Dossier “Muerte, política y memorias en la Argentina contemporánea”

El homenaje a los “mártires de junio”. La democratización del martirio en el peronismo de la proscripción1

The “June Martyrs” commemoration. The democratization of martyrdom during the period of Peronism proscription

Laura Ehrlich
Centro de Historia Intelectual. Universidad Nacional de Quilmes. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina

Avances del Cesor

Universidad Nacional de Rosario, Argentina

ISSN: 1514-3899

ISSN-e: 2422-6580

Periodicidad: Semestral

vol. 18, núm. 25, 2021

revistaavancesdelcesor@ishir-conicet.gov.ar

Recepción: 21 Mayo 2021

Aprobación: 12 Octubre 2021

Publicación: 05 Diciembre 2021



DOI: https://doi.org/10.35305/ac.v18i25.1534

Resumen: El artículo recorre algunos momentos clave de la historia de la conmemoración de los “mártires de junio”, durante la etapa de proscripción del peronismo. Se reconstruyen, primeramente, la coyuntura de la denuncia de los fusilamientos de 1956 y la gestación de los primeros homenajes en memoria de los fusilados, al cumplirse el primer aniversario del acontecimiento. En el texto se argumenta que este homenaje contribuyó a la elaboración de un martirologio peronista, el cual, nutrido a la vez de la evocación de Eva Perón y de la de otros “mártires” de la causa de los proscriptos, devino un elemento característico de su constelación conmemorativa, y tiñó de un halo trágico y vindicativo a la vez, la autorrepresentación que los peronistas se hicieron de sí mismos. Para comprender este proceso, se propone, en segundo lugar, que durante el período estudiado tuvo lugar un proceso de “democratización” del martirio, a través del cual el homenaje que originalmente evocaba a los militares fusilados en junio de 1956, y exaltaba especialmente la figura del general Juan J. Valle, se extendió al conjunto de las víctimas peronistas de persecución, cárcel y exilio, multiplicadas durante la década del 60.

Palabras clave: peronismo, rituales políticos, martirio, fusilamientos.

Abstract: This article addresses some key moments of the history of the “June martyrs” commemoration, during the years of proscription of the Peronism . As a first step, it analyzes the circumstances of the first reports against the executions in 1956 and the tribute to the victims in its first anniversary. It states that the “June martyrs” homage helped in building a Peronist martyrology, which was also made up of Eva Perón’s memory and of the tributes to other Peronists martyrs. This martyrology became a typical characteristic of the commemorative Peronist calendar, thus it coloured with tragic and vengeful tones the Peronists’ image of themselves. In order to arrive to an understanding of this, the article explains that a “democratization” of martyrdom took place during the period under analysis. Throughout this process, an homage which originally dealt with military executed in June 1956, but specially focused on the figure of general Juan J. Valle, turned into a tribute to the increasing number of Peronist victims of persecution, prison and exile, as a whole.

Keywords: peronism, political rituals, martyrdom, executions.

Introducción

Los fusilamientos de militares y civiles dispuestos por la Revolución Libertadora tras la frustrada sublevación del 9 de junio de 1956, aparecen a la mirada retrospectiva con una significación diferente de la que tuvieron en su preciso tiempo.2 Pues en la consideración de la matanza como acontecimiento histórico, en la valoración de su impacto en el mediano plazo, es difícil disociar el evento en sí mismo, del suceso político-periodístico que significó su investigación, denuncia, y la convocatoria a homenajes por los muertos, realizadas por un puñado de medios opositores al régimen de facto a lo largo de 1957, y de ahí en más. La reconstrucción de esa intervención política desde la prensa opositora al gobierno de facto, es el primer objetivo de este artículo, el cual se desarrolla en su primer apartado. Desde entonces, la conmemoración de los “fusilados” o de “los mártires de junio” –como se los conocerá en los años posteriores–, se integró al calendario ritual de los y las peronistas, componiendo una pieza clave en la elaboración de un martirologio propio, simbólicamente productiva a la hora de reinventar la identidad beligerante y lacerada del peronismo en el nuevo contexto. La interpretación de los sentidos implicados en esta peronización del homenaje, responde al segundo propósito de este escrito, y se despliega en el segundo apartado.

La evocación de los diferentes “mártires” del peronismo (del General Valle a Eva Perón),3 devino un rasgo característico del conjunto de las conmemoraciones rituales posteriores a 1955, las cuales más allá de particularidades y formatos específicos, adquirieron un tono general de vindicación y protesta. El artículo recorre, entonces, algunos momentos de la historia de la conmemoración de los fusilados en la década larga que va desde la denuncia, investigación y primeros homenajes de 1957, hasta su reivindicación por las organizaciones armadas y sectores del peronismo revolucionario de fines de los años sesentas y comienzos de los setentas. Lo narrado aquí es parte de una investigación más amplia acerca de los rituales conmemorativos y homenajes peronistas durante la época de la proscripción. Desde esta perspectiva, se consideran las prácticas de conmemoración en torno a fechas significativas del calendario ritual peronista, como claves para comprender continuidades y rupturas de esa cultura política, en las décadas que siguieron a su exclusión del gobierno de la Argentina.4

El corpus de fuentes incluye notas y documentos sobre el tema aparecidos originalmente en los semanarios Mayoría, Resistencia Popular, Palabra Argentina, Línea Dura, Compañero, preservados la mayor parte en la hemeroteca del Centro de Documentación de la Cultura de Izquierdas en Argentina; registros de la prensa masiva, algunos de los cuales fueron recogidos de los archivos de redacción de la revista Qué sucedió en siete días, y del diario Crónica, preservados en el Departamento de Archivos y colecciones particulares de la Biblioteca Nacional; y por último, algunos documentos éditos de organizaciones armadas peronistas.

La construcción del acontecimiento. Periodistas y emprendedores de memoria

Los aprestos para la contienda electoral del 28 de julio de 1957, en la que se elegirían representantes a la Convención reformadora de la Constitución Nacional (significando un primer test para el gobierno de facto), trajeron consigo cierta relajación de la censura y la proliferación de voces opositoras en la prensa. De éstas, las que expresaron en mayor o menor medida su simpatía por el peronismo, como Palabra Argentina, Rebeldía, El Hombre y Norte, con su irregular circulación y su convocatoria a votar en blanco, se sumaron a un espacio opositor a la Revolución Libertadora, que a partir de la represión a la insurrección cívico-militar del 9 de junio de 1956, había tenido sus expresiones en publicaciones no peronistas como la revista Qué sucedió en 7 días, el periódico Resistencia Popular (ambos a favor de la candidatura presidencial de Arturo Frondizi), Azul y Blanco, nacionalista católico, y otros semanarios nacionalistas como Revolución Nacional, Mayoría y Bandera Popular, todos críticas de la orientación económica y política seguida por el régimen de Pedro Aramburu e Isaac Rojas.5

La reconfiguración del arco opositor acelerada durante los meses previos a los comicios de julio, halló un acicate en la publicación en el semanario Resistencia Popular, durante el mes de mayo de 1957, de cuatro de las cartas escritas por el General Juan J. Valle, antes de su fusilamiento el 12 de junio de 1956. A ello se sumó el llamado del periódico nacionalista Palabra Argentina a un homenaje a quienes pronto se conocerían como los “mártires de junio”. Contemporáneamente, Rodolfo Walsh publicaba su investigación sobre los fusilamientos de civiles en José León Suárez, provincia de Buenos Aires, en la revista Mayoría, de los hermanos Bruno y Tulio Jacovella. Poco después esas notas se editarían en forma de libro bajo el mismo título de Operación masacre.6

