anteriores dinámicas de participación (revolucionarias y abstencionistas) que habían caracterizado a las juventudes vinculadas a los orígenes revolucionarios del partido (Navajas, 2019) o que habían sido protagonistas durante su etapa de reorganización desde 1903 (Rojkind, 2008, pp. 272-280). En el nuevo marco, los comités de la juventud representaban instancias especialmente propicias para desarrollar el aprendizaje de renovadas normas cívicas en torno a las campañas electorales y capitalizar las ampliadas posibilidades para desarrollar una carrera política. En esos espacios ambos procesos podían llevarse a cabo desde una corta edad, constituyendo a futuro un capital político relacionado con la temprana identificación con el partido o con una trayectoria desarrollada exclusivamente en sus filas. En este punto cabe señalar que la emergencia de comités de la juventud no constituyó un fenómeno únicamente metropolitano, sino que también ha sido señalado para el radicalismo santafesino como un indicador de las novedades producidas en su estructura organizacional y en la composición de su dirigencia a partir de 1912 (Carrizo, 2020, p. 83).
Este aprendizaje del quehacer político se observa por ejemplo en las reseñas periodísticas, en donde se solía aludir al manejo de la oratoria por parte de los jóvenes, calificando sus cualidades retóricas, el tipo de vocabulario o el grado de habilidad que implicaba leer o hablar en público, en función de ciertos atributos que se describían como propios de la juventud. Así, entre otros casos, se consignaba que el señor Eulogio Fuentes, del comité de la juventud de La Plata, “leyó un hermoso discurso, lleno de inspiración y digno de la juventud que representaba”;[9] mientras que en una asamblea en Lanús el representante del Centro de Estudiantes Radicales de la capital, Federico Migliano, “pronunció un elocuente discurso en el que trazó con verba fácil el programa sintético a desarrollar por esa gran expresión de la democracia –dijo– que es el partido radical”.[10] Asimismo, tanto los atributos juveniles como las posibilidades de hacer carrera por medio de un comité juvenil se señalaban en la trayectoria de Rudecindo Villegas, militante fallecido “joven, pues apenas contaba con 22 años”, que había pertenecido al Subcomité de la Juventud de la circunscripción 5ª desde su fundación, en donde “aportó toda su inteligencia y el entusiasmo de su juventud”.[11] En su interrumpida carrera, iniciada a los 18 años, Villegas había llegado a ocupar el cargo de secretario del subcomité y el de vocal en el comité seccional, lo que permite advertir también los espacios simultáneos y múltiples de inserción que se abrían para los jóvenes dentro del partido.
En segundo lugar, la participación o fundación de un comité respondía a criterios de convicción política, los cuales, si bien constituyen un presupuesto obvio dentro de cualquier militancia, pueden ayudar a explicar las tensiones partidarias y conflictos al interior del universo de juventudes radicales. En tal sentido, la constitución del Club Radical de la Juventud de la Circunscripción 13ª, en 1920, se llevó a cabo tras la votación secreta de sus autoridades y el auspicio del siguiente programa:
Este tipo de declaraciones críticas, revela la existencia y defensa de convicciones políticas por parte de las juventudes como móvil para la constitución de un club, pese a una posible expulsión y pérdida de las mencionadas ventajas de acceso a una carrera política en la UCR. En tal sentido, su reconocimiento fue denegado por las autoridades del comité seccional, alegando que incurría en “un caso de indisciplina política”.[13] Si bien, como señaló Ferrari (2008), la faccionalizacion y los mecanismos de promoción de las carreras políticas no resultaban ser siempre incompatibles, en tanto que los políticos que disentían podían obtener ventajas en futuras negociaciones internas (p. 70), ese disenso provenía de actores que no contaban con capital político suficiente para representar un peligro relevante de escisión partidaria. Asimismo, la declaración remitía a diferencias políticas (como la definición de principios de política moderna) de larga data dentro del partido,[14] pero a la vez a disputas más inmediatas de la esfera seccional. En ese espacio, tal como se advierte en el punto cuarto, se reclamaba una ampliación de la representación y de los mecanismos competitivos para dar acceso a los “más capaces”, en un sentido que se presupone favorable a la inclusión de las juventudes. A partir de esto último, aunque no se formulaba explícitamente un contraste en términos de edad, el planteo puede leerse en afinidad con otros casos análogos que implicaron una oposición generacional como legitimación para sustentar posturas críticas o disputas a la conducción del partido.[15]
En tercer lugar, la fundación de una agrupación juvenil podía representar la habilitación de espacios de vinculación entre correligionarios de las mismas edades. Si bien no contamos con datos completos sobre las edades de sus afiliados (que podían llegar a abarcar un rango amplio hasta los 30 o 35 años), se especificaban algunos casos en los que se configuraban perfiles etarios más homogéneos. Así, se señalaba que la juventud de la 4ª sección estaba compuesta por un elemento joven que “recién tiene edad para ejercer sus derechos ciudadanos” y que “los ‘vanguardias radicales’ de la 15ª circunscripción” eran “entusiastas jóvenes radicales de 17 a 20 años”, situación que posiblemente se reproducía en la vanguardia de la 12ª, conformada por la “brillante falange de la juventud” de esa sección.[16] En el caso de los comités estudiantiles, a esa similitud etaria se le sumaba la que provenía de una misma ocupación, lo cual no solo propiciaba la defensa de intereses gremiales, sino también el encuentro entre estudiantes de los distintos establecimientos educativos de la ciudad (los colegios nacionales, escuelas normales o las diferentes unidades académicas universitarias).
Acorde a las reglas del partido, que solo reconocían la afiliación de ciudadanos varones argentinos o naturalizados desde los 18 años, estas entidades constituían espacios juveniles exclusivamente masculinos. Si bien se tiene noticia de que existieron instancias mixtas de interacción con las jóvenes radicales, las mismas se inscribían dentro de actos del partido abiertos a un público más amplio. Tal fue el caso de una celebración en la ciudad de La Plata, que contó con la participación de la Juventud Radical y de la Juventud Feminista Radical de esa ciudad.[17] Asimismo, a diferencia de las actividades de los demás clubes juveniles, dicha participación se encuadraba dentro de concepciones genéricas que imperaban en los comités feministas radicales en general y que adscribían a las mujeres a funciones subordinadas y de acompañamiento más que de participación y representación.[18] En ese marco se plantea el interrogante sobre si los citados disensos que encontramos dentro del campo de las juventudes radicales pudieron generarse entre las juventudes femeninas, a partir del contraste que se establecía con las mayores posibilidades de participación dentro de otras militancias juveniles en el campo de las izquierdas o en los espacios de sociabilidad gremiales y estudiantiles. Aunque las posibilidades de intervención en ese último ámbito resultaban variables, y por lo general restringidas, se habilitaban también instancias mediante el periodismo estudiantil, la extensión universitaria e inclusive el ejercicio de puestos de representación (Bustelo, 2021; Buchbinder, 2019; Carreño, 2020). Dichos contrastes se observan desde la misma prensa política vinculada a la UCR, en donde se registraba la inclusión de las estudiantes en puestos ejecutivos dentro de la Federación de Estudiantes Secundarios.[19]
En relación con este último ámbito, en cuarto lugar, la fundación o participación en un comité juvenil podía vincularse con intereses gremiales propios de la condición estudiantil. El Comité Estudiantes Secundarios Radical, por ejemplo, organizó “una serie de conferencias, instructivas para los jóvenes que están en vísperas de exámenes” “a cargo de varios profesores de los colegios nacionales”, en las que puede observarse también los intentos de captación de ese electorado por parte del partido.[20] Asimismo, más allá de sus variadas actividades proselitistas, el CUR incluía entre su agenda asuntos centrales para las carreras estudiantiles o la futura inserción profesional, relativos a la práctica del internado hospitalario, la presentación de proyectos para la creación de institutos de salud pública o la reglamentación de la carrera de ingeniería.[21] A la vez, dentro de las juventudes de las provincias, el Comité de Residentes Santiagueños incluía, junto con los propósitos de abordar cuestiones sociales y económicas de esa provincia y de plantear cuestiones críticas sobre el partido (la constitución de un programa y la eliminación del personalismo), finalidades gremiales-educativas tendientes a ampliar la oferta del nivel primario y superior.[22] De este modo, en correspondencia con las medidas del gobierno nacional favorables a los reclamos estudiantiles durante ese periodo (Carreño, 2023c), estos intereses expresaban demandas relativas a la configuración del sistema educativo, el cual, especialmente en sus niveles secundario y superior, abarcaba aun limitadas proporciones pero se encontraba en proceso de ampliación (Chiroleu, 2000, pp. 359-361).