Resulta significativo que la denuncia periodística acerca de los fusilamientos, así como la organización del acto en memoria de los fusilados, estuviera protagonizada por tres figuras no pertenecientes a las filas del peronismo: el radical Raúl Damonte Taborda, desde su periódico Resistencia Popular; el periodista y escritor de policiales, Rodolfo Walsh, con su investigación por entregas publicada en las revistas nacionalistas Revolución Nacional y Mayoría (y luego, en la editorial Sigla de Marcelo Sánchez Sorondo); y por último, el periodista nacionalista Alejandro Olmos, con su semanario Palabra Argentina, el cual a partir de entonces sería identificado hasta cierto punto como un periódico peronista.7

Desde tribunas periodísticas propias o bien, hospitalarias a sus pesquisas, estos singulares periodistas ampliaron con su labor y emprendimientos, el conocimiento, la indignación y el recogimiento político por lo sucedido en junio de 1956, más allá del círculo de los familiares y deudos afectados. Contribuyeron de ese modo a fortalecer la condena opositora a la represión sangrienta en que había incurrido el gobierno militar. Apenas un año atrás, la Revolución Libertadora había obtenido un significativo aunque a la larga, efímero rédito político con los fusilamientos, suscitando la solidaridad de la mayoría de los partidos políticos y la movilización espontánea de una multitud antiperonista en Capital Federal, que vivó a Aramburu en Plaza de Mayo al grito de “¡Ley Marcial!”, tal como reconstruyó Spinelli (2005, p. 80 y ss., 2004).

Fue en el semanario del ex diputado Damonte Taborda, donde se dieron a publicidad cuatro cartas escritas por el general Valle, poco antes de enfrentar la muerte en la Penitenciaría Nacional de Las Heras. Su editor no erró demasiado en la intención profética al titular “Cartas para la historia”, la edición en la que se publicaron. Ya desde el número anterior, Resistencia Popular interpelaba al gobierno acerca del tema: ¿cuántos habían sido los fusilados “en los días trágicos de junio”?8 En la presentación de las cartas dirigidas a la esposa y a la hija, y al presidente de facto Aramburu, el perfil heroico del general Valle, y de “mártir”, se delineaba sobre el antecedente de Manuel Dorrego. Aquella “figura sin estridencias”, decía el periódico al presentarla, “no imagina que, de un golpe, está entrando en la Historia”. Si bien Resistencia Popular alegaba una misión informativa –y no política–, para justificar la publicación de las cartas, no se privaba de expresar la expectativa de que “nuestra juventud” leyera “con amor” esas misivas, y pudiera “incitar al gobierno y al pueblo” a abandonar “las cóleras horrendas”. Y advertía:

Quizás ésta sea nuestra última oportunidad para que la sangre no siga engendrando a la sangre, y con la publicación de las cartas de Valle –estremecidos todos por la nobleza y valentía varonil de los sacrificados– podamos cerrar el período negro del odio, entre argentinos, militares y civiles.9

Detalle de portada de Resistencia Popular
Imagen 1
Detalle de portada de Resistencia Popular
Fuente: Hemeroteca del CeDInCI

El parangón con Manuel Dorrego cuyo crimen Resistencia Popular consideraba la “causa inmediata de la larga tragedia de nuestra vida política y social” –una cita de la Vida de Juan Manuel de Rosas, de Manuel Gálvez–, fue retomado por Palabra Argentina, tanto como la exaltación de Valle a la categoría de “mártir”. La apelación a esta figura de la cultura occidental venía insinuada, de hecho, en la letra de las propias cartas de Valle publicadas: se insinuaba en la conocida imploración de la carta a Aramburu (“Ruego a Dios que mi sangre sirva para unir a los argentinos”, que el periódico de Damonte Taborda recortó para titular sus páginas centrales); y en los primeros párrafos de la más breve carta a su esposa:

Con más sangre se ahogan los gritos de libertad. He sacrificado toda mi vida para el país y el ejército, y hoy la cierran con una alevosa injusticia.

Sé serena y fuerte. Dios te ayudará y yo desde el más allá seguiré velando por ustedes. No te avergüences nunca de la muerte de tu esposo, pues la causa por la que he luchado es la más humana y justa: la del Pueblo de mi Patria.10

Como demostró Sandra Gayol (2020) a propósito de Eva Perón, la automodelación es parte de la construcción social y política del martirio. Se comprende, por tanto, que en el perfil de Valle trazado por el periódico que publicó en primicia sus cartas, y también en la propia huella dejada en estas por el militar, se recurra al híbrido entre dos figuras del sacrificio, la del héroe y la del mártir, característico del culto a los caídos de las naciones modernas, incluida la Argentina.11 Retratado como mártir de la Patria, Valle era elevado a un sitial propio en el panteón de héroes nacionales; su muerte voluntaria en pro de una causa noble, comprometía a las futuras generaciones, a la reconciliación que dejara atrás las luchas fratricidas entre argentinos.12

No casualmente, por esos mismos días, el semanario de Damonte Taborda reprodujo la nota que un año atrás había informado acerca del pedido de clemencia de Frondizi ante las autoridades de la Revolución Libertadora. Tal pedido era en 1957 interpretado como parte de la tradición de “magnanimidad” del radicalismo de Yrigoyen, al que se consideraba “expresión del pueblo argentino (…) cansado de las violencias comenzadas con el fusilamiento de Liniers (…) y solamente terminada con la pacificación que trajeron los partidos civiles”.13 Al oponerse a la política económica y social del régimen cívico-militar, al exigir la libertad de presos políticos y gremiales, la publicación que fogoneaba la candidatura presidencial de Arturo Frondizi por la Unión Cívica Radical Intransigente (en adelante, UCRI) hablaba en nombre de los radicales que, desde 1930 en adelante, habían sufrido “en carne propia la enorme afrenta y vergüenza de ser tratados como parias en la propia Patria”.14 El destinatario del mensaje no eran sino los peronistas: su experiencia de persecución y proscripción –parecía sugerir la hoja de Damonte Taborda– reeditaba una historia por la que ya había pasado el radicalismo en tiempos anteriores.

Casi contemporáneamente a la publicación de las cartas de Valle, Palabra Argentina organizó una “Marcha del Silencio” en homenaje a los fusilados. El periódico que organizaba la manifestación reconoció en las difusión de tales cartas, la “virtud de provocar parejo estremecimiento colectivo”.15 Su real impacto, sin embargo, todavía en 1964 era circunscripto por Salvador Ferla (1983) al “campo limitado que le brindan semanarios políticos de reducida circulación y sin que la prensa comercial se dé por enterada” (p. 208), por lo que se lamentaba de la ausencia de una “conciencia nacional del crimen del 9 de junio” (p. 201).

La convocatoria del semanario de Olmos a un acto “por los muertos”, para el mes de junio, reiteró insistentemente que no se trataba de una “manifestación partidaria”, sino destinada a reunir a todos a quienes, sin compartir la misma posición política, “les duela en el alma la sangre de argentinos derramada”. La “marcha cívica” fue convocada a Plaza San Martín de la ciudad de Buenos Aires, para depositar ofrendas florales al pie del monumento “de Aquél –decía la nota de convocatoria– que nunca desenvainó su espada para derramar sangre de hermanos”. Se preveía que un sacerdote diera un responso por la paz y la concordia en la patria. Así, la invitación era a comulgar en el terreno sagrado de la pertenencia a la Nación, a través del tributo al máximo prócer de su historia.16

El llamado a este acto de homenaje constituyó la ocasión para Palabra Argentina, de exaltar a Valle como héroe y mártir, y por extensión, para referirse a los fusilados como los “mártires de junio”. “Desde hacía rato nuestro pueblo estaba necesitado de ejemplos heroicos”, arrancaba la nota de apoteosis de Valle. “Junio de 1956 fue una esplendorosa floración de heroísmos”, continuaba. Lealtad, magnanimidad, señorío, eran las virtudes que los militares sublevados frente a la Revolución Libertadora, muertos en honor a esa causa, devolvían a una sociedad a punto del “encanallamiento colectivo”.