Finalmente, se contemplan otros intereses transversales a las dinámicas partidarias. Entre estos, junto con la obtención de prestigio que implicaba la fundación de un comité (Valdez, 2022, p. 94), el acceso a otros beneficios relacionados con la inserción en el empleo público ha sido ampliamente destacado por la historiografía sobre el radicalismo (Horowitz, 2015, pp. 89-124; Persello, 2004, pp. 66-75; Persello, 2007, p. 73). En el próximo apartado, el análisis de las prácticas que llevaron adelante estas agrupaciones permitirá profundizar en cómo se hacían operativas las finalidades que movilizaban la militancia juvenil e interrogar asimismo en la función de estas entidades dentro del partido y en la experiencia democrática.
Prácticas y movilizaciones políticas de las juventudes radicales
Más allá de su duración, las prácticas que llevaban adelante los comités y clubes de la juventud resultaban ser muy dinámicas, especialmente durante los periodos electorales. En ese marco, por ejemplo, el Subcomité de la Juventud de la 5ª circunscripción participó en todas las instancias que se ponían en juego en dichas campañas: publicó un manifiesto con motivo de las elecciones; organizó dos conferencias callejeras; llevó a cabo una concentración parcial en su local para marchar y partir luego con los demás subcomités de esa sección “en ochenta tranvías especiales hasta las calles de Callao y Rivadavia” en la gran manifestación de cierre de campaña y, finalmente, “improvisó (…) festejando el triunfo, una manifestación cívica que recorrió las calles” de Flores y culminó en la plaza de esa parroquia.[23] En contraste con esa agrupación de funcionamiento más estable, la única referencia que poseemos del Club de la Juventud Radical de Belgrano, revela igualmente de su activismo en la campaña por las elecciones presidenciales de 1922, en la que organizó diez conferencias callejeras para auspiciar la fórmula Alvear-González.[24] Aunque como señalamos la oratoria juvenil se ensayaba en estas actividades, los subcomités solían acudir a candidatos y líderes consagrados del partido como oradores en las conferencias, configurando espacios intergeneracionales de carácter multitudinario. Pese a ello la participación diferenciada de la juventud era señalizada desde las arengas que apelaban específicamente a este público o se distinguía colectivamente en esos actos, tal como se reseñaba en ocasión de los festejos por los triunfos electorales de la provincia de Buenos Aires, en los cuales se destacó que “penetró al local una manifestación de la juventud ‘Dr. Hipólito Yrigoyen’ que fue saludada con aplausos estruendosos por la asamblea”, constituyendo “una bella nota dada por la juventud metropolitana”.[25]
Por fuera de las campañas, las juventudes llevaban adelante un variado arco de prácticas entre las que se mencionan la organización de celebraciones patrias, concursos literarios y de festivales a beneficio de los comités o sus bibliotecas;[26] la participación en actos conmemorativos de las revoluciones y mártires del partido;[27] la apertura de consultorios gratuitos o la redacción de periódicos.[28] Al igual que ocurría con las conferencias políticas, si bien estas acciones no diferían de las de los demás comités, algunas de ellas se distinguían desde apelaciones que remitían a atributos o funciones específicamente juveniles. Así, la Juventud Radical de la sección 17ª se presentaba como una “vigorosa falange de jóvenes correligionarios” que incluía entre sus principios “prever por todos los medios (…) que la educación política intelectual sirva para estrechar vínculos entre nuevas generaciones”.[29] Por su lado. la Asociación Juvenil “José Mármol”, se posicionaba a favor de la política exterior del gobierno radical desde una convocatoria “a la juventud de esta parroquia, a los que como nosotros sienten la sangre bullir en sus venas y dilatarse las arterias” en defensa de dicha política.[30] Por último, los líderes de la juventud de la sección 18ª titularon Juventud Radical a su periódico, el cual era repartido en conferencias públicas en las que se arengaba “a la juventud de la parroquia a plegarse a las filas radicales”.[31]
De modo particular, algunas de estas entidades se destacaron por llevar adelante campañas sobre temas puntuales en los que resulta posible advertir el papel que desempeñaron en la implementación de la experiencia democrática o en la defensa de la política del gobierno. En estas campañas, la función de garantes de la democracia fue asumida por distintas agrupaciones estudiantiles (el Centro Estudiantil Radical, Comité de Estudiantes Secundarios y el Comité Estudiantil “Unión e Intransigencia”) en vísperas de las elecciones presidenciales de 1916. Los estudiantes organizaron una manifestación para llevar al entonces presidente, Victorino de la Plaza, un memorial “pidiendo la permanencia del sufragio libre y su abstención en todo acto político”.[32] La iniciativa fue acompañada por la publicación de un manifiesto en el que se borraba la inicial identificación partidaria de la medida para legitimarse de modo general en el deseo de las “nuevas generaciones” de impedir “la restauración de costumbres políticas oprobiosas”, conservar la “base esencial de la futura evolución política argentina” y auspiciar una convocatoria amplia que contó con la adhesión de “partidos de distintos colores políticos, asociaciones patrióticas, científicas y católicas”, según el relato del diario El Radical.[33] Finalmente, la realización de la manifestación (que culminó frente a la casa de gobierno) incluyó una marcha con dos concentraciones en las principales plazas de la ciudad y la pronunciación de discursos a cargo de los miembros de las entidades estudiantiles organizadoras.[34]
Una vez obtenido el triunfo en los comicios de 1916, la defensa del sufragio libre como expresión de la democracia, en la que se legitimaban esas formas de intervención pública, se extrapoló a la defensa de las políticas del gobierno nacido tras ese ejercicio de la ciudadanía en las urnas. Tanto esa concepción del sufragio (como ratificación del apoyo popular a la misión del radicalismo más que como traducción de la diversidad de opiniones) como la descalificación de la representatividad del parlamento para expresar de la voluntad popular, han sido señaladas por la historiografía sobre el radicalismo para explicar el desempeño del partido en el gobierno y las tensas relaciones entre los poderes ejecutivo y legislativo, especialmente durante las presidencias de Yrigoyen (Persello, 2007, p. 71; Ferrari, 2008, p. 53). Las intervenciones de las juventudes radicales muestran su papel dinámico y relevante en distintas campañas de opinión que se movilizaron a partir de esos conflictos. En tal sentido, la preeminencia de las juventudes estudiantiles puede advertirse en el lugar que ocuparon en una manifestación organizada por el Comité de la Capital en protesta por la actitud de las mayorías legislativas en los debates sobre la intervención de Buenos Aires en 1917, decretada por el ejecutivo, entre otras causas, por la exclusión ilegal de los ciudadanos menores de 21 años de edad, en las anteriores elecciones en esa provincia.[35] En esa ocasión, se resolvió que el CUR, seguido del Comité Secundario Radical “con los correligionarios de todos los colegios nacionales y escuelas normales”, se formarían “en la columna general inmediatamente después del comité de la capital y delante de la sección primera”.[36] Asimismo, el papel de avanzada de las juventudes fue invocado por la juventud radical de La Plata en la celebración de un mitin y la elaboración de un manifiesto, en contra del accionar y la legitimidad representativa del arco opositor dentro del Congreso Nacional.[37]