Nadie hubiera creído posible que un coetáneo nuestro, en plazo tan perentorio, pudiera ascender al retablo de nuestros héroes a compartir el homenaje de veneración del pueblo a la par de San Martín y de Belgrano (…) Valle se entregó libremente, premeditadamente, corajudamente (…) La autodeterminación de su entrega al enemigo constituye la primera y fundamental premisa en su proceso relámpago de canonización civil.17

La crónica de las dramáticas, últimas horas del general a punto de ser fusilado, narró los detalles de su entrega voluntaria, determinación que en la reconstrucción del semanario lo cubría de “gloria en presencia misma del victimario”, es decir, sin necesidad de que Aramburu cayera del gobierno. Junto a este panegírico del jefe de la insurrección militar, el testimonio de “Susanita Valle” (la hija del general Valle), ilustrado por una foto que la mostraba sonriente (“Cuando el crimen ‘legalizado’ no había tronchado su hogar”), desgranaba un conmovedor relato de sus intentos por salvar a su padre, y del último diálogo con él.18

A pesar de la interpelación a las emociones de los lectores, el tono dominante del retrato del mártir era por demás solemne, tallado en el molde marmóreo de los próceres de la patria. Sobresalen allí los rasgos tipificados en la tradición clásica de la muerte heroica, donde la celebración de la gloria del héroe muerto en combate queda a cargo de las siguientes generaciones, y en la que el individuo conmemorado posee virtudes que lo distinguen de la mayoría. Tales tópicos, sin embargo, se hallan en el retrato de Valle fusionados con la figura del martirio de tradición cristiana, en la cual quien se inmola lo hace por la verdad de una causa.19

Portada  de Palabra Argentina
Imagen 2
Portada de Palabra Argentina
Fuente: Hemeroteca CeDInCI

El acto de homenaje convocado para el 8 de junio, finalmente, no fue autorizado, aunque hay indicios de que la manifestación tuvo una concurrencia significativa. Olmos estuvo preso por la convocatoria, y una edición de Palabra Argentina fue secuestrada.20 El periódico Resistencia Popular difundió, a su turno, la convocatoria a un acto por la misma fecha que era parte de la campaña por Frondizi presidente, en plaza Once. Postergado por una prohibición policial, varios miles de personas habrían alcanzado de todos modos a reunirse. Contra “la política del hambre y la constituyente trampa”; o “contra el revanchismo y los fusilamientos”, se habían convocado estas movilizaciones. En el acto, finalmente hablaron José M. Aponte, Arturo Zanichelli y Raúl Damonte Taborda.21 En el campo frondicista, la revista Qué de Rogelio Frigerio se sumó a la reivindicación de la figura de Valle y del levantamiento de junio del 56, al cumplirse un año de los fusilamientos (Ferla, 1983, p. 210).

Para una generación de nóveles peronistas de aquel tiempo, estos emprendimientos periodísticos y de memoria en torno a los fusilados, ensancharon las oportunidades de comprometerse políticamente, de nuclearse y manifestarse en pos de una causa, en coincidencia con la reactivación política fruto del llamado a elecciones.22 En la memoria de una joven activista de entonces, por ejemplo, fue durante el primer aniversario de los fusilamientos de junio, en un acto en la Penitenciaría de la Av. Las Heras, en Capital, donde conoció a Susana Valle y reencontró a ex compañeros de colegio con los que empezaría agruparse políticamente (Mabel Di Leo, como se citó en Anzorena, 1989, p. 47). La importancia de esta conmemoración (y de otras) está presente en otros registros testimoniales, como el de un militante de la Juventud Peronista de La Plata:

Nuestras actividades mayores eran organizarnos para el 17 de octubre, el 1° de mayo, el 26 de julio y el 9 de junio que había que ir al cementerio para hacer el gran despelote por los muchachos que habían sido masacrados en León Suárez, en el 7 de Infantería, en la penitenciaría de la calle Las Heras (Carlos Villagra, como se citó en Anzorena, 1989, p. 62).

Otros peronistas jóvenes en esa época han recordado que fue en las “Marchas del Silencio” y en la tarea de difusión de Palabra Argentina, donde conocieron pares con los que se reconocerían políticamente, mientras que hasta entonces se habían movilizado en la pequeña escala de la familia, el barrio o la afinidad personal (Jorge Rulli. como se citó en Monzón, 2006, p. 552; Envar El Kadri, como se citó en Cersósimo, 2008, p. 28). Además de las “marchas”, movilizaciones o actos “cívicos”, estos recuerdos suelen registrar otro formato de conmemoración, recurrente por aquellos años: las misas. Sin dudas, fueron las ofrendadas en memoria de Eva Perón las más regularmente convocadas y, probablemente, las más concurridas, a la luz de distintos documentos de la época (Ehrlich, 2015; Gorza, 2016). De conjunto, ambas conmemoraciones (por Eva Perón y por los fusilados) aportaron el tono infausto y doliente al calendario ritual peronista. Y fue desde el mismo semanario de Raúl Damonte Taborda, desde donde se denunció públicamente el robo del cadáver de Eva Perón, cuyo reclamo integraría, desde entonces, la conmemoración de cada aniversario de su muerte.

A la larga, la evocación de los “mártires de junio” y la de la figura de Eva Perón, consideradas de conjunto, resultarían productivas simbólicamente a la hora de recrear la identidad del peronismo en un sentido beligerante, en lucha contra su exclusión del sistema político. Ambas conmemoraciones cimentaron la construcción de un martirologio peronista en la década larga que siguió al 55, al que se fueron incorporando nuevas víctimas de la represión policial o militar, y en lo que constituyó un signo de cierto recambio generacional en las filas partidarias. Mediante análogos rituales conmemorativos como la misa de difuntos y las “marchas del silencio”, o a través de la invocación de la noción del martirio, los y las peronistas homenajearon año tras año a sus muertos, a la ex primera dama y a quienes murieron fusilados bajo las balas de la “Revolución Libertadora”, mientras que nuevas víctimas de persecución, cárcel y exilio, se sumaron a la cadena de rememoraciones y vindicación. La violencia represiva desatada sobre activistas peronistas durante los intentos de manifestarse públicamente en esos años, fungió de material de elaboración de una narrativa martirológica que fue actualizada cada vez que se evocó a los diferentes “mártires del peronismo”, en una enumeración que incluía al General Valle y a Eva Perón, pero también a Felipe Vallese, Máximo Neumann y los que se sumarían en la segunda mitad de la década del 60.