En 1920, las juventudes, en especial las estudiantiles, figuraron nuevamente de modo activo en la realización de medidas en apoyo a la política exterior del gobierno de no ingresar a la Sociedad de las Naciones en tanto no se reconocieran a todos los países, inclusive los vencidos en la Primera Guerra Mundial. Según señaló Joel Horowitz (2015) esa decisión fue resaltada como un signo de autonomía en función de los intereses del país y constituyó una manera de atraer los sentimientos nacionalistas (p. 68). Así, por ejemplo, los argumentos de “verdadero nacionalismo” y de patriotismo se movilizaron en el manifiesto de la citada Asociación Juvenil “José Mármol”.[38] Asimismo, el apoyo a la legación argentina en Ginebra motivó la creación de la agrupación “Juventud Universitaria de pie”, que contó con una comisión de propaganda y organizó una asamblea en solidaridad con dicha política,[39] y la promoción, por parte del CUR, de una serie de conferencias en la céntrica esquina de Diagonal Norte y Florida y de una multitudinaria manifestación “de adhesión a la política internacional argentina”.[40]
A partir del protagonismo de las juventudes estudiantiles en estos actos, resulta importarte consignar las vinculaciones procedentes de la Universidad de Buenos Aires, la cual no solo representaba un enclave central para la sociabilidad política e intelectual de las elites sino también, especialmente su Facultad de Derecho, para su formación doctrinaria (Buchbinder, 2012). Por esta razón resulta explicable encontrar en ese espacio un punto continuidad con anteriores agrupaciones juveniles radicales, que inclusive recurrieron a la misma denominación de CUR.[41] Sin embargo, como se analizó en otro espacio (Carreño, 2023b), el nuevo marco de democratización política y el contexto generado por la Reforma Universitaria (y por la difusión del juvenilismo y de las teorías generacionales que allí se canalizaba) repercutieron en el CUR, en la definición de posiciones que sintetizaban elementos procedentes de ese movimiento y se señala asimismo como uno de los factores de vinculación en el universo más amplio de agrupaciones estudiantiles radicales que reconstruimos.
La participación de las juventudes en los actos de defensa de la democracia (o de las políticas del gobierno que se interpretaban como su manifestación) no solo visibilizaban su activismo en las calles y enclaves céntricos de la ciudad, sino que también respondía a las formas de politización de la categoría de juventud, la cual pasaba a ser invocada y a representar (a partir de distintos atributos que se asumían como naturales) la expresión incontaminada de esa voluntad popular en identificación con el partido. Así, una asamblea organizada por la sección del derecho del CUR, uno de los oradores se dirigía al auditorio juvenil en los siguientes términos:
El estudio de estos conceptos abstractos [sobre la acción política] tiene su sitio apropiado en la cátedra, o en el libro; pero también en una asamblea como la presente, compuesta de universitarios, habituados al manejo de las ideas y asegurados en su partidismo radical por el mejor de los argumentos, esto es, por su propio entusiasmo. Tal es en efecto, el admirable privilegio de la juventud: no poderse equivocar cuando se abandona al impulso espontaneo de sus sentimientos. Nada hay tan infalible como el sentimiento de un joven, puesto que ni el egoísmo, ni la ambición han perturbado su criterio, ni las necesidades materiales han sido todavía capaces de torcer su carácter. Ser radicales, es pues para vosotros un estado mental perfectamente análogo a otros que constituyen verdaderas necesidades morales imperativas.[42]
Estas representaciones sobre las juventudes por parte del partido, se complementaban con otras que aludían a sus virtudes cívicas (y al radicalismo como escuela de civismo) que eran comúnmente atribuidas desde sus tribunas e interpelaciones hacia “la juventud” radical (Carreño, 2023c). A la vez, como se observa en los ejemplos citados más arriba, dichas representaciones eran asumidas por las propias juventudes en sus manifiestos y discursos en los que se identificaban con esos atributos y funciones que les eran adjudicadas (como representantes de una “vigorosa falange” o participes de la “educación política” entre las “nuevas generaciones”).[43]