La democratización del martirio

Al cumplirse el segundo aniversario de los fusilamientos, había transcurrido un mes de la asunción de Arturo Frondizi como nuevo presidente de la Argentina. El peronismo en su conjunto se encontraba a la expectativa de recuperar la legalidad, y de medidas que revirtieran las inhabilitaciones y confinamientos de dirigentes y militantes. Frondizi había resultado electo para la primera magistratura del país con el concurso del voto peronista, tras un pacto alcanzado con Juan Perón. En esta coyuntura, el organismo que intentaba regir la vida partidaria de este conglomerado político, pautó como acto central de homenaje a los “mártires de junio”, una discreta misa en la Iglesia Cristo Rey de Lanús Este.23 La convocatoria a los actos conmemorativos prescribía con detalle que “en todo el país, aun en los lugares más apartados (…) el pueblo tomará la iniciativa en la realización de este homenaje que rinde el peronismo: hará celebrar misas recordatorias y depositará ofrendas florales”.24

Junto a las prescripciones para el desarrollo de los homenajes, se sumó la difusión de una misiva del Comando Superior del peronismo, que instaba a estar prevenidos

contra los grupos provocadores infiltrados, que no vacilan en utilizar la fecha del 9 de junio para llevar adelante tentativas de divisionismo. Los peronistas deben desoír toda incitación al desorden y ajustarse a las consignas que emanen del Comando Táctico Nacional.25

Con tales directivas probablemente se pretendía desautorizar la “marcha del silencio” que organizaba en paralelo Alejandro Olmos, el director de Palabra Argentina, quien un año atrás había levantado la causa de los fusilados impulsando una manifestación similar. La ortodoxia peronista consideraba que la marcha de Olmos configuraba una provocación al flamante gobierno.26 Así las cosas, la misa de Lanús alcanzó una concurrencia importante, y luego del oficio religioso, se transmitió un mensaje de Perón por los caídos el 9 de junio (concitando su voz “la emoción inenarrable” de los presentes), a lo que siguió el canto de la “Marcha Peronista”, y de “Evita Capitana”.27

Esta exaltación de los “mártires de junio” oficializó, en primer lugar, la incorporación a la tradición partidaria de una nueva “fecha trágica y gloriosa” –como la llamó Perón–, quedando consagrado el carácter peronista de la causa por la que habían muerto quienes, hasta poco tiempo antes, no habían sido merecedores de la bendición del líder.28 Por otro lado, en el texto que Perón firmó conjuntamente con Cooke, se hacía notar que no eran los fusilados tras el levantamiento de Valle y Tanco los únicos mártires del peronismo: no era la suya “la única sangre peronista derramada por la Patria”. “Otras fechas, igualmente cruentas –proseguían Perón y Cooke–, jalonan la marcha de nuestra insobornable defensa de la soberanía y de la justicia social (…) Hemos dejado la Historia sembrada de mártires que sucumbieron ante el odio homicida de la oligarquía”.29 De ahí que –abundaba el argumento–, si el “General Valle y los héroes que con él cayeron”, jamás serían olvidados, no lo serían tampoco “ninguno de los que hallaron la muerte o sufrieron cárceles, exilios y torturas defendiendo los ideales reivindicadores del Peronismo”.30

Al contrario del homenaje de un año atrás, centrado en la memoria de los oficiales sublevados contra la Revolución Libertadora y, especialmente, en la glorificación del Gral. Valle y las virtudes propias de su estatus heroico, el liderazgo peronista reivindicaba como propios a estos muertos, pero agregaba que la gloria no debía limitarse a los militares insurrectos: correspondía en cambio distribuirla entre todos los caídos y perseguidos del peronismo, recientemente multiplicados. En otras palabras, se trataba de democratizar el martirio. Desarrollando esta línea, el semanario que se editaba entonces como “Órgano del movimiento”, cuando tuvo que informar sobre los numerosos homenajes por los fusilados a oficiarse en iglesias y cementerios del país, eligió titular su tapa en relación con los bombardeos de plaza de Mayo del 16 de junio de 1955: “Bautismo de sangre peronista”, definió.31

Portada de Línea Dura
Imagen 3
Portada de Línea Dura
Fuente: Hemeroteca Biblioteca Nacional)

Si se presta atención a la gráfica de esta edición de Línea Dura, se puede advertir que, entre el contenido de los titulares y la imagen en fondo de agua de tapa, la diagramación produce un solapamiento, una cierta ambivalencia o yuxtaposición entre el referente de los “mártires de junio” (del año 1956) y el “bautismo de sangre peronista” del 16 de junio (del año 1955), durante los bombardeos que fueron la antesala del golpe que derrocaría a Perón, tres meses después. En relación con la imagen en fondo de agua –una silueta masculina al momento de caer acribillada–, si bien parece evocar la figura de un fusilado, para que tal asociación sea incontestable, falta la imagen del fusilador, presente en la tradición de representación iniciada con la obra de Goya, y que por contraste, sí está en los dibujos inspirados en el artista español que ilustraron las ediciones de Resistencia Popular.32 El dibujo de Línea Dura podría remitir por el contrario a la figura de un hombre asesinado por balas o esquirlas anónimas, como en un bombardeo, o como el miliciano de la guerra civil española que inmortalizó la fotografía atribuida a Robert Capa. La nota que desarrolla el contenido de los titulares provee, de hecho, una sucinta cronología del día de la “sorpresiva y pavorosa agresión al pueblo de Buenos Aires”, cuyo saldo fueron centenares de víctimas.33 Cuatro fotografías de los ataques y destrozos en la zona de Plaza de Mayo, en junio del ‘55, comparten por lo demás la doble página central del periódico con fotos que documentan las misas y ofrendas a los “mártires de junio”, en las Iglesias y cementerios de la ciudad y provincia de Buenos Aires, durante junio de 1958.34

La gráfica de la edición habilita, por tanto, la confusión entre los dos junios (de 1955 y 1956) y, de esa manera, los homenajes a los “mártires de junio” –originalmente ofrendados a las víctimas de los fusilamientos– se hacían extensivos al conjunto de los peronistas fallecidos, o víctimas de torturas, cárceles y exilios, desde junio de 1955 en adelante. “Mártires” resultaban, en suma, todos ellos. En sentido inverso al imaginario elitista e individualista del heroísmo militar o de las culturas milicianas, el discurso martirológico peronista exaltó a sus héroes anónimos, a las víctimas de la persecución más generalizada y difusa que sufrió el conjunto de los y las peronistas, en los años de la proscripción de su partido.

Página central de Línea  Dura
Imagen 4
Página central de Línea Dura
Fuente: Hemeroteca Biblioteca Nacional

Toda narración de la historia implica una valoración de los acontecimientos en el marco de una secuencia temporal. Es en ésta, en la interrelación de un acontecimiento con otro, donde se produce el sentido, el cual no viene dado de antemano ni está adherido al acontecimiento (Portelli, 1997). A fines de la década de 1950, el 16 de junio era una fecha disputada por el antiperonismo, que en 1958 ofreció al pie del monumento a San Martín, su propio homenaje para conmemorar los tres años de la primera estocada contra el gobierno de Juan Perón. Este carácter problemático de la fecha del 16 de junio, en la medida en que resultaba un símbolo de la inminente victoria de la “Revolución Libertadora”, puede haber inhibido en esos años su consagración en el calendario conmemorativo peronista. Ciertamente, el recuerdo del bombardeo de Casa de Gobierno y de la masacre de centenares de civiles ponía en evidencia el carácter asesino de los golpistas, pero también llamaba la atención sobre la debilidad y falibilidad políticas del gobierno de Perón en los meses previos a su caída. El homenaje a los “mártires de junio” se consolidó a la larga en asociación al 9 de junio, en conmemoración de los militares y civiles fusilados tras la insurrección fallida contra Aramburu y Rojas. La fecha, junto a la autopercepción de los peronistas como víctimas de represión y persecución, simbolizó una actitud de rebeldía frente al statu quo imperante, significado que se hacía presente cuando se recordaba a quienes arriesgaron sus vidas al levantarse ante el régimen de facto.

Sin dudas, contribuyó también a la persistencia de esta fecha la resonancia de la investigación de Rodolfo Walsh sobre los fusilamientos de José León Suárez, publicada originalmente en la prensa nacionalista, y editada luego como libro en el mismo año de 1957 (Walsh, 1996, p. 249). Y aquí es interesante notar que, al contrario del propósito declarado por el autor, cuya intención fue investigar y denunciarlos fusilamientos de civiles “por separado” de los de los militares comprometidos en la sublevación (para mejor revelar el carácter criminal de los autores intelectuales y materiales de la matanza) (Walsh, 1996, p. 231), la distinción hasta cierto punto quedó diluida, en la medida en que la conmemoración de los “mártires de junio” se peronizó.35 El apellido del General Valle llegó a convertirse, con el correr de los años, en “símbolo de definiciones y de liberación”, para peronistas identificados con el nacionalismo revolucionario.36 Su figura fue reivindicada como la del “general revolucionario”, frente a posiciones consideradas reaccionarias.37 En sintonía con esta relectura de mediados de los años sesenta, los estudiantes de Filosofía y Letras de la UBA al realizar su homenaje a los “mártires de junio”, lo hicieron en el mismo acto en que homenajeaban a los guerrilleros de Salta y a Felipe Vallese.38

Esa tendencia a releer en clave peronista y revolucionaria la insurrección militar fallida de 1956, coexistió con la vigencia de los actos conmemorativos organizados por la “Comisión popular permanente de homenaje a los héroes y mártires del 9 de junio”. En el acto que ésta preparó en el Cementerio de la Chacarita, en junio de 1964, sus oradores fueron Salvador Ferla y un militar, el capitán Arrechea. Luego, en una misa vespertina en la Iglesia de la Inmaculada Concepción de Belgrano, participaron militares, legisladores y dirigentes del peronismo y del neoperonismo (además de algunos de los hijos de los militares fusilados).39 La prensa que informó sobre estos actos de homenaje eligió recoger, sin embargo, los dichos de Andrés Framini y de Delia Parodi en sendos mitines en sede sindical y proselitista. En presencia de Susana Valle, Framini instó a la unión entre pueblo y ejército. Parodi, por su parte, entregó la ficha de afiliación de Juan Perón al Partido Justicialista: era el símbolo del deseo del líder peronista –dijo Parodi– de regresar pacíficamente a la Argentina.40

Para ese entonces, la conmemoración de los sucesos de junio de 1956 se vio reactivada con la segunda edición del libro de Walsh, y la publicación de Mártires y verdugos, de Salvador Ferla (1983 [1964]).41 La invocación de la noción de “mártires”, y su extensión difusa al conjunto del movimiento peronista, se hacía presente en cada acto público en que los y las peronistas tenían ocasión de representarse a sí mismos, y a su lugar en la sociedad argentina. El propio Perón, en un mensaje transmitido durante el masivo acto del 17 de octubre de 1964 en Plaza Once, Capital Federal, al final del ritual “minuto de silencio” en memoria de Eva Perón, y del encendido de antorchas a las 20.25 hs., puso su propia figura bajo la mencionada estela martirológica: “aún me queda la vida misma para ofrecerla al pueblo si es necesario”. Acababa de evocar a Eva Perón y a “los mártires del peronismo”, tras expresar su “decisión inquebrantable” de retornar ese año a Argentina.42

Conclusiones

A mediados de la década del 60, el homenaje que había despuntado en 1957 con las denuncias periodísticas de dos extranjeros al peronismo, Rodolfo Walsh y Raúl Damonte Taborda, y con el emprendimiento de memoria de Alejandro Olmos, resultó integrado al calendario ritual y al repertorio político peronistas en tal medida, y fue resignificado hasta tal punto, que tiñó de un halo trágico y heroico a la vez, la autorrepresentación que los partidarios de Perón se hicieron de sí mismos, en esos años. Dos cuestiones quedan, así, planteadas a partir de lo analizado hasta aquí.

Por un lado, el desarrollo durante el período estudiado, de un proceso que se podría llamar de “democratización” del martirio, por el cual el homenaje inicialmente destinado a las víctimas militares de los fusilamientos de junio del 56, y centrado en la figura heroica y de mártir del general Juan J. Valle, se extendió al conjunto de los caídos y perseguidos del peronismo, desde las víctimas de los bombardeos de junio del ‘55, en adelante. Si el liderazgo peronista aceptó incorporar a su panteón a los muertos en la represión del levantamiento frustrado, encabezados por los generales Valle y Tanco, en esa misma incorporación quedó resignificada la figura del martirio (respecto de su forma acuñada en los primeros homenajes), siendo extendida al conjunto de las víctimas de persecución, cárcel y exilio, multiplicadas durante la década del 60.

Por otro lado, la consolidación y peronización del homenaje a los “mártires de junio” transformaron la totalidad de la constelación conmemorativa del peronismo fuera del poder. En una creciente amalgama de sentidos y sentimientos, el recuerdo de los “mártires de junio”, junto a la omnipresente evocación de Eva Perón y, luego, la incorporación de otros muertos o perseguidos peronistas al recuerdo ritual en sus concentraciones públicas, dotaron a esa identidad de una faz martirológica y vindicativa que permeó el carácter de protesta de las manifestaciones. Cada una de las fechas rituales de este calendario conmemorativo, con sus repertorios específicos, e incluida su fecha central del 17 de octubre que no conmemoraba ninguna tragedia, integró la evocación de diferentes “mártires” (del General Valle a Eva Perón), configurándose como uno de los rasgos salientes de la cultura política peronista durante la década posterior a 1955.

La historia que siguió en su precipitado curso de finales de los años sesenta y comienzos de los setenta argentinos, puso en evidencia, en primer lugar, la productividad simbólica de la memoria de los fusilamientos de junio, al quedar asociada a la consumación de un hito clave de la historia reciente, como lo fue el secuestro y asesinato de Pedro Aramburu, a manos del “Comando Juan José Valle” de Montoneros. El “fusilado 28”, tal como lo denominó Ferla, en el epílogo de 1972 a la tercera edición de su obra (1983, p. 301). En segundo lugar, el decurso histórico-político argentino de esos años vio consolidarse la extensión del sentido martirológico en la representación de la experiencia de diferentes grupos del peronismo insurgente (Campos, 2007). Las proclamas con que se dieron a conocer organizaciones como las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) y Montoneros, reservaron un lugar clave a las matanzas de junio de 1955, y a los fusilamientos de junio de 1956, en la justificación de su accionar y advenimiento a la lucha política (Baschetti, 1988, pp. 297-299; 2004, pp. 49-53). En una de las expresiones emblemáticas del sindicalismo combativo de esos mismos años, la del programa del 1° de mayo de 1968 de la CGT de los Argentinos, se encuentra también la vocación de homenajear a los “mártires de la clase trabajadora”, asesinados o encarcelados (Baschetti, 1988, pp. 277-284). La continuidad entre aquellos y estos mártires; entre los civiles y militares masacrados en los dos junios de 1955 y 1956, y las/los militantes peronistas perseguidos, detenidos o caídos, fueran guerrilleros o no, a fines de la década de 1960 y comienzos de la de 1970, constituye uno de los hilos tramados en la tradición inventada de las organizaciones armadas peronistas de los años setenta, que con tanta potencia habitó, y habita la historia reciente.

Referencias

Adamovsky, E. y Buch, E. (2016). La marchita, el escudo y el bombo. Una historia cultural de los emblemas del peronismo, de Perón a Cristina Kirchner. Buenos Aires: Planeta.