Por último, aunque en relación con estos atributos que se proyectaban sobre la juventud, otras formas de intervención pública presentan algunos indicios para reflexionar sobre los usos de la violencia (verbal o física) durante la experiencia democrática y sobre el papel de los jóvenes en el ejercicio de esas prácticas. En tal sentido, su participación fue referida desde la prensa radical para refutar las acusaciones del arco opositor que señalaban acciones violentas y antidemocráticas en la militancia radical. Tales cargos fueron formulados desde el diario socialista La Vanguardia, según el cual un grupo de afiliados había sufrido un asalto violento, “cuchillo en mano, por una patota de radicales que se había apostado en el comité radical ‘1° de julio’” (de la circunscripción 5ª), hiriendo a un militante.[44] En contraste, La Época, ridiculizaba esas denuncias explicando que en realidad:
un grupo de socialistas pretendió empapelar el frente del subcomité radical. Uno de sus miembros les hizo en términos severos, pero cultos, la observación consiguiente. Pero el grupo de socialistas insistió en su provocativa actitud, y entonces salió del interior un grupo de jóvenes, y el grupo de socialistas se retiró perseguido un buen trecho por ellos.[45]
Otra respuesta era elaborada frente a las acusaciones de La Nación, sobre los ultrajes a la dignidad parlamentaria cometidos por la barra radical en los debates en la cámara de diputados en 1919. Frente a lo cual La Época replicaba aludiendo a las injurias lanzadas previamente en ese ámbito contra el presidente Yrigoyen y exaltaba a partir de ello que “la protesta no ha tardado en dejarse sentirse, por la boca de una juventud que no llevaba otra suma a la barra de la cámara que su voz honrada y su conciencia sublevada contra tanta torpeza”.[46]
Mas allá de la cuestión de la veracidad de estas denuncias, esos indicios nos permiten plantear el interrogante y considerar si las formas de violencia, virilidad y territorialidad (como disputa barrial o por el espacio urbano que, en el primer caso citado, se correspondía con uno de los bastiones del radicalismo) que identificó Marianne González Alemán (2021) como componentes del juego político durante la experiencia democrática, pudieron haber interpelado de forma particular a las juventudes, en correspondencia con los señalados atributos que se le adscribían por una condición socio-etaria. En este sentido, aunque estos elementos no eran privativos de los jóvenes, resulta llamativo el protagonismo de estos actores (caracterizados por un perfil etario que promediaba los 25 años) en la serie de enfrentamientos de este tipo que abundaron en la campaña presidencial porteña de 1928 (González Alemán, 2014). En correspondencia, en los casos que analizamos los jóvenes no solo aparecen implicados en los dos episodios, sino que, también eran caracterizados por las notas de activismo y honradez, que se ajustan a los atributos de entusiasmo y pureza con los que, como se señaló más arriba, se los interpelaba desde las tribunas políticas.
Conclusiones
La movilización electoral habilitada tras la reforma del sufragio de 1912 implicó una activa participación de las juventudes radicales, la cual, si bien contaba con antecedentes desde los orígenes del partido, pasaba a inscribirse dentro de renovadas dinámicas comiciales y de nuevas reglas del ejercicio de la política que se abrían a partir de entonces y con la reincorporación del radicalismo a la contienda electoral. Según se analizó, esa participación se advierte en la organización y puesta en marcha de un nutrido arco de agrupaciones de las juventudes radicales, cuya acción ganaba visibilidad en función de las campañas electorales, aunque no se circunscribía exclusivamente a dichas coyunturas. A partir de este fenómeno, la interrogación sobre los intereses que intervenían en la militancia y sobre las formas y la relevancia que adquiría la participación política de las juventudes en este periodo, permite plantear una serie de conclusiones y cuestiones sobre la configuración histórica de las juventudes a través de la política y durante la experiencia democrática.