Anzorena, O. (1989). JP. Historia de la Juventud Peronista (1955-1988). Buenos Aires: Del Cordón.

Baschetti, R. (Comp.). (1988). Documentos de la resistencia peronista. 1955-1970. Buenos Aires: Puntosur.

Baschetti, R. (Comp.). (2004). Documentos. 1970-1973. Volumen I: De la guerrilla peronista al gobierno popular. La Plata: De la Campana.

Campos, E. (2007). Arquetipos del compromiso militante en la revista Cristianismo y Revolución. Lucha Armada, 3(9), 40-47.

Catoggio, S. (2013). The Consecration of Political Suffering: Martyrs, heroes and victims in Argentine Political Culture. Journal of Latin American Studies, 45(4), 695-719. https://doi.org/10.1017/S0022216X13001144

Cersósimo, F. (2008). Envar El Kadri. Historias del peronismo revolucionario. Buenos Aires: Colihue.

Chindemi, N. (2000). Alejandro Olmos. En Autor, Nosotros, los peronistas. Razones para la esperanza (pp. 197-223). Buenos Aires: Los Nacionales.

Ehrlich, L. (septiembre, 2015). La conmemoración ritual de Eva Perón en la primera década después de su muerte, Buenos Aires y Tucumán (1953-1962). Ponencia presentada en XV Jornadas Interescuelas, Comodoro Rivadavia, Argentina.

Ferla, S. (1983). Mártires y verdugos. Buenos Aires: Peña Lillo.

Finchelstein, F. (2002). Fascismo, liturgia e imaginario. El mito del general Uriburu y la Argentina nacionalista. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

Gayol, S. (2012). La celebración de los grandes hombres: funerales gloriosos y carreras post-mortem en Argentina. Quinto Sol, 16(2). https://doi.org/10.19137/qs.v16i2.525

Gayol, S. (2020). La otra cara de la felicidad: dolor y martirio en el peronismo clásico. Anuario del Instituto de Historia Argentina, 20(1). https://doi.org/10.24215/2314257Xe110

Goebel, M. (2004). La prensa peronista como medio de difusión del revisionismo histórico durante la Revolución Libertadora. Prohistoria, 8, 251-265.

Gorza, A. (2016). Los homenajes a Eva Perón como prácticas de memoria en tiempos de la Resistencia Peronista (1955-1963). Anuario del Instituto de Historia Argentina, 16(1), e007. Recuperado de http://www.anuarioiha.fahce.unlp.edu.ar/article/view/IHAv16n1a07

Jelin, E. (2002). Los trabajos de la memoria. Madrid: Siglo XXI.

Jozami, E. (2011). Rodolfo Walsh. La palabra y la acción. Buenos Aires: La Página.

Macor, D. (2001). Elecciones, rituales y conmemoraciones en la construcción de la unanimidad peronista. Santa Fe, Argentina, 1946-1955. História Unisinos, 5(4).

McCaughan, M. (2015). Rodolfo Walsh. Periodista, escritor y revolucionario. 1927-1977. Adrogué: Lom.

Melon Pirro, J. C. (1993). La resistencia peronista, alcances y significados. Anuario IEHS, 8, 215-246.

Melon Pirro, J. C. (2002).La prensa de oposición en la Argentina post-peronista. Estudios Interdisciplinarios De América Latina, 13(2), 115-138, recuperado de http://www.tau.ac.il/eial/XIII_2/melon.html#foot63

Melon Pirro, J. C. (2009). El peronismo después del peronismo. Buenos Aires: Siglo XXI.

Melon Pirro, J. (2014). Normalización partidaria en tiempos de proscripción. El peronismo entre 1963 y 1965. En J. C. Melón Pirro y N. Quiroga (Comps.), El peronismo y sus partidos. Tradiciones y prácticas políticas entre 1946 y 1976 (pp. 149-167). Rosario: Prohistoria.

Monzón, F. (h.) (2006). Llegó carta de Perón. Rapsodia de la resistencia peronista (1955-1959). Buenos Aires: Corregidor.

Perón, J. D. y Cooke, J. W. (1985). Correspondencia, I. Buenos Aires: Parlamento.

Plotkin, M. B. (2007). Mañana es San Perón. Propaganda, rituales políticos y educación en el régimen peronista (1946-1955). Caseros: Universidad Tres de Febrero.

Portelli, A. (1997). “El tiempo de mi vida”: las funciones del tiempo en la historia oral. En J. Aceves (Comp.), Historia oral (pp. 195-218).México: Instituto Mora-Universidad Autónoma Metropolitana.

Quiroga, N. (2014). Una crasa mitología: carisma y “vida partidaria” en el peronismo proscripto. En J. C. Melón Pirro y N. Quiroga (Comps.), El peronismo y sus partidos. Tradiciones y prácticas políticas entre 1946 y 1976 (pp. 79-103). Rosario: Prohistoria.

Reyes, F. (2016). Conmemorar la revolución y sus mártires. Sobre el lugar de un ritual político en los orígenes de la identidad del radicalismo. Estudios Sociales, 50(1), 41-76. Recuperado de https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6198817

Rot, G. (2000). Los orígenes perdidos de la guerrilla en la Argentina. La historia de Jorge Masetti y el Ejército Guerrillero del Pueblo. Buenos Aires: El cielo por asalto.

Sasturain, J. (2008). Copi o la incomodidad. Página 12, 22 de diciembre de 2008. Recuperado de https://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-117179-2008-12-22.html

Spinelli, M. E. (2004). La “otra multitud”. Las movilizaciones antiperonistas durante la “Libertadora”. Desarrollo Económico, 43(172), pp. 609-635.

Spinelli, M. E. (2005). Los vencedores vencidos. El antiperonismo y la “revolución libertadora”. Buenos Aires: Biblos.

Suriano, J. y Anapios, L. (2011). Anarquistas en las calles de Buenos Aires (1890-1930). En M. Lobato (Ed.), Buenos Aires. Manifestaciones, fiestas y rituales en el siglo XX (pp. 74-100). Buenos Aires: Biblos.

Vezzetti, H. (2009). Sobre la violencia revolucionaria. Memorias y olvidos. Buenos Aires: Siglo XXI.

Walsh, R. (1996). Operación masacre (edición definitiva. Con un prólogo de Osvaldo Bayer). Buenos Aires: Planeta.

Notas

1. La autora agradece a Francisco Reyes y a Sandra Gayol los comentarios a una primera versión de este texto. Y a los evaluadores anónimos, sus observaciones.
2. La “Revolución Libertadora” es la autodenominación por la que se conoció al régimen de facto que derrocó al segundo gobierno constitucional de Juan D. Perón, tras un golpe militar con participación civil perpetrado entre el 16 y el 23 de septiembre de 1955. Su primer presidente fue el Gral. Eduardo Lonardi, y a partir del 13 de noviembre, este fue desplazado por el Gral. Pedro Aramburu, quien encabezó junto al vicepresidente Almte. Isaac Rojas la política de desperonización que animaba el propósito de este gobierno. El 1 de mayo de 1958, tras elecciones generales en las que el Partido Peronista permaneció proscripto, asumió Arturo Frondizi la presidencia constitucional de la Argentina, poniendo fin al régimen militar.
3. El Gral. Juan José Valle encabezó el 9 de junio de 1956, junto al Gral. Raúl Tanco, un levantamiento militar con participación civil, que fue abortado en una parte de sus focos antes de comenzar, habiendo sido presuntamente infiltrado o instigado por organismos de inteligencia. Los sublevados reclamaban en el terreno político la vigencia plena de la Constitución Nacional; garantía a la libertad de expresión y de prensa; el cese de persecuciones, encarcelamientos y cesantías por razones políticas e ideológicas; y elecciones generales en un plazo no mayor a 180 días, previa rehabilitación de los partidos privados de personería, y normal funcionamiento para todos ellos en el marco del proceso electoral. Tras el fusilamiento de los oficiales participantes de la insurrección, Valle decidió entregarse, y fue fusilado el 12 de junio. Entre militares y civiles se contaron 27 fusilados en el marco de una Ley Marcial que se aplicó retroactivamente, y de forma ilegal. En la interpretación de María Estela Spinelli (2005), el origen militar del llamado Movimiento de Recuperación Nacional, estuvo en las purgas en el Ejército a que había dado lugar el proceso de desperonización en sus filas (pp. 84-85). El texto de la proclama se reproduce en Ferla (1983, s/p.).
4. El artículo busca aportar desde esa perspectiva a un campo de estudios en desarrollo alrededor del peronismo en su “segunda época”, en diálogo con los trabajos de Julio Melón Pirro (1993, 2009, 2014), María Estela Spinelli (2005), Nicolás Quiroga (2014), Ezequiel Adamovsky y Esteban Buch (2016), Anabella Gorza (2016), y también con los de Mariano Plotkin (2007), Darío Macor (2001), Sandra Gayol (2012, 2020), Federico Finchelstein (2002), Suriano y Anapios (2011) y Francisco Reyes (2016), para otros períodos y movimientos políticos de la historia argentina contemporánea.
5. Sobre la conformación del espacio periodístico opositor a la Revolución Libertadora, véase Melón Pirro (2002, 2009). Desde la perspectiva del desarrollo de un frente del “antiperonismo tolerante”, véase Spinelli (2005, pp. 80-93, 207-263).
6. La cronología de la publicación de Operación Masacre, desde la aparición de la denuncia judicial de Juan C. Livraga, en el semanario Propósitos de Leónidas Barletta, el 23 de diciembre de 1956, hasta las sucesivas ediciones en formato libro, es detallada por el propio Walsh en el prólogo a la primera edición, fechada en julio de 1957, incluido en el apéndice de la edición definitiva (1996, pp. 255-256).
7. Raúl Damonte Taborda fue un político radical, mentor del antifascismo de los años treinta, y sucesor de Natalio Botanta en la dirección del diario Crítica, de quien era yerno. Como diputado nacional, impulsó la Comisión Investigadora de Actividades Antiargentinas, en 1938. Promovió la Unión Democrática que enfrentó a Juan Perón en las elecciones de febrero de 1946 cuando éste se consagró presidente de Argentina. Damonte Taborda resultó electo diputado. Exiliado en Brasil y en Montevideo, publicó desde allí sendas ediciones de su ensayo Ayer fue San Perón, de tono furibundamente antiperonista. De regreso a la Argentina, se transformó en un duro opositor a la Revolución Libertadora, e impulsó la candidatura presidencial de Arturo Frondizi, de quien fue embajador en Uruguay tras su elección como presidente. Su hijo fue el historietista y dramaturgo “Copi”, autor entre otras obras de una acerba sátira sobre Eva Perón, estrenada en París en 1971, con escándalo y atentados. Sasturain (2008); Spinelli (2005, pp. 137, 154, 184, 305). Acerca de Rodolfo Walsh se conoce más y se ha escrito mucho. Para dos aproximaciones biográficas recientes, véanse Jozami (2011) y McCaughan (2015). Alejandro Olmos, tucumano, estudió derecho en Buenos Aires y se formó en las décadas de 1930 y 1940 junto al periodista nacionalista José Luis Torres. Su vínculo con el peronismo en el gobierno fue cambiante. Impulsó la Comisión de repatriación de los restos de Juan Manuel de Rosas a la Argentina. Décadas después se dedicaría a investigar la deuda externa argentina. En carta a Perón del 11 de julio de 1957, John Cooke escribió que Palabra Argentina era la “única publicación que tiene tono verdaderamente peronista”, y que “su prédica ha prendido mucho”. Perón – Cooke (1985, p. 193).
8. La pregunta se hacía eco de la inquietud de “numerosas cartas de lectores” ¿Y los fusilamientos? (7 al 13 de mayo de 1957). Resistencia Popular, 74, p. 1. Centro de Documentación de la Cultura de Izquierdas en Argentina (CeDInCI), Buenos Aires. En enero, una foto de Miguel Angel Giunta, Juan Carlos Livraga y sus hijos, encabezaba un breve suelto sobre la denuncia judicial recién presentada por estos sobrevivientes, en La Plata. Sobrevivieron al fusilamiento (1 al 8 de enero de 1957). Resistencia Popular, 56, p. 2.
9. Cartas para la historia. Por qué publicamos las cartas de Valle (14 al 20 de mayo de 1957). Resistencia popular, 75, p. 1. En una edición posterior, se publicó también la carta de Valle a su madre.
10. Carta a su esposa (14 al 20 de mayo de 1957). Resistencia popular, 75, p. 3. Según Salvador Ferla (1983), la carta al presidente Aramburu que publicó Resistencia Popular, es apócrifa (p. 208). Sin embargo, el autor de Mártires y verdugos, no se privó de citar el mismo ruego y atribuírselo a Valle, al final de su balance histórico del 9 de junio (Ferla, 1983, p. 295).
11. Acerca de la hibridación de estas dos figuras de la cultura occidental, la del héroe y del mártir, en la historia contemporánea europea y argentina, véanse Finchelstein (2002), Vezzetti (2009) y Catoggio (2013). Recuperando otro artículo de este mismo dossier, queda claro que tanto nacionalistas y peronistas como radicales, apelaron a la figura del “mártir” como medio para sacralizar sus respectivas causas políticas.
12. Cartas para la historia. Por qué publicamos las cartas de Valle (14 al 20 de mayo de 1957). Resistencia popular, 75, p. 1.
13. Basta de sangre (21 al 27 de mayo de 1957). Resistencia popular (76), p. 1. El semanario que impulsaba la candidatura de Arturo Frondizi a presidente de la Nación, se había contado en junio de 1956 entre las pocas voces críticas de la matanza. Marcelo Sánchez Sorondo, desde Azul y Blanco, fue otra de las voces que repudiaron los fusilamientos. Ferla (1983, p. 192).
14. Basta de sangre (21 al 27 de mayo de 1957). Resistencia popular, 76, p. 1.