Por un lado, los intereses y finalidades varias que intervenían a la hora de fundar un comité o una agrupación política ayudan a comprender a las juventudes como agentes históricos no meramente interpelados por los partidos, en tanto potenciales fuerzas electorales o elementos dinámicos en las campañas. Más allá de la relevancia que jugaban estos últimos dos elementos, otros factores gremiales, políticos, etarios y generacionales intervenían en ese proceso y en la diferenciación de las juventudes a través de esos espacios. En tal sentido, se ha analizado cómo especialmente esa diferenciación se potenciaba cuando la identificación juvenil remitía a una misma ocupación estudiantil y contribuía a canalizar y defender conjuntamente intereses y demandas gremiales, en una coyuntura en la que la oferta educativa resultaba ser aún limitada, pero en proceso de ampliación. No obstante, junto con ello, los clubes y comités funcionaban como espacios de interacción masculina, que podrían agrupar a correligionarios de edades y condiciones similares (en cuanto a la trayectoria) para insertarse en el juego político y generar instancias de aprendizaje y de capitalización temprana de antecedentes para una carrera dentro del partido. Por último, los clubes y comités podían ser espacios de discusión, en los que además de las estrategias y lógicas políticas, se jugaban también oposiciones generacionales en las que los jóvenes se identificaban como los “más capaces”. El análisis de los posicionamientos juveniles de tipo crítico o disidente no solo permitió advertir la presencia de conflictos dentro del arco de las entidades juveniles radicales, sino también formular como hipótesis a comprobar a futuro la existencia de planteos autónomos de las juventudes (masculinas y femeninas) frente al partido, especialmente en el clima de participación juvenil que generaba paralelamente el movimiento de la Reforma.
Por otro lado, las variadas formas de intervención política que se reconstruyeron en torno a estas entidades dan cuenta del rol activo de las juventudes dentro del partido y en el espacio urbano. Si bien dichas prácticas no innovaban en sus formatos, que resultaban ser iguales a los de los demás comités, se diferenciaban desde identidades juveniles movilizadas en función de los señalados intereses de las juventudes y de ciertos atributos que se adscribían a estos sectores desde las tribunas y asambleas partidarias. En contraste, en sus aspectos recreativos y culturales, no hemos encontrado en el periodo estudiado formas de sociabilidad distintivas del común de la militancia. A partir de lo cual, estos aspectos se plantean como una cuestión a indagar en periodos inmediatamente próximos al considerado, para evaluar en qué medida estas juventudes expresaban debates y cambios por la modernización de las costumbres y la globalización de los consumos culturales que han sido analizados en relación con las juventudes femeninas, especialmente en los años veinte (Tossounian, 2021).
Finalmente, la señalada participación de las juventudes en la vida y el funcionamiento de la red comicial y en los actos de movilización política y electoral evidencian la relevancia de estos agentes dentro del partido y en la implementación de la experiencia democrática. Con lo cual a diferencia de lo que ocurre con la construcción de otras categorías como la clase y el género que sí han sido objeto de análisis específicos en relación con el radicalismo (Adamovsky, 2009; Horowitz, 2015; Valobra, 2009, entre otros), la interrogación sobre otras variables vinculadas y también plenamente sociales como la edad o sobre la configuración de las juventudes como agentes políticos relevantes dentro del partido, se presenta como una vía de estudio poco explorada y fértil para indagar en procesos (como las prácticas e identidades políticas o la construcción de la ciudadanía a través las opciones partidarias) que resultan centrales para comprender el desarrollo de la experiencia democrática. En este sentido, por ejemplo, la reflexión que hemos planteado sobre el uso de la violencia y su posible particular interpelación hacia las juventudes señala una vertiente a indagar, como contracara de las prescripciones y variados discursos educativos, médicos, cívicos, etc. con los que se interpelaba a esos sectores como agentes centrales en quienes debía operarse la construcción de la ciudadanía y la nación.
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Notas