15. El dramático fin del General Valle (28 de mayo de 1957). Palabra Argentina (25), p. 1. CeDInCI, Buenos Aires. Otro periódico, el del cura Hernán Benítez, también quiso destacar la conmoción generada por la difusión de las misivas. Bustos Núñez, Manuel E. (25 de septiembre de 1957). La libertad de prensa continúa siendo mito. Está preso Damonte Taborda. Rebeldía (13), p. 2. CeDInCI, Buenos Aires. Palabra Argentina desmintió entonces haber recibido el pedido de publicar las cartas póstumas de Valle. Sus depositarios habrían decidido que se publicaran en un medio respaldado por un partido político que, como la UCRI, estaba reconocido por el gobierno de la “Revolución Libertadora”. Aclaramos (4 de junio de 1957). Palabra Argentina, 26, p. 4.
16. Haremos un acto por los muertos (14 de mayo de 1957). Palabra Argentina, 23, p. 3. La edición siguiente llamaba a marchar “silenciosamente”, en “manifestación de duelo”. ¡Por los muertos! (21 de mayo de 1957). Palabra Argentina, 24, p. 1; ¡Presentes el 9 de junio! (28 de mayo de 1957). Palabra Argentina, 25, p. 1. Al margen de la insistencia en el carácter apartidario de esta convocatoria, Palabra Argentina llamaba a votar en blanco en las inminentes elecciones de julio de 1957, en línea con la posición del liderazgo peronista.
17. El dramático fin del General Valle (28 de mayo de 1957). Palabra Argentina, 25, pp. 1 y 4. Según Ferla (1983), este relato de la muerte de Valle fue escrito por el padre Benítez (p. 210). A la filiación con la figura de Dorrego, Ferla le sumó la hermandad con la figura del Chacho Peñaloza. De esta manera, Valle resultó retratado como “¡representante de una Argentina por enésima vez vencida!” (Ferla, 1983, p. 167).
18. Las últimas palabras del mártir (28 de mayo de 1957). Palabra Argentina, 25, p. 1.
19. Acerca del motivo de la muerte heroica en la tradición clásica, y de su imbricación con la figura cristiana del martirio, véase Vezzetti (2009, pp. 152-154).
20. Palabra Argentina fue secuestrada; Olmos preso (18 de junio de 1957). Palabra Argentina, 28, p. 1. Deslindamos responsabilidades (18 de junio de 1957). Palabra Argentina, 28, p. 1. Fuentes indirectas oscilan en indicar la presencia de entre 1.500 y 30.000 manifestantes en el homenaje de Capital. Ferla quien en este punto resulta confiable, contabilizó “varios miles de personas” al referirse al acto prohibido que, de “marcha del silencio”, transmutó en batalla campal (Ferla, 1983, p. 211). En Córdoba, también se habrían reunido miles de personas. Perón-Cooke (1983, p. 176). Goebel (2004, p. 262).
21. Acto contra el revanchismo en Plaza Once (2 de julio de 1957). Palabra Argentina (30), p. 3; 50.000 personas fueron radiadas de la Plaza Once y 15.000 asisten en Córdoba (18 al 24 de junio de 1957). Resistencia Popular, 80, pp. 1-2.
22. Se retoma aquí la expresión “emprendimientos” o “emprendedores de memoria”, de la reformulación que propone Elizabeth Jelin de la noción de moral entrepeneur, acuñada originalmente por Howard Becker (Jelin, 2002, pp. 48 y ss.).
23. La inscripción del homenaje a los caídos y “mártires” de distintas causas políticas, en el espacio sagrado y ritual del cristianismo, había sido un recurso entre los radicales de fines del siglo XIX (Reyes, 2016) y entre los nacionalistas que reivindicaban a la figura del Gral. José F. Uriburu y a los “mártires de septiembre”, en la década de 1930 (Finchelstein, 2002, pp. 85-111).
24. Todo el pueblo honrará a los caídos (26 de mayo de 1958). Línea Dura, 22, p. 1. Biblioteca Nacional, Hemeroteca (BNH), Buenos Aires.
25. Perón, J. y Cooke, J. (26 de mayo de 1958). Perón exalta a los mártires de junio. Línea Dura, 22, p. 1.
26. Se refiere a esta disputa el propio Olmos, en testimonio a Chindemi (2000, p. 202-204).
27. Extraordinario homenaje a los mártires de junio (11 de junio de 1958). Línea Dura, 24, p. 3.
28. Perón, J. y Cooke, J. (26 de mayo de 1958). Perón exalta a los mártires de junio. Línea Dura, 22, p. 1.Melón Pirro (1993) analizó el proceso que llevó a Juan Perón a resignarse a reivindicar la insurrección cívico-militar de junio de 1956, la cual, originalmente, había considerado no sólo ajena, sino también un desafío a su liderazgo.
29. Perón, J. y Cooke, J. (26 de mayo de 1958). Perón exalta a los mártires de junio. Línea Dura, 22, p. 1.
30. Perón, J. y Cooke, J. (26 de mayo de 1958). Perón exalta a los mártires de junio. Línea Dura, 22, p. 1.
31. 16 de junio: Bautismo de sangre peronista (11 de junio de 1958). Línea Dura , 24, p. 1.
32. Agradezco a Anahí Ballent la fina observación a propósito de la imagen de tapa de Línea Dura.
33. La oligarquía exigió la masacre de trabajadores (11 de junio de 1958). Línea Dura, 24, p. 1.
34. La oligarquía es odio y destrucción (11 de junio de 1958). Línea Dura, (24, p. 2. Extraordinario homenaje a los mártires de junio (11 de junio de 1958). Línea Dura, 24, p. 3.
35. Ferla (1983) no dejará de cuestionar lo que llamó la “prescindencia política” de la investigación de Walsh.
36. Barrera, H. E. (18 de febrero de 1964). A Susana Valle. Córdoba, 5 de febrero de 1964. Compañero, 34, p. 6. CeDInCI, Buenos Aires.
37. Valotta, M. (4 de febrero de 1964). Un viejo olor a Sánchez Sorondo. Las publicaciones seudoperonistas. Compañero, 32, s/p.
38. Un polígono de tiroteo ideológico (30 de junio de 1964). Primera Plana, 86 p. 20. En 1963, fue desbaratado en Salta un incipiente foco del Ejército Guerrillero del Pueblo. Encabezado por el periodista Jorge Masetti, conocido como “Comandante Segundo”, el grupo se reconocía parte del proyecto más amplio de Ernesto Guevara de sembrar focos insurgentes en la región, Rot (2000). Felipe Vallese fue un militante de la Juventud Peronista de Capital y del gremio metalúrgico, que fue detenido y desparecido por la policía en agosto de 1962.
39. Esto se dijo (10 de junio de 1964). La Razón, s/p., recorte de prensa N° 49, Sobre 14069 “Justicialismo”, Archivo de redacción de la revista Qué sucedió en siete días, Fondo Centro de Estudios Nacionales, Biblioteca Nacional, Archivo (BNA), Buenos Aires.
40. Esto se dijo (10 de junio de 1964). La Razón, s/p. Andrés Framini fue un importante dirigente peronista, del gremio textil, que resultó electo gobernador de la provincia de Buenos Aires en las elecciones del 18 de marzo de 1962, por el partido Unión Popular, coalición del justicialismo con otros partidos populares, incluida parte de la izquierda partidaria. Tras su triunfo, la provincia de Buenos Aires fue intervenida y poco después, Frondizi resultó derrocado por un golpe militar. Delia Parodi fue dirigente de la rama femenina del justicialismo y como tal integró distintos organismos de conducción del peronismo de esos años.
41. Una reseña juzgaba la investigación de Walsh, la de Ferla y las cartas de Valle, como hitos en el “proceso histórico” del que no podrían escapar los asesinos. La valoración es indicio de la relevancia de estos acontecimientos periodístico-editoriales, a la hora de cimentar la conmemoración pública de los fusilamientos. Chicote (13 de mayo de 1964). “Mártires y verdugos”, libro que enjuicia históricamente al genocidio de junio del 56, perpetrado por Aramburu y su gente. Careo, recorte de prensa n° 42, Sobre 14069 “Justicialismo”, Archivo de redacción de la revista Qué sucedió en siete días. Fondo Centro de Estudios Nacionales.
42. El acto de Once (18 de octubre de 1964). La Razón. 5ª edición, p. 4. BNH, Buenos Aires.
Modelo de publicación sin fines de lucro para conservar la naturaleza académica y abierta de la comunicación científica
HTML generado a partir de XML-JATS4R